Como usted sabe ya por la anterior crónica, -me dice D Cosme- en
la tarde del jueves, 26 de Mayo de 1808, festividad de la Ascensión, las
primeras tropas francesas llegaron, según lo previsto a Manzanares….
Tal como
había sucedido en los pueblos y ciudades por donde transitó el contingente
militar francés, en su marcha desde Madrid, y a pesar de lo que había ocurrido
ese mes de mayo, con la rebelión de varios enclaves españoles contra Francia en
los días previos, lo cierto fue que esa expedición militar francesa era todavía
oficialmente la de un ejército aliado, cuyo objetivo, en ese caso, aunque fuese
una excusa, era el de ir a Cádiz a salvar del bloqueo que sufría en el estrecho
la flota de su almirante Rossilly, por el común enemigo ingles. Claro está
-sigue D. Cosme- que, Miret, Sotomayor, y otras personas relevantes del pueblo,
conocían muy bien todos los sucesos que habían ocurrido en los dos meses
previos, y también los focos de rebelión antifrancesa que ya se habían
producido…y, por ello, sus sensaciones personales hacía los franceses que
llegarían muy pronto a Manzanares, eran las de considerarlos una tropa enemiga
de ocupación. Pero claro, -sigue D. Cosme, entre enfático y sarcástico-,
precisamente, el salvajismo asesino que habían mostrado en sus réplicas a las
revueltas de Madrid y otros lugares , y teniendo en cuenta que, en Manzanares,
íbamos a recibir a un ejército “armado hasta los dientes”, con un número de
soldados mayor que el del vecindario, la primera reflexión en que estuvieron de
acuerdo nuestro alcalde mayor, Miret, y nuestro párroco, Sotomayor, fue la de
ser prudentes, asumiendo como verídico el carácter oficial de la milicia
francesa que llegaba, y que lo hacían como aliados.
Por eso, sigue D. Cosme, a
pesar de la fogosidad decidida y valiente de Miret, y la no menor determinación
argumentada y justiciera de Frey Sotomayor, ambos, muy inteligentes como eran,
acordaron desde días antes una estrategia común de acción... consistente, por
un lado, en garantizar a los franceses un tránsito por Manzanares sin
incidentes.. y, por otro, preparar a la ya exaltada población para que no los
provocaran...En ese sentido, continua D. Cosme- una semana antes, cuando
supieron de la comitiva militar, y la fecha en que pasaría por Manzanares,
Miret en el ayuntamiento, con bandos y pregones; y Sotomayor desde los
púlpitos, en sermones y homilías, elaboraron una estrategia perfecta, con un
mensaje similar, haciendo entender a la población manzagata, sabedora, también,
de lo sucedido en Madrid, que esa actitud pacífica era la adecuada para evitar
en Manzanares algo parecido, con daños seguros a nuestra gente, puesto que la tropa
que nos llegaba, estaría intacta en todas sus compañías y unidades;... y lo
hicieron bien, porque, en sus mensajes, dejaban entrever, no solo esa
necesaria actitud preventiva de posibles daños, sino que, también, sutilmente,
al referirse en los sermones y en los bandos a la necesidad de evitar
altercados, introducir en el ánimo de nuestras gentes, que los franceses
estaban comportándose como enemigos, aunque mantuviesen el señuelo engañoso de
presentarse como aliados.
Guerra de la Independencia, Batalla de Bailén. |
Sotomayor y Miret, consiguieron introducir en las
mentes manzagatas, algo que siempre hemos manejado muy bien en tierras
manchegas, al razonamiento de Sancho Panza, reconocer al que pretende
engañarnos, y utilizarlo en beneficio propio, haciendo creer al timador que no
has reconocido su trampa; algo en lo que el engreído y prepotente francés de
aquella época, (que consideraba inculto y paleto al paisanaje
castellano.manchego), resultó una presa fácil para la picara estrategia de
nuestra gente de Manzanares... Por eso, sigue D. Cosme, en el mensaje conjunto
del concejo y del clero, se insistía a nuestra población en la conveniencia de
una actitud gestual que, sin exageraciones, no mostrase antipatía a los
franceses que arribarían a Manzanares.. En cada discurso, y casi en cada
párrafo de lo preparado por Miret y Sotomayor, se podían "leer entre
líneas", de una manera muy clara, dos mensajes...Francia era ya enemiga, a
pesar de lo que decían, y era preciso "jugar" con su engaño, tanto
para prevenir daños, como para ir mentalizándose de los tiempos difíciles que
se avecinaban, y abordarlos, así, en la mejor situación, manteniendo lo más
intacto posible nuestras vidas, enseres y patrimonios.. Sotomayor y Miret,
continua D. Cosme- se repartieron las tareas a realizar, para que todo saliera
bien... Miret hizo habilitar en el Castillo, siguiendo instrucciones del
Consejo de Castilla, aposentos para los mandos militares de la tropa francesa,
que pernoctaría en Manzanares, así como amplias zonas de acampada para la
soldadesca, seguramente en las eras adyacentes a la fortaleza... Sotomayor, por
su parte, continua D. Cosme, aprovechando su prestigio y ascendencia personal,
se pateó el pueblo, casa por casa, para, a su estilo directo y convincente,
instruir a los vecinos en como debían recibir a los franceses, de manera
cortes, pero sin alharacas... Se entrevistó personalmente con Pierre Ferrandis
y Jean Conde, dos ciudadanos franceses, vecinos de Manzanares hacía años, que
estaban muy bien integrados.. Ambos, poseían comercios de tejidos, y eran muy
respetados entre la gente del pueblo...Pero, asustados como estaban ante la
posible reacción contra ellos de algún vecino, apreciaron con alivio y agrado
la propuesta que les hizo Sotomayor, acerca de actuar de intérpretes entre
Dupont y demás dirigentes franceses y nuestra Junta local de Gobierno, pues eso
les reivindicaba ante nuestro pueblo. En contrapartida, prometieron a Frey
Sotomayor que comentarían al General Dupont, de las virtudes y buena crianza
que adornaban a las gentes de la villa… Así las cosas, continua D. Cosme- el 26
de Mayo de 1808, a
primera hora de la tarde, según estaba ordenado por el Consejo de Castilla y la
Junta Central de Gobierno, nuestra Junta local de Gobierno, salió a recibir a
Dupónt y a sus primeras tropas a la entrada del pueblo, Tras los saludos de
rigor, las tropas de Dupont, encabezadas por su caballería, y seguidas por los
batallones de infantería, entraron a Manzanares... avanzaron, por la calle
Ancha, hasta llegar a la Plaza, donde se agolpaba gran parte del vecindario,
instruido a ese recibimiento por Sotomayor y Miret...
Goya, plasmó así los fusilamientos del 2 de Mayo. |
Al paso de las marciales
tropas de Francia, y al repique de los tambores y la música de otros
instrumentos de viento, se produjo entre nuestra gente la natural impresión, a
la vista de la flamante uniformidad azul y blanca de la infantería; y sobre
todo, del espectacular aspecto de los “dragones”, en sus monturas, adornados
con grandes cascos, rematados en largas colas de caballo.. El silencio de los
manzagatos ante el paso de las tropas, fue el principal rasgo de la jornada..
Solo algunos aplausos y vítores aislados, seguramente fingidos, y siguiendo las
veladas indicaciones que Miret y Sotomayor habían sugerido al vecindario en los
días previos, podrían dar impresión de un recibimiento amistoso, pero, en conjunto,
la frialdad que dominaba el ambiente, dejaba lugar a pocas dudas sobre el
sentimiento que dominó el espíritu de nuestras gentes ese día de finales de
mayo de 1808..
Esto que le acabo de comentar, prosigue D. Cosme, quedó plasmado
en escritos de los visitantes y de los anfitriones.. Por ejemplo, el General
Dupont comentó la primera jornada de su estancia en Manzanares en su parte
oficial de todos los días al mariscal Murat, de la siguiente manera:…
"Manzanares, 26 de Mayo de 1808.-A su Alteza Imperial el gran duque de
Berg. Lugarteniente general del Reino...-Monseñor: Tengo el honor de dar
cuentas a Vuestra Alteza Imperial de nuestra marcha sobre Cádiz; se ejecuta con
orden y los habitantes muestran a nuestras tropas disposiciones favorables.
Espero que no tendré más que partes satisfactorios que rendiros. Tengo el honor
de ser de V.A.I. el más humilde servidor.-El general Dupont"…. El
laconismo de este parte de Dupont, continua D. Cosme, teniendo en cuenta,
además, que era de una personalidad soberbia y prepotente, trasluce bien a las
claras, que el recibimiento no fue, precisamente, exultante... Pero es que,
sigue, cuando leemos lo que algunos clérigos de Manzanares, testigos directos
de la jornada, dejaron escrito de ella, en 1814, nada más acabar el conflicto,
y que formaría parte de uno de los compendios históricos más importantes de
Manzanares, conocido como “Manuscrito de la Merced”, (porque se conserva en el
Archivo Parroquial de la Merced, en Ciudad Real), las cosas acerca de ese día y
del recibimiento que dimos a los franceses, quedan mucho más claras, pues
nuestros curas de entonces, escribieron, literalmente, esto:: "El 26 de
Mayo llegó la primera división de tropas francesas, que bajo el mando del
general Dupont caminaban al Andalucia. Ni las ordenes de los que entonces
gobernaban relativas al buen trato y provisión de los que llamaban falsamente
aliados; ni la mentida apariencia de amistad con que se presentaron, fueron
causa para que dexasen de ser mirados desde luego por estos vecinos como enemigos
y aborrecidos de todo corazón. Sin plan convenido, ni más influxo que el del
propio corazón, guiados de un instinto de lealtad, hasta los más ignorantes
hallaron el modo de oponer estorbos y dificultades a la empresa de nuestros
contrarios: se negaban todos a los servicios que de ellos exigía el enemigo; si
eran preguntados, ocultaban con sagacidad cuanto podía favorecerles y daban
aquellas noticias que podían equivocarle o intimidarle: sembraban en la tropa
francesa la desconfianza y cundiendo hechos fingidos o abultados, hicieron
temer al soldado y al general y que formasen juicio de lo temerario de su
empresa"´ El general Dupont, y los primeros contingentes de sus tropas,
hicieron noche en Manzanares el 26 y el 27 de Mayo de 1808, días en que continuaron
llegando a Manzanares más y más soldados de las distintas compañías que
formaban la expedición militar de Dupont... Al amanecer del 28, sábado, Dupont,
y las tropas que habían llegado con él, partieron hacia el sur, sin que se
hubieran producido incidentes reseñables en nuestro pueblo de Manzanares..
En
un parte de ese 28, dirigido a Murat, y en otro similar, dirigido a Belliard,
Dupont comentó: “La marcha de las tropas continua con orden. Los habitantes
muestran confianza. Yo les hago prevenir por adelantado, de villa en villa, que
la llegada de los franceses no debe en nada turbar su seguridad y no ha habido
hasta aquí la más ligera cuestión entre el soldado y el habitante”. “He hecho
establecer un hospital en Manzanares, en donde quedará un centenar de hombres
heridos o ligeramente enfermos. Esta precaución será necesaria en todos los
lugares de descanso”.. Queda apuntada en este parte, la habilitación de un
hospital (en el Convento de los Carmelitas) para la milicia francesa en
tránsito,… y se lo recalcó ya, querido cronista, porque este lugar será
protagonista, unos días después, de uno de los sucesos más trágicos, y de mayor
enjundia, de los que hubieron de vivirse en Manzanares de la Mancha, a lo largo
de esa terrible guerra de la independencia.
Y aquí, y ahora, es momento que usted,
querido plumilla, de por concluida esta crónica, que da cuenta de la primera
jornada, (que en realidad se prolongó a tres), en que las tropas francesas, ya
en guerra contra España, pasaron por Manzanares sin dañar paisanos ni
patrimonios, entre otras cosas, por los buenos oficios e inteligencia de
nuestro Alcalde Mayor, Miret, y de nuestro párroco Frey D. Pedro Alvarez de
Sotomayor.
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