En la crónica anterior hablamos del
hospital de Manzanares en el siglo XIX -comienza D. Cosme este nuevo relato-, y
resulta oportuno referirse ahora, a como era la medicina que se practicó en
nuestra pueblo en ese siglo, y como evolucionó en su transcurso...
Y es que,
sigue D. Cosme, ese siglo XIX transformador, al rebufo del racionalismo
ilustrado, cambiaría de manera sustancial la práctica de la medicina en todo el
Mundo. En España, a pesar del atraso en ese movimiento; y por supuesto en la
villa de Manzanares, siempre adelantada a su tiempo, esos cambios casi se
desarrollaron a la par que en Europa. La medicina especulativa, el animismo y
otras prácticas irracionales, carentes del mínimo fundamento científico, dará
paso a una medicina de observación descriptiva, empirismo racional y
experimentación, basándose cada vez más en el progresivo conocimiento en
anatomía, histología y funciones de los órganos del cuerpo humano..
La
desconfianza secular de los españoles respecto al movimiento ilustrado, no fue
relevante en el caso de la medicina, pues desde primeros del XIX, en un proceso
facilitado por Godoy, médicos españoles trabajaron en coordinación con los de
otros países en los nuevos tratamientos contra la malaria, muy prevalente por entonces. En Manzanares, enseguida lo veremos, sigue D. Cosme, a primeros de
ese siglo XIX, antes de la guerra de la independencia, la medicina seguía
dominada por la especulación no fundamentada, y carente de acciones
terapéuticas útiles… y para certificar lo que le digo, basta recordar como se
refería el médico titular de Manzanares, D. Francisco Cerrojo, acerca de la
salud de Sotomayor.. “He asistido a frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor.. “desde
su ingreso en la villa, a pesar de su constitución robusta, por cuya causa dice,
ha disfrutado siempre una salud completa lo que se demuestra en la constitución
Física de su Máquina que da a entender haber estado libre de todo retoque o
afección”…“a su ingreso en ésta empezó a padecer cierta afección hipocondríaca,
que intenté reparar por algunos medios de los que prescribe el Arte sin haber
tenido el efecto que deseaba, pues se deja ver que tiene dicha afección el
origen del distinto clima y temperamento de esta provincia a los de Andalucía;
esta agua y alimentos de distinta naturaleza de los de Andalucía no dicen bien
con la física constitución del sujeto y así he notado varias vicisitudes que
invierten el orden natural, los síntomas han manifestado estar obstruida la
cavidad natural por cuya causa ciertos efluvios ascendentes perturban la
cabidad animal, de donde nace verse acometido de afectos vertiginosos, que
dejan en inacción la naturaleza, descendiendo con algún elipse al corazón”….y,
finalmente, dá su pronóstico y tratamiento:.“Cuyos síntomas pueden producir una
catástrofe dolorosa en el paciente por haberse manifestado incorregible su
causa pues naciendo ésta, como llevo expresado, de su clima y temperamento,
contrario a la constitución del paciente, hace inútiles todos los recursos del
Arte”…
Interior de Ermita/Hospital de San Juan, Manzanares. |
Sin duda, las tres epidemias de cólera que vivió Manzanares a lo largo
del XIX, ejemplifican, mejor que otra cosa, la evolución de la medicina en base
al conocimiento y la razón, en nuestra villa... El cólera es una infección
intestinal contagiosa, transmitida por una bacteria, tras la ingesta de agua
contaminada, alimentos infectados o contacto directo...Pero esto que conocemos
hoy, sigue D. Cosme, no se sabía en 1834, cuando la primera de las tres
epidemias, que causo gran mortandad, ante el horror de la villa y la desazón de
los médicos, cuando comprobaban la total ineficacia de las purgas, lavativas,
fumigaciones, infusiones, sangrías, cataplasmas y otras prácticas, más propias
de los chamanes o los curanderos. Había, si, un intento de eliminar “miasmas”,
porque las características de la enfermedad hacían pensar en un agente externo;
pero ahí quedó el razonamiento, hasta que el mal desapareció al concluir el
calor. El segundo brote fue en el verano de 1855. La microbiología estaba en
sus albores, justo un año antes, el médico italiano Filippo Pacini había
identificado en su microscopio al Vibrio Cholerae, agente responsable de la
infección.. y aunque aún no se conocían las formas de propagación, al menos los
médicos estaban seguros que el origen era externo, lo que sirvió para evitar al
máximo contactos entre sanos y enfermos, con lo que disminuyó el número de
paisanos que enfermaron.
En este segundo brote, destacó, y yo se lo recuerdo,
la abnegada labor, con evidente riesgo personal, de uno de los paisanos más
insignes de Manzanares en el siglo XIX, el filántropo Dr. D. Alfonso
González-Mellado, que salvó la vida de muchos paisanos con sus cuidados, y con
incipientes medidas en la evitación de los contactos.. La tercera epidemia de
cólera en Manzanares ocurrió en el verano de 1885, y duró hasta final de
septiembre…. Entonces, ya se conocían los mecanismos de transmisión, y se
pudieron establecer medidas preventivas eficaces, como: aislamiento,
desinfección de ropas con agua hervida y agua potable hervida, antes de
beberla; lo que explica bastante bien que la mortalidad de 1885, quedase
reducida a 39 paisanos. Otro insigne paisano, Alcalde del pueblo por entonces,
y también médico, el Dr Don Juan Sánchez Cantalejo, fue decisivo en su
participación, y en la coordinación asistencial a este brote epidémico.
Tras haber comprobado toda esta evolución
de la ciencia médica, y de su consecuencia práctica, querido plumilla, voy a
contarle algo de la práctica médica, muy específico de nuestra villa, a
primeros de ese siglo XIX, que nos hizo, una vez más, singulares. Como ya sabe,
sigue D. Cosme, el populoso y transitado Manzanares de entonces, acumulaba en
su vecindario “300 pobres de solemnidad”... Ciertamente, no eran tiempos de
sanidad gratuita, ni mucho menos universalizada; pero, ¡amigo mío!, dice enfático
D. Cosme, esto era Manzanares¡¡,… villa de gentes hidalgas y solidarias, y con
un pastor de almas, D. Pedro Sotomayor, especialmente sensibilizado por el
socorro a los menesterosos. Sin duda, él, debió influir bastante para
conseguir, a instancias del Consistorio de la villa, lo dispuesto en dos reales
provisiones, de 16 y 18 de noviembre de 1803, que concedían al Ayuntamiento la
facultad de acotar ciertos pastos municipales. Los pastos se parcelaron en
“cuartos”, que se sortearon entre paisanos interesados, previo pago al
Ayuntamiento de un precio tasado a cada parcela...Con el dinero obtenido, el
Consistorio estableció, a finales de 1803, un “acuerdo municipal” con dos
médicos: D. Juan Manuel de Meneses y D. Miguel Antonio Dauxá Jarros...y otro
más, en1805, con el cirujano: D Cristobal García-Camarena; por el que se pagaba
a cada uno, 300 ducados mensuales, a cambio del compromiso en atender,
gratuitamente, a los pobres de solemnidad. Aparte, los médicos tenían ingresos
a través de las “igualas”, (contrato, existente en España desde la Edad Media,
entre el médico y cada vecino, que pagaba al galeno una misma cantidad de
reales -de ahí lo de igualas-).
Estas “igualas” garantizaban la asistencia, en
consulta o en el domicilio, al resto de los “manzagatos con posibles”, concluye
irónico D. Cosme ...Además, en Manzanares, cada médico percibía del Consistorio
3.300 reales, extraídos de los 15.990 que producían los algo más de diez
cuartos de pastos (de agostadero e invernadero), existentes en los montes de La
Mancha y en la dehesa de Matamediana.. Es decir, mucho antes que en otros
lugares, en Manzanares, sus autoridades, a través de ese ingenioso sistema de
acotación de pastos, lograron una razonable universalización de la asistencia,
algo en lo que fuimos por delante, en La Mancha y en España; pues, aunque en el
siglo XVIII ya existía la figura de médico titular; municipal o de
beneficencia, con similares obligaciones, lo cierto es que la universalización
asistencial no se lograba bien en casi ningún sitio… y eso siguió así, a pesar
de la posterior ley de Sanidad del Reino de España, de 1855, que estableció:
“el deber ineludible de todos los ayuntamientos de España a proporcionar
asistencia facultativa gratuita a las familias pobres residentes en cada
municipio; excluyéndose de esta atención sanitaria a los vecinos acomodados de
la misma u otra población”...
Esas leyes no evitaron carencias en la asistencia
a los pobres, pues no todos los médicos, vecindarios o autoridades,
evidenciaron el mismo interés, humanidad y grandeza solidaria, como las que,
esos mismos colectivos, fueron capaces de mostrar en la excelsa villa de
Manzanares de La Mancha… aparte que, a casi nadie se le ocurrió, antes que a
nosotros, un procedimiento de financiación como el diseñado por el Consistorio
de la villa, comenta enfático y orgulloso, D. Cosme… Eso si, reconociendo esa
habilidad y esa grandeza manzagata, es justo asumir que, en Manzanares, como en
todos sitios, siguió existiendo una medicina para ricos y otra para pobres…
pero, sigue con su ironía D. Cosme, nada diferente a lo que tenemos hoy y
sucederá mañana. Sin embargo, esa idílica situación, desapareció por la guerra
de la independencia. En 1809, los galos quemaron el archivo municipal, donde se
recogían las estipulaciones del acuerdo… La situación pareció reconducirse al
final de la guerra, junio de 1811, cuando el cabildo ordenó a dos pastores de
la villa: Ramón Cava y Ramón Camacho,.. “amojonar, tasar y repartir los
mencionados pastos según costumbre”…pero la legalidad genérica, emanada de las
Cortes de Cadiz, en 1813, hizo imposible mantener los acuerdos tal como fueron,
y, aunque una modalidad de los mismos, adaptada a las nuevas leyes, se aplicó
hasta 1922, al no estar asegurada la dotación económica de los pastos, los
médicos que había en la villa tras la guerra no se sintieron muy ligados al
compromiso..y, como no eran de Manzanares, dice sarcástico D. Cosme, no les
acompañaba el carácter solidario que nos caracteriza.. y les llevaba tiempo
“contagiarse” del mismo. La realidad es que los pobres no eran atendidos con
igual seguridad y totalidad que en esos primeros años del XIX, y que las
“igualas” que los nuevos galenos imponían al común de los paisanos, resultaban
a veces de todo punto abusivas…
Todo esto, hizo perder parte de la consideración
que se tenía en la villa al colectivo médico.. y, además, la irregularidad del
rendimiento de los pastos en la postguerra, no puso fácil el pago a los
galenos, quedando el Ayuntamiento endeudado en ocasiones con algunos
facultativos, de lo que nos han quedado referencias escritas, como la de D.
Jose Valero, que firmó un contrato con el Ayuntamiento, que incluía:..”la
obligación de atender a pobres de solemnidad, heridos y excarcelados y a
reconocer a los quintos gratuitamente”.. y recibía del Consistorio:
“autorización para exigir o aceptar igualas de las tres cuartas partes de las
familias y realizar visitas a los pueblos inmediatos”..De los propios de la
villa, aparte, se le dotaban honorarios fijos.. Pero, el Consistorio, en 1828,
comentó que Valero…“abandonaba el pueblo dejando atrás enfermos graves”; y que
“imponía costosas igualas, incluso a personas indigentes”. En esa tesitura, a
30 de enero de 1829, el ayuntamiento amortizó la plaza del Dr. Valero, que
pidió amparo judicial al alcalde mayor. A 13 de enero de 1830, la justicia dio
razón al Ayuntamiento, pero Valero recurrió, alegando su abogado que:… “Los
servicios que prestan funcionarios públicos...aun cuando por los objetos sobre
que versan sean de suyo distinguidos no por eso dejan de pertenecer a aquellos
que la ley quiere sean satisfechos de contado porque sus prestadores no pueden
adquirir en otro modo la subsistencia si han de atender a desempeñar con
exactitud su encargo, siendo un funcionario suyo a quien despedía no podía hacerlo
sin remunerarle antes los trabajos”. y afirmaba… “el medico tenía derecho a
percibir el estipendio con puntualidad, y caso de rescisión del convenio, a no
marcharse sin antes le fueran liquidadas las cantidades devengadas”... El
recurso tuvo éxito y, el 3 de junio, se ordenó al consistorio abonar lo
pendiente,…“hasta el día en que voluntariamente resulte haberse ellos separado
de su ejercicio” .. Este juicio, y su sentencia, fue muy comentado en toda la
región, como uno de los primeros hitos judiciales en derecho laboral de los
funcionarios públicos…
Y puede usted dar
por concluido el relato, que ha ido ya de bastante para mostrar como avanzó la
ciencia médica en el siglo decimonónico, y algunas otras curiosidades de su
practica en esta genuina villa de Manzanares de La Mancha…
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