En la crónica anterior -inicia así D.
Cosme, ésta- le hablé del comienzo de la rebelión manchega contra los
franceses, en los días 5 y 6 de Junio de 1808, con los sucesivos y gravísimos
altercados, que provocaron numerosas víctimas de paisanos y de la milicia
francesa, en las villas de Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas y Manzanares.
El
altercado que se vivió en Manzanares el día 6 de Junio fue, en su inicio, el
último de los tres citados, aunque, como ya hemos visto, fue consecuencia de
los dos anteriores. Pero, antes de entrar a considerar ese episodio trágico del
asalto al hospital de campaña que el General Dupont dejó habilitado en el
Convento de los Carmelitas Descalzos, al salir de Manzanares, dirección
Andalucía, el 28 de Mayo de 1808, me parece oportuno relatarle –sigue D.
Cosme-algunos aspectos de la vida en nuestra villa, en los días que mediaron
entre esa salida de Manzanares de las últimas unidades de Dupont y el asalto al
hospital, porque ilustrará a sus lectores sobre algunas cosas de las que
pasaban en Manzanares… y, explicarán, en gran medida, otras que pasarían
después, incluido el citado asalto...
Nuestro alcalde mayor, Miret, y nuestro
párroco Sotomayor –continua D. Cosme- como también ya sabemos, estaban bien informados,
antes de la llegada del ejército francés a Manzanares, de lo que estaba
sucediendo en España. El alcalde Miret, mantenia contactos habituales y
continuos con las autoridades residuales de la moribunda corona borbónica, que,
en aquel final de Mayo de 1808, en muchos sitios estaban a merced o colaborando
con los franceses... y, en otros casos, estaban en rebeldía contra ellos, por lo
que las informaciones que le llegaban debía recibirlas con cautela... en esos
momentos, nadie se fiaba de nadie, porque era difícil saber qué era lo que
apoyaba cada cual... incluso, en Manzanares, a una persona tan patriota y
españolista como Miret, la gente más radical contra los franceses le veía con
ciertas dudas, por la estrategia apaciguadora que había decidido, junto a
Sotomayor, para el recibimiento al ejercito francés el día 26 de mayo.
Pero,
por lo que hemos sabido después de aquel tiempo en Manzanares, sigue D. Cosme,
y aunque no hay ninguna certificación escrita que pueda avalar lo que le
cuento, por el secretismo lógico en que se llevaron a cabo estas actuaciones,
muchos de los hechos que sucedieron en el pueblo, y en su entorno, contra los
franceses llevaban el sello de Miret, y contribuirían, meses más tardes, al
reconocimiento de Manzanares como "fidelísima villa". Evidentemente,
las informaciones de lo que ocurría en España, en esa semana de rebeliones
generalizadas, no estaban al alcance inmediato del común de los lugareños, solo
la conocían, de primera mano, las autoridades locales.. y, más concretamente,
el alcalde Miret, que fue, en buena lógica, quien se encargó de ir dando a
conocer a la gente del pueblo que consideró de mayor confianza, empezando por
Sotomayor y la Junta local de Gobierno, todo lo que iba ocurriendo, con el
ánimo intencionado de ir organizando la resistencia local a los invasores... que,
inevitablemente, se hacia necesaria para cualquier patriota bien informado de
lo que estaba pasando.
Así las cosas, de una manera subrepticia e inadvertida
para el ejército galo, en Manzanares se fue conformando un grupo de valientes
paisanos, que infundidos de un sentimiento patriótico creciente, con la muy
probable instigación y ayuda de nuestro alcalde mayor Miret, y poniendo en
grave riesgo sus vidas, los últimos días de Mayo de 1808, cuando recalaron en
Manzanares las tropas del llamado "contingente suizo" del ejército de
Dupont, que estaba formado, en una gran parte, por soldados españoles, se
acercaron a hablar con ellos, aparentemente sobre las circunstancias de su
expedición a Cadiz... El resto del ejército francés, no se extrañó demasiado
por algo así, que había ocurrido ya en otros pueblos y que, además, cumplía en
cada villa uno de los objetivos galos, seguir mostrándose como fuerza aliada, y
conseguir la cercanía del pueblo, cuando contemplaba tropa española integrada
en su contingente militar con un objetivo común... Lo que los franceses
desconocían, sigue D. Cosme, es que esos paisanos nuestros, lo que hicieron,...
fue poner en conocimiento de los soldados españoles que, en Murcia y en el levante
español, desde seis días antes, existían focos de rebelión antifrancesa, lo que
animó a 16 de ellos a desertar, para ir a incorporarse a esas tropas rebeldes,
vía Alhambra, atravesando zonas no ocupadas por los galos, tal como les
indicaron nuestros paisanos. Esos patriotas manzagatos, así organizados,
serian, también, probablemente, los responsables de muchas de las
intercepciones que sufrieron los correos y postas intercambiados entre Murat
(en Madrid), y Dupont (en Andalucia), pues muchas de esas postas y correos,
"desaparecíeron" en las inmediaciones de Manzanares, algo que también
reconocieron las autoridades españolas de Andalucía, como un mérito más de
Manzanares, que contribuyó de manera decisiva al fracaso final de Dupónt en
Bailen, en Julio de 1808, a
la hora de reconocernos como "fidelísima villa"...
Por otro lado,
sigue D. Cosme, el expolio completo del Pósito de Manzanares y la confiscación
de vinos y productos de la tierra a muchos vecinos, llevado a cabo por la
soldadesca gala en nuestra villa, desbordó las ya crispadas emociones de las
buenas gentes de Manzanares, embridadas prudentemente por Miret y Sotomayor a
la llegada y paso del ejercito de Dupont;... La ira y el resentimiento a los
franceses se generalizó y, en los días posteriores, el entorno de la Plaza del
Castillo y sus aledaños, incluido el hospital de campaña francés que se
habilitó por Dupónt en el Convento de los Carmelitas, donde estaban ingresados
los franceses de ese destacamento, que habían llegado a Manzanares enfermos o heridos;
aproximadamente 80 soldados, acompañados de unos 30 soldados de reten para
custodiarlos, era observado por el vecindario como un guetto indeseado, con una
mezcla de recelo, desdén y odio, justificada por lo que habían hecho sus
compatriotas, pero totalmente contraria a la bonhomía de estirpe que siempre
caracterizó a nuestra gente...
Día a día -continua D. Cosme- tras el paso de
las tropas, la rabia de los vecinos por el expolio sufrido, y la prepotencia
humillante de los franceses hacia ellos, fue incrementando la animadversión y
la protesta, con cuchicheos malsonantes o insultos, a cualquiera de los
soldados franceses que se adentrase hacia el pueblo, desde la Plaza del
castillo. En esas estaba Manzanares, y sus gentes, cuando se supo de la llegada
de una compañía de caballería francesa, con 600 hombres, al mando del general
Liger Belair, que se dirigía a ayudar a Dupónt en las batallas de Andalucía,
donde, este último general, pasaba por graves dificultades. A pesar de la
magnitud de este contingente militar, cuando entraron en Manzanares, el día 5
de Junio de 1808, la ira de la gente de la villa, ya incontenible, se hizo
evidente a la llegada de estas tropas, que fueron hostigadas con insultos e
improperios a su paso por la Plaza, y desde los balcones de las casas...
Afortunadamente, no hubo altercados físicos de trascendencia, pero las citadas
tropas estuvieron patrullando el pueblo a caballo, toda la tarde y la noche de
ese día 5 de junio de 1808, proclamando un toque de queda, por el que se instaba
a todos los vecinos a que cesasen sus protestas y permanecieran en sus casas.
Este ambiente que le describo, querido plumilla, sigue D. Cosme, sabemos que
fue más o menos así, porque quedó plasmado y descrito por nuestro clero local
en el Manuscrito de la Merced de la siguiente manera, en este texto entresacado
del mismo: "...la fermentación se aumentó en los días adelante, de tal
forma, que el cinco de junio se vió precisado el General Liger-Belair, que
llegó a esta villa con seiscientos caballos, a patrullar el día y la noche, no
creyéndose seguros y notando el descontento del vecindario. Se sabía de la
resistencia de Andalucía, y sin embargo de haber quedado guarnición francesa,
un hospital militar en el Convento de Carmelitas Descalzos, y cruzar continuamente
por Manzanares tropas enemigas, se esparcieron papeles de Valencia y Murcia
pertenecientes al levantamiento general de la Nación, y a pesar de la
diferencia de circunstancias y de situación, los unos libres, y esta villa
oprimida por tantas fuerzas, no querían ser menos atrevidos y resueltos sus
vecinos. En la noche del cinco al seis hubo algunos que pasaron acometer a la
caballería de Liger-Belair, y conmover toda la provincia; pero dando lugar a la
reflexión, dejaron para otro día sus pensamientos...."..... Las cosas
pintaban tan mal en Manzanares para las tropas de Liger Belair, continua D.
Cosme, que casi resultó un alivio para ellos ver llegar a la villa, campo a
través, al pequeño número de soldados galos que habían escapado del motín de
Santa Cruz de Mudela,.. a los que, como sabemos del anterior relato, les había
sido impedida su entrada a Valdepeñas, pues eso motivó la orden que les dío el
mando, en la madrugada del día 6 de junio, de partir hacia Valdepeñas, para
sofocar la rebelión de esa villa y la de Santa Cruz de Mudela....
Manzanares vio
salir, entonces, a toda la compañía de Liger Belair, y lo que habría de suceder
en las horas siguientes, sigue D. Cosme, consecuencia de los sangrientos
enfrentamientos que esa tropa tuvo con los valdepeñeros, desencadenó enseguida
los acontecimientos posteriores en nuestra villa, la misma mañana del día 6 de
Junio, produciéndose uno de los más trágicos sucesos vividos por Manzanares en
la guerra de la independencia, el asalto de la muchedumbre exaltada al hospital
militar francés... Pero eso, ese episodio, tiene suficiente enjundia para ser
tratado en otra crónica, por lo que le sugiero, querido reportero, concluya
aquí está, que fue de bastante para contar la exaltación creciente de la villa
de Manzanares, en esos días de ira, que explicarían muy bien lo que ocurrió ese
trágico 6 de Junio de 1808, en la patriótica villa de Manzanares de la Mancha.
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