Encuentro esta modesta aportación poética de mi padre, Melchor Díaz-Pinés Pinés, en homenaje al Cristo de la Veracruz y al párroco Sotomayor.
Está fechada en septiembre de 1958 y la reproduzco a continuación:
La Historia ya nos habla de un Cristo Arrodillado
de hermosa talla y de mirar muy dulce.
Unos le consideran de autores ignorados
y otros, por Montañés, la idea luce.
Una pequeña ermita le cobija austero
Vera Cruz se la llama desde tiempos remotos
su origen, indagando, aún permanece ignoto
ni en citar, siquiera, historiador certero.
Al correr de los tiempos haríanse famosas
la meritoria imagen y la ya vieja ermita,
pues soldadesca gala, tocada de levita,
querían a nuestro pueblo arrollar alevosas.
Vive ya Manzanares momentos angustiados
porque el francés, soberbio, no ceja en sus empeños.
Lo quiere todo, no importa sean sus dueños
que suplican y ruegan al Cristo Arrodillado.
No hay tregua ni descanso y en su fiera venganza
las tropas avasallan y atropellan sin tino.
Las mujeres les huyen buscando otro destino
que quedar en sus manos, sin ninguna esperanza.
Habría de ser un Dios quien contener pudiera
las iras y arrebato del francés ya enervado
por continuas derrotas, del golpe ya acertado
que las tropas del pueblo sin cesar le infligiera.
Sotomayor sería guardián inquebrantable
del Cristo Arrodillado que adoración recibe.
Unión de dos espíritus, sólo así se concibe,
la alianza Dios-hombre contra lo detestable.
Porque fieles imploran con marcada insistencia,
la Vera Cruz celebra Consistorio secreto.
Sotomayor sería el mediador discreto
y el Cristo, allí presente, demandaría clemencia.
El Jefe ordena el alto con toque de clarín
después del parlamento que hubieron sostenido.
Grande fue la porfía pero al fin convencido
se acercó a nuestro Cristo y ciñó su fajín.
Saldáronse discordias renaciendo esperanzas.
El perdón se consigue. Del Perdón, se le llama
al Cristo arrodillado que los pechos inflama
y que dará a sus hijos las Bienaventuranzas.
Melchor Díaz-Pinés Pinés, Manzanares, 1958.
Está fechada en septiembre de 1958 y la reproduzco a continuación:
La Historia ya nos habla de un Cristo Arrodillado
de hermosa talla y de mirar muy dulce.
Unos le consideran de autores ignorados
y otros, por Montañés, la idea luce.
Una pequeña ermita le cobija austero
Vera Cruz se la llama desde tiempos remotos
su origen, indagando, aún permanece ignoto
ni en citar, siquiera, historiador certero.
Al correr de los tiempos haríanse famosas
la meritoria imagen y la ya vieja ermita,
pues soldadesca gala, tocada de levita,
querían a nuestro pueblo arrollar alevosas.
Vive ya Manzanares momentos angustiados
porque el francés, soberbio, no ceja en sus empeños.
Lo quiere todo, no importa sean sus dueños
que suplican y ruegan al Cristo Arrodillado.
No hay tregua ni descanso y en su fiera venganza
las tropas avasallan y atropellan sin tino.
Las mujeres les huyen buscando otro destino
que quedar en sus manos, sin ninguna esperanza.
Habría de ser un Dios quien contener pudiera
las iras y arrebato del francés ya enervado
por continuas derrotas, del golpe ya acertado
que las tropas del pueblo sin cesar le infligiera.
Sotomayor sería guardián inquebrantable
del Cristo Arrodillado que adoración recibe.
Unión de dos espíritus, sólo así se concibe,
la alianza Dios-hombre contra lo detestable.
Porque fieles imploran con marcada insistencia,
la Vera Cruz celebra Consistorio secreto.
Sotomayor sería el mediador discreto
y el Cristo, allí presente, demandaría clemencia.
El Jefe ordena el alto con toque de clarín
después del parlamento que hubieron sostenido.
Grande fue la porfía pero al fin convencido
se acercó a nuestro Cristo y ciñó su fajín.
Saldáronse discordias renaciendo esperanzas.
El perdón se consigue. Del Perdón, se le llama
al Cristo arrodillado que los pechos inflama
y que dará a sus hijos las Bienaventuranzas.
Melchor Díaz-Pinés Pinés, Manzanares, 1958.
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| Fotografía de la antigua talla de Nuestro Padre Jesús del Perdón, realizada por Melchor Díaz-Pines y convertida en POSTAL. Durante muchos años del pasado siglo fue vendida a infinidad de emigrantes manzanareños en la Librería Diaz-Pinés. |
Mi querido y estimado Manuel, el escrito de tu señor padre, es digno de llevar a las aulas de las nuevas generaciones vinateras y cafeteras, para que conozcan y asimilen, lo que la Fe la devoción y el poder de Nuestro Señor, puede lograr sobre las conciencias palidecidas del ser humano. Don Melchor ha plasmado con la sensibilidad innata de su corazón, el poder de la devoción y la humildad.
ResponderEliminarTú lo escribes, Jorge y no sería mala idea inculcar a las nuevas generaciones el amor a su pasado, si es que no se realiza en las aulas, como dices. Yo creo que quizás sea una apreciación incorrecta por nuestra parte porque tendemos a creer que solo los más mayores han tenido esa devoción y amor a sus raíces pero las nuevas generaciones, en su ambiente, en la vida que les toca vivir, también tendrán esos sentimientos. AMEN.
ResponderEliminarSea como fuere, muchas gracias por tu comentario y cariño hacia los Manzanares y sus gentes. Tú eres leyenda viva del Manzanares colombiano y también ' bautizao con vino blanco'. Gracias.