Estimado
plumilla, doy a esta crónica el título que le doy, porque, por una parte,
refleja bastante bien el motivo del general Sebastiani para quedarse un tiempo
en Manzanares, tras su llegada a la villa el 25 de Abril de 1809…y, también, de
otra parte, por el cambio que advirtió Sotomayor en el espíritu del general
francés... magnánimo y conciliador, el día 31 de marzo
de 1809, cuando impuso su fajín a la cintura de Nuestro Padre Jesús del
Perdón... y tiempos en los que, satisfecho de si, decía en sus escritos que; “La Mancha es una hermosa provincia enteramente sometida”…
Pero tornado, ahora, solo unos días después, en un
personaje altivo, receloso y vengativo…cuando dice en similares escritos suyos
que: “La Mancha es una tierra malsana, habiendo
comenzado una epidemia contagiosa alarmante que también he padecido” (quizá una gripe)... Y se preguntará usted, mi querido
plumilla, que estaba ocurriendo para ese cambio drástico de actitud en
Sebastiani, triunfador incuestionable en La Mancha, solo tres semanas antes...
Pues le cuento ya, me dice D. Cosme... Tras la debacle del ejército de La
Mancha, por la pésima estrategia de sus mandos, Cartaojal y Abadía, la Junta
Central Suprema Gubernativa los relevó del puesto, poniendo de responsable
máximo al general Venegas; y al general Lapeña, como Jefe de Estado Mayor.
Ambos, comenta D. Cosme, militares avezados y de prestigio, nada más hacerse
cargo de la situación caótica existente, pusieron “manos a la obra”,
reorganizando a las tropas desperdigadas por Sierra Morena, y llegando a juntar
unos catorce mil efectivos. Venegas, estableció su cuartel general en Santa
Elena y, allí, organizó también grupos de paisanos armados, que, junto a
pequeños grupos de militares, a lo largo de Abril de 1809, siguiendo caminos de
campo, alcanzaban las retaguardias francesas, y ocupaban por sorpresa pueblos y
villas que. Sebastiani, en su vertiginoso avance hasta Sierra Morena, había
dejado desguarnecidas, tal fueron los casos de Consuegra y, sobre todo,
Madridejos y Tembleque…que, transitoriamente, dejaron incomunicado a Sebastiani
con Madrid, rememorando lo sucedido a Dupont antes de su desastre en
Bailen…Estas ocupaciones, prosigue D. Cosme su relato, y las noticias continuas
de bajas en las tropas francesas de la región, a causa de emboscadas de las
guerrillas y contras del ejército manchego, como las ocurridas en Almuradiel,
El Viso y Arenas de San Juan, alarmaron a Sebastiani de manera extremada, al
punto de hacerle perder los estribos, y en una actitud desconocida en él, hasta
entonces, llevarle a enviar edictos amenazadores a las Juntas Locales de Gobierno
de las villas del entorno, en los que avisaba que: “en
donde se diera muerte a un francés, se detendría a cuatro vecinos; y si en dos
jornadas no se hallaba al criminal, ahorcaría a los cuatros”...
Aún
más grave que todas esas escaramuzas guerrilleras, sigue D. Cosme, resultó el
cruce de Sierra Morena, en la zona norte de Córdoba, por un contingente
numeroso de ejército español, al mando del brigadier Zerain,… que, de manera
intrépida y sucesiva, ocupó en unos días, Almodóvar del Campo, Puertollano y
Almadén.. Al poco, otros regimientos españoles tomaron Villamanrique e
Infantes. Se podía decir que, como en el verano de 1808, la Francia imperial
volvía a encontrar dificultades en La Mancha, después de un a paseo triunfal,
solo “molestado” en Manzanares…Por eso, -me dice enigmático, y poseído de la
gloria de su pueblo, D. Cosme-, no sería de extrañar que la principal razón por
la que Sebastiani se desplazó a Manzanares, el día 25 de Abril de 2019, no
fuese la que se dio como oficial… observar en un lugar estratégico, como
nuestra villa, la convulsa situación en el territorio manchego…
Yo pienso
–sigue D. Cosme- que temía, sobre todo, la reconquista de Manzanares por el
ejército español, lo que habría supuesto la pérdida de la “joya manchega”…ese
símbolo de resistencia llamado Manzanares de La Mancha.
Cuando
Sotomayor supo de la presencia en la villa de Sebastiani, se presentó en el
Castillo como máxima autoridad de Manzanares, pero nada me sorprendería, dice
D. Cosme, que lo hiciese embutido en su hábito de párroco, para darle a esa
“puesta en escena” un tono clerical, que pusiera en desventaja al general
francés, cuando se contrastasen.. la evidencia de los hechos, con las promesas
previas y la actitud, digamos “poco cristiana”, que estaba tomando Sebastiani…Y,
por lo que se dijo de aquel primer reencuentro de Sotomayor y Sebastiani;… el
siempre convincente y determinado Pastor de Manzanares, logró, de nuevo, su
propósito mayor en ese trance, preservar a los pobladores de Manzanares de la
insidia francesa…De hecho, Sebastiani, reconoció que, en el caso de Manzanares,
sus hombres no habían estado a la altura del compromiso de ambos en el
Humilladero de San Cristobal, y le pidió, por ello, disculpas a Sotomayor...
Para más desasosiego de Sebastiani, nada más llegar a Manzanares, se enteró,
por el general francés Rey, que su guarnición de La Solana, a menos de cuatro
leguas y media de Manzanares, había perdido diez hombres, apresados en Infantes
por tropas españolas. Esa proximidad, y la noticia que le llegó por la noche,
referente a que Venegas, con su grueso de ejército, había pasado Despeñaperros,
y se acercaba a Santa Cruz de Mudela, debió alarmarle lo bastante, como para
temer también por nuestra villa.. y. entonces, tomó la decisión inmediata de
quedarse en Manzanares...y, enseguida, desarrollar la idea de fortificar
nuestro castillo, del que dijo: “..que es más considerable
y se encuentra en mejor estado de lo que creíamos al principio…tan grande que
puede recibir 800 o 900 hombres de guarnición y, sin embargo, 300 pueden
defenderlo..”
Sin
dilación, al día siguiente de su llegada, 26 de Abril, continua su diserto D.
Cosme, Sebastiani dio la orden de iniciar los trabajos de fortificación del
castillo de Manzanares reclutando unos mil obreros, con la movilización forzosa
del paisanaje útil de la villa, Por la premura de tiempo, y la falta de
materiales, Sebastiani ordenó demoler el ya muy dañado Convento de los
Carmelitas Descalzos, frente al castillo; la pequeña Ermita del Santo Sepulcro,
situada entre ambos edificios y otros inmuebles del entorno, propiedad del
marques de Salinas... terminando, así, con la historia de dos elementos
significados del Patrimonio manzagato ,-comenta, muy entristecido, D. Cosme-.
Con las maderas y piedras obtenidas, se construyó enseguida una especie de
empalizada de protección, que rodeaba toda la fortaleza… Las obras,
desarrolladas a ritmo infernal, terminaron en los primeros días de mayo de
1809…y, en todo ese tiempo, el castillo se aprovisionó de abundante agua,
galletas, vino, aceite, tocino, legumbres y otros víveres, así como leña
bastante para dar sustento, durante dos meses, a una guarnición de 300
hombres…y también se dotó a nuestro castillo de moderno material de artillería,
traido de Madrid el día 9 de mayo.
Es
momento, querido plumilla, de dar fin al relato, por ser ya de bastante lo
contado, para dar cuenta de la fortificación del Castillo de Manzanares; de las
cuitas padecidas en ese tiempo por el, hasta entonces, imparable ejército
francés; y de lo que todo eso maleó el alma de su jefe máximo, general Horacio
Sebastiani, ante la escrutadora mirada del Pastor de Manzanares, Frey D. Pedro
Alvarez de Sotomayor… que, tomando nota de todo lo que observaba, puso a
trabajar su preclara mente, en la tarea de reelaborar su estrategia protectora
de la vida y hacienda de su gente manzagata, para los tiempos que se
avecinarían… Y le sugiero, me dice D. Cosme, para rubricar su crónica, y como
corolario de la misma, incluya usted, querido reportero, los párrafos del
“Manuscrito de la Merced” que dan cuenta de todo ello, y de los desmanes
previos que causó en la villa de Manzanares de La Mancha, la división polaca
del ejército imperial napoleónico….
Esto
escribió, al respecto, nuestro clero local, en el citado Manuscrito de la
Merced…
“Después de la batalla desgraciada de Ciudad
Real, perdida en ventisiete de marzo, el General Sebastiani, que mandaba el 4º
Cuerpo del Ejército francés acantonó en Manzanares la División Polaca al mando
del General Valence, compuesta de los tres regimientos, 4º, 7º y 9º, cuyo
número ascendía a siete mil hombres y siete piezas de artillería Holandesa. Su
entrada fué el dos de abril de 1809, permaneciendo hasta el día 13 de junio; en
cuya espera sufrió todo género de saqueos, malos tratamientos, ruina de muchos
edificios, especialmente del Convento de Carmelitas, cuya fábrica e iglesia
fueron destechadas y quitadas todas las maderas para reforzar el Castillo y
formación de empalizadas; sujetando a los paisanos, como en otro tiempo Faraón
a los israelitas, a toda clase de trabajos con dureza, rigor y malos
tratamientos. La cosecha de granos abundante en el año anterior de 1808, fué
conducida con diecinueve galeras o furgones a las villas de Daimiel, Solana y
Membrilla, para subsistencia de las otras divisiones francesas, ó más bien para
venderla. Entre los crueles y sanguinarios ninguno igualó entre los jefes
enemigos al Coronel del Regimiento 9º de Polacos, el Príncipe Sokouski, que se
complacía en atormentar a la Junta con peticiones imposibles y amenazas llenas
de terror, prisiones y otros insultos.
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