¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

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HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

222). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: LA EDUCACION DECIMONONICA.


Mi muy querido reportero, me dice D. Cosme, con cierto deje amargo, para comenzar esta crónica … usted me conoce ya bastante bien, como para saber lo orgulloso que me siento de Manzanares y de sus gentes hidalgas y emprendedoras, algo que siempre nos hizo destacar como pueblo, en los casi 700 años de historia que ya tenemos, a la fecha de 1912 en que conversamos. Pero, verá, el tema que hoy le propongo, será una muestra de algo no tan bueno, que explica, en gran medida, el atraso secular de España en cuanto a su incorporación al mundo de las naciones más avanzadas en ciencia y cultura. 

La escolarización y la educación infantil a gran escala, fueron los elementos claves y paradigmáticos del movimiento ilustrado, lo que cimentó y propició, más que ninguna otra cosa, el progreso de las naciones que más abrazaron ese movimiento. En España, el poder de la Iglesia, y su influencia en la práctica educativa, demoró la incorporación a las escuelas de muchas herramientas educativas, basadas en el raciocinio, la observación empírica, la explicación objetiva y científica de los fenómenos naturales y el libre acceso a la literatura, el arte y los conocimientos adquiridos en el ámbito de la sociedad civil… 

Aquí, en España, y en particular en Manzanares, prosigue D. Cosme, a principios del siglo decimonónico, la educación docente estaba poco regulada, distaba mucho de ser universal y, como había que pagar por recibirla, las tasas de escolarización eran muy escasas, existiendo un alto porcentaje de población analfabeta. A pesar de este retraso y esas carencias, y aunque solo fuese en un aspecto formal e institucional, la Encomienda y el Consejo de las Ordenes mostraban un posicionamiento positivo hacia la enseñanza y la escuela… Por ej, nuestra encomienda afirmaba en sus reglas, lo que sigue:. “… “la ocupación de la enseñanza a los niños es la más augusta y la base más sólida de todo el edificio político”... En tanto que el Consejo de Ordenes decía, que:.. “se había esforzado en reformar las escuelas normales de los principales pueblos por medio de sabios planes que sobre este objeto se formaron….tratando de establecer maestros con dotaciones fijas”..; un intento de fijar en la escuela pública al maestro, asegurándole un salario estable...

Pero toda esta normativa, no se concretaba en la realidad más allá de sus buenas intenciones. Por ejemplo, en Manzanares, dice D. Cosme, como en cualquier otro lugar a inicios del siglo XIX, no era la encomienda ni el Consejo de Ordenes quien pagaba la soldada de los maestros, eran los padres quienes tenían que hacerlo, por lo que, al final, solo los niños de familias pudientes, permanecían en la escuela un tiempo razonable, pues los hijos de familias pobres, que no podían permitirse ese gasto, dejaban la escuela muy pronto, y se incorporaban con sus padres a las labores del campo en las quinterías. En Manzanares, continua D. Cosme, en el año 1800, teníamos dos escuelas de párvulos, o “primeras letras”, para niños…con bastante asistencia de pequeños, para los tiempos que corrían… Los niños, sigue D. Cosme, aprendían, sobre todo, caligrafía, ortografía y redacción, aparte de la doctrina católica. De estas dos escuelas masculinas, conocemos los nombres de sus maestros, por los correspondientes certificados que ellos mismos emitieron, a fecha de 22 de febrero de 1800, sobre el número de alumnos que cada una de ellas tenía a su cargo. Una de las escuelas estaba regentada por el maestro D. Pedro Josef Díaz Peñalver, y contaba con 104 alumnos… y. en la otra, el maestro se llamaba D. Agustín López Camacho, y contaba con 115 niños….De estas cifras se deduce que, como Manzanares tenía en ese primer año del siglo XIX unos ocho mil habitantes, de los cuales niños de ambos sexos serían unos 1600, pues se puede concretar la cifra de niños varones de la villa, aproximadamente en la mitad de esa cifra, unos 800…por tanto, si solo iban a la escuela 209, la tasa de escolarización de los niños manzagatos varones era tan solo de un 25 por ciento, aproximadamente. 

Algo si es relevante en ese porcentaje, porque resalta, otra vez, el carácter hidalgo y generoso que caracterizó de siempre a la gente de nuestra villa;… algunos de esos alumnos pertenecían a familias “pobres de solemnidad”, asumiendo los dos maestros antedichos, con la ayuda de la parroquia, el coste de su escolarización…Y que decir de las niñas, para el costumbrismo social de los tiempos, que reducía el papel de la mujer a un nivel muy secundario, en la casa, y subsidiado al hombre…

Con todo y con eso, al menos Manzanares, a diferencia de otras villas, contaba con dos pequeñas escuelas para niñas, que recibían, allí, clases de labor y doctrina cristiana, en general muy poco tiempo, hasta que se incorporaban a las tareas de sus casas, en ayuda de sus abnegadas madres, que ni siquiera tuvieron esa oportunidad en su niñez. Verdad es, sigue D. Cosme, que en el caso de las niñas, como usted supondrá, querido cronista, la tasa de escolarización era casi irrelevante, mucho menor que la ya de por si muy pequeña de los niños varones… Como va dicho, en las escuelas, casi todo lo que se enseñaba a los niños emanaba de la doctrina católica o estaba impregnada de ella, evitándose de manera más o menos intencionada cualquier apunte que pudiese cuestionarla, o que así se interpretase por la autoridad civil o eclesial...

En Manzanares, además, en esos primeros años del siglo decimonónico, la autoridad intelectual, moral y social del párroco Sotomayor lo impregnaba todo, De hecho, sigue D. Cosme,… él, mejor que nadie, conocía el estado cultural de nuestra infancia manzagata, pues como sabemos por relatos previos, fue el propio Sotomayor, personalmente, quien, de casa en casa, durante el primer año de su labor pastoral en Manzanares, elaboró el censo parroquial de la villa, por lo que conocía de primera mano a todos los niños, sus vicisitudes, y las de sus padres… Eso le permitió valorar el pobre estado de la enseñanza en la villa, con crítica bastante ácida, que plasmó en un escrito que decía, entre otras cosas:.. “para graduar la clase de educación moral y aun literaria que pueden proporcionar estos maestros basta la simple inspección de sus propios certificados…el estilo y lenguaje de su dicción y de las ideas de que son capaces…las escuelas están tan abandonadas que apenas puede dárseles el nombre de tales…de los maestros que las sirven, el uno de ellos menos malo que el otro,, emplean muy corta y descuidada asistencia, el uno la deja a cargo de un pasante de muy corta instrucción, el otro, de ejercicio agrimensor, tiene casi cada día que abandonar la escuela por largas temporadas para asistir a la medida de tierras y suele quedar la enseñanza a cargo de un hombre inepto que ni un puede escribir por estar gafo de las manos”….

Quizá, en gran parte por eso, un de los empeños de Sotomayor en su intensa labor pastoral, fue la creación de grupos y actividades parroquiales para la catequesis de los niños y niñas del pueblo, donde él se implicó, muy personalmente, tanto en la educación en los valores cristianos de los pequeños, como en darles un complemento a su pobre bagaje escolar; algo que también extendió a poblaciones más adultas, otra de las razones más claras del respeto que Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor se ganó en Manzanares muy pronto.. Además del análisis que hizo Sotomayor, en aquel tiempo primero del Siglo XIX, fueron otras autoridades y vecinos los que mostraron su preocupación por el estado de las escuelas, lo que denota que ese tema social empezaba a crear una inquietud, hasta entonces desconocida, en las motivaciones de la gente…Asi, por ej, sigue D. Cosme, el escribano Andres Martín de Almagro, comentó por entonces que:.. “la única instrucción que recibían los niños era la imitación de sus maestros”…mientras que un ilustrado vecino de la villa de Manzanares escribía que… “las lecciones de leer, las planas de escribir y los capítulos de doctrina los dan unos con otros atropelladamente…y los maestros, ya por su poca asistencia, ya por la muchedumbre de niños, no pueden atender a todos…los padres algo instruidos tienen que dedicarse a enseñas a sus hijos”… 

El catedrático de latinidad Calixto Diaz Roncero, quien regentaba en Manzanares un centro de enseñanza media (remedo de los actuales institutos,), también hizo una crítica del estado de las escuelas de la villa:… “solo enseñan alguno que otro capítulo de doctrina cristiana por el catecismo del padre Ripalda, pero muy superficial y sin explicación”… Comentaba D. Calixto que, por eso mismo, él se veía obligado a: .. “emplear los sábados para mejorar los conocimientos no adquiridos en la escuela, a todos los nuevos alumnos de la villa que accedían por primera vez a sus aulas” .. Y así llego la guerra de la independencia, siendo a su final cuando las Cortes de Cadiz,, en 1812, elaboran la primera Constitución española, que si dio un paso decisivo en el desarrollo de la escuela, la educación y la cultura en el Reino de España. Aquí le entrecomillo, a renglón seguido, mi querido cronista lo más importante de lo que quedó plasmado en sus textos, en relación a la educación:..
«Para que el carácter sea nacional, para que el espíritu público pueda dirigirse al gran objeto de formar verdaderos españoles, hombres de bien y amantes de su patria, es preciso que no quede confinada la dirección de la enseñanza pública a manos mercenarias.»…y, en el título noveno, «De la instrucción pública», en los artículos 366 y 371, que marcaban las pautas a seguir en la política educativa, se dice que esta debe ser…”tendente a la formación de ciudadanos, que «ilustren a la nación y promuevan su felicidad con todo género de luces y de conocimientos»”… 
D. Antonio Rubio Fernández-Caballero,
Alcalde de Manzanares.

Después, lentamente, y con intermitencias, pero siempre en la buena dirección, la enseñanza y escolarización de los niños españoles fue haciéndose mejor a lo largo del XIX, aunque la distancia con los paises más ilustrados continuaría aumentando… Tendremos ocasión de hablar de todo ello en algún relato posterior, pero ya es tiempo que usted de fin a esta crónica sobre el estado de las escuelas manzagatas a principios del Siglo decimonónico, y no quiero que lo haga sin antes filosofar un poco sobre la importancia de la voluntad humana en cualquier ámbito de la vida…Y esta reflexión viene a cuento, querido cronista, por que lo mismo que hemos visto hace un rato, como el pastor Sotomayor se implicaba en mejorar el precario estado de la enseñanza infantil de Manzanares al inicio de aquel siglo decimonónico, donde las autoridades poco hacían al respecto; sin que nadie se lo hubiera pedido…hoy, a esta fecha de 1912 en que hablamos, un ilustre paisano de este pueblo, que ejerce de alcalde, D. Antonio Rubio Fernández-Caballero, hacendado personaje, que, quizá por ello, no tenía porque estar especialmente motivado en estos temas de la enseñanza y la escuela publica, está revolucionando, desde hace un año, en Manzanares, todos estos temas.. fomentando la creación y construcción de varias escuelas públicas, y dando un impulso desconocido hasta ahora a la escolarización de los niños de este pueblo…Es posible que D. Antonio Rubio sea más recordado en la posteridad por el Gran Teatro de Manzanares, u otros inmuebles del pueblo, construidos por su impulso durante su mandato…pero sin duda, ninguno de esos logros será comparable al patrimonio de futuro que dejará en Manzanares su impronta personal en la enseñanza de sus niños….



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