¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores ó, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡ Nada más, amigo/a !. Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

236). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: SANGRE... EN EL HOSPITAL DE SANGRE...


Es momento ya de contar a sus lectores, querido reportero, el primer episodio trágico e histórico, vivido en Manzanares durante la Guerra de la Independencia…

Vimos en la anterior crónica, sigue D. Cosme, que, al alba del 6 de junio de 1808, los 600 soldados de caballería francesa del General Ligier Belair, habían partido de Manzanares hacia Valdepeñas, con el objeto de sofocar la rebelión que se estaba gestando en esa villa, quedando la nuestra casi libre de soldados galos y en plena exaltación. Las tropas de Liger-Belair llegaron enseguida a Valdepeñas, pero sus aldeanos, habían cortado los accesos a la villa y sus calles principales, impidiéndoles el paso. Los orgullosos galos decidieron entrar a saco, sin valorar de lo que serían capaces nuestros vecinos manchegos en su resistencia. Se generó una batalla desigual y sangrienta, que se mantuvo durante toda la jornada, ocasionando muchos muertos en ambos bandos… A eso de las once de la mañana de ese infausto día, comienza la participación de Manzanares en esta historia de la rebelión manchega contra los franceses….Un lugareño de Valdepeñas, a galope tendido, entró en nuestra villa por el Camino Real de Andalucía, alcanzando enseguida nuestra Plaza Pública, donde encontró una masa humana enfervorizada de segadores, muchos de ellos forasteros, pero contratados por nuestra encomienda, que habían decidido no ir al campo a laborar esa mañana, a la vista de lo que había pasado el día anterior en Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas, y Manzanares...

Estaban expectantes en nuestra Plaza Pública, a la espera de más noticias.. y, sobre todo, para saber que sucedía en ese momento en Valdepeñas... Cuando el desasosegado enviado valdepeñero alcanzó a explicarse, e informó al paisanaje encendido, que llenaba nuestra Plaza, de la vesanía sangrienta de los galos en Valdepeñas, la exaltación generalizada se disparó todavía más… Las campanas de la Iglesia tocaron a rebato, atrayendo a muchos más lugareños, concentrándose, al poco tiempo, en la Plaza pública unas 2000 personas, casi todas armadas con hoces, horcas, hachas, navajas y otras armas blancas, además de alguna que otra escopeta.. A instancias de los más ardorosos y beligerantes, (y con la más que posible anuencia de algunas de nuestras autoridades, aunque no lo expresasen públicamente), tras escuchar la muchedumbre al emisario de valdepeñas, con el ánimo sobrecogido ante lo que este había contado de la atrocidad que se estaba desarrollando en la vecina villa, gran parte de los presentes se mostraron dispuestos a marchar a Valdepeñas para ayudar a sus gentes, concluye, solemne, D. Cosme... Y todo lo que le cuento, sigue, un atribulado, D. Cosme, quedó plasmado, por el clero local, testigo de los hechos, en escritos de 1814 sobre la historia de este pueblo insigne de Manzanares de La Mancha, contenida en el “Manuscrito de la Merced”...
“…Salió, pues, el seis por la mañana la caballería francesa para Valdepeñas, y salida, y aún apenas sabida la resistencia de aquel pueblo, se puso en movimiento Manzanares. Todos los índivíduos sin distinción de clases concurrieron al toque de rebato a las once del mismo día, y armados cada uno con las desiguales armas que suministraba la casualidad, trataron de salir al socorro de Valdepeñas, sin temer las divisiones que ya marchaban desde la Corte con la misma dirección…”
A los gritos de "abajo
 el francés", la muchedumbre se dispuso, sin más dilaciones, a partir a Valdepeñas, pero alguno de esos lugareños anónimos, tuvo la idea de acercarse hasta el hospital de sangre que el general Dupont, al paso del grueso de su ejército por Manzanares, díez días antes, mandó habilitar en el convento de los carmelitas descalzos. La idea prendió enseguida, y el encendido paisanaje se llegó a las puertas del convento con el fin de apropiarse de los fusiles y armas de fuego del centenar de soldados que allí estaban ingresados, enfermos o heridos, y de los 20 o 30 guardias que lo custodiaban… ...la suerte de la tragedia estaba echada!!, sentencia un peripatético D. Cosme,…

Lo que sucedió a continuación, mi querido reportero -prosigue D, Cosme su también encendido relato-.. el nudo gordiano y el meollo del trágico episodio vivido en Manzanares al mediodía de esa jornada del 6 de Junio de 1808, está todavía, hoy día, algo más de un siglo después, sujeto a controversia en cuanto a sus magnitudes, pero, en cualquier caso, la esencia del suceso también fue transcrita por nuestro clero local, testigo de los hechos en el Manuscrito de la Merced, en los párrafos que le entresaco:
“…en el primer impulso y tratando de armarse con más ventaja, van todos al hospital militar, y no creyendo pudiese la guardia tener la osadía de resistirlos, se presentan desarmados, se intima entreguen sus fusiles y los de los enfermos; pero imprudente la guardia dispara sobre el paisanaje; y algunos enfermos desde las ventanas tratan de ofender y sostenerse: entonces faltó la tolerancia, y rompiendo por todo estorbo, sin temor de balas ni bayonetas, unos paisanos desarmados y ofendidos atropellan cuanto encuentran, y se verificó una escena de sangre muy difícil de explicar, muriendo en la confusión algunos infelices que por la enfermedad estaban incapaces de pelear y de huir.. No fué posible al pronto evitar estas desgracias; pero al segundo momento, dando lugar la ira a la compasión, fueron puestos en seguro los demás y asistidos y curados con humanidad”.
Nuestros curas, en este relato, continua D. Cosme, ciertamente “barren para casa”, dulcificando la atrocidad de lo vivido en el hospital, y aunque dejan entreveer lo horripilante del escenario, también dejan preguntas en el aire”….. En primer lugar, el aguerrido paisanaje no era un regimiento bien pertrechado, pero si llevaba armas, incluso alguna escopeta…y, al verlos llegar los guardias del retén de soldados franceses que custodiaban el hospital, más que osados o imprudentes, como los curas comentan, resulta lógico que cerrasen las puertas del mismo y utilizaran sus armas desde las ventanas para intimidar a la gente, pero es casi seguro que dispararon al aire, pues no hay constancia alguna de civiles muertos en los registros parroquiales de defunción el día del asalto, ni en fechas inmediatamente posteriores; y tampoco hay mención en el Manuscrito de la Merced a heridos entre los atacantes. 

Imagen de Valdepeñas.

Lo más probable, -comenta D: Cosme- es que el pequeño número de soldados del retén, no más de 30, ante la vorágine humana que rodeaba el hospital, y golpeaba sus puertas, se sintieran atemorizados, y debieron pensar que si entregaban, sin resistencia, la fusilería a los exaltados lugareños, estos se calmarían y, con su objetivo cumplido, marcharían rápidamente a Valdepeñas sin causarles daño… Con esa idea, seguramente les abrieron paso y, enseguida, se dieron cuenta de su error, ante lo que les vino encima.. Los segadores más enfurecidos, los primeros en entrar, no se preocuparon solo en buscar y requisar el armamento, pues se abalanzaron sobre los guardias, y “escondidos” en el anonimato de la masa, atacaron con saña, y de manera impía, brutal y despiadada, a los enfermos que estaban allí ingresados, matando e hiriendo a bastantes de ellos…Pero, según los informes más fiables del suceso, parece ser que un grupo de sacerdotes de la villa, muy probablemente enviados allí por Sotomayor, y entre ellos quizá alguno de los que escribieron sobre este suceso en el Manuscrito de la Merced, entraron a gritos en el hospital, pidiendo el cese inmediato del ataque, y afeando a los lugareños su conducta asesina inhumana y anticristiana con los soldados franceses ingresados, …enemigos, si, pero enfermos e indefensos. 

Esa estrategia intervencionista del clero manzagato, seguramente la primera de las ideas y actuaciones decisivas para Manzanares del párroco Sotomayor en aquella terrible guerra, según lo que hemos sabido después, resultó muy eficaz y determinante, pues logró parar esa orgía de sangre en sus primeros momentos, a pesar de la ira y la rabia desatada de aquellas gentes…la actitud contundente, beligerante y admonitoria del curato de Manzanares, resultó capaz de morigerar el ánimo de los atacantes, que se retiraron, a los pocos minutos, con las armas francesas requisadas, dejando tras de sí una docena de muertes de entre los soldados franceses enfermos o heridos, pero sin hacer más daño al resto, mucho mayor, de la humanidad yacente de ese hospital de sangre, concluye con tono serio y solemne D. Cosme, esta parte crucial de su diserto.
Y esta que, aquí, le he contado, querido reportero, parece ser la crónica más aproximada y fidedigna del trágico episodio del hospital de sangre francés de Manzanares, aquel día terrible del 6 de Junio de 1808.. No fue, ciertamente, un día para presumir de día, en la grandiosa historia de días que tiene la villa de Manzanares de la Mancha, pues la ira y la rabia contenida de nuestra gente, agredida y humillada por el invasor francés, provocó sangre en el hospital de sangre, -dice con sentido patetismo D. Cosme- .En aquellos momentos iniciales del trágico episodio, prosigue, el odio superó a la bonhomía y buen sentido que siempre acompañó a nuestro hidalgo carácter, hasta que, por fortuna, parte del clero local, dirigido hasta allí por la impagable figura humana de D. Pedro Alvarez de Sotomayor, al que Manzanares deberá siempre un pedestal, consiguió atemperar la situación, devolviendo a aquellas exaltadas gentes parte de lo mejor de su espíritu, terminando, así, bruscamente, la tragedia criminal que nunca debió existir, pero que, por desgracia, puede aparecer, y aparece, en situaciones límite del ser humano…Solo cabe decir, concluye D. Cosme, que Dios y la historia perdonen ese baldón ignominioso, esa flaqueza de nuestro devenir histórico, considerando que se dio en un contexto de necesaria defensa de lo propio y de nuestros valores identitarios más profundos, no pudiendo empañar en modo alguno toda la mayoría de buenas acciones y extraordinarios episodios que adornan nuestra historia como pueblo…
Y ya es momento que usted, querido amigo, concluya esta dramática crónica, dejando para la que sigue el análisis pormenorizado de todo lo que se escribió y comentó de ella, para que sus lectores tengan totalizado todo lo que hay informado y escrito del episodio, y puedan estimar si les parece correcta y verosímil la versión aquí ofrecida, que ha intentado, a la luz de la lógica de los hechos, de las informaciones que se tienen del episodio, y de su contexto inmediato, aproximarse a la verdad del mismo,.. de uno de los más trágicos sucesos que ha vivido en su, por lo demás, magnífica historia, la villa de Manzanares de La Mancha..


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