¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

HERMANADAS.

M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

martes, 18 de noviembre de 2014

El paisaje manchego, cambia de fisonomía.

El 9 de Marzo de 1962, Melchor Díaz-Pinés Pinés, envió la siguiente información a la Agencia Nacional de noticias, CIFRA.

El dilatado campo viñero de La Mancha, está cambiando de fisonomía por completo, introduciéndose matices que cambian el acostumbrado paisaje que siempre observábamos.

Por todas partes se ven grandes, enormes gavilleras diseminadas por los majuelos y quinterías. Las gavillas de sarmiento de vid, no las quiere nadie a ningún precio y como es mercancía tan depreciada por la influencia de los hornillos de gas butano y de petróleo, los dueños de las fincas se ven obligados a hacinarlas en sus terrenos, al no tener capacidad de almacenaje en el pueblo. ¡Van quedando atrás esos tiempos en que las gavillas ocupaban un lugar primordial en la vida invernal de los hogares manchegos, todos alrededor de la chimenea, calentándose, comiendo y viendo arder esas gavillas que unos meses antes habían sido soporte de los racimos de uvas que son la riqueza de nuestra tierra manchega!.
Haces de gavillas del sarmiento de la vid.

Muchos millones de gavillas se ven por los campos de Tomelloso, Manzanares, Valdepeñas, Pedro Muñoz ... y otros centros productores de uva, que en otros tiempos representaban decenas de millones de pesetas, que hoy no se recaudan.

Ha sido problema difícil su recogida ni siquiera primando el jornal ordinario, con cifras que han llegado a pagar hasta las cien pesetas por millar de gavillas atadas. En muchas fincas, ni se han recogido por falta de personal idóneo para el trabajo.

Estas gavillas, amontonadas en el campo, es posible que se pudran sin haber llegado a utilizarse, pues aún siendo regaladas, nadie las quiere hoy día.


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