En la
anterior crónica, conocimos del asalto en Manzanares al hospital de sangre
francés, en la versión que D. Cosme tiene, para si, como más probable de aquel
terrible episodio. En esta crónica, quiere contarme las razones, que le llevan
a esa conclusión, y me dice que lo hará tras analizar los diversos testimonios
escritos que se conservan, acerca de lo que ocurrió ese infausto día.
Y es que, sigue, la confusión histórica
sobre el suceso, aún se mantiene, derivada de las discrepancias entre
escritores españoles y franceses e, incluso, de versiones contradictorias ente
los propios españoles o franceses que escribieron del mismo. Sin embargo, los
documentos franceses oficiales (Roize y Liger Belair), primeros generales que
conocieron del hecho, son los más coincidentes con los del Manuscrito de la
Merced, escrito por testigos locales de los hechos, y coinciden, con lo
comentado por los soldados franceses enfermos que sobrevivieron al asalto,
siendo, por tanto, estos relatos, los que tienen más credibilidad y fiabilidad,
tal como quedó escrito en la anterior crónica, comenta D. Cosme...Y, continua,
diciéndome, … por eso he puesto el encabezamiento "el día después", y
no solo por darle un título periodístico, que se que eso le gusta mucho… lo
hago, porque fue en la mañana del día 7 de junio de 1808, que llegó a Manzanares
el primer grupo de franceses tras el asalto al hospital de sangre...
Era un
pequeño contingente, de unos 70 soldados, al mando del general Claude Roize…
Desconociendo el escaso número de soldados de Roize, y conmocionado como estaba
el pueblo tras lo ocurrido, con las victimas aún por enterrar, y entre el
paisanaje gran temor al castigo frances, nuestras autoridades salieron al
encuentro de Roize a la entrada de la villa.-- Allí, algo más tranquilos por el
pequeño tamaño de la tropa de Roize, le dieron todo tipo de explicaciones del
terrible suceso, Se comentó a Roize que, cuando Sotomayor supo que la multitud
abordaba el hospital de sangre en lugar de partir a Valdepeñas, que fue lo que
se pidió en la Plaza Pública, intervino rápidamente, enviando al lugar de los
hechos a su propia “tropa clerical”, que se encargó de abortar sobre el terreno
el ataque. Fuese por la escasa dotación humana con la que contaba, o por la
capacidad argumental de Sotomayor, lo cierto es que Roize hizo promesa expresa
de evitar represalias, si la gente de la villa no mostraba agresividad hacia su
soldadesca... Roize, aparte su plática con Sotomayor y Miret, pudo hablar con
los supervivientes del hospital, quienes, al contar el suceso, ratificaron a
Sotomayor, asegurando que la intervención de los sacerdotes fue determinante,
pues sin ella todos hubieran muerto… En el informe que envió Roize al general
Beliart, se contiene todo eso, y se hace un balance, que cifra en una docena
los soldados franceses muertos, por lo que, en esencia -dice D. Cosme- el
primer informe oficial de un general francés, es coincidente con el de nuestro
clero en el manuscrito de la Merced…
Pero es que, en la tarde de ese 7 de
Julio, sigue D. Cosme, llega de vuelta a Manzanares, desde Valdepeñas, Liger
Belair, al mando de las tropas que allí habían librado una durísima batalla.
Llegaron unos 800 hombres maltrechos y exhaustos, que incluían soldados presos,
incorporados tras el armisticio pactado en Valdepeñas... Y, continua D. Cosme,
al verlos llegar, Roize, suspiró aliviado, pues no las tenía todas consigo
sobre la actitud que pudieran tomar los manzagatos contra su escaso
contingente… pero, ahora, si se podría responder si fuera necesario. En todo
caso, Roize, cuando tuvo enfrente a Liger Belair, le comentó el gravísimo
suceso del hospital, la intervención determinante de varios curas locales y,
también, que la animosidad de los aldeanos hacia lo francés, se notaba en el
ambiente Liger daría por bueno el informe de Roize, tras hablar con los
soldados supervivientes y hacer inventario de lo que observó personalmente.
Pero, sigue D. Cosme, lamentablemente no hay constancia escrita de los nombres,
ni del número exacto de soldados muertos, en el informe de Roize... y como los
franceses no permitían que se registrarán datos de sus difuntos en nuestros
registros, la historia no nos legó un escrito oficial de la magnitud exacta de
la tragedia, lo que dio pábulo a todo tipo de versiones sobre el suceso… Por
ej, es muy conocida la reflejada en las memorias del político y escritor
español, Antonio Alcalá Galiano, quien en diciembre de 1808, meses después del
drama, pernoctó con parte de su familia en una fonda de Manzanares, donde un
mozo de la villa le dijo:::”Aquí tienen ustedes al hombre que ha muerto más
franceses en La Mancha”,… presumiendo de haber sido protagonista en el
hospital, donde dijo haber degollado a varios soldados. O la versión que dio el
capitán francés Francois, quien escribió tiempo después del suceso, esto: “Los habitantes de la ciudad, reunidos a los de los pueblos
vecinos llegaron al hospital, en donde se encontraban los enfermos, a los que degollaron y cortaron en pedazos; un
español de esa ciudad me dijo que un oficial que allí se encontraba había sido
conducido a la plaza Mayor, allí fue torturado, cortado en pedazos y arrojado a
los cerdos; que los soldados menos enfermos habían sido lapidados, cortados en
trozos y esparcidos por los caminos”,
Guerra de la Independencia, Diario Lanza. |
…O el
relato de del teniente de Liger Belair, Maurice de Tascher,:…”Nos
hemos replegado hacia Manzanares. Allí, los furiosos de dos ciudades vecinas,
junto a algunos canallas de los alrededores, se han precipitado sobre el
hospital y han degollado o mutilado a todos los enfermos, y se han apoderado de
200 fusiles franceses. El oficial de infantería que mandaba el hospital ha sido
descuartizado y echado a una caldera..”… El furriel Louis Philipe
Gille, escribió en sus memorias, bastante después del suceso, que las
autoridades locales salieron al encuentro de la tropa francesa, afirmando que
los paisanos de la villa no habían participado en el crimen, atribuyéndolo a
campesinos forasteros y a los monjes que los guiaban. Luego comenta: “Las puertas, rotas a hachazos, no habían sido todavía reparadas;
las camas, los muros estaban aun manchados de sangre de nuestros desgraciados
camaradas. Bajé a los patios y al huerto: allí me sobrecogió el espectáculo más
espantoso que jamás había visto. Unos cincuenta cadáveres, que todavía no se
habían podido enterrar, nos permitieron juzgar
la barbarie de estos cobardes asesinos. Unos habían muerto a golpes, otros
tenían la cabeza partida a hachazos y varios de ellos, con refinada crueldad, habían sido
arrojados vivos en calderas de aceite hirviendo…
Estás, y
otras citas similares, muestran un episodio mucho más sangriento, pero son
menos creíbles que las que dan los generales franceses y los curas del
Manuscrito de la Merced, porque escribieron de un hecho vivido en directo, o
antes que hubiesen pasado 24 horas. La coincidencia básica de estas versiones,
y su corroboración por los supervivientes, las configura como más sólidas y
verosímiles de lo ocurrido… y aunque es el relato menos sangriento, no deja de
ser un terrible contrapunto negativo en la brillante historia de las gentes de
Manzanares, apostilla D. Cosme... En relación a todo esto, continua, se sabe
que Ligier Belair, al día siguiente del enviado por Roize, 8 de Junio, emitió
en Manzanares dos partes más extensos y completos de los hechos, que no
quedaron registrados en ninguno de los archivos de guerra franceses, quizá
porque a la salida de nuestra villa, los mensajeros que llevaban a Madrid esos
partes, fuesen interceptados por el grupo de paisanos rebeldes que pululaban
por los aledaños con esas intenciones…
Es casi seguro, que en esos informes,
estuviera la relación de muertos y, quizá, más detalles del terrible suceso, y
también es probable que, ambos, no diferirían mucho del informe de Roize; ya
que Liger, dio por valido el de Roize, un día antes de enviar los suyos… y
porque, ambos generales, llegan a Manzanares solo un día después de los hechos,
con el escenario de la masacre ante sus ojos, los muertos sin enterrar, y
supervivientes para recrear lo sucedido. Es decir, sigue D. Cosme, se pudieron
hacer una idea bastante aproximada de lo que ocurrió, un día antes, en el
hospital de sangre. Tampoco hay nada escrito, sigue D. Cosme, de las primeras
decisiones que tomaron los generales franceses ese día después, pero lo más
probable es que mandasen enterrar a sus muertos inmediatamente, antes que el
calor de junio los corrompiese, con lo que se evitaba el riesgo de infecciones
y la desmoralización del resto de la tropa, que ya venía advertida de cómo se
las gastaban los manchegos de Valdepeñas y, ahora, se haría cargo de cómo lo
hacían los manzagatos, si se mantenía el terrible escenario y los muertos
mutilados por el suelo del hospital... Seguramente, se evitó a la tropa ese
escenario horrendo, pero eso también explica, sigue D. Cosme, que algunos, en
el fragor espiritual que caracteriza una guerra, diera versiones propias, y
exageradas, de un suceso que alguien le contó, pero que no contempló... Es de
suponer, que Ligier Belair quedó bastante bien convencido de la escasa
participación de manzanareños en el suceso, algo -dice D. Cosme-... donde se
adivina la astucia argumental de Sotomayor, dándole la vuelta como a un
calcetín, a la que hubiera sido lógica animadversión de los galos a nuestra
gente. Sotomayor dejó caer al general francés, en sus comentarios, que los
principales agresores eran desconocidos para el clero local, algo que, a estos,
les llamó mucho la atención cuando entraron a poner paz.. y se permitió,
además, destacarle la valentía de sus curas, con riesgo vital para si, al
interponerse entre agresores y víctimas…
Y ahora le comentaré -me dice D.
Cosme- que aunque Sotomayor nunca se quiso dar protagonismo en el episodio, y
no hay referencia alguna que lo avale, en mi opinión, resulta altamente
probable que D. Pedro, fuese uno de esos curas que frenó en seco la
matanza…Ciertamente, él era muy consciente de su condición de “pastor” de su
pueblo, comenzando por su clero, y resultaría muy extraño que hubiera enviado a
su suerte al hospital a varios curas, quedando él en retaguardia... Eso,
continua D. Cosme, no iba ni con su estilo, ni con su forma de entender su
labor, ni con su carácter valiente y emprendedor, que no se arredraba ante
nada, y que le llevaba a tomar la iniciativa ante cualquier problema. Además,
nadie como nuestro párroco, tenía en el clero local, la autoridad, firmeza y
capacidad argumental necesaria, para hacer retroceder, con el gesto y la
palabra, a una masa humana enfervorizada por la ira. Y parece también probable,
y Sotomayor se encargó de acrecentarlo ante Liger Belair, que los lugareños más
agresivos fuesen forasteros, de los que venían al laboreo diario a nuestra
villa, al ser más difíciles de identificar que los vecinos propios de
Manzanares, y estar algunos muy exaltados por lo que había ocurrido en sus
villas…
Fuese
real, o no, todo este relato de los hechos, le diré, para que usted termine la
crónica,…. que, Sotomayor, como buen pastor que era, en todo caso, logró con
sus argumentos proteger a su rebaño de manera tan convincente, que Liger
Belair, desde ese crucial 7 de junio, se opuso siempre a que se produjera
cualquier tipo de represalias contra nuestra villa, destacando, además, cada
vez que tuvo ocasión, que la cordura y valentía de nuestros sacerdotes impidió
una matanza mucho más grande, haciendo suyos los mismos argumentos de
Sotomayor...
A mí, dice D. Cosme, concluyendo de manera enfática su relato, por
todo lo que le acabo de comentar, no me caben muchas dudas que nuestro insigne
Frey Sotomayor, fue el capitán de aquel contingente de curas manzagatos;.que, a
modo de redivivos monjes-soldados calatravos, con la palabra de Dios como arma,
acabaron con la sangre del hospital de sangre...
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