El 7 de Mayo de 1961, Melchor Díaz-Pinés Pinés, publicaba la siguiente información:
Ha fallecido en esta ciudad de Manzanares, a los ochenta y nueve años, el señor D. Antonio Fernández Pacheco, superviviente de la campaña de Cuba, heroico soldado español que lució sobre su pecho tres Cruces de Guerra al valor militar.
Como poseedor de gran memoria, conocía a la perfección el hoy actualizado Teatro de la guerra cubana, con sus nombres de Cayo Hueso, Pinar del Río, Camagüey, Los Cochinos, Rostrogordo, etc.
El Sr. Fernández Pacheco fue cabo en la Plana Mayor del Regimiento de Tarifa núm. 5 y toda su vida conservó el recuerdo y supo guardar el secreto, del soldado que escondido en la manigua, dio muerte al cabecilla Maceo, secreto que no quiso difundir a petición del propio interesado.
Fue compañero y testigo de la heroicidad de Eloy Gonzalo y compartió con él los hechos de guerra llevados a cabo en la Patria de las Antillas por los soldados españoles. Allí aprendió las artes de la medicación herbolaria de los guajiros.
El Sr. Fernández Pacheco fue un hombre honrado y trabajador y ha tenido la satisfacción de ver en sus manos el subsidio que a los supervivientes de Cuba se ha otorgado recientemente.
Ese mismo año, el 10 de Octubre, se daba cuenta del fallecimiento del último superviviente de la Guerra de Cuba:
Ha fallecido en esta ciudad el último superviviente local de la guerra de Cuba. Se trata del anciano D. Pascual Romero Plana, de 87 años de edad, cuyo óbito se ha producido en pocas horas, cuando aún disfrutaba de buena salud.
Este ejemplar soldado español fue uno de los mejores tiradores del ejército expedicionario y tomó parte en los más importantes hechos de armas, como los de Cavite, Cienfuegos, Matanzas, Puerto Príncipe, Rostrogordo y Pinar del Río, tomando parte directa, a las órdenes del Comandante Cirugeda, en la acción que terminó con la vida del cabecilla cubano Antonio Maceo, líder de la insurrección.
A pesar de su permanencia en los frentes de mayor peligro, no recibió más que un balazo en el sombrero y sufrió la quemadura de su caballo. Por su valentía y coraje, mereció ser nombrado varias veces en el parte del día y llegó a lucir sobre el pecho hasta cuatro Cruces de Guerra.
Fue compañero de Eloy Gonzalo en su arriesgado esfuerzo por salvar a sus compañeros cercados y como privilegiado tirador protegió su avance que se vio coronado por el éxito de la liberación de sus compatriotas.
En menos de cinco meses han fallecido los dos últimos supervivientes de la campaña cubana, que volvieron cargados de laureles por su heroico comportamiento. Entre ambos, llegaron a obtener siete Cruces de Guerra. Fueron los últimos en abandonar la isla, tras la evacuación de las tropas españolas.
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