El 21 de Abril de 1956, Melchor Díaz-Pinés Pinés publica un simpático hecho ocurrido en Manzanares y que como a continuación observaremos, tiene repercusiones de tinte humorístico por parte de un gran reportero del diario madrileño Informaciones, con el seudónimo " Tio Prudencio" al que Melchor 'entra al trapo', al sentirse aludido.
No encuentro datos de la publicación de Informaciones pero creo recordar que nombra al corresponsal de Cifra en Manzanares, Cristóbal Colón Jr. y lamenta que el descubridor de América no hubiera tenido tal gallina a su disposición, " por aquello del huevo ".
En principio, la información era esta:
En esta localidad, una gallina de una popularizada raza que goza de bien ganado prestigio, propiedad de la señora Dña. Luisa Fernández Medina, ha batido una nueva marca de producción huevera, poniendo tres huevos en un día, con intervalos de dos horas, aproximadamente, es decir, a las diez de la mañana, a las doce y a las dos de la tarde, aunque en esta última postura la gallina acusara sensiblemente 'síntomas de agotamiento', dejándola retenida largo rato en el nidal.
Este caso, por lo abundante de la puesta, ha causado el natural regocijo de su propietaria, que indica que es frecuente en su gallinero posturas de huevos de dos yemas y de grandes tamaños.
Entre el vecindario se comenta con simpatía este hecho, que no ha sido jamás conocido en estos lugares. Todos los propietarios de corrales con cluecas, desean poseer huevos de esta gallina tan ponedora para incubarlos por sus propias gallinas, asegurando la continuidad de esta raza en sus corrales, sin duda por la alta cotización que han adquirido los huevos de esta fecunda ave.
Cristóbal Colón Jr. ( Melchor Díaz-Pinés) contesta a tío Prudencio ....
Completamente anonadado por el inmerecido honor que me prestásteis, en primer lugar por parangonarme al intrépido precursor de América y en segundo, por la preferencia que dispensásteis a una modestísima información de pueblo, suministrada por un tanto más humilde corresponsal manchego, es por lo que como " nobleza obliga ", contesto a su cordial e interrogante artículo, aparecido el día 2 del corriente mes, lleno por mi parte de la mayor complacencia y honradísimo de que si merece tal galardón, vea la luz en la sección que con tanta inteligencia y sobrados méritos humorísticos prodiga su Párker en el popular diario Informaciones.
En primer lugar, aunque algo retrasadillo por los muchísimos quehaceres que el simultanear la tarea periódisticas con otras actividades conlleva mi actividad, quiero darle las gracias por el elogio que hace al escribir en su mencionado artículo: " Manzanares, el de los BUENOS VINOS ". ¡ Muy bien, estimado tío Prudencio !. Acertó rotundamente en sus apreciaciones, aunque a buen seguro que no habrá saboreado este delicioso néctar, recostado sobre la boca de una tinaja y en íntimo coloquio con su dorado contenido. ¡ Entonces si que charlaría y saborearía esta " bendición de Dios " !. Puedo asegurar a Vd. mi querido tío Prudencio, que ese rasgo desinteresado de las excelencias de nuestros caldos ha sido acertado y ha de probarlos en su propia salsa y no tardante - como decimos por acá - porque ese elogio llega a lo más hondo a los patriotas como el que suscribe y que llevo " a mucha gala ".
Y pasando al fondo de la cuestión, le aclaro esa punzante duda que atenaza su bien humorada existencia; fueron, en efecto, tres huevos los que la afortunada gallina lanzó al eter en el día de marras, con el consabido intervalo de dos horas pero este hecho acaecío en plena jornada laboral de la gallina y sin que se viera forzada a hacer uso de horas extraordinarias y sin dar mal ejemplo a sus contertulias, que fueron las primeras sorprendidas de tal fecundidad, precisamente en época de restricciones. Entre las once de la mañana y las cuatro de la tarde fueron puestos esos huevos, dentro de la jornada laboral de 8 horas para especies gallináceas. Empezó por la mañana, ya desayunada y aseadita la clueca y acabó a las cuatro de la tarde, con lo que estaba en libertad de tomar el té o ver una película de Sofía o Lina, pudiendo recogerse tempranito, a la hora de las gallinas, sin merecer el regaño de papá gallo.
De la fecundidad de los padres de novelas numerosas, no veo inconveniente de ningún género, estimado tío Prudencio, por eso que dice el refranero español " que nunca fue mal año por mucho trigo ", pues a esa superproducción de la novelística patria tiene forzosamente que imponerse el recto criterio de público y editores que, con una rigurosa selección, desecharían lo indeseable, obligando a crear verdaderos portentos literarios de los más altos vuelos, al verse, sus creadores, en grave aprieto por allegar subsistencias para sus derecho-habientes.
No debe guardar tanto temor, Don Prudencio, por esta cuestión de la novelística que de suyo tiene fácil arreglo, a mi modesto entender. Esas nimiedades absórbalas su poderoso magín para recreo de sus sentidos, haciendo de ellas las deducciones que juzgue oportunas pero, ¡ por Dios !, no se complique la vida estudiándolas y agotándolas hasta tal extremo, porque entonces, buen amigo de mi alma, ¿ Qué nos queda escribir a los "literatos de bolsillo", a los que no nos fue dado alcanzar otras supremacías dentro del periodismo ?. Esto si que sería nuestra total eliminación del pentagrama y Dios dijo "Amaos los unos a los otros como yo os he amado ".
¡ Adios. tío Prudencio !. ¡ Guerra a la huelga de cascarones caídos y que su optimismo nos contagie para toda la vida !.
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