Con los franceses
ocupando Ocaña, el 7 de diciembre de 1808, tal como hemos visto en el relato
anterior, la guerra era un hecho de nuevo en La Mancha, comenta D. Cosme para
iniciar esta crónica… El repliegue de tropas españolas hacía el sur, por el
Camino Real de Andalucía, acompañados de un éxodo creciente de civiles,
inundaba todos los días en Manzanares: caminos, calles y posadas, de gentes con
gesto compungido y miedo en los ojos...y ese trasiego, que comenzó en Noviembre de 1808, continua D.
Cosme, se incrementó de forma tan sustantiva en diciembre, que anunciaba a
Manzanares la inminencia de la llegada, otra vez, del odiado invasor francés, y
ponía de nuevo a nuestra gente “con las espadas en alto”...
Ahora, prosigue, los
fugitivos eran cada vez más comprendidas en su decisión de huir, cuando, a su
paso, explicaban las tropelías, saqueos y asesinatos a mansalva que estaban
llevando a cabo los soldados franceses en todos los pueblos y ciudades ya
ocupados, sin ninguna intención aparente de control por parte de sus mandos... De hecho, continua D. Cosme, hasta el general en jefe del ejército español del
Centro, Lapeña, en algo insólito en una guerra, mandó una misiva al mando
francés de Madrid, pidiéndole que sus tropas cesasen en los saqueos, tropelías
y crímenes indiscriminados, advirtiéndole que, de no ser así, le sería
imposible evitar la venganza del pueblo español hacía los muchos presos
franceses que tenía a su cargo…
La cosa había llegado a tal extremo, prosigue D.
Cosme, que, al poco de la toma de Madrid, cuando Napoleón estaba reunido en
Chamartín, el 11 de Diciembre de 1808 con sus generales, para diseñar la
estrategia en la ofensiva de sus ejércitos, el propio Emperador hizo un receso
en esas tareas , para leer un parte militar del Mariscal Victor, redactado un
día antes en Ocaña, donde el citado Victor decía de su propio ejército: “jamás el soldado en ningún tiempo de guerra ha
conocido tantos excesos como los que viene cometiendo durante algunos días. Los
ejemplos de grave severidad no detienen su bandidaje. Su insubordinación ha
llegado a tal grado que a pesar de los esfuerzos de los oficiales para
mantenerlos en filas, apenas se consigue con una cuarta parte; las tres
restantes se desbandan por los campos, donde cometen horrores que apenas se
pueden concebir”…
Al terminar la lectura de este parte, Napoleón ordenó al
general Latour-Marboug se trasladase a Aranjuez con su división de Dragones... y
al Mariscal Victor marchar a Toledo con su primer cuerpo de ejército, para
implantar el orden y la disciplina en las tropas francesas concentradas en
ambas ciudades y en villas próximas. En la misma reunión, Napoleón mandató al
mariscal Bessieres, Duque de Istria, para la primera de las órdenes que habría
de afectar a Manzanares, en esta segunda fase de la guerra... En concreto,
Napoleón ordenó al Mariscal Bessieres que, una vez restablecido el orden en
Aranjuez, instase a la división de Dragones del General Latour Manbourg,
transitase la llanura manchega, hasta Sierra Morena, en varías partidas de
exploración. Claro está, hace una pausa D. Cosme, para seguir diciéndome, con
su fina ironía, que Napoleón, seguramente, no reparó (quizá, porque, en claro
error de omisión, nadie de su esquipo se lo advirtió)… en que, para llegar
hasta Sierra Morena, antes había que atravesar Manzanares…y, ay!!... amigo
mio!!...pronto entendería el fatuo Emperador, Napoleón Bonaparte lo que
significaba ese nombre...esa villa manchega.. las magníficas gentes de esa
villa de Manzanares, y lo que eran capaces de hacer....
Adelantemos, para el
relato, que habrían de pasar algo más de cuatro meses, antes que las pezuñas de
los caballos normandos o las suelas de los soldados gabachos, oyasen o pisasen,
el solar de la nunca bien significada villa de Manzanares de La Mancha. Desde
aquella época, el nombre de Manzanares, estuvo presente, mucho más de una vez,
en la mente y en el relato del Emperador de Francia, Napoleón Bonaparte
Mientras tanto, en ese mismo tiempo, la gente común de
Manzanares, los primeros días de aquel desasosegado diciembre de 1808,
ignorantes de esas órdenes napoleónicas, pero alertadas por los fugitivos de lo
que les venía encima, se llenaron de temor y dudas… algunos vecinos comenzaron a
huir hacia el sur, uniéndose a la diáspora de los que ya lo hacían… y, otros, la
gran mayoría, en casi un ritual diario, nada más levantarse por las mañanas,
miraban por las ventanas, o entreabrían las portadas de sus casas con la
esperanza de no ver uniformes de soldados franceses por las calles…Muchos
labradores de la villa, sabedores de la ocupación francesa de la provincia de
Madrid y de parte de la Toledo, empezaron a dejar aplazadas las tareas de los
campos norteños de Manzanares; muchos otros, los que trabajaban en el pueblo,
se acercaban todos los días a la Plaza Pública, para intentar enterarse de cómo
estaban las cosas, algo que, solo con advertir, allí, la parálisis creciente de
actividades administrativas y burocráticas en los juzgados, en el ayuntamiento,
o en despachos de escribanía, como también el descenso de eventos parroquiales,
(bautizos, bodas, etc..) hacían evidente la inminencia de lo que estaba por
suceder…Además, el rostro o el gesto de cualquiera de los miembros de nuestra
Junta Local de Gobierno, los más “enterados” del pueblo. lo decía muy a las
claras, cuando entraban o salían del Concejo,… no se necesitaban de más
palabras ni comentarios… la suerte parecía echada, y muy pronto, para
Manzanares…
Entre tanto, sigue D. Cosme, paralelamente, y también a primeros
de diciembre, una vez tomado Madrid por los franceses el día 4 de ese mes, los
componentes de la Junta Central Gubernativa del Reino de España abandonaron
precipitadamente Aranjuez, y reubicaron su sede, los días siguientes, en el
alcázar de Sevilla. Este traslado, aumentó la sensación de descontrol y miedo
entre las gentes de España, y se echaba muy en falta que la Junta Central
Gubernativa tomase alguna decisión que mostrase a la gente no su liderazgo de
España; simplemente, sentencia D. Cosme, muchos españoles se conformaban con
que se “anunciaran” como máxima autoridad, del Reino, pues no eran pocos, ante
el caos existente, los que desconocían su existencia y su rango.
Resultaba
perentorio que las sufridas gentes de España, tomasen conciencia de su
existencia.. que conociesen quien tenía la responsabilidad de regir, ordenar y
reconducir la triste realidad española, donde, en solo unos días, se estaba
instalando entre sus gentes un ambiente derrotista, que contrastaba enormemente
con un mismo pueblo, orgulloso de sí, y que se veía capaz de todo, solo cinco
meses antes….Y, en ese estado de cosas y de caos, prosigue D. Cosme, elevando
el tono de voz, como acostumbra al anunciar algo bueno que atañe a Manzanares,…
resopla fuerte, hace una pequeña pausa… y, con solemnidad, me dice;...y, si, mi
querido cronista, por fín!!...por fín, algún miembro de esa Junta Central, tuvo
la clarividencia de acordarse de La Mancha, y muy en particular de Manzanares,
en una de esas primeras decisiones que las gentes de España estaban demandando
ávidamente… El devenir de los acontecimientos, que iremos conociendo en
sucesivos relatos por llegar, darán cuenta de la importancia de esa decisión en
el futuro de la guerra, y también de lo que supuso para mayor gloria de la
insigne villa de Manzanares de La Mancha,..
Daoíz y Velarde, héroes de la Independencia. |
Pero de eso, de las nuevas glorias
que tendremos que añadir a las ya muchas de este pueblo magnífico, que por
fortuna es el mio!!….dice, jocoso, D. Cosme (rebajando, inmediatamente después,
su tono solemne de voz, para concluir esta parte de su diserto)… ya hablaremos
en otros relatos.; ahora me centraré en contarle la decisión a que me referí
antes… Como le acabo de decir, continua, en una de las primeras reuniones
sevillanas de la Junta Central Gubernativa del Reino de España, algún preclaro
hombre de aquella Junta, cuya identidad no nos ha reconocido la historia,
sugirió al resto de los miembros, la posibilidad de reorganizar la actividad de
las milicias manchegas, que tan buenos resultados había dado en Junio y Julio,
siendo decisivas para la victoria final de Bailen… La idea fue, inmediatamente,
muy bien acogida por todos los presentes… y, allí mismo, se comisionó a uno de
los miembros de la Junta, presente en la reunión, el marqués de Campo Sagrado,
para viajar a La Mancha a intentar reunificar y alistar en una milicia
consistente, a los múltiples soldados que andaban dispersos por: los caminos,
los montes bajos, o que vivían escondidos en cuevas o caseríos del campo, a más
de los que estaban camuflados, como civiles, en distintas villas de la región,
con el objetivo inicial de fortificar los pasos de entrada a Sierra Morena, en
un intento de parar allí el hasta entonces incontenible avance del ejército
imperial napoleónico.
La operación tuvo bastante éxito, logrando la recluta de
unos 6.000 infantes, a los que se pudo dotar de más de 3000 caballos y varias
piezas de artillería…..Con ese pequeño ejército ya constituido, y a esos efectos
de fortificación de Sierra Morena, se estableció de inicio, en La Carolina, la
Junta de Gobierno de La Mancha, encomendándose al general marques del Palacio
el mando de esa tropa. Este general, sigue D. Cosme, debía ser lo
suficientemente avispado, como para dedicar un tiempo a revisar lo que había
pasado en la primera parte de la Guerra en toda la región, debió hacer uso de
la información que se manejó entonces por el General Castaños en Bailen, y de
los informes que poseía la Junta Central de Armamento, enviados a su
Presidente, el Duque del Infantado, por las Juntas locales de Gobierno de todas
las villas manchegas, al final del verano de 1808, entre los que estaba el
brillantísimo documento que redactó Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor, en
nombre de la Junta Local de Manzanares, que ya conocimos en crónicas previas…
No es de extrañar, por tanto, que, cuando del Palacio leyó, y se empapó, de
toda esa información, Manzanares, resaltase en su pensamiento de inmediato, por
su posición estratégica, su castillo y, sobre todo, por todos las eficaces
actuaciones, que la sabía actitud y determinación de su Junta Local de Gobierno
y de su paisanaje, habían hecho durante el verano anterior, reconocidas por
muchos como las más determinantes de La Mancha, para el éxito final de Bailén..
Para el general del Palacio, quedó muy claro, antes de entrar en hostilidades,
que Manzanares podía ser el último y gran bastíón de La Mancha, para impedir la
llegada de los franceses a Sierra Morena,…A fé que no se equivocaba, para suerte
de España, del devenir de la guerra…y a mayor y nueva gloria de la insigne
villa de Manzanares de La Mancha,
Pero quede usted con el regusto de lo aquí contado, y de fin a
la crónica, que es bueno esperar con cierta ansiedad y buena expectativa lo ya
anunciado…el añadido de glorias inmediatas, a la ya muy gloriosa historia de
Manzanares de La Mancha, que antes de acabar ese año de 1808, sería galardonada
con el título de “Fidelísima villa del Reino de España”…y eso fue asi… por todo
lo que habrá de contarle, querido plumilla, este que le habla, en crónicas
inminentes… remata D. Cosme su disertación.
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