¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

HERMANADAS.

M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

domingo, 5 de diciembre de 2010

¡ Gracias, Federico, " YO LO HE VIVIDO ", ya está entre mis manos.

Portada del libro 'Yo lo he vivido'.

¡ Hola Federico, te envío un abrazo y mis saludos desde Galicia ¡.

A través de mi hermana Tere, he recibido el libro de ‘ Testimonios y apuntes profesionales y humanos’ de tu padre, mi admirado doctor D. Emiliano García Roldán, con tu dedicatoria manuscrita dirigida a mi persona, hecho que me ha producido una gran alegría.

¡ Muchísimas gracias y un gran honor para mí recibirlo, alejado de Manzanares, morando en esa tierra que tanto gustó a tu padre en su primera visita, según leo en sus testimonios !.

Estoy ‘enganchado’ en su lectura, que me he emocionado en varias ocasiones y a punto de rematar su contenido en un par de días, seguramente por la gran curiosidad y admiración que siento hacia su persona. Caminaba por la calle con el libro bajo el brazo y encontré casualmente a un especialista médico amigo, al que mostré el ejemplar y le comenté que leía un libro de un colega suyo, un médico de familia de mi pueblo manchego, al que todos, dentro y fuera de Manzanares, querían y admiraban y a los que dedicó con abnegación toda su vida profesional. Noté en él cierta curiosidad y una complacida sonrisa mientras echaba un vistazo al ejemplar. ¡‘ De su raza, ya quedan pocos, Manuel, manifestó ’ !...

Dices, Federico, en la dedicatoria que me brindas, que ojala este libro ‘mantenga vivos mis recuerdos de tu familia y de mi pueblo’ y puedo asegurarte, amigo mío, que contribuye a ello su lectura pero ya expliqué con anterioridad en el 'blog' que dedico a mi padre, que la recuperación de esos recuerdos ya se produjeron meses atrás, cuando comencé a realizar entradas en el mencionado ‘blog’. D. Emiliano conocía bien a Melchor y por sus propios testimonios, según puedo leer – le ‘vigilaba’ desde su atalaya de San Antón, el Domingo de Ramos, para ver si arrancaba la procesión de la borriquilla como cada año…¡ Sí ¡…. ¡ Ahí estaban los ‘patriarcas’, ‘ los llorados por tantas cosas’ …ya veo a Pepe Díaz, ahí está Melchor, por allí se mueve ‘Luisillo’, puntuales como cada año, arrancando la procesión y prolongando y dando fe con su presencia, a la idea de creación de la Cofradía ¡ …

¡ Te cuento Federico ¡…. Bueno, la verdad es que me dirijo a ti por el hecho de dedicarme el libro pero deseo que los comentarios que te realizo, se vean como ampliación hacia tus siete hermanos porque, aunque no conozco a ninguno de vosotros como adultos, recuerdo que a más de uno os traté cuando erais pequeños. Cincuenta años alejado de la tierra manchega, justifican posiblemente el no haberos visto crecer y respondiendo a tu dedicatoria, creo que por la prolongada lejanía antes mencionada, había experimentado un enfriamiento de los lazos afectivos hacia Manzanares y todo su entorno pero afortunadamente los he recuperado sobradamente y desde luego, los recuerdos de mi infancia y adolescencia son imborrables porque yo conocía desde muy pequeño a tu madre, Custodia, hija de D. Federico, por la proximidad de la tienda de mi padre con el Banco que dirigía tu abuelo, existiendo una gran amistad con tu familia materna.

Y sobre tu padre, 19 años mayor que yo, recuerdo con claridad haber realizado más de un reconocimiento médico en vuestra casa de San Antón, recuerdo muy bien verle subido en su bicicleta visitando enfermos, también recuerdo el momento de certificar el repentino fallecimiento de mi tía Teresa Díaz-Pinés, hermana de Melchor, a la que evoca en este libro como ‘mujer alegre, bulliciosa e inteligente, que todo lo hizo fácil en la vida, incluso los grandes sacrificios y renuncias’ – gracias D. Emiliano – rememorando estos hechos en la década de 1950 a 1960. Más próximo a nuestros días, hacia 1980, tiempos que también se me antojan ya lejanos, fui a consultarle algún problema sobre la salud de mi padre – ya bastante enfermo – y también, poco después, le saludé en la Residencia Sanitaria cuando ya mi padre apuraba los últimos días de vida. De pequeño y de mayor, seguía llamándome ‘Melchorcillo’ con ese cariño que transmitía, ese fácil acceso que ofrecía su persona, esa humildad tan característica de los grandes hombres, esa sonrisa permanente en sus labios, ese amor a la humanidad que siempre irradió.


Me resulta francamente difícil evocar su persona después de todo lo que he podido leer en el libro editado en su memoria, dicho, además, por personas muy relevantes en todos los ámbitos existentes. Se ha hablado todo lo que se puede articular de un gran hombre que ya no está en esta vida pero es curioso, que no por esta circunstancia surgen todos los adjetivos empleados sino que, pienso que es una repetición de lo que ya se decía en vida de D. Emiliano. Ello demuestra, en mi opinión, que toda su obra profesional y humana ha sido reconocida siempre y él lo captaba, sintiéndose infinitamente recompensado por ello, por lo que debo presuponer que el discurrir de su intenso itinerario terrenal, estuvo lleno de satisfacción por ese público reconocimiento del deber cumplido.

Poco más podría comentar, a pesar de lo mucho que de él podría escribirse y estoy seguro que tu madre y los ocho hermanos os sentís muy gozosos de haber pertenecido a su familia, viviendo el día a día en su compañía. Ahora, os figuro igualmente satisfechos de evocar su memoria que permanecerá para siempre, por supuesto, en vuestros corazones y por añadidura, en el de tantos y tantos hombres y mujeres que recibieron su poderosa influencia auxiliadora.

Otra vez, Federico, reitero mi agradecimiento por hacerme llegar el libro, también por la dedicatoria y por supuesto, por permitirme disfrutar de su lectura. Si algunos de vosotros o vuestros hijos, aparecéis por las Rías Baixas, siempre vais a tener un amigo, un paisano que os recibirá con los brazos abiertos y esta hospitalidad que os ofrezco de corazón, nunca podría compensar el cariño que 'Melchorcillo'  recibió de D. Emiliano García Roldán, y que amplió hacia toda mi familia.

Yo también te envío un abrazo, extensivo a tus hermanos y mis cariñosos recuerdos para tu madre.

Manuel.


2 comentarios:

  1. No lo había leído hasta hoy. Preciosa es la estela que dejan las personas buenas. Don Emiliano García Roldán era bueno para todos. Entraba al dormitorio donde estaba mi abuela muy enferma y mis tias recuperaban el ánimo para seguir llevando la enfermedad con una sonrisa. Había pasado un santo e irradiaba paz y alegría. Gracias, gracias por haber conocido a un médico santo

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  2. ¡Sí, tenía ángel y tal como el mismo decía, Dios le dio ese don par poder ayudar a los demás!. Muchas gracias por su comentario y un afectuoso saludo.

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