¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

sábado, 21 de diciembre de 2019

238). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: OCHO DIAS....Y DOS LEYENDAS.


En la crónica que le propongo, me dice D. Cosme, pretendo hablarle de la semana que continuó ese "día después" al terrible episodio de la matanza en el hospital de sangre francés de Manzanares, aquel 7 de junio de 1808, y en la semana posterior, es donde, a mi juicio, comienzan a gestarse dos leyendas que acompañaran siempre a nuestra legendaria historia,. 


Una, el supuesto afrancesamiento de la villa de Manzanares que, como hemos empezado a saber por relatos previos, es falsa desde su origen,.. y otra… la leyenda de Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor, tan cierta como que hay noche y día, exclama D. Cosme, que solo hizo que cimentarse y engrandecerse en esos ocho días, donde nuestro insigne párroco, Sotomayor, puso las bases precisas para que la gente de Manzanares sufriera mucho menos de lo previsto las insidias y maldades de la guerra, empezando por evitar la cruenta venganza a que podriamos habernos visto abocados por la masacre del hospital de sangre.

Y es que, sigue D. Cosme, en esas mismas fechas, muchas cosas refutan ese supuesto afrancesamiento de Manzanares; por ejemplo, el recelo, tan lógico como natural, que tanto las tropas de los Generales Roize y Ligier Belair, como las gentes de nuestro pueblo, se tenían entre sí, aquel día 7 de junio en Manzanares, después de los terribles acontecimientos del hospital de sangre. Ese ambiente, crispado, y de desconfianza mutua, también quedó reflejado por nuestro clero en los escritos que hicieron de ese momento para el “Manuscrito de la Merced”, cuando hablan de la vuelta de Liger Belair a Manzanares, tras la batalla de Valdepeñas, que interrumpió su viaje a Andalucía, Nuestros curas describen, esa situación, de la siguiente manera:
el General Liger-belair, dejando su marcha para Andalucía; retrocedió a Manzanares y Dupont quedó sin este socorro por entonces, y el Duque de Berg sin la comunicación que solicitaba. Lo ocurrido el día anterior daba mucho temor, viendo venir tanto número de caballos; más si el pueblo estaba receloso y con sobresalto, no lo estaba menos el general enemigo; y luego que hizo alto a la vista de Manzanares se prestó a un acomodamiento, dando palabra de honor de que ningún mal sucedería, siempre que los vecinos permanecieran tranquilos. No permaneció en esta villa sino hasta el día catorce de junio”.

Hasta ese 14 de junio, en que los generales franceses y sus tropas abandonaron Manzanares, y en ese contexto de mutua desconfianza, ocurrieron cosas suficientes para justificar el título que encabeza el relato. Y empezaré por decir, sigue D. Cosme, que el mismo día 7 de junio, al mediodía, el General Roize y su pequeño contingente de soldados, aunque tenían cierta garantía por nuestras autoridades que la gente del pueblo no les molestaría, si no tomaban represalias por el suceso del hospital, estuvo a punto de abandonar Manzanares, hacia Villarta, para no correr riesgos ante los rumores que le llegaban de un posible levantamiento de los aldeanos de la villa… Con los preparativos del viaje hechos, apareció por Manzanares Liger Belair, con 800 soldados, una vez terminada la batalla de Valdepeñas… 

Roize quedó más tranquilo y, tras comentar la situación entre ellos, ambos generales estimaron, como más seguro, permanecer en nuestra villa, a la espera de conocer el estado de cosas en las demás villas manchegas que tendrían que atravesar, a la vista de la rebelión generalizada a que se asistía. La realidad es que Liger Belair y Roize estaban, el 7 de junio de 1808, aislados en Manzanares; sin comunicación con Dupont por el sur, ni con Murat por el norte en Madrid… y esto, continua D. Cosme, comenzó a gestar una de las leyendas que acompañan a nuestra villa, , la del supuesto colaboracionismo con los franceses, o “afrancesamiento”. En cierta medida, esto resultaba lógico en ese momento de gran tensión…nuestros vecinos de Valdepeñas, donde más arraigó esa idea, habían visto como Liger Belair llegó desde Manzanares para atacarlos, y luego supieron que volvió a nuestro pueblo para quedarse allí unos días. Los valdepeñeros, sigue comentándome D Cosme, no conocían que Liger Belair solo estaba de paso por Manzanares, el 5 de junio, en su trayecto hacía Andalucía para ayudar a Dupont, ni tampoco sabían que el ataque de Liger Belair a Valdepeñas, el 6 de junio, se debió solo a esa circunstancia y coyuntura temporal de estar de paso su tropa hacía Andalucía, coincidiendo con el momento de la rebelión en su villa,.. ni tampoco conocían nuestros vecinos de Valdepèñas, que Liger Belair, en lugar de seguir su marcha hacia el sur, retornó a Manzanares por motivos de seguridad para su tropa, y no por que estuviese aquí su cuartel, que fue lo que muchos pensaron. 

General Liger Belair

Probablemente muchos valdepeñeros, sigue D. Cosme, tuvieron la impresión que nuestra villa era un lugar donde los franceses se sentían bien acogidos, siendo desconocedores, en ese momento, de los sucesos del hospital de sangre, y que, desde Manzanares, salieron muchos lugareños en ayuda de su pueblo… Lo cierto es que, sigue D. Cosme, la situación estratégica y central de Manzanares en el Camino Real de Andalucía, y nuestro Castillo, que podía ser utilizado como cuartel general, nos convirtió desde el principio de la Guerra de la Independencia, y en el tiempo que duró, en un centro de operaciones y asentamiento de las tropas francesas; lo que, inevitablemente, dio a Manzanares una imagen de presunta complicidad con el invasor, algo que ya sabemos, y aun conoceremos más todavía, no fue en absoluto cierto, más bien todo lo contrario, Manzanares, y su gente, fue uno de los lugares más activos y beligerantes contra los invasores, entre otras cosas porque fue una de las villas que más los padeció... En este primer tiempo de la guerra, ya hemos conocido que un grupo de paisanos, probablemente instigados por nuestro patriota alcalde mayor Juan Josef Miret,, (quien, muy posiblemente, estaba en permanente contacto, a efectos de reclutamiento a favor de la causa española, con el intendente general Juan de Módenes, máxima autoridad de la provincia de la Mancha; otro gran patriota de aquel tiempo, que, furtivamente, estaba organizando compañías de “españoles rebeldes”, que en sus acciones se distinguían por llevar un “7” bordado en rojo en sus gorros)…Este grupo de manzagatos, se encargó de propiciar la deserción de dieciséis soldados españoles que estaban integrados en la “compañía de suizos” del gigantesco contingente militar del General Dupont, cuando éste transitó por Manzanares, a final de Mayo de 1808, y también, ese mismo grupo, se haría famoso en la interceptación frecuente de mensajes franceses, entre sur y norte, abordando, al estilo bandolero, en las inmediaciones de la villa a los soldados que transportaban a caballo esas misivas. Todo esto último que le comento de las gentes de Manzanares, prosigue D. Cosme, quedó transcrito por los curas de nuestro clero local, en el ya varias veces mentado, “Manuscrito de la Merced”, donde escriben de esas intercepciones de correos. esto:

“En estos intermedios hasta la batalla de Bailén, ocurrida en 18 de julio, se interceptaron en esta villa postas y correos, saliendo muchos vecinos al camino, como suele el cazador, a buscar y matar cuantos enemigos, ya soldados, ya correos, pudieran haber a las manos. De este sistema, cuya honra cupo igualmente a los otros pueblos, desde Manzanares hasta la entrada de Andalucía resultó al enemigo un mal imponderable; pues cortada la comunicación entre las tropas y el Gobierno, ni el Grl. Dupont pudo arreglar sus movimientos conforme a la necesidad, ni su principal darle órdenes oportunas que le dirigiesen; y no sería sin fundamento, no quitando a nuestros generales y soldados la gloria que adquirieron en esta jornada, al afirmar que la tal derrota de Dupont, y su rendición inespereda, se debió en gran parte a los procedimientos de Manzanares. Así lo aseguró el Ecmo. Sr. General Castaños en su tránsito por esta villa después de esta memorable victoria”.

Y la otra gran leyenda que se consolida entonces en Manzanares, comenta D. Cosme, ésta, real como la vida misma, es la de nuestro párroco Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor, quien en un derroche de su increíble capacidad de convencimiento mediante la palabra, fue capaz, primero, de atemperar el deseo de venganza de los franceses, y, enseguida, haciendo uso de la actuación del clero de nuestra villa en el hospital de sangre, mostrarse a los ojos de Roize y Liger Belair, como la persona más capacitada de nuestra villa para garantizar la seguridad de ambos y de sus tropas, por la autoridad que su magisterio representaba entre las gentes del pueblo y, en consecuencia, presentarse ante los ojos de los generales franceses como el mejor punto de apoyo en ese menester de seguridad propia que les preocupaba mucho, y que Sotomayor supo captar …La “mano de Sotomayor” , en todo esto que le cuento, se aprecia en los escritos de perdón que Liger Belair, en esa semana que estuvo en Manzanares, elaboró para nuestra gente, pero también para las villas de Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas y Madridejos. Incluso, en su redacción, se aprecia el estilo compasivo y directo de Sotomayor, que se ganó tanta confianza en Liger Belair, que posiblemente se atrevió a sugerirle como escribirlos, basándose en el conocimiento que él tenía de la gente manchega y su manera de pensar,…

Valdepeñas en el siglo XIX.

Sutil e inteligente, como era nuestro insigne párroco, seguramente también, en los contactos diarios que, como miembro de la Junta Local de gobierno de Manzanares, mantuvo con Liger Belair y Roize, durante esa semana les hizo ver que, esos escritos, convenían a todos. A ellos, generales y tropas, cansadas, débiles, y sin casi municiones, les convenía para llegar a Toledo o Madrid sin muchos sobresaltos…, y, a las villas rebeldes, para asegurarlas que no habría nuevas agresiones francesas, a cambio de la liberación de los soldados que aún permanecían presos en sus cárceles, y que dejarían transitar a los franceses hacia Toledo y Madrid, sin ser atacados…Es muy probable, que Sotomayor y Miret, se comunicasen esos días con las autoridades de las “villas perdonadas” y con el intendente Módenes, para convencerles que aceptasen ese perdón y sus condiciones, a cambio del pacto francés de no agresión… Todas esas villas, sin excepción, acogieron de buen grado la propuesta y, de nuevo, en algunas de las cartas de respuesta de esas autoridades, se aprecia el genuino estilo Sotomayor, cuya influencia y fama de buen hacer, era ya notoria en toda la región…Liger Belair llegó a escribir en sus informes de aquella decisiva semana, lo siguiente: “….los eclesiásticos se conducen bien y en Manzanares su conducta ha estado por encima de todo elogio”.

Y es ya momento, mi querido plumilla, de dar fin a esta crónica, suficiente en su contenido, para dar cuenta de ochos días decisivos en la insigne villa de Manzanares de la Mancha, que dieron pie a dos leyendas legendarias, el falso afrancesamiento de Manzanares y sus gentes, y otra gran leyenda, ésta absolutamente fundamentada, y que solo comenzaba…la de la legendaria figura del gran pastor de Manzanares, el insigne Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor

jueves, 19 de diciembre de 2019

237). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: EL DIA DESPUES, MAGNITUDES DE UNA TRAGEDIA.


En la anterior crónica, conocimos del asalto en Manzanares al hospital de sangre francés, en la versión que D. Cosme tiene, para si, como más probable de aquel terrible episodio. En esta crónica, quiere contarme las razones, que le llevan a esa conclusión, y me dice que lo hará tras analizar los diversos testimonios escritos que se conservan, acerca de lo que ocurrió ese infausto día.

 Y es que, sigue, la confusión histórica sobre el suceso, aún se mantiene, derivada de las discrepancias entre escritores españoles y franceses e, incluso, de versiones contradictorias ente los propios españoles o franceses que escribieron del mismo. Sin embargo, los documentos franceses oficiales (Roize y Liger Belair), primeros generales que conocieron del hecho, son los más coincidentes con los del Manuscrito de la Merced, escrito por testigos locales de los hechos, y coinciden, con lo comentado por los soldados franceses enfermos que sobrevivieron al asalto, siendo, por tanto, estos relatos, los que tienen más credibilidad y fiabilidad, tal como quedó escrito en la anterior crónica, comenta D. Cosme...Y, continua, diciéndome, … por eso he puesto el encabezamiento "el día después", y no solo por darle un título periodístico, que se que eso le gusta mucho… lo hago, porque fue en la mañana del día 7 de junio de 1808, que llegó a Manzanares el primer grupo de franceses tras el asalto al hospital de sangre...

Era un pequeño contingente, de unos 70 soldados, al mando del general Claude Roize… Desconociendo el escaso número de soldados de Roize, y conmocionado como estaba el pueblo tras lo ocurrido, con las victimas aún por enterrar, y entre el paisanaje gran temor al castigo frances, nuestras autoridades salieron al encuentro de Roize a la entrada de la villa.-- Allí, algo más tranquilos por el pequeño tamaño de la tropa de Roize, le dieron todo tipo de explicaciones del terrible suceso, Se comentó a Roize que, cuando Sotomayor supo que la multitud abordaba el hospital de sangre en lugar de partir a Valdepeñas, que fue lo que se pidió en la Plaza Pública, intervino rápidamente, enviando al lugar de los hechos a su propia “tropa clerical”, que se encargó de abortar sobre el terreno el ataque. Fuese por la escasa dotación humana con la que contaba, o por la capacidad argumental de Sotomayor, lo cierto es que Roize hizo promesa expresa de evitar represalias, si la gente de la villa no mostraba agresividad hacia su soldadesca... Roize, aparte su plática con Sotomayor y Miret, pudo hablar con los supervivientes del hospital, quienes, al contar el suceso, ratificaron a Sotomayor, asegurando que la intervención de los sacerdotes fue determinante, pues sin ella todos hubieran muerto… En el informe que envió Roize al general Beliart, se contiene todo eso, y se hace un balance, que cifra en una docena los soldados franceses muertos, por lo que, en esencia -dice D. Cosme- el primer informe oficial de un general francés, es coincidente con el de nuestro clero en el manuscrito de la Merced… 
Batalla de Valdepeñas.


Pero es que, en la tarde de ese 7 de Julio, sigue D. Cosme, llega de vuelta a Manzanares, desde Valdepeñas, Liger Belair, al mando de las tropas que allí habían librado una durísima batalla. Llegaron unos 800 hombres maltrechos y exhaustos, que incluían soldados presos, incorporados tras el armisticio pactado en Valdepeñas... Y, continua D. Cosme, al verlos llegar, Roize, suspiró aliviado, pues no las tenía todas consigo sobre la actitud que pudieran tomar los manzagatos contra su escaso contingente… pero, ahora, si se podría responder si fuera necesario. En todo caso, Roize, cuando tuvo enfrente a Liger Belair, le comentó el gravísimo suceso del hospital, la intervención determinante de varios curas locales y, también, que la animosidad de los aldeanos hacia lo francés, se notaba en el ambiente Liger daría por bueno el informe de Roize, tras hablar con los soldados supervivientes y hacer inventario de lo que observó personalmente. Pero, sigue D. Cosme, lamentablemente no hay constancia escrita de los nombres, ni del número exacto de soldados muertos, en el informe de Roize... y como los franceses no permitían que se registrarán datos de sus difuntos en nuestros registros, la historia no nos legó un escrito oficial de la magnitud exacta de la tragedia, lo que dio pábulo a todo tipo de versiones sobre el suceso… Por ej, es muy conocida la reflejada en las memorias del político y escritor español, Antonio Alcalá Galiano, quien en diciembre de 1808, meses después del drama, pernoctó con parte de su familia en una fonda de Manzanares, donde un mozo de la villa le dijo:::”Aquí tienen ustedes al hombre que ha muerto más franceses en La Mancha”,… presumiendo de haber sido protagonista en el hospital, donde dijo haber degollado a varios soldados. O la versión que dio el capitán francés Francois, quien escribió tiempo después del suceso, esto: “Los habitantes de la ciudad, reunidos a los de los pueblos vecinos llegaron al hospital, en donde se encontraban los enfermos, a los que degollaron y cortaron en pedazos; un español de esa ciudad me dijo que un oficial que allí se encontraba había sido conducido a la plaza Mayor, allí fue torturado, cortado en pedazos y arrojado a los cerdos; que los soldados menos enfermos habían sido lapidados, cortados en trozos y esparcidos por los caminos”,

Guerra de la Independencia, Diario Lanza.
…O el relato de del teniente de Liger Belair, Maurice de Tascher,:…Nos hemos replegado hacia Manzanares. Allí, los furiosos de dos ciudades vecinas, junto a algunos canallas de los alrededores, se han precipitado sobre el hospital y han degollado o mutilado a todos los enfermos, y se han apoderado de 200 fusiles franceses. El oficial de infantería que mandaba el hospital ha sido descuartizado y echado a una caldera..” El furriel Louis Philipe Gille, escribió en sus memorias, bastante después del suceso, que las autoridades locales salieron al encuentro de la tropa francesa, afirmando que los paisanos de la villa no habían participado en el crimen, atribuyéndolo a campesinos forasteros y a los monjes que los guiaban. Luego comenta: Las puertas, rotas a hachazos, no habían sido todavía reparadas; las camas, los muros estaban aun manchados de sangre de nuestros desgraciados camaradas. Bajé a los patios y al huerto: allí me sobrecogió el espectáculo más espantoso que jamás había visto. Unos cincuenta cadáveres, que todavía no se habían podido enterrar, nos permitieron juzgar la barbarie de estos cobardes asesinos. Unos habían muerto a golpes, otros tenían la cabeza partida a hachazos y varios de ellos, con refinada crueldad, habían sido arrojados vivos en calderas de aceite hirviendo…

Estás, y otras citas similares, muestran un episodio mucho más sangriento, pero son menos creíbles que las que dan los generales franceses y los curas del Manuscrito de la Merced, porque escribieron de un hecho vivido en directo, o antes que hubiesen pasado 24 horas. La coincidencia básica de estas versiones, y su corroboración por los supervivientes, las configura como más sólidas y verosímiles de lo ocurrido… y aunque es el relato menos sangriento, no deja de ser un terrible contrapunto negativo en la brillante historia de las gentes de Manzanares, apostilla D. Cosme... En relación a todo esto, continua, se sabe que Ligier Belair, al día siguiente del enviado por Roize, 8 de Junio, emitió en Manzanares dos partes más extensos y completos de los hechos, que no quedaron registrados en ninguno de los archivos de guerra franceses, quizá porque a la salida de nuestra villa, los mensajeros que llevaban a Madrid esos partes, fuesen interceptados por el grupo de paisanos rebeldes que pululaban por los aledaños con esas intenciones… 

Es casi seguro, que en esos informes, estuviera la relación de muertos y, quizá, más detalles del terrible suceso, y también es probable que, ambos, no diferirían mucho del informe de Roize; ya que Liger, dio por valido el de Roize, un día antes de enviar los suyos… y porque, ambos generales, llegan a Manzanares solo un día después de los hechos, con el escenario de la masacre ante sus ojos, los muertos sin enterrar, y supervivientes para recrear lo sucedido. Es decir, sigue D. Cosme, se pudieron hacer una idea bastante aproximada de lo que ocurrió, un día antes, en el hospital de sangre. Tampoco hay nada escrito, sigue D. Cosme, de las primeras decisiones que tomaron los generales franceses ese día después, pero lo más probable es que mandasen enterrar a sus muertos inmediatamente, antes que el calor de junio los corrompiese, con lo que se evitaba el riesgo de infecciones y la desmoralización del resto de la tropa, que ya venía advertida de cómo se las gastaban los manchegos de Valdepeñas y, ahora, se haría cargo de cómo lo hacían los manzagatos, si se mantenía el terrible escenario y los muertos mutilados por el suelo del hospital... Seguramente, se evitó a la tropa ese escenario horrendo, pero eso también explica, sigue D. Cosme, que algunos, en el fragor espiritual que caracteriza una guerra, diera versiones propias, y exageradas, de un suceso que alguien le contó, pero que no contempló... Es de suponer, que Ligier Belair quedó bastante bien convencido de la escasa participación de manzanareños en el suceso, algo -dice D. Cosme-... donde se adivina la astucia argumental de Sotomayor, dándole la vuelta como a un calcetín, a la que hubiera sido lógica animadversión de los galos a nuestra gente. Sotomayor dejó caer al general francés, en sus comentarios, que los principales agresores eran desconocidos para el clero local, algo que, a estos, les llamó mucho la atención cuando entraron a poner paz.. y se permitió, además, destacarle la valentía de sus curas, con riesgo vital para si, al interponerse entre agresores y víctimas… 

Y ahora le comentaré -me dice D. Cosme- que aunque Sotomayor nunca se quiso dar protagonismo en el episodio, y no hay referencia alguna que lo avale, en mi opinión, resulta altamente probable que D. Pedro, fuese uno de esos curas que frenó en seco la matanza…Ciertamente, él era muy consciente de su condición de “pastor” de su pueblo, comenzando por su clero, y resultaría muy extraño que hubiera enviado a su suerte al hospital a varios curas, quedando él en retaguardia... Eso, continua D. Cosme, no iba ni con su estilo, ni con su forma de entender su labor, ni con su carácter valiente y emprendedor, que no se arredraba ante nada, y que le llevaba a tomar la iniciativa ante cualquier problema. Además, nadie como nuestro párroco, tenía en el clero local, la autoridad, firmeza y capacidad argumental necesaria, para hacer retroceder, con el gesto y la palabra, a una masa humana enfervorizada por la ira. Y parece también probable, y Sotomayor se encargó de acrecentarlo ante Liger Belair, que los lugareños más agresivos fuesen forasteros, de los que venían al laboreo diario a nuestra villa, al ser más difíciles de identificar que los vecinos propios de Manzanares, y estar algunos muy exaltados por lo que había ocurrido en sus villas…
Fuese real, o no, todo este relato de los hechos, le diré, para que usted termine la crónica,…. que, Sotomayor, como buen pastor que era, en todo caso, logró con sus argumentos proteger a su rebaño de manera tan convincente, que Liger Belair, desde ese crucial 7 de junio, se opuso siempre a que se produjera cualquier tipo de represalias contra nuestra villa, destacando, además, cada vez que tuvo ocasión, que la cordura y valentía de nuestros sacerdotes impidió una matanza mucho más grande, haciendo suyos los mismos argumentos de Sotomayor... 

A mí, dice D. Cosme, concluyendo de manera enfática su relato, por todo lo que le acabo de comentar, no me caben muchas dudas que nuestro insigne Frey Sotomayor, fue el capitán de aquel contingente de curas manzagatos;.que, a modo de redivivos monjes-soldados calatravos, con la palabra de Dios como arma, acabaron con la sangre del hospital de sangre...


miércoles, 11 de diciembre de 2019

236). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: SANGRE... EN EL HOSPITAL DE SANGRE...


Es momento ya de contar a sus lectores, querido reportero, el primer episodio trágico e histórico, vivido en Manzanares durante la Guerra de la Independencia…

Vimos en la anterior crónica, sigue D. Cosme, que, al alba del 6 de junio de 1808, los 600 soldados de caballería francesa del General Ligier Belair, habían partido de Manzanares hacia Valdepeñas, con el objeto de sofocar la rebelión que se estaba gestando en esa villa, quedando la nuestra casi libre de soldados galos y en plena exaltación. Las tropas de Liger-Belair llegaron enseguida a Valdepeñas, pero sus aldeanos, habían cortado los accesos a la villa y sus calles principales, impidiéndoles el paso. Los orgullosos galos decidieron entrar a saco, sin valorar de lo que serían capaces nuestros vecinos manchegos en su resistencia. Se generó una batalla desigual y sangrienta, que se mantuvo durante toda la jornada, ocasionando muchos muertos en ambos bandos… A eso de las once de la mañana de ese infausto día, comienza la participación de Manzanares en esta historia de la rebelión manchega contra los franceses….Un lugareño de Valdepeñas, a galope tendido, entró en nuestra villa por el Camino Real de Andalucía, alcanzando enseguida nuestra Plaza Pública, donde encontró una masa humana enfervorizada de segadores, muchos de ellos forasteros, pero contratados por nuestra encomienda, que habían decidido no ir al campo a laborar esa mañana, a la vista de lo que había pasado el día anterior en Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas, y Manzanares...

Estaban expectantes en nuestra Plaza Pública, a la espera de más noticias.. y, sobre todo, para saber que sucedía en ese momento en Valdepeñas... Cuando el desasosegado enviado valdepeñero alcanzó a explicarse, e informó al paisanaje encendido, que llenaba nuestra Plaza, de la vesanía sangrienta de los galos en Valdepeñas, la exaltación generalizada se disparó todavía más… Las campanas de la Iglesia tocaron a rebato, atrayendo a muchos más lugareños, concentrándose, al poco tiempo, en la Plaza pública unas 2000 personas, casi todas armadas con hoces, horcas, hachas, navajas y otras armas blancas, además de alguna que otra escopeta.. A instancias de los más ardorosos y beligerantes, (y con la más que posible anuencia de algunas de nuestras autoridades, aunque no lo expresasen públicamente), tras escuchar la muchedumbre al emisario de valdepeñas, con el ánimo sobrecogido ante lo que este había contado de la atrocidad que se estaba desarrollando en la vecina villa, gran parte de los presentes se mostraron dispuestos a marchar a Valdepeñas para ayudar a sus gentes, concluye, solemne, D. Cosme... Y todo lo que le cuento, sigue, un atribulado, D. Cosme, quedó plasmado, por el clero local, testigo de los hechos, en escritos de 1814 sobre la historia de este pueblo insigne de Manzanares de La Mancha, contenida en el “Manuscrito de la Merced”...
“…Salió, pues, el seis por la mañana la caballería francesa para Valdepeñas, y salida, y aún apenas sabida la resistencia de aquel pueblo, se puso en movimiento Manzanares. Todos los índivíduos sin distinción de clases concurrieron al toque de rebato a las once del mismo día, y armados cada uno con las desiguales armas que suministraba la casualidad, trataron de salir al socorro de Valdepeñas, sin temer las divisiones que ya marchaban desde la Corte con la misma dirección…”
A los gritos de "abajo
 el francés", la muchedumbre se dispuso, sin más dilaciones, a partir a Valdepeñas, pero alguno de esos lugareños anónimos, tuvo la idea de acercarse hasta el hospital de sangre que el general Dupont, al paso del grueso de su ejército por Manzanares, díez días antes, mandó habilitar en el convento de los carmelitas descalzos. La idea prendió enseguida, y el encendido paisanaje se llegó a las puertas del convento con el fin de apropiarse de los fusiles y armas de fuego del centenar de soldados que allí estaban ingresados, enfermos o heridos, y de los 20 o 30 guardias que lo custodiaban… ...la suerte de la tragedia estaba echada!!, sentencia un peripatético D. Cosme,…

Lo que sucedió a continuación, mi querido reportero -prosigue D, Cosme su también encendido relato-.. el nudo gordiano y el meollo del trágico episodio vivido en Manzanares al mediodía de esa jornada del 6 de Junio de 1808, está todavía, hoy día, algo más de un siglo después, sujeto a controversia en cuanto a sus magnitudes, pero, en cualquier caso, la esencia del suceso también fue transcrita por nuestro clero local, testigo de los hechos en el Manuscrito de la Merced, en los párrafos que le entresaco:
“…en el primer impulso y tratando de armarse con más ventaja, van todos al hospital militar, y no creyendo pudiese la guardia tener la osadía de resistirlos, se presentan desarmados, se intima entreguen sus fusiles y los de los enfermos; pero imprudente la guardia dispara sobre el paisanaje; y algunos enfermos desde las ventanas tratan de ofender y sostenerse: entonces faltó la tolerancia, y rompiendo por todo estorbo, sin temor de balas ni bayonetas, unos paisanos desarmados y ofendidos atropellan cuanto encuentran, y se verificó una escena de sangre muy difícil de explicar, muriendo en la confusión algunos infelices que por la enfermedad estaban incapaces de pelear y de huir.. No fué posible al pronto evitar estas desgracias; pero al segundo momento, dando lugar la ira a la compasión, fueron puestos en seguro los demás y asistidos y curados con humanidad”.
Nuestros curas, en este relato, continua D. Cosme, ciertamente “barren para casa”, dulcificando la atrocidad de lo vivido en el hospital, y aunque dejan entreveer lo horripilante del escenario, también dejan preguntas en el aire”….. En primer lugar, el aguerrido paisanaje no era un regimiento bien pertrechado, pero si llevaba armas, incluso alguna escopeta…y, al verlos llegar los guardias del retén de soldados franceses que custodiaban el hospital, más que osados o imprudentes, como los curas comentan, resulta lógico que cerrasen las puertas del mismo y utilizaran sus armas desde las ventanas para intimidar a la gente, pero es casi seguro que dispararon al aire, pues no hay constancia alguna de civiles muertos en los registros parroquiales de defunción el día del asalto, ni en fechas inmediatamente posteriores; y tampoco hay mención en el Manuscrito de la Merced a heridos entre los atacantes. 

Imagen de Valdepeñas.

Lo más probable, -comenta D: Cosme- es que el pequeño número de soldados del retén, no más de 30, ante la vorágine humana que rodeaba el hospital, y golpeaba sus puertas, se sintieran atemorizados, y debieron pensar que si entregaban, sin resistencia, la fusilería a los exaltados lugareños, estos se calmarían y, con su objetivo cumplido, marcharían rápidamente a Valdepeñas sin causarles daño… Con esa idea, seguramente les abrieron paso y, enseguida, se dieron cuenta de su error, ante lo que les vino encima.. Los segadores más enfurecidos, los primeros en entrar, no se preocuparon solo en buscar y requisar el armamento, pues se abalanzaron sobre los guardias, y “escondidos” en el anonimato de la masa, atacaron con saña, y de manera impía, brutal y despiadada, a los enfermos que estaban allí ingresados, matando e hiriendo a bastantes de ellos…Pero, según los informes más fiables del suceso, parece ser que un grupo de sacerdotes de la villa, muy probablemente enviados allí por Sotomayor, y entre ellos quizá alguno de los que escribieron sobre este suceso en el Manuscrito de la Merced, entraron a gritos en el hospital, pidiendo el cese inmediato del ataque, y afeando a los lugareños su conducta asesina inhumana y anticristiana con los soldados franceses ingresados, …enemigos, si, pero enfermos e indefensos. 

Esa estrategia intervencionista del clero manzagato, seguramente la primera de las ideas y actuaciones decisivas para Manzanares del párroco Sotomayor en aquella terrible guerra, según lo que hemos sabido después, resultó muy eficaz y determinante, pues logró parar esa orgía de sangre en sus primeros momentos, a pesar de la ira y la rabia desatada de aquellas gentes…la actitud contundente, beligerante y admonitoria del curato de Manzanares, resultó capaz de morigerar el ánimo de los atacantes, que se retiraron, a los pocos minutos, con las armas francesas requisadas, dejando tras de sí una docena de muertes de entre los soldados franceses enfermos o heridos, pero sin hacer más daño al resto, mucho mayor, de la humanidad yacente de ese hospital de sangre, concluye con tono serio y solemne D. Cosme, esta parte crucial de su diserto.
Y esta que, aquí, le he contado, querido reportero, parece ser la crónica más aproximada y fidedigna del trágico episodio del hospital de sangre francés de Manzanares, aquel día terrible del 6 de Junio de 1808.. No fue, ciertamente, un día para presumir de día, en la grandiosa historia de días que tiene la villa de Manzanares de la Mancha, pues la ira y la rabia contenida de nuestra gente, agredida y humillada por el invasor francés, provocó sangre en el hospital de sangre, -dice con sentido patetismo D. Cosme- .En aquellos momentos iniciales del trágico episodio, prosigue, el odio superó a la bonhomía y buen sentido que siempre acompañó a nuestro hidalgo carácter, hasta que, por fortuna, parte del clero local, dirigido hasta allí por la impagable figura humana de D. Pedro Alvarez de Sotomayor, al que Manzanares deberá siempre un pedestal, consiguió atemperar la situación, devolviendo a aquellas exaltadas gentes parte de lo mejor de su espíritu, terminando, así, bruscamente, la tragedia criminal que nunca debió existir, pero que, por desgracia, puede aparecer, y aparece, en situaciones límite del ser humano…Solo cabe decir, concluye D. Cosme, que Dios y la historia perdonen ese baldón ignominioso, esa flaqueza de nuestro devenir histórico, considerando que se dio en un contexto de necesaria defensa de lo propio y de nuestros valores identitarios más profundos, no pudiendo empañar en modo alguno toda la mayoría de buenas acciones y extraordinarios episodios que adornan nuestra historia como pueblo…
Y ya es momento que usted, querido amigo, concluya esta dramática crónica, dejando para la que sigue el análisis pormenorizado de todo lo que se escribió y comentó de ella, para que sus lectores tengan totalizado todo lo que hay informado y escrito del episodio, y puedan estimar si les parece correcta y verosímil la versión aquí ofrecida, que ha intentado, a la luz de la lógica de los hechos, de las informaciones que se tienen del episodio, y de su contexto inmediato, aproximarse a la verdad del mismo,.. de uno de los más trágicos sucesos que ha vivido en su, por lo demás, magnífica historia, la villa de Manzanares de La Mancha..


martes, 10 de diciembre de 2019

235). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: VIDA Y SENTIMIENTOS;… PREVIOS A LA TRAGEDIA.


En la crónica anterior -inicia así D. Cosme, ésta- le hablé del comienzo de la rebelión manchega contra los franceses, en los días 5 y 6 de Junio de 1808, con los sucesivos y gravísimos altercados, que provocaron numerosas víctimas de paisanos y de la milicia francesa, en las villas de Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas y Manzanares. 


El altercado que se vivió en Manzanares el día 6 de Junio fue, en su inicio, el último de los tres citados, aunque, como ya hemos visto, fue consecuencia de los dos anteriores. Pero, antes de entrar a considerar ese episodio trágico del asalto al hospital de campaña que el General Dupont dejó habilitado en el Convento de los Carmelitas Descalzos, al salir de Manzanares, dirección Andalucía, el 28 de Mayo de 1808, me parece oportuno relatarle –sigue D. Cosme-algunos aspectos de la vida en nuestra villa, en los días que mediaron entre esa salida de Manzanares de las últimas unidades de Dupont y el asalto al hospital, porque ilustrará a sus lectores sobre algunas cosas de las que pasaban en Manzanares… y, explicarán, en gran medida, otras que pasarían después, incluido el citado asalto...

 Nuestro alcalde mayor, Miret, y nuestro párroco Sotomayor –continua D. Cosme- como también ya sabemos, estaban bien informados, antes de la llegada del ejército francés a Manzanares, de lo que estaba sucediendo en España. El alcalde Miret, mantenia contactos habituales y continuos con las autoridades residuales de la moribunda corona borbónica, que, en aquel final de Mayo de 1808, en muchos sitios estaban a merced o colaborando con los franceses... y, en otros casos, estaban en rebeldía contra ellos, por lo que las informaciones que le llegaban debía recibirlas con cautela... en esos momentos, nadie se fiaba de nadie, porque era difícil saber qué era lo que apoyaba cada cual... incluso, en Manzanares, a una persona tan patriota y españolista como Miret, la gente más radical contra los franceses le veía con ciertas dudas, por la estrategia apaciguadora que había decidido, junto a Sotomayor, para el recibimiento al ejercito francés el día 26 de mayo. 

Pero, por lo que hemos sabido después de aquel tiempo en Manzanares, sigue D. Cosme, y aunque no hay ninguna certificación escrita que pueda avalar lo que le cuento, por el secretismo lógico en que se llevaron a cabo estas actuaciones, muchos de los hechos que sucedieron en el pueblo, y en su entorno, contra los franceses llevaban el sello de Miret, y contribuirían, meses más tardes, al reconocimiento de Manzanares como "fidelísima villa". Evidentemente, las informaciones de lo que ocurría en España, en esa semana de rebeliones generalizadas, no estaban al alcance inmediato del común de los lugareños, solo la conocían, de primera mano, las autoridades locales.. y, más concretamente, el alcalde Miret, que fue, en buena lógica, quien se encargó de ir dando a conocer a la gente del pueblo que consideró de mayor confianza, empezando por Sotomayor y la Junta local de Gobierno, todo lo que iba ocurriendo, con el ánimo intencionado de ir organizando la resistencia local a los invasores... que, inevitablemente, se hacia necesaria para cualquier patriota bien informado de lo que estaba pasando. 


Así las cosas, de una manera subrepticia e inadvertida para el ejército galo, en Manzanares se fue conformando un grupo de valientes paisanos, que infundidos de un sentimiento patriótico creciente, con la muy probable instigación y ayuda de nuestro alcalde mayor Miret, y poniendo en grave riesgo sus vidas, los últimos días de Mayo de 1808, cuando recalaron en Manzanares las tropas del llamado "contingente suizo" del ejército de Dupont, que estaba formado, en una gran parte, por soldados españoles, se acercaron a hablar con ellos, aparentemente sobre las circunstancias de su expedición a Cadiz... El resto del ejército francés, no se extrañó demasiado por algo así, que había ocurrido ya en otros pueblos y que, además, cumplía en cada villa uno de los objetivos galos, seguir mostrándose como fuerza aliada, y conseguir la cercanía del pueblo, cuando contemplaba tropa española integrada en su contingente militar con un objetivo común... Lo que los franceses desconocían, sigue D. Cosme, es que esos paisanos nuestros, lo que hicieron,... fue poner en conocimiento de los soldados españoles que, en Murcia y en el levante español, desde seis días antes, existían focos de rebelión antifrancesa, lo que animó a 16 de ellos a desertar, para ir a incorporarse a esas tropas rebeldes, vía Alhambra, atravesando zonas no ocupadas por los galos, tal como les indicaron nuestros paisanos. Esos patriotas manzagatos, así organizados, serian, también, probablemente, los responsables de muchas de las intercepciones que sufrieron los correos y postas intercambiados entre Murat (en Madrid), y Dupont (en Andalucia), pues muchas de esas postas y correos, "desaparecíeron" en las inmediaciones de Manzanares, algo que también reconocieron las autoridades españolas de Andalucía, como un mérito más de Manzanares, que contribuyó de manera decisiva al fracaso final de Dupónt en Bailen, en Julio de 1808, a la hora de reconocernos como "fidelísima villa"... 

Por otro lado, sigue D. Cosme, el expolio completo del Pósito de Manzanares y la confiscación de vinos y productos de la tierra a muchos vecinos, llevado a cabo por la soldadesca gala en nuestra villa, desbordó las ya crispadas emociones de las buenas gentes de Manzanares, embridadas prudentemente por Miret y Sotomayor a la llegada y paso del ejercito de Dupont;... La ira y el resentimiento a los franceses se generalizó y, en los días posteriores, el entorno de la Plaza del Castillo y sus aledaños, incluido el hospital de campaña francés que se habilitó por Dupónt en el Convento de los Carmelitas, donde estaban ingresados los franceses de ese destacamento, que habían llegado a Manzanares enfermos o heridos; aproximadamente 80 soldados, acompañados de unos 30 soldados de reten para custodiarlos, era observado por el vecindario como un guetto indeseado, con una mezcla de recelo, desdén y odio, justificada por lo que habían hecho sus compatriotas, pero totalmente contraria a la bonhomía de estirpe que siempre caracterizó a nuestra gente... 

Día a día -continua D. Cosme- tras el paso de las tropas, la rabia de los vecinos por el expolio sufrido, y la prepotencia humillante de los franceses hacia ellos, fue incrementando la animadversión y la protesta, con cuchicheos malsonantes o insultos, a cualquiera de los soldados franceses que se adentrase hacia el pueblo, desde la Plaza del castillo. En esas estaba Manzanares, y sus gentes, cuando se supo de la llegada de una compañía de caballería francesa, con 600 hombres, al mando del general Liger Belair, que se dirigía a ayudar a Dupónt en las batallas de Andalucía, donde, este último general, pasaba por graves dificultades. A pesar de la magnitud de este contingente militar, cuando entraron en Manzanares, el día 5 de Junio de 1808, la ira de la gente de la villa, ya incontenible, se hizo evidente a la llegada de estas tropas, que fueron hostigadas con insultos e improperios a su paso por la Plaza, y desde los balcones de las casas... Afortunadamente, no hubo altercados físicos de trascendencia, pero las citadas tropas estuvieron patrullando el pueblo a caballo, toda la tarde y la noche de ese día 5 de junio de 1808, proclamando un toque de queda, por el que se instaba a todos los vecinos a que cesasen sus protestas y permanecieran en sus casas. Este ambiente que le describo, querido plumilla, sigue D. Cosme, sabemos que fue más o menos así, porque quedó plasmado y descrito por nuestro clero local en el Manuscrito de la Merced de la siguiente manera, en este texto entresacado del mismo: "...la fermentación se aumentó en los días adelante, de tal forma, que el cinco de junio se vió precisado el General Liger-Belair, que llegó a esta villa con seiscientos caballos, a patrullar el día y la noche, no creyéndose seguros y notando el descontento del vecindario. Se sabía de la resistencia de Andalucía, y sin embargo de haber quedado guarnición francesa, un hospital militar en el Convento de Carmelitas Descalzos, y cruzar continuamente por Manzanares tropas enemigas, se esparcieron papeles de Valencia y Murcia pertenecientes al levantamiento general de la Nación, y a pesar de la diferencia de circunstancias y de situación, los unos libres, y esta villa oprimida por tantas fuerzas, no querían ser menos atrevidos y resueltos sus vecinos. En la noche del cinco al seis hubo algunos que pasaron acometer a la caballería de Liger-Belair, y conmover toda la provincia; pero dando lugar a la reflexión, dejaron para otro día sus pensamientos...."..... Las cosas pintaban tan mal en Manzanares para las tropas de Liger Belair, continua D. Cosme, que casi resultó un alivio para ellos ver llegar a la villa, campo a través, al pequeño número de soldados galos que habían escapado del motín de Santa Cruz de Mudela,.. a los que, como sabemos del anterior relato, les había sido impedida su entrada a Valdepeñas, pues eso motivó la orden que les dío el mando, en la madrugada del día 6 de junio, de partir hacia Valdepeñas, para sofocar la rebelión de esa villa y la de Santa Cruz de Mudela....

General Liger Belair.
Manzanares vio salir, entonces, a toda la compañía de Liger Belair, y lo que habría de suceder en las horas siguientes, sigue D. Cosme, consecuencia de los sangrientos enfrentamientos que esa tropa tuvo con los valdepeñeros, desencadenó enseguida los acontecimientos posteriores en nuestra villa, la misma mañana del día 6 de Junio, produciéndose uno de los más trágicos sucesos vividos por Manzanares en la guerra de la independencia, el asalto de la muchedumbre exaltada al hospital militar francés... Pero eso, ese episodio, tiene suficiente enjundia para ser tratado en otra crónica, por lo que le sugiero, querido reportero, concluya aquí está, que fue de bastante para contar la exaltación creciente de la villa de Manzanares, en esos días de ira, que explicarían muy bien lo que ocurrió ese trágico 6 de Junio de 1808, en la patriótica villa de Manzanares de la Mancha.