Le recordaré,
mi querido cronista, me dice D. Cosme al iniciar este relato, que cuando
Sotomayor, como máxima autoridad civil y eclesial de Manzanares, se volvió a
reunir en nuestro castillo con el general Sebastiani, el 25 de Abril de 1809;…
algo que sucedía por primera vez. tras su legendario encuentro en el altozano
del Cristo de la Agonía, encontró una persona muy diferente.. recelosa e
insegura, y eso que no había pasado ni un mes de aquel mítico encuentro…
Sotomayor, al que no se le escapaba una, advirtió inmediatamente ese drástico
cambió en el ánimo del general francés, cuya nueva actitud le recordó mucho a
la que advirtió en el general Liger Belair cuando, escaso de tropa y fuerzas,
arribó a Manzanares, un día después del trágico episodio del asalto y la
matanza de una docena de militares franceses en el hospital de sangre que
existía en nuestra villa. Con la agilidad mental que le caracterizó siempre,
Sotomayor decidió, a los pocos instantes de su conversación con el taciturno
Sebastiani, replicar la misma actuación que tuvo con Liger Belair;.. y
utilizando su brillante oratoria, continua D. Cosme, desarrolló un discurso de
valores humanos y cristianos, (principios a los que también se debía
Sebastiani) con el suficiente poder de convencimiento, como para lograr, en ese
primer diálogo, el objetivo máximo que siempre perseguía nuestro buen pastor,
la indemnidad de su paisanaje, con el compromiso, en contrapartida, que ninguno
de esos paisanos agrediría nunca a ningún soldado francés.
En los primeros
momentos de esa conversación, prosigue D. Cosme, y con Frey Sotomayor
seguramente embutido en su hábito de párroco, para dar aún más relevancia
espiritual al sentido de su discurso…D. Pedro, afeó a Sebastiani la mala
conducta de la soldadesca del contingente polaco de Valance para con nuestro
pueblo y nuestras gentes en aquel Abril de 1809… y, tal como actuaba Sotomayor,
probablemente puso en brete moral a Sebastiani, recordándole el pacto mutuo de
no agresión, al que llegaron hacía menos de un mes… Me atrevería a asegurar,
continua D. Cosme, que D. Pedro, sabiendo ser efectista cuando convenía a la situación,
llevó consigo a esa reunión el fajín verde con el que el general rubricó aquel
acuerdo.
Lo cierto fue que Sebastiani, ante un discurso moralizante, como el de
Sotomayor, tuvo que asumir la queja, y disculparse por lo sucedido y los
desmanes de sus tropas polacas en Manzanares, reafirmándose en el compromiso
mutuo de no agresión, lo que, en última instancia, era lo que buscaba Sotomayor
en aquel encuentro. Pero claro, continua D. Cosme, el perspicaz Pastor de
Manzanares se dio cuenta de las dudas y el desasosiego que embargaba a
Sebastiani, y no dudó en “meter varias cuñitas de las suyas” en el diálogo que
mantuvieron, para lograr ganarse la estima del general francés…algo que se
deduce de lo que si nos dio a conocer la historia posterior en más de una
ocasión… el respeto e, incluso, la confianza que, desde entonces, tuvo
Sebastiani en Sotomayor… Muy probablemente, replicando exactamente lo que hizo
con Liger Belair, meses antes, D. Pedro, apeló al sentido cristiano de la vida,
y eludió cualquier otra connotación política o mundana,..y, seguramente, en esa
misma idea de réplica, se ofreció a Sebastiani para actuar como mediador en
situaciones conflictivas con autoridades locales de otras villas, mostrando al
general francés, (para terminar de replicar de manera completa su anterior
encuentro con Liger Belair) su disposición adicional para aconsejarle, desde la
perspectiva exclusiva del catolicismo que ambos profesaban, en algunas tomas de
decisión difícil.. Naturalmente, esto caló en el ánimo del apesadumbrado
Sebastiani, Sotomayor se había ganado no solo su respeto. también su
consideración…
Pero, como consecuencia de estos acontecimientos, en el futuro
inmediato, Sotomayor se volvió a ganar también la desconfianza de algunos
paisanos y ciertas autoridades de villas próximas, que vieron esta relación
entre Sebastiani y D. Pedro, como una componenda de nuestro Pastor… o, en el
peor de los casos, como una muestra de su “afrancesamiento”. Esta leyenda
acompañaría, de nuevo, a Sotomayor durante toda la estancia de los franceses
por tierras manchegas… algo que, lejos de molestar al párroco, en cierto modo
le satisfacía, pues podía utilizar esos dimes y diretes en beneficio propio,
según convenía a la situación, y según con quien hablase. Tendremos ocasión, querido
plumilla, de contar varios pasajes alusivos a esta leyenda, que dejaran diáfana
la habilidad de Sotomayor en utilizarla… y también, en varios de los citados
episodios, se mostrará bien claramente que, por encima de las circunstancias y
las actitudes, Sotomayor fue un gran patriota español en lo político, que
siempre buscó, a toda costa, y primero de todo, la indemnidad de la gente de
Manzanares, utilizando, como más convenía a ese propósito, las circunstancias
inmediatas de las personas que tuvo que tratar en el entorno francés y en el
español… ahí, y en eso, fue un auténtico maestro, un Maquiavelo bien
intencionado con su pueblo, concluye enfático, brillante, y elocuente, D.
Cosme, esta parte de su disertación....Y tan patriota era Sotomayor que, tal como
hizo en su momento con el intendente de Ciudad Real, Juan de Modenés, -prosigue
convincente D. Cosme- es casi seguro que tampoco dudó un instante en ser,
quizá, el primero de los dirigentes locales manchegos, en hacer llegar al jefe
de las tropas españolas en la Mancha, general Venegas, el notición de un
Sebastiani, confuso y desconcertado ante la situación que se estaba produciendo
entre su tropa, por las múltiples y continuas emboscadas y acciones
guerrilleras de las tropas españolas. Sin duda, esas informaciones, supusieron
un refuerzo importante a la moral de combate de Venegas y su ejército; y otro
“enganche de confianza” de Sotomayor y Manzanares, hacía otro de los que
habrían de ser protagonistas en muestra villa durante esta guerra de la independencia,
en este caso, el máximo dirigente del ejército español de La Mancha, el citado
general Venegas…algo de lo que habrá constancia en relatos sucesivos…
Y es que,
Sotomayor, sabiendo mejor que nadie la importancia estratégica que daban a
Manzanares los dos ejércitos en liza, integró muy pronto en su ánimo y razón
algo que no le gustaba mucho, pero que había que aceptar, Manzanares, fuese
cual fuese el devenir y los avatares de la guerra, iba a estar constantemente
en el candelero de la misma…y, por tanto, en aras de su principal objetivo como
Pastor y líder político de la villa, precisaba de una buena relación con unos y
con otros, algo que hubiera sido seguramente imposible de lograr para
cualquiera que no tuviese la determinación, la inteligencia y la claridad
estratégica de Sotomayor …y esa, sin duda, mi querido reportero, fue una gran
suerte para Manzanares, contaba con el mejor líder de los posibles…que, además,
siempre estuvo por encima de todos los demás líderes, ajenos y propios… remata,
orgulloso y convincente, Don Cosme....Pero eso si, continua, desde el primer
minuto de aquel encuentro entre Sebastiani y Sotomayor, nuestro Pastor y
Manzanares no lo tuvieron nada fácil, y no siempre lograron todo lo que les
hubiera gustado conseguir… Por ej, Sotomayor, apelando al carácter eclesial de
ambos inmuebles, intentó convencer, sin éxito, a Sebastiani, para que no
derribase el Convento de los Carmelitas ni la Ermita del Santo Sepulcro, en el
entorno de la Plaza del Castillo, con cuyos materiales y maderas residuales
mandaría el general francés construir una empalizada que reforzaría toda la
periferia del castillo. Ciertamente, el estado ruinoso en que se encontraban,
Convento y Ermita, antes de su demolición, no jugó a favor de la petición de D.
Pedro, que prefirió asumir los hechos consumados, seguramente a cambio de
lograr del general francés nuevas promesas de indemnidad para nuestra gente,
como contrapartida a que Sebastiani iba a reclutar a los hombres útiles de la
villa para colaborar con los soldados galos en la citada fortificación del
castillo.
Los últimos días de Abril, y los primeros de Mayo, mientras se
construía esta empalizada, las noticias que llegaban a Sebastiani en
Manzanares, desde Santa Cruz de Mudela, Puertollano, Cózar, Valdepeñas, Alhambra,
Infantes o La Solana, distaban de ser halagüeñas, cada día se acumulaban nuevas
cuitas y malos presagios, provenientes de los incidentes que estaban
sucediéndose en esos lugares…Habida cuenta de los mismos, Sebastiani decidió
trasladar su cuartel general de Daimiel a La Membrilla, porque, así, lo ubicaba
en el eje viario que alcanzaba La Solana, Alhambra e Infantes, mientras nuestro
reforzado castillo, cercano al nuevo cuartel, serviría de dique a posibles
arribadas de tropas españolas por el camino de Andalucía, desde Santa Cruz de
Mudela, Almuradiel o Valdepeñas…lo que es seguro también, es que la ausencia de
revueltas en nuestra villa, por entonces, en un ambiente tan crispado, fue una
de las causas que más reforzó en Sebastiani la autoridad y la capacidad de
compromiso de Sotomayor con el pacto que ambos tenían juramentado.
Pero a pesar
de estas últimas decisiones, los problemas para Sebastiani continuaron, el
triunfalismo de marzo quedó en el olvido en solo dos meses, y la suerte cambió
de nuevo de bando, los contingentes españoles por el sur de La Mancha
presionaban un poco más cada día….Y lo peor de todo fue que el propio
Sebastiani comenzó a dudar de sus posibilidades para mantener la enorme línea
de extensión de su frente de batalla; recordó para si, lo sencillo que le
resultó a él romper, dos meses antes, el parecido frente español, cuando
alcanzó Sierra Morena en un “pis-pas”, intuyendo que algo similar llegaría a
ocurrir ahora, pero en sentido contrario, favorable a los ejércitos españoles.
Y esos malos presagios de Sebastiani adquirieron carta de naturaleza, cuando
tras advertir esos temores a sus mandos de Madrid, el mariscal Jourdan le
escribió otra carta, a vuelta de correo, donde se ratificaban los temores de
Sebastiani, pues se le autorizaba, en caso necesario, a retirarse por detrás
del Guadiana, dejando el castillo de Manzanares en “estado de defensa”, como
último baluarte sureño del ejercito de Francia en La Mancha, añadiendo que si
el enemigo se presentaba con fuerza, debía retirarse…La suerte parecía echada
para Sebastiani, su retirada al norte con todo su ejército estaba cercana, y
una nueva situación de libertad para Manzanares en esa guerra de la
independencia se atisbaba inminente..
Pero
de todo eso, de lo que estaba por llegar, concluye D. Cosme, le hablaré largo y
tendido en las sucesivas crónicas que he de narrarle, pues está ya fue de
bastante para su cometido, que no era otro que el de hacer partícipes, a usted
y los lectores de las mismas, de cómo evolucionó la particular relación entre
el jefe de la tropa francesa destacada en la Mancha y el Pastor de Manzanares,
en aquel proceloso y cambiante tiempo para la insigne y nunca bien ponderada
villa de Manzanares de La Mancha…
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