Pareciera que el episodio del paso de “La
Maja” por nuestro pueblo, el día de San José del año 1808, había concluido de
la forma y manera ya narrada en el precedente relato, pero las pintorescas
“secuelas” que trajo consigo el mencionado suceso, bien que valen, para dar
contenido a la crónica que le propongo escriba, .comenta D. Cosme.
Recordará
usted, prosigue, que la condesa de Castillo Fiel, Dª Josefa Tudo, y sus
acompañantes, habían pernoctado en nuestra villa la noche de San José de 1808…y
que cuando, al muy poco de partir de Manzanares la mañana del 20 de Marzo,
cerca de Consolación, tuvieron conocimiento de la abdicación del Rey Carlos IV
y de la caída en desgracia política de Godoy, acordaron dispersarse en varios
grupos, para ir a recalar en distintos pueblos cercanos. El teniente Crucet,
decidió que, puesto que fue él el único de la expedición que se había
identificado en Manzanares, ser, él también, quien retornase a nuestro pueblo,
y así lo hizo, llevándose consigo el acarreo que La Maja portaba en la galera
de equipajes de la expedición, además de los arreos de la caballería de la
galera y la de los escoltas y criados, que también le acompañaron en su retorno
a nuestra villa...Como sabemos del anterior relato, sigue D. Cosme, en la
declaración que hizo Crucet, a su vuelta, en el juzgado manzagato, no tuvo más
remedio que “desembuchar” todo lo que no contó el día anterior a nuestro
alcalde Miret… Crucet, sigue D. Cosme, hizo, una descripción pormenorizada de
cómo se gestó el viaje y desde donde partió… comentó que él, personalmente,
recibió de Godoy la orden de encabezar y preparar la expedición unos días antes
del viaje, concretamente el domingo anterior, día 13 de Marzo de 1808, a ésta su segunda
declaración en Manzanares.
Continuó diciendo que, a la par, la condesa de
castillo fiel había pedido al canónigo Duro que la acompañase, ya que ella y su
familia, precisaban que fuera en la comitiva una "persona de
respeto"...Crucet, siguió comentando que el 16 de Marzo la comitiva inició
su marcha de Madrid a Aranjuez, juntándose los dos coches de la familia Tudó
con el del canónigo ya a las afueras de Madrid...Parece ser que, el día
anterior, se mandó una carta al gobernador del Puerto de Santamaría y otra al
administrador general de la aduana de Cádiz, a la sazón, D. Manuel de Heredia,
para que les recibiesen y dieran alojamiento a su llegada.. Esa noche del 16 la
pasaron en Ocaña y, antes, a la tarde, la expedición paró en el Palacio de
Aranjuez, a recoger a Pepita Tudo, quien se encontraba allí desde unos días
antes.
Siguió contando Crucet, que el día 17 quedaron en Ocaña, (seguramente a
la espera de noticias de la Corte, aunque Pepita Tudó declaró en Almagro que
tuvieron que detenerse allí, ese día, para reparar la avería de uno de los
carros, algo que no citó el teniente en Manzanares)... Lo cierto fue que, en la
madrugada del 18. partieron de nuevo hacía Madridejos, donde pernoctaron ese
día; saliendo, finalmente, hacía Manzanares en la mañana del sábado 19,
festividad de San José, y llegando, como ya sabemos, la tarde de ese día a
nuestro pueblo. Luego, aclaró el motivo real del viaje, identificando a todos
los miembros de la expedición a su mando, y haciendo mención específica del
dinero, bienes y enseres que llevaban consigo. y, por último, explicó el motivo
de su retorno a Manzanares y hacía donde se habían dirigido las personas de la
comitiva, dispersadas en Consolación….
Y como lo que se vio obligado a contar
el citado Crucet, no tenía nada que ver con su primera y escueta declaración
del día anterior en nuestro Ayuntamiento, cuando solo dijo que transportaba
efectos diversos del escuadrón a su mando, sin mencionar a las personas civiles
que la componían, ni, por supuesto, los bienes que portaban consigo, nuestro
alcalde mayor, D. Juan Josef Miret, hombre decidido y de “armas tomar”, muy
enfadado por la ocultación, y preocupado por que la mentira fuese aun mayor,
envió mísivas a los alcaldes de los pueblos donde se habían dirigido las varias
personas dispersadas ... Y, sigue D. Cosme, en las cartas de Miret, a sus
semejantes de Membrilla, Argamasilla y Almagro, les conminaba la detención de
esas personas y la incautación de sus bienes, caballerías y carros, de manera
precautoria, hasta que se tomasen decisiones de mayor rango… Ya sabemos como se
las gastó nuestro alcalde en lo referente al canónigo Duro, hasta que el propio
Rey terminó dándole la razón.,..
Sin embargo, desde Almagro, adonde había ido a
parar “La Maja”, Pepita Tudó, con sus niños, madre, hermana y criados,.. se
informó que el hecho delictivo ya había sido comunicado a Madrid, quien, a su vez,
había ordenado el arresto de las personas de la expedición que se encontraban
allí, además de la confiscación de todo lo que portaban... lo que, por el
momento, dejo satisfecho a nuestro riguroso munícipe, Don Juan Josef
Miret... Pero, ete aquí, continua D. Cosme, que la cosa se complicó, cuando
Crucet le fue a Miret con la copla que precisaba de algún dinero para la
manutención de los criados, escoltas y mulas que habían retornado con la galera
a Manzanares. Nuestro alcalde Miret, muy enfadado y cansado de todo este
episodio, espetó al teniente que fuese él, personalmente, a pedir ese dinero a
La Maja, … y así se hizo, presentándose Crucet en Almagro, con un despacho de
Miret dirigido al alcalde mayor de la citada villa, que hizo las gestiones
precisas para que la familia Tudó entregase a Crucet los 1.600 reales que este
había estimado necesarios… Pero como la retención de los expedicionarios en los
distintos pueblos se fue prolongando, antes el caos que se vivía en la Corte,
continua D. Cosme, a los cuatro días se reprodujo una situación similar, Crucet
se presentó de nuevo ante Miret, diciéndole que volvía a necesitar más reales… y
nuestro alcalde le dijo que procediera de nuevo como la vez anterior, y se
pusiera en contacto con la condesa… En esta ocasión, Crucet optó por escribir
una carta a Pepita Tudó, que le hizo llegar hasta Almagro por uno de los
guardias a su cargo, “La Maja”, respondió entonces al teniente, en otra carta,
que eso ya no era posible porque todos sus bienes estaban incautados, sugiriéndole
se dirigiese a la Real Justicia de Almagro para solicitar esos reales...
El
Alcalde Mayor de Almagro, le dijo a Crucet que no le daría nada, y que lo tenía
que haber hecho, era haber traído con él a Almagro, la galera de la Condesa, y
también a sus criados, tal como por un exhorto del día anterior, le había pedido
a su colega Miret, concluyendo el alcalde almagreño con un encargo a Crucet
para que, a su vuelta a Manzanares, se lo entregase a nuestro alcalde Miret…en
el que venía a decirle: ..”que si el alcalde de Manzanares decidía no atender a
su exhorto, manteniendo galera y criados en Manzanares, pues que los mantuviese
él”… Esto ya fue demasiado para nuestro concienzudo y exigente alcalde, cuyo
cabreo alcanzó proporciones desmesuradas, comenta sonriente D. Cosme, quien
inmediato a leer esa nota, dictó un auto a su colega almagreño, exigiéndole
que, de lo confiscado a la condesa, entregase 2.000 reales a D. Manuel Sánchez
Migallón, un comisionado suyo que él le enviaba a ese efecto;.. haciéndole responsable
a su colega almagreño de los daños y prejuicios que conllevase la no aceptación
de su auto…
El alcalde mayor de Almagro, que no le iba demasiado a la zaga al
nuestro, sigue jocoso D. Cosme, también replicó de inmediato, con otra nota
dirigida a Miret, en la que decía: “respecto a que la galera y criados que se
expresan se miran detenidos por el señor juez requirente sin haberlos querido
enviar a pesar del despacho que se le libró con la real orden de confiscación
como bienes de Su M, no se hallaba con facultad de disponer de ellos ninguno de
los dos jueces”. Como supondrá, querido cronista, sigue jocoso e irónico D.
Cosme, nuestro Miret, buen conocedor, además, de sus atribuciones como alcalde
mayor, no se arredró en absoluto con las referencias a Su Majestad de la nota
de su colega, y replicó contundentemente, dictando un nuevo auto el 29 de
Marzo, en el que ordenaba esto; “que no debiendo su juzgado prescindir de la
atención de la galera y mulas confiscadas, así como la manutención de los
criados, se exija desde esa fecha del mesonero Josef Villegas, en cuya posada
se alojaba la familia Tudó, la cuenta diaria del gasto que conllevaban las
manutenciones de Manzanares, dando cuenta de todo ello al Consejo de Estado,
para que proveyese lo conveniente”.
Puestas así las cosas, sigue D. Cosme, y
viendo que la contumacia cansina de estos alcaldes manchegos no daba a su fín;
que la cosa llegaba hasta el Consejo de Estado, por la determinación de nuestro
ínclito alcalde Miret,.. y que la situación que se estaba creando por la
manutención de un simple acarreo resultaba ya empalagosa para una Corte llena
de problemas más importantes en aquel momento, el mismo Palacio optó por
hacerse cargo del engorroso asunto, ordenando se pusieran a disposición
inmediata del Consejo de Castilla, la galera y demás efectos de la condesa, que
estaban retenidos en Manzanares. Por su parte, hasta el mismísimo ministro de
la Guerra, informado previamente del tema, había decidido enviar a Manzanares
al teniente Miguel Rabé del regimiento de Dragones de Lusitania, para que se
personase ante Crucet, y recogiera la galera y demás efectos incautados en la
villa de Manzanares… y que, a continuación, los trasladase inmediatamente a
Madrid y los pusiera a disposición y custodia del Consejo de Castilla….El
citado Rabé, llegó a Manzanares el 29 de Marzo de 1808, y con todo los acarreos
y arreos de “La Maja”, galera incluida, a más de los criados, partió raudo
hacía Madrid el 31 de Marzo de 1808, ante la sonsrisa satisfecha de Miret
cuando, galanamente, despidió al susomentado Teniente Rabe en nuestro
Ayuntamiento, antes de su partida a la capital del reino.
Y, ahora si, mi
querido plumilla, es momento de dar por acabada la crónica, en la que un
alcalde mayor de la insigne villa de Manzanares de la Mancha, llamado D: Juan
Josef Miret, aun no siendo de nuestra sangre, mostró que en los dos años que ya
tenía de ejercicio en Manzanares, se había impregnado más que bastante de
nuestro determinado y contumaz carácter, siendo capaz de “poner a los pies de los
caballos” al ministro de la Guerra, al Consejo de Castilla, al Palacio Real, y
hasta a un regimiento de Dragones, concluye entre carcajadas D. Cosme su
divertido diserto.
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