¿Damos un paseito por Manzanares?

¡Bienvenido/a a este blog!

¡Bienvenido a este 'blog'!
Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

HERMANADAS.

M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

jueves, 19 de diciembre de 2019

237). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: EL DIA DESPUES, MAGNITUDES DE UNA TRAGEDIA.


En la anterior crónica, conocimos del asalto en Manzanares al hospital de sangre francés, en la versión que D. Cosme tiene, para si, como más probable de aquel terrible episodio. En esta crónica, quiere contarme las razones, que le llevan a esa conclusión, y me dice que lo hará tras analizar los diversos testimonios escritos que se conservan, acerca de lo que ocurrió ese infausto día.

 Y es que, sigue, la confusión histórica sobre el suceso, aún se mantiene, derivada de las discrepancias entre escritores españoles y franceses e, incluso, de versiones contradictorias ente los propios españoles o franceses que escribieron del mismo. Sin embargo, los documentos franceses oficiales (Roize y Liger Belair), primeros generales que conocieron del hecho, son los más coincidentes con los del Manuscrito de la Merced, escrito por testigos locales de los hechos, y coinciden, con lo comentado por los soldados franceses enfermos que sobrevivieron al asalto, siendo, por tanto, estos relatos, los que tienen más credibilidad y fiabilidad, tal como quedó escrito en la anterior crónica, comenta D. Cosme...Y, continua, diciéndome, … por eso he puesto el encabezamiento "el día después", y no solo por darle un título periodístico, que se que eso le gusta mucho… lo hago, porque fue en la mañana del día 7 de junio de 1808, que llegó a Manzanares el primer grupo de franceses tras el asalto al hospital de sangre...

Era un pequeño contingente, de unos 70 soldados, al mando del general Claude Roize… Desconociendo el escaso número de soldados de Roize, y conmocionado como estaba el pueblo tras lo ocurrido, con las victimas aún por enterrar, y entre el paisanaje gran temor al castigo frances, nuestras autoridades salieron al encuentro de Roize a la entrada de la villa.-- Allí, algo más tranquilos por el pequeño tamaño de la tropa de Roize, le dieron todo tipo de explicaciones del terrible suceso, Se comentó a Roize que, cuando Sotomayor supo que la multitud abordaba el hospital de sangre en lugar de partir a Valdepeñas, que fue lo que se pidió en la Plaza Pública, intervino rápidamente, enviando al lugar de los hechos a su propia “tropa clerical”, que se encargó de abortar sobre el terreno el ataque. Fuese por la escasa dotación humana con la que contaba, o por la capacidad argumental de Sotomayor, lo cierto es que Roize hizo promesa expresa de evitar represalias, si la gente de la villa no mostraba agresividad hacia su soldadesca... Roize, aparte su plática con Sotomayor y Miret, pudo hablar con los supervivientes del hospital, quienes, al contar el suceso, ratificaron a Sotomayor, asegurando que la intervención de los sacerdotes fue determinante, pues sin ella todos hubieran muerto… En el informe que envió Roize al general Beliart, se contiene todo eso, y se hace un balance, que cifra en una docena los soldados franceses muertos, por lo que, en esencia -dice D. Cosme- el primer informe oficial de un general francés, es coincidente con el de nuestro clero en el manuscrito de la Merced… 
Batalla de Valdepeñas.


Pero es que, en la tarde de ese 7 de Julio, sigue D. Cosme, llega de vuelta a Manzanares, desde Valdepeñas, Liger Belair, al mando de las tropas que allí habían librado una durísima batalla. Llegaron unos 800 hombres maltrechos y exhaustos, que incluían soldados presos, incorporados tras el armisticio pactado en Valdepeñas... Y, continua D. Cosme, al verlos llegar, Roize, suspiró aliviado, pues no las tenía todas consigo sobre la actitud que pudieran tomar los manzagatos contra su escaso contingente… pero, ahora, si se podría responder si fuera necesario. En todo caso, Roize, cuando tuvo enfrente a Liger Belair, le comentó el gravísimo suceso del hospital, la intervención determinante de varios curas locales y, también, que la animosidad de los aldeanos hacia lo francés, se notaba en el ambiente Liger daría por bueno el informe de Roize, tras hablar con los soldados supervivientes y hacer inventario de lo que observó personalmente. Pero, sigue D. Cosme, lamentablemente no hay constancia escrita de los nombres, ni del número exacto de soldados muertos, en el informe de Roize... y como los franceses no permitían que se registrarán datos de sus difuntos en nuestros registros, la historia no nos legó un escrito oficial de la magnitud exacta de la tragedia, lo que dio pábulo a todo tipo de versiones sobre el suceso… Por ej, es muy conocida la reflejada en las memorias del político y escritor español, Antonio Alcalá Galiano, quien en diciembre de 1808, meses después del drama, pernoctó con parte de su familia en una fonda de Manzanares, donde un mozo de la villa le dijo:::”Aquí tienen ustedes al hombre que ha muerto más franceses en La Mancha”,… presumiendo de haber sido protagonista en el hospital, donde dijo haber degollado a varios soldados. O la versión que dio el capitán francés Francois, quien escribió tiempo después del suceso, esto: “Los habitantes de la ciudad, reunidos a los de los pueblos vecinos llegaron al hospital, en donde se encontraban los enfermos, a los que degollaron y cortaron en pedazos; un español de esa ciudad me dijo que un oficial que allí se encontraba había sido conducido a la plaza Mayor, allí fue torturado, cortado en pedazos y arrojado a los cerdos; que los soldados menos enfermos habían sido lapidados, cortados en trozos y esparcidos por los caminos”,

Guerra de la Independencia, Diario Lanza.
…O el relato de del teniente de Liger Belair, Maurice de Tascher,:…Nos hemos replegado hacia Manzanares. Allí, los furiosos de dos ciudades vecinas, junto a algunos canallas de los alrededores, se han precipitado sobre el hospital y han degollado o mutilado a todos los enfermos, y se han apoderado de 200 fusiles franceses. El oficial de infantería que mandaba el hospital ha sido descuartizado y echado a una caldera..” El furriel Louis Philipe Gille, escribió en sus memorias, bastante después del suceso, que las autoridades locales salieron al encuentro de la tropa francesa, afirmando que los paisanos de la villa no habían participado en el crimen, atribuyéndolo a campesinos forasteros y a los monjes que los guiaban. Luego comenta: Las puertas, rotas a hachazos, no habían sido todavía reparadas; las camas, los muros estaban aun manchados de sangre de nuestros desgraciados camaradas. Bajé a los patios y al huerto: allí me sobrecogió el espectáculo más espantoso que jamás había visto. Unos cincuenta cadáveres, que todavía no se habían podido enterrar, nos permitieron juzgar la barbarie de estos cobardes asesinos. Unos habían muerto a golpes, otros tenían la cabeza partida a hachazos y varios de ellos, con refinada crueldad, habían sido arrojados vivos en calderas de aceite hirviendo…

Estás, y otras citas similares, muestran un episodio mucho más sangriento, pero son menos creíbles que las que dan los generales franceses y los curas del Manuscrito de la Merced, porque escribieron de un hecho vivido en directo, o antes que hubiesen pasado 24 horas. La coincidencia básica de estas versiones, y su corroboración por los supervivientes, las configura como más sólidas y verosímiles de lo ocurrido… y aunque es el relato menos sangriento, no deja de ser un terrible contrapunto negativo en la brillante historia de las gentes de Manzanares, apostilla D. Cosme... En relación a todo esto, continua, se sabe que Ligier Belair, al día siguiente del enviado por Roize, 8 de Junio, emitió en Manzanares dos partes más extensos y completos de los hechos, que no quedaron registrados en ninguno de los archivos de guerra franceses, quizá porque a la salida de nuestra villa, los mensajeros que llevaban a Madrid esos partes, fuesen interceptados por el grupo de paisanos rebeldes que pululaban por los aledaños con esas intenciones… 

Es casi seguro, que en esos informes, estuviera la relación de muertos y, quizá, más detalles del terrible suceso, y también es probable que, ambos, no diferirían mucho del informe de Roize; ya que Liger, dio por valido el de Roize, un día antes de enviar los suyos… y porque, ambos generales, llegan a Manzanares solo un día después de los hechos, con el escenario de la masacre ante sus ojos, los muertos sin enterrar, y supervivientes para recrear lo sucedido. Es decir, sigue D. Cosme, se pudieron hacer una idea bastante aproximada de lo que ocurrió, un día antes, en el hospital de sangre. Tampoco hay nada escrito, sigue D. Cosme, de las primeras decisiones que tomaron los generales franceses ese día después, pero lo más probable es que mandasen enterrar a sus muertos inmediatamente, antes que el calor de junio los corrompiese, con lo que se evitaba el riesgo de infecciones y la desmoralización del resto de la tropa, que ya venía advertida de cómo se las gastaban los manchegos de Valdepeñas y, ahora, se haría cargo de cómo lo hacían los manzagatos, si se mantenía el terrible escenario y los muertos mutilados por el suelo del hospital... Seguramente, se evitó a la tropa ese escenario horrendo, pero eso también explica, sigue D. Cosme, que algunos, en el fragor espiritual que caracteriza una guerra, diera versiones propias, y exageradas, de un suceso que alguien le contó, pero que no contempló... Es de suponer, que Ligier Belair quedó bastante bien convencido de la escasa participación de manzanareños en el suceso, algo -dice D. Cosme-... donde se adivina la astucia argumental de Sotomayor, dándole la vuelta como a un calcetín, a la que hubiera sido lógica animadversión de los galos a nuestra gente. Sotomayor dejó caer al general francés, en sus comentarios, que los principales agresores eran desconocidos para el clero local, algo que, a estos, les llamó mucho la atención cuando entraron a poner paz.. y se permitió, además, destacarle la valentía de sus curas, con riesgo vital para si, al interponerse entre agresores y víctimas… 

Y ahora le comentaré -me dice D. Cosme- que aunque Sotomayor nunca se quiso dar protagonismo en el episodio, y no hay referencia alguna que lo avale, en mi opinión, resulta altamente probable que D. Pedro, fuese uno de esos curas que frenó en seco la matanza…Ciertamente, él era muy consciente de su condición de “pastor” de su pueblo, comenzando por su clero, y resultaría muy extraño que hubiera enviado a su suerte al hospital a varios curas, quedando él en retaguardia... Eso, continua D. Cosme, no iba ni con su estilo, ni con su forma de entender su labor, ni con su carácter valiente y emprendedor, que no se arredraba ante nada, y que le llevaba a tomar la iniciativa ante cualquier problema. Además, nadie como nuestro párroco, tenía en el clero local, la autoridad, firmeza y capacidad argumental necesaria, para hacer retroceder, con el gesto y la palabra, a una masa humana enfervorizada por la ira. Y parece también probable, y Sotomayor se encargó de acrecentarlo ante Liger Belair, que los lugareños más agresivos fuesen forasteros, de los que venían al laboreo diario a nuestra villa, al ser más difíciles de identificar que los vecinos propios de Manzanares, y estar algunos muy exaltados por lo que había ocurrido en sus villas…
Fuese real, o no, todo este relato de los hechos, le diré, para que usted termine la crónica,…. que, Sotomayor, como buen pastor que era, en todo caso, logró con sus argumentos proteger a su rebaño de manera tan convincente, que Liger Belair, desde ese crucial 7 de junio, se opuso siempre a que se produjera cualquier tipo de represalias contra nuestra villa, destacando, además, cada vez que tuvo ocasión, que la cordura y valentía de nuestros sacerdotes impidió una matanza mucho más grande, haciendo suyos los mismos argumentos de Sotomayor... 

A mí, dice D. Cosme, concluyendo de manera enfática su relato, por todo lo que le acabo de comentar, no me caben muchas dudas que nuestro insigne Frey Sotomayor, fue el capitán de aquel contingente de curas manzagatos;.que, a modo de redivivos monjes-soldados calatravos, con la palabra de Dios como arma, acabaron con la sangre del hospital de sangre...


No hay comentarios:

Publicar un comentario