¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

sábado, 24 de abril de 2021

295).RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: SOTOMAYOR…Y LOS “COMUNES” .

 Como le indiqué al concluir la anterior crónica, querido reportero -me dice D. Cosme- en esta, y sucesiva, le hablaré de cómo el Pastor de Manzanares de La Mancha, Frey D. Pedro Alvarez Sotomayor, intervino decisivamente en salvaguardar vidas y haciendas de los “comunes” de la villa. 

 

En una primera crónica, sigue D. Cosme, recordaremos la enorme aportación de D. Pedro al mantenimiento directo de la vida de su feligresía (algo que una generación entera de manzanareños, y su descendencia, nunca alcanzaría a poder valorar en su justa magnitud)… y, también, algún apunte de la posible relación que pudo tener Frey Sotomayor con el entramado de “confidentes” y otros comunes de Manzanares que, de una u otra manera, se comunicaban o participaban en acciones de las guerrillas, o intentaban, con evidente riesgo personal, y en el escenario de un pueblo atestado casi siempre de militares galos, provocar deserciones de soldados no franceses, que estaban integrados en el ejército napoleónico... 

En la crónica que seguirá a esta, continua D. Cosme, me referiré, específicamente, a la brillantísima estrategia financiera que también, seguramente, pergreñó D. Pedro Alvarez de Sotomayor, para salvaguardar parte de las haciendas de nuestros comunes… en la que, por el perfecto ensamblaje de acciones concatenadas, se ve, muy claramente, la mano del insigne párroco de la villa. Vamos ya, dice D. Cosme, con el contenido de esta primera crónica sobre Sotomayor y los comunes de Manzanares… Como buen Pastor que era, D. Pedro, vigiló y dirigió los pasos de todos los vecinos (comunes y nobles); pues para él, en el ejercicio de su labor pastoral, y tal como decía, habitualmente, en sus homilías o comentarios…”todos eran “feligreses”, todos hijos del mismo Dios, todos elementos de un mismo rebaño… que. la Providencia, le había dado, a él, la enorme responsabilidad de ser Pastor”.

 Recordando, ahora, como salvaguardó Sotomayor la vida de nuestros “comunes” durante él primer tiempo de ocupación francesa de Manzanares, sigue D. Cosme, empezaré refiriéndome al pacto no escrito que estableció tres años antes con el general Liger Belair, en el verano de 1808… posteriormente, refrendado con el general Sebastiani, el viernes santo de 1809, en el histórico y simbólico encuentro del “Cerro de la Agonía” . Este pacto, para los comunes de Manzanares, representó muchísimo en cuanto a la indemnidad física de nuestro paisanaje, tal como ya usted y sus lectores conocen de crónicas previas. Desde la ocupación de nuestra villa, en la semana santa de 1809 -sigue D. Cosme- y hasta mediados de 1812, en que finalizaron los dos años y medio de ocupación francesa de Manzanares, solo hubo tres muertes violentas entre nuestros paisanos: un comerciante llamado Ramón Merino Valdivieso, dueño de una tienda de mercería y comestibles, situada en la esquina de la Plaza con Empedrada, que fue asesinado por unos cuantos elementos de la división polaca, al momento de invadir Manzanares a primeros de Abril de 1809, y dos guerrilleros del pueblo, llamados Martín Pobeda y Alfonso Eugena, que fureron ajusticiados en nuestro castillo. 

Frey D. Pedro Alvarez Sotomayor.

Teniendo en cuenta que Manzanares era la capital de La Mancha francesa, donde estaba el Tribunal Criminal, y siendo epicentro de muchos aconteceres importantes de aquel tiempo, esa mortandad local fue insignificante, si se la compara con la que existió en la mayoría de los otros pueblos y villas de la provincia.. Sin duda, ese fue el principal objetivo que Sotomayor se marcó en aquel pacto, evitar muertes en nuestro paisanaje, y en eso fue en lo que puso el máximo celo,… Pero, sigue D, Cosme, como le indiqué al comienzo de la crónica quiero darle algún apunte más acerca de las actividades de D. Pedro en aquel tiempo, donde, aparte lograr con suficiencia, ese máximo objetivo de salvaguardar la vida física del paisanaje, hizo muchas otras cosas… y puesto que el título del relato da para hablar de “todo” lo que pudo concernir a la relación de Sotomayor con los comunes de Manzanares, me gustaría, sigue D. Cosme, comentarle algo de otras ciertas cuestiones, que también han de quedar en el espacio especulativo de la historia, pero que tienen gran probabilidad de verosimilitud…me refiero la relación que pudo tener D. Pedro con los paisanos que colaboraban con las guerrillas o el ejército regular, actuando de confidentes o espías en nuestro pueblo…Nada hay escrito sobre aquella posible o supuesta relación, pero si hay muchas circunstancias que permiten especular sobre la realidad de la misma…

 Haciendo algo de historia, continua D. Cosme, en la primera etapa de la guerra de la independencia que afectó a Manzanares, al principio del verano de 1808… al tiempo que Sotomayor, como párroco y miembro de la Junta Local de Manzanares, establecía su primer pacto con el general francés Liger Belair, el presidente de esa Junta local de Gobierno, y Alcalde Mayor de Manzanares: D. Juan Josef Miret, establecía estrechos contactos con el intendente general de La Mancha, Juan de Modenés, que condujeron al alistamiento de muchos jóvenes de la villa en el ejército regular español o en las guerrillas manchegas, bien como brigadistas activos, o permaneciendo en el pueblo en tareas de información o espionaje. Estos “comunes” de Manzanares, previamente seleccionados en secreto por el Alcalde Miret, participaron, con una gran eficacia, en diversas actividades patrióticas antifrancesas….destacaron, por ejemplo, en la interceptación de correos franceses en los aledaños de nuestra villa; o propiciando la deserción de militares extranjeros integrados en el ejército imperial napoleónico, que… o bien estaban desencantados de su participación en la guerra al lado de los invasores… o bien, por su espíritu aventurero, no les importaba demasiado “cambiar de bando” …

Aquellos paisanos nuestros, continua diciéndome D. Cosme, les facilitaban víveres y, también, información sobre caminos secundarios no conocidos por los galos, que les permitían alcanzar sin problemas las zonas controladas por tropas españolas. Al morir Miret en extrañas circunstancias, a las afueras de la villa, continua D. Cosme, ese entramado manzagato y, digamos, “patriota”, quedó aparentemente descabezado, pero pronto se pudo ver que siguió con igual intensidad en sus acciones… no se le escapará a usted que, para mantener esa gran eficacia, aquellos “comunes” de Manzanares debían estar bien nutridos de información…si, ahora le hago la consideración que la persona de la villa que más información tenia de los franceses y afrancesados, era la misma que más veces visitaba las casa de los “comunes” del pueblo, tampoco le será extraño el razonamiento que yo y cualquiera se haría, me dice D. Cosme… de manera directa o indirecta, Sotomayor tendría algo que ver en ello….. Ciertamente, de ser así las cosas, sigue D. Cosme, la sutil inteligencia de D. Pedro seguro que recurrió a transmitir ciertas noticias de enjundia (tránsitos de tropas o correos con información relevante, militares extranjeros instalados en Manzanares, etc), integrándolas en comentarios sin aparente importancia, o citándolas en claves preestablecidas con sus interlocutores durante las conversaciones de todos los días, en las distintas casas de la villa que frecuentaba de manera habitual….empleaba, pues, una manera indirecta, y sin que se notase; eligiendo casas e interlocutores concretos, que sabían apreciar y entender los comentarios que Sotomayor les hacía, para que, luego, esos vecinos transmitiesen lo más importante del contenido informativo a los patriotas que actuaban en Manzanares. 

Conociendo a D. Pedro, y asumiendo que participó en ese entramado patriota de Manzanares, esa manera indirecta e inteligente de actuar, fue, muy probablemente, su “modus operandi” en esas cuestiones, pues, sigue D. Cosme, Frey Sotomayor tenía muy claro que no podía ser descubierto de ninguna de las maneras y, desde luego, nunca fue relacionado en aquel tiempo con actuaciones antifrancesas… nadie sospechó nunca de él, aunque está claro que muchas de las acciones guerrilleras de “Chaleco” al sur de nuestra villa y de “Francisquete” al norte, interceptando correos o tropas francesas, tuvieron que contar con una información precisa, y bastante inmediata, del momento del tránsito por el camino de Andalucía de esas tropas o correos; espías muy bien informados, debían estar en el ajo de esas acciones…. y, quizá, alguno que vestía de sotana, concluye cachatudo D. Cosme… 

General Leger Belair.

Por otro lado, la continua proposición a la deserción que algunas gentes de la villa, en cuanto tenían ocasión, hacían a determinados militares en los puntos del pueblo que frecuentaban durante sus paseos, solo podrían llevarse a cabo, de manera oportuna, inmediata y suficientemente sigilosa, para no ser descubierta, si la conocían por alguien muy bien informado de todo lo concerniente a esos militares extranjeros, de las costumbres horarias y de los lugares que gustaban pasear… y, si, mi querido plumilla, nuevamente la imagen de D. Pedro se dibuja como el más probable muñidor y transmisor de esos datos a los “terminales” humanos más oportunos de la villa. De hecho, concluye D. Cosme, él mismo gustaba de subir y bajar los paseos del rio y otros lugares de la villa, acompañado de paisanos, franceses y afrancesados, en esa vorágine continua de contactos, en que Sotomayor convirtió la vida de sus días, para mejor protección de sus feligreses…y, en modo secundario, pero quizá más importante de lo que podría suponerse, también para los intereses patrios…

Ya puede usted dar por concluida esta crónica, querido reportero, me dice D. Cosme... que nos ha mostrado a un Sotomayor muy activo, inteligente y perspicaz en su relación con los comunes del pueblo….dejando para el siguiente relato la exposición de la brillantísima estrategia financiera que ideó, seguramente también, el Pastor y párroco de nuestra villa, para salvaguardar lo más posible, el muy exiguo patrimonio de los comunes de la nunca bien ponderada villa de Manzanares de La Mancha

 

jueves, 22 de abril de 2021

294). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: VIVENCIAS COMUNES…DE LOS “COMUNES”.

 El aldeano común de Manzanares –me comenta D. Cosme- al iniciar la crónica… era, antes de la guerra, y como corresponde a una villa fundamentalmente agrícola, casi siempre un labrador por cuenta ajena, aunque es verdad que, por la prosperidad de los terrenos de nuestra encomienda, y el tradicional carácter emprendedor de nuestro paisanaje, había más autónomos que en otras villas de la región. 

Estos labradores locales, pasaban casi todo el día en los campos, saliendo del pueblo al alba y volviendo al anochecer, aunque muchas veces pernoctaban largas temporadas en las quinterías y los caseríos, sobre todo en los tiempos más significados, del sembrado o las cosechas... Aparte esos comunes mayoritarios, continua D. Cosme, también había en Manzanares, bastantes paisanos que desarrollaban sus trabajos en el interior de la villa: Tenderos, panaderos, artesanos, albañiles, carpinteros, herreros, posaderos, molineros, etc… algunos eran dependientes, pero también había muchos autónomos con negocios propios, generalmente, de ámbito familiar… 

Además, por la importancia que había adquirido en ese tiempo Manzanares, existían bastantes empleados públicos de rango secundario (ujieres, mandaderos, etc..)… que desarrollaban sus trabajos en el Concejo, Encomienda, Pósíto, Postas, juzgados y otras diferentes instituciones de la villa. Pero todo cambió, sigue D. Cosme, con la invasión francesa de La Mancha, pues fueron muchos los “comunes” jóvenes de Manzanares, que abandonaron sus labores en el campo o en la villa, para integrarse en la guerrilla o en el reorganizado ejército regular.. quizá más en este último, por la estrecha relación que la Junta Local de Manzanares, estableció en años previos con el anterior intendente general de La Mancha, Don Juan de Modenés .. 

Esta diáspora de gentes jóvenes, sigue D. Cosme, y también la de familias completas, que marcharon de Manzanares para irse a vivir a sitios más tranquilos, alejados del Camino Real de Andalucía, (en general, otras villas manchegas o ciudades donde tenían familia que las podía acoger), redujo la población de los “comunes” de Manzanares, más o menos, a la mitad de la que tenía antes de empezar la guerra, en 1808; a costa de un envejecimiento significativo de la población que quedó en la villa…La escasez consecuente de mano de obra joven, sigue D. Cosme, hizo que se vieran muy alterados y disminuidos los laboreos y también las exiguas rentas, haciendas y patrimonios de las familias que se habían visto mermadas de sus elementos más jóvenes y activos… 

La actividad laboral menguó también muchísimo, al quedar en manos de la gente más mayor y trabajada…que, además, tenía miedo de salir fuera de las lindes del pueblo, temiendo ser abordada o atacada por alguna patrulla francesa…y es que, dentro de Manzanares, se notaban más seguros, sintiendo de cerca el tutelaje y la protección del Pastor de la villa, Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor. Por todos esas razones, la guerra, y la ocupación del pueblo por los galos, cambió mucho el día a día de las gentes comunes de Manzanares y, también, sus vivencias cotidianas, que se tornaron de gran penosidad, penurías y, a veces, de total y absoluta miseria, por el gran decaimiento de sus actividades laborales y, en consecuencia, de sus economías … Esas vidas y vivencias de nuestros “comunes”, se desarrollaban, además, en el entorno ruinoso que mostraba nuestra villa en 1811, sobre todo en el de sus propia casas, las más humildes del pueblo, muchas de ellas semiderruidas y agujereadas… y, por tanto, expuestas a las inclemencias del tiempo, tal como describí, sigue D. Cosme, en el relato anterior;…y, para más “inri”, había que añadirles algo que no vivían los comunes de otras aldeas vecinas, la sensación de opresión asfixiante que condicionaba en Manzanares la continua presencia de militares galos y de “afrancesados forasteros”, que, haciendo ostentación de su dominio y poder sobre cosas y personas, en sus edictos y pregones amenazadores e intimidatorios… y siempre “mirándoles de arriba abajo”, con desdén y distanciamiento, cuando se cruzaban por la calle; motivaron en nuestras gentes sencillas, una mezcla de sentimientos, todos ellos negativos, de: temor, ansiedad, desasosiego, hartazgo y desgana de vivir lo que estaban viviendo. 


Vieja imagen del Patrón de Manzanares, Nuestro Padre Jesús del Perdón.

El espíritu noble y generoso de los manzanareños, -continua, enfático y triste, D. Cosme- sentía con estupor y extrañeza, el yugo opresivo de “gentes forasteras” sobre sus vidas, haciendas y circunstancia, algo que no habían supuesto les llegaría a suceder jamás…y que les afligía y entristecía profundamente, como nunca habrían imaginado. La sensación de pérdida de libertad sobre sus cosas cotidianas, fue muy difícil de llevar para nuestros comunes de aquel tiempo, lo que se tradujo, no solo en una tristeza y melancolía generalizada, si no, también, en un incremento de depresiones y suicidios. Evidentemente, lo descrito, venía de la mano de todas esas enormes dificultades para subsistir, que fueron constantes, y cada vez más importantes e intensas, en esos años de guerra, para cualquiera de los “comunes” de La Mancha, viviese donde viviese.. El ejército francés, continua D. Cosme, pretendió, desde el minuto cero de la ocupación, hacerse con toda la producción agrícola de la región. Los embargos de cereales, ganado, animales de labor, enseres e, incluso, utensilios de todo tipo.. fueron continuos durante toda la guerra, afectando tanto a los “comunes”, como a los “nobles” de las villas… pues, ambas estirpes, estuvieron venidas muy a menos en aquel tiempo, donde no se libró casi nadie de padecer estrecheces, incluidas las aristocracias locales. La situación de los comunes que tenían sus laboreos en el pueblo era muy parecida a la del campesinado… sus vidas, tareas, producciones y vivencias estaban subsidiadas a lo francés;…y, en vez de sentir que trabajaban para el progreso de su familia, tenían la percepción, ciertamente real, de estar “dando” el producto de sus trabajos respectivos al invasor galo, con el duro sentimiento de pérdida de sus proyectos personales y de vida. 

Las contribuciones que los vecinos tenían que hacer a los franceses, afectaban a una treintena de elementos, entre los que destacaban: Trigo, cebada, pan, harina, legumbres, uva, vino, queso, aceite, paja, mulas, mantas, carruajes, y otros múltiples utensilios. La presión de esas contribuciones era enorme para las exiguas posibilidades de los “comunes” de cualquier aldea manchega, y esto motivo la rebeldía de los vecinos de algunas villas norteñas a Manzanares, como Herencia y Alcazar de San Juan, que sufrieron por ello, atroces represalias de los franceses…Si a esto se añaden los embargos forzosos que los galos hacían cuando la escasez de sus propios víveres era más manifiesta, como ocurrió durante la primavera y verano de 1811, en que el General Lorge se lamentaba en sus partes a Madrid de la falta de subsistencias …”por falta de cebada, tengo a los caballos a media ración….no puedo enviar pienso a Madrid ni tampoco las cien reses vacunas que se me piden, porque desde hace tiempo solo comían carne de cabra y carnero, saqueos, incendios de tierras de labor,” … usted y sus lectores, sigue D. Cosme, podrán hacerse una idea de lo que significó aquel tiempo en las vivencias de los “comunes” de Manzanares. 

Además, esas circunstancias, eran continuamente agravadas por la aparición de epidemias de disentería por razón de alimentos y aguas en mal estado… y , también, plagas de parásitos y hongos de distinto tipo que terminaban de esquilmar las menguadas cosechas de los escasos terrenos en cultivo activo. Las contribuciones de los vecinos para el abastecimiento del ejército y autoridades francesas de Manzanares, en esas circunstancias de penosidad y escasez, nunca eran consideradas suficientes por el gran elenco y necesidades de los invasores que teníamos asentados en nuestro suelo, desde luego, en un número significativamente mayor que en otras villas de la región… por lo que, a nuestro Concejo, por imposición y orden de los franceses que nos dominaban y oprimían, no le quedaba otro remedio que solicitar, frecuentemente, ayuda a Concejos de otras villas próximas, como Membrilla, La Solana, Tomelloso, Valdepeñas o Infantes….Si por entonces ya teníamos injusta fama de “afrancesados”, ahora se añadía la de “pedigüeños”, comenta irónico D. Cosme…Ni que decir tiene que eso trajo conflictos continuos entre los pueblos, que nunca recibían las compensaciones prometidas por el ejército y autoridades galas a sus contribuciones, por lo que, a lo de “afrancesados” y “pedigüeños”, en él concepto absurdo y equivocado que tenían de nosotros algunos pueblos vecinos, se añadía, ahora, lo de “esquilmadores” y “ladrones” para definirnos, como si tuvieran culpa los “comunes” de Manzanares de ser los más sufridores por la opresión gala, comenta, entre jocoso y malhumorado, D. Cosme… y, sigue… de nada servía en el ánimo y percepción de las aldeas vecinas hacía los manzagatos, que cualquiera de ellas fuera quien solicitase ayuda a Manzanares, (lo que también sucedió, alguna vez durante la guerra), ellos interpretaban la petición a nuestro pueblo, como la injusta y necesaria humillación por la subsistencia, que tenían que hacer a una villa de privilegiados como era Manzanares. Como ya he reiterado hasta la saciedad, dice D. Cosme, esa percepción no solo era injusta, era absolutamente incierta.. y totalmente alejada de la realidad de Manzanares.

Con lo por mi relatado, y por usted escrito, creo ha ido de bastante para esbozar como era el día a día y las vivencias de los “comunes” de Manzanares, ciertamente no muy agradable…. pero, he de decirle, antes de concluir, que esas vivencias cotidianas de los “comunes” manzagatos, durante los peores momentos de la guerra de independencia, en 1811…aún siendo malas, fueron bastante mejores que las que soportaron las gentes de otras villas manchegas…Ya imaginarán sus lectores quien fue el máximo responsable de esa mejor calidad comparativa de vida; que incluyó la indemnidad, casi total, de todos los vecinos (algo que no consiguió ninguna otra aldea manchega)…pues si, una vez más, el Pastor y líder de la villa, Frey Don Pedro Alvarez de Sotomayor. La estrategia inteligentísima que siguió Sotomayor en aquel tiempo, para aliviar, en lo posible, las penurias de los comunes de Manzanares de La Mancha, merece, sin duda, un capítulo aparte en estos relatos…el siguiente que sus lectores tendrán a la vista.

293). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: ESCENARIOS DE UNA VILLA OPRIMIDA.

 Hemos hablado mucho, querido plumilla -me comenta D. Cosme- de la importancia de Frey Sotomayor para Manzanares; también de franceses, “afrancesados”,guerrillas, personajes de cierta relevancia durante la ocupación gala y de aconteceres de enjundia, como los de la Logia o el Tribunal Criminal...

 

Todo quedó escrito ya, sigue D. Cosme, y creo que sirvió para tener una idea de los avatares vividos por la “aristocracia” local, (afrancesada y manzagata).. y para ir conociendo los acontecimientos de La Mancha y Manzanares en la etapa terrible de ocupación gala, pero, lo contado, elude como lo vieron y vivieron las gentes "comunes" de Manzanares... De eso, sigue D. Cosme; de lo que observaban las gentes comunes, en el día a día de aquel Manzanares; y de como era su vida, en lo general y lo particular, hablaremos ahora...y es que, lo escrito sobre conflictos bélicos de enjundia, se concreta en lo supuestamente más relevante, sin dar cabida a la intrahistoria vivida por la gente común…algo que, lamentablemente, suele quedar en el tintero de los historiadores, dice, solemne, D. Cosme... cuando -sigue- muchas veces, es casi tan importante como los eventos militares más significados, a la hora de entender porque las cosas en las guerras suceden de una manera o de otra.. 

Y como hay mucho a considerar, he creido conveniente, dice D. Cosme, dedicar esta primera crónica a narrar cómo estaba, y era, el pueblo que tenían ante sus ojos los vecinos de Manzanares.. y, en un segundo relato, esbozar como era la vida de esa gente común de Manzanares, ...para intentar plasmar, así, a sus lectores, eso que no queda casi nunca en los escritos de guerras; la vida de los que más las sufren; las gentes conocidas, en la terminología de esa época en España, como los "comunes". 

Y, como va de dicho, continua D. Cosme, en este primer relato, intentaré que sus lectores conozcan el aspecto de Manzanares, en el epicentro de la ocupación francesa. En los tiempos más duros de 1811, cuando el Tribunal Criminal mandaba al garrote, casi todos los días, a patriotas manchegos, el aspecto de Manzanares era tétrico.. Los contornos de la villa ofrecían una imagen desoladora. El suroeste, siguiendo el Paseo del Rio, mostraba, en casi toda su extensión, un aspecto ruinoso, con una hilera de casas abandonadas, quemadas y agujereadas, que iba desde el Parterre de San Isidro, (donde permanecían, amontonadas, las piedras chamuscadas de lo que había sido la Ermita de San Isidro)... hasta la Alameda y el comienzo del camino de Daimiel; estaba, todo así, desde hacía dos años, cuando la división polaca irrumpió en la villa y ocupó Manzanares. Más allá, se podían advertir enormes destrozos en los molinos de agua del Azuer. El molino grande, el chico y el de Moratalaz, eran un montón de ruinas, inoperativas para la molienda... El contorno norte de Manzanares, sigue D. Cosme, no ofrecía mejor aspecto, los destrozos eran enormes en el punto de confluencia de la callejuela de los Serrano con el camino de Madrid y el de Toledo, donde aún se podían advertir algunas piedras derruidas de lo que fueron las murallas inexpugnables que rechazaron varias veces a los Dragones de Latour, a final de 1808 y principio de 1809...

La que había sido magnifica y populosa Posada de Treviño, y el molino propio que tenía al lado, estaban en completa ruina, abandonados a su suerte. Enfrente, en el cementerio parroquial de la Virgen de Gracia, el escenario de muchos días también era bien tétrico. Las comitivas fúnebres de los ajusticiados en el castillo, arribaban allí tras recorrer las calles principales, para que la gente de la villa tomase conciencia de lo que podía pasar, si no se comportaban como les exigían los edictos del gobierno militar, “pregonados” con frecuencia en sitios estratégicos del pueblo. Durante el trayecto funebre al cementerio, se "voceaban" los nombres de los que iban a ser enterrados, y la fecha de los próximos ajusticiamientos, a la vez, se "recordaba" que cualquiera que diera cobertura a “maleantes" o que colaborase con ellos, acabaría también, reo de muerte... Además, por entonces, eran tristemente frecuentes en ese cementerio, enterramientos de pobres sin nombre, que aparecían muertos en las lindes de caminos cercanos a Manzanares. 

    Plaza de la Constitución 1900..

En el casco antiguo, y en el núcleo vital del pueblo, continua D. Cosme, el mobiliario urbano estaba más conservado, aunque no faltaba, de cuando en cuando, la imagen de casas ruinosas, y alguna que otra tienda destartalada y en desuso; incluso en La Plaza Mayor, o en Empedrada, la calle más comercial de la villa de Manzanares. También existian bastantes casas "cerradas" y deshabitadas, trasunto de la, casi, mitad de los habitantes huida a otros lugares o, bien, incorporada a la milicia o las guerrillas.. Las actividades comerciales o artesanales y los mercadillos en plazas del pueblo eran escasas, comparadas con las del populoso Manzanares de preguerra.. Los franceses evitaban el mercadeo en la Plaza Mayor, manteneniéndola diáfana para sus tropas, y los festejos taurinos, bailes y teatro, que allí se organizaban (con la anuencia o instigación de Sotomayor), tal como contamos en crónicas previas. En la calle del Carmen, y en contraste con otras desolaciones, destacaban por su buen aspecto los Palacetes del Marques de Salinas..y, poco más allá, el de los Merinos, muy atildado de símbolos masónicos, por tener allí instalada la Logía de Manzanares. Otras calles clásicas: Real, Ancha, Empedrada o Trompas, mostraban casas solariegas bien conservadas, al fin y al cabo, allí vivía la aristocracia local, dando acogida a los ricos afrancesados forasteros del entramado del poder civil de Manzanares.. En los patios de esos palacetes, eran habituales las tertulias de nobles y afrancesados de la villa, "organizadas en la sombra" por Sotomayor, en las que él participaba, para su control cotidiano del mundo francés.. Toda esa relativa opulencia, contrastaba con el deterioro de las pequeñas casas de los comunes de la villa, que no tenían casi nada, y no podían ni adecentar su aspecto... 

La Plaza del Castillo, sigue D. Cosme, mostraba el efecto de la guerra... gruesas empalizadas de madera rodeaban el castillo, fortificándolo, pero afeando el imponente aspecto que las ocultas murallas de tapial le daban, otrora... En el entorno, ruinas y desolación.. restos de piedras y madera de lo que fue ermita del Santo Sepulcro y dos enormes edificios: el convento de los carmelitas y el hospital de la Virgen de Gracia; derruidos para usar sus maderas y piedras, en el parapeto del Castillo… La estancia de la división polaca en Manzanares, también se notaba en los destrozos de varias posadas del eje viario Cárcel-Empedrada-Toledo que, antes de la invasión, eran señuelo de Manzanares, para hospedaje de gentes que transitaban el Camino Real de Andalucía. Sin embargo, sigue D. Cosme, a diferencia de lo que sucedió en villas próximas, y por influencia del Pastor de Manzanares sobre las autoridades galas, el patrimonio eclesial sufrió poco, aparte la destrucción de las ermitas del Santo Sepulcro y de San Isidro y la conversión en hospital del convento de Franciscas de la calle Real... El resto de ermitas de la villa fueron respetadas, y también la Catedral, donde solo quedó “ocupado” el campanario de su torre, que los franceses convirtieron en observatorio...

Los paisanos, desde la Plaza, podían atisbar, durante las horas de luz, en las ojivas del campanario, los vivos colores de los uniformados soldados que ejercían de vigías, con modernos catalejos que avistaban la llanura que rodea Manzanares...nadie que se acercase a la villa escapaba a la vista de los franceses, desde esa inmejorable ubicación... En lo cotidiano, generalmente al alba o al anochecer, eran frecuentes las idas y venidas de tropas antiguerrilleras, ya que tenían su base de operaciones en Manzanares...Esos vigías, también atisbaban contingentes más grandes, que transitaban a Madrid o Andalucía... y que, cuando atravesaban el pueblo, eran objeto de la curiosidad del paisanaje, que los observaba con una mezcla de asombro, admiración y temor.. Por fuera de lo urbano, los campos y caserios de quinteria de nuestra rica encomienda, ofrecian un triste aspecto de abandono, aunque se veía actividad en algunos de ellos, que no era percibible en otras villas cercanas.. concluye D. Cosme...

Y con lo referido, querido crónista, doy por terminado el relato, que ha pretendido hacer un pequeño "retrato" de como era, y se "veía", por los "comunes" de la villa su propio terruño ...dejando, para el próximo relato, un esbozo personal de como yo pienso, vivíeron, y sintieron, esos "comunes" nuestros, "en sus carnes y espíritus", aquel terrible tiempo de ocupación gala de Manzanares de La Mancha....



miércoles, 7 de abril de 2021

292). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912. SOTOMAYOR Y LOS AFRANCESADOS.

 Mi querido reportero, dice D. Cosme para iniciar el relato, he querido encabezar así esta crónica, parafraseando el título de la obra "Sotomayor y los franceses", escrita en 1867 por el granadino, D. José Rodríguez Garrido, en la que ese autor novela la decisiva interacción de Frey Sotomayor con los franceses, en el tiempo que medió entre el asalto al hospital de sangre francés y el encuentro del ejército francés con D. Pedro y Nuestro Padre Jesús del Perdón, un año después, en el Cristo de la Agonía…

 y le he dado ese título, continua D. Cosme, para resaltar la posterior, y también decisiva, relación entre el mundo afrancesado y galo, asentado en Manzanares, de 1810 a 1812, y nuestro Pastor. Ciertamente, en esta etapa de la guerra, D. Pedro Alvarez de Sotomayor se mantuvo muy activo a la hora de preservar la vida de nuestro paisanaje… Desde el púlpito, daba directrices a su feligresía, acerca del comportamiento que era mejor mantener, para vivir en la mayor dignidad la opresión y humillación que imponían a sus vidas los franceses.. De otra parte, D. Pedro tuvo controlado el “ambiente francés” del pueblo, tanto en su constante y frecuente relación con el ámbito militar, como con el entramado civil galo de Manzanares, compuesto casi en su totalidad de “españoles forasteros afrancesados”. Ya hemos hablado y escrito, sigue D. Cosme, de la cercanía y estrecha relación que D. Pedro estableció con los gobernadores militares, Darmagnac y Lorge… y también lo hemos hecho de la Logia de Manzanares, y de como Sotomayor se las ingenió para buscarle locales, donde tenía, más o menos, controladas sus actividades, ya que los afrancesados relevantes de Manzanares, compaginaban sus labores administrativas en la encomienda, justicia, Concejo, etc… con su participación habitual en la Logia…

D. Pedro, también se las ingenió para buscar vivienda a los afrancesados forasteros que fueron llegando a Manzanares. En general, les buscaba habitáculo en casas de familias acomodadas de su confianza,.. lo que le permitía saber donde localizar a todos y cada uno de los afrancesados más relevantes del pueblo, y también conocer los momentos mejores para acudir a visitar esas casas y contactar con ellos, propiciando, con la complicidad de los dueños, tertulias, comidas o simples visitas de cortesía, donde nuestro habilísimo Pastor, “echaba su anzuelo verbal”, “pescando” informaciones de los afrancesados, al tiempo que sembraba en su ánimo la simpatía hacía nuestro pueblo, al que presentaba como noble, pacífico y trabajador…

Dicho todo esto, sigue D. Cosme, aunque ese entramado relacional montado por Sotomayor tenía la finalidad comentada, también es verdad que permitió a mucha gente relevante de Manzanares, tomar contacto con algunos hábitos cívicos de la Francia Ilustrada, al convivir, en el día a día, con las autoridades francesas y afrancesadas de La Mancha. En las tertulias y conversaciones, franceses y afrancesados proclamaban las virtudes del raciocinio humano y sus logros en ciencias y artes, asegurando que la razón debía ser el factor decisorio más importante en el desarrollo de la humanidad, por encima de las tradiciones, el costumbrismo, las religiones e, incluso, la acción política… Pensamiento, sigue D. Cosme, ciertamente muy atractivo para quien lo escuchaba, pero que contrastaba mucho con los hábitos acendrados de nuestra gente, en los que la jerarquía de valores ponía muy por encima del hombre y de su razón, a la figura del Rey en política terrenal...y a Dios, como referente de sus vidas y actos, en el plano religioso; que, en aquel momento y tiempo, era el elemento director más importante del comportamiento de las gentes españolas, muy por encima, incluso, de la sumisión política al Rey... 

  Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor.

Al margen de las dificultades que ese choque de valores representaba, continua D. Cosme, los manzagatos tuvieron la suerte de estar entre los primeros manchegos y españoles que tomaron contacto con ese pensamiento ilustrado, que pronto revolucionaría, para bien, el desarrollo y el progreso humano; y que, extraido de todo lo malo que nos trajo Galia, representó un añadido de valor al hábito hidalgo que acompañaba a los manzanareños en su carácter castellano.. y sigue, erudito, D. Cosme…a la bonhomía natural, estricto sentido de la justicia, espíritu solidario y laboriosidad austera, propios de ese carácter hidalgo, muchos vecinos de Manzanares, empezando por el mismo Sotomayor, supieron valorar lo de positivo que tenía el pensamiento ilustrado y, en mayor o menor medida, lo empezaron a incorporar a su conciencia personal de la vida y de las cosas. 

Al fin y al cabo, reflexiona D. Cosme, el sentido común y la lógica natural que impone la observación de las cosas, siempre fue uno de los aspectos fuertes de las gentes manchegas.. que, por ese rasgo, siempre han estado muy capacitadas para reconocer, e incorporar a su coleto personal, aquello que puede ser útil y bueno, en si mismo…Quizá por esa razón, sigue, y derivado de aquel tiempo de ocupación, en que las gentes de nuestra villa conocieron de primera mano, y antes que otra gente de La Mancha esa forma de pensamiento crítico, que ponía a la razón como avanzadilla del conocimiento científico, el arte y, en general, los saberes humanos.., Manzanares, acabada la guerra, y a lo largo del siglo XIX, destacaría en la región, en su desarrollo como pueblo, a causa del número de gentes que abrazaron en su trayectoria vital esa forma de pensamiento ilustrado. Los nombres del médico Alfonso González-Mellado, la poetisa Francisca Díaz-Carralero o el político liberal, militar y poeta, Francisco González-Elipe, son ejemplos prototípicos de manzanareños insignes que utilizaron ese pensamiento en sus distintas actividades, destacando entre las gentes de su tiempo… y es curioso que, lo mismo que hacía muy bien Frey Sotomayor, estos ilustres paisanos supieron separar perfectamente el uso aplicado de su razón critica a la vida convencional, en su trabajo y actividades humanas, de sus profundas creencias religiosas…

Posiblemente, de nuevo, el sentido común “sanchopanzesco” de las gentes manchegas, sirvió de mucho a esos y a otros insignes manzanareños, para no vivir, contradictoriamente, el raciocinio con la anuencia a los principios de su fe religiosa… De hecho, continua D. Cosme, el mismo Sotomayor, en su concepción de la vida, abogaba con el ejemplo de su propia actividad diaria, basada, sí, en principios cristianos, pero muy activa, reflexiva lógica y racional en la plasmación cotidiana de sus actos.. algo que se apreciaba en muchas de sus homilías, catequesis o, incluso, en charlas informales, como las que mantuvo en aquel tiempo con los más ilustrados, cultos e intelectuales afrancesados y masones, afincados en Manzanares… como pudieron ser: D. Antonio de Porras, el prefecto D. Florentino Sarachaga y, sobre todo, los hermanos Estela, tres sacerdotes exclaustrados, muy cultivados, que tras abrazar la causa francesa por interés personal y, quizá, subyugados por el movimiento ilustrado, en el que justificaban su deserción eclesial… vinieron a vivir a Manzanares, desde su Daimiel natal, como parte de la “corte” civil afrancesada del rey intruso José I. Debieron ser muy atrayentes e instructivos muchos de aquellos debates y tertulias entre afrancesados ilustres, Sotomayor y otros vecinos de la villa…

 Algunos afrancesados ilustrados se jactaban ante Sotomayor y los paisanos, de saber compaginar los principios religiosos del catolicismo y los de la razón ilustrada e, incluso, los de la masonería.. Otros, como los hermanos Estela, decían tener superada la rémora de la religión en sus vidas.. y algunos más, simplemente, abominaban y se mofaban de todo lo religioso… No sabían con quién se estaban “jugando los cuartos”… Sotomayor, tan culto, riguroso y firme en sus creencias como cualquiera de los tertulianos…y, posiblemente, el más inteligente y sutil de todos, no se arredaba nunca, ni en el tono de sus palabras, ni en el argumentario…. es más, buscaba “acalorar” la tertulia, para que sus interlocutores “se fueran de la boca”… y lograr, así, el máximo rendimiento informativo en su objetivo de siempre, la protección máxima al paisanaje manzagato, sin renunciar nunca a defender sus principios e, incluso, hacer algo de catequesis a sus “descarriados” oyentes, en lo que era un maestro consumado, comenta, con sorna, D. Cosme. Era fácil para D. Pedro, sigue D. Cosme, bastaba con reiterar su propio y habitual discurso, donde siempre planteaba un cristianismo muy humano, reflexivo y, en gran medida, racional…solía comentar en sus homilías, en sus catequesis o en charlas informales, que: …“El mensaje de la Pasión de Cristo, es punto de confluencia entre lo que dicta la fé y lo que indica la razón…es el mensaje humano de Cristo, que da su vida por la humanidad.. pero que, al tiempo, deja a esa humanidad la libertad y responsabilidad individual de utilizar su razón para abrazar, o no, ese mensaje solidario y de máxima entrega”... y, concluía “Un acto de fe a principios religiosos, mostrados con semejante generosidad por quien los propone, se convierte, por quien los asume, en un acto de razón”

Y de usted aquí por concluido el relato, mi querido plumilla, que creo ha ido de bastante en su objetivo de mostrar lo más relevante de la relación entre los “afrancesados” de Manzanares y el gran Pastor de nuestro pueblo, Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor, al que tanto debe en su historia, y en la vida de sus gentes, la no menos insigne villa de Manzanares de La Mancha… que, por ese primer tiempo del siglo decimonónico, fue también pionera en la Mancha en la utilización del pensamiento ilustrado….

 

291). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: “VECINOS AFRANCESADOS”.

En la anterior crónica, me dice D. Cosme. le hablé de la Logia masónica de Manzanares y también le comenté que sus miembros más destacados eran forasteros, unos españoles “afrancesados”, llegados a Manzanares de la mano gabacha,…Le indique, además, que casi todos ellos formaron en la villa el entramado civil de la administración regional francesa, (Prefectura, Tribunal Criminal, Logia…)…ya que Manzanares ostentaba la capitalidad manchega…

 

Todo esto no fue casual, continua D. Cosme, ocurrió así tras que los galos no consiguieran integrar a ningún paisano en la cabeza de su entramado civil, a pesar de lo mucho que lo intentaron. Eso no quiere decir, sin embargo, -continua D. Cosme- que en Manzanares no hubiese ningún vecino que, por unos u otros motivos, colaborase con los franceses y, por lo tanto, pudiera tildársele de “afrancesado”;… de alguno de ellos, y de sus motivaciones le contaré algo después... pero lo primero, antes de nada, es resaltar, en honor a nuestros antecesores y paisanos de aquella época, que la inmensa mayoría de los que, previamente a la llegada de los galos, tenían su empleo público (en oficinas, escuelas, pósitos, encomienda, ayuntamiento o juzgados, por citar solo los centros neurálgicos más importantes en la actividad civil de las villas).... prefirieron perderlo en lugar de prestar juramento al Rey intruso, José I, al tiempo de su entronización. 

Esta actitud, digamos “patriota”, de los aldeanos manchegos, si bien fue frecuente en casi todas las villas, se manifestó con un particular sello e intensidad en Manzanares, lo que es menester reiterar, siempre que viene a cuento, como ahora mismo, para acallar todos esos comentarios insidiosos, provenientes de pueblos vecinos, acerca de un presunto afrancesamiento de nuestra villa. La realidad, sigue D. Cosme, distó muchísimo de eso. De hecho, querido plumilla, los galos, teniendo en cuenta su difícil historia anterior con nosotros, no se extrañaron mucho de la actitud claramente renuente del paisanaje a participar en el entramado cívico-social y administrativo que estaban montado Ese fue un aviso más que la gente de Manzanares dio a los invasores, acerca de lo que pensaban de ellos y del Rey impuesto, Jose I… remata, así, D. Cosme su introducción al relato… Como le dije antes, continua, este relato versara, precisamente, sobre nombres, causas y razones de algunos de los muy escasos “vecinos afrancesados” que sirvieron a la causa gala, en mayor o menor grado, y por distintas motivaciones. En general, continua D. Cosme, existieron dos tipos básicos de afrancesados, los que podíamos llamar “activos” y los que se podían etiquetar de “pasivos”… Los “afrancesados activos” tomaron la decisión de asumir la causa francesa por convencimiento o interesadamente (los menos)... o por entender que era lo mejor para supervivir sin problemas (los más). Era común a esos dos subgrupos, sigue D. Cosme, el convencimiento de la superioridad militar gala, que hacía imposible la victoria española y, por tanto, intentar mantener la guerra solo produciría más dolor y muertes de compatriotas. En general, nadie de esos se planteaba que volvieran a suceder cosas como lo de Bailen, que cambiasen de nuevo del curso de la dominación francesa.. y, de ahí, de esa certeza, en poco tiempo les llevaba a plantearse la dominación gala, como lo menos malo que podía pasarle a España y a sus gentes…Porque, por una parte, prosigue D. Cosme, ya nadie ignoraba el dominio que ejercía el imperio napoleónico en el mundo y, de otra, el desprestigio de los dos últimos borbones de la corona española, era notorio tras la humillante capitulación de Bayona y la desidia, corrupción y enfrentamientos previos entre padre e hijo (Carlos IV y Fernando VII)… ambas razones, pesaron bastante en que algunos españoles se decantasen por lo francés, a lo que había que añadir en casi todos ellos, el miedo a la pérdida del empleo, a las multas o represalias e, incluso, a la propia seguridad física, lo que justificó, sobre todo a los que podríamos llamar “afrancesados pasivos”, que sin duda fueron mayoría … 

  José I, Bonaparte.

Realmente, continua D. Cosme, al menos en aquel tiempo de guerra, fueron muy escasos los españoles que abrazaron lo francés por convicción personal, en base a lo atrayente del movimiento ilustrado, contaban más, entonces, en el ánimo de la mayoría, los aspectos negativos que los positivos, a la hora de valorar lo francés… pesaban mucho más los hechos de la imposición, de la rapiña y de los crímenes de los “abanderados de la Ilustración”… que los principios de igualdad, libertad y fraternidad, que proclamaba ese, su movimiento ilustrado,... que tanto prometía…y que, a los españoles, nos estaba mostrando, continua y descarnadamente, todo lo contrario. 

En Manzanares, desde luego, en aquellos años de ocupación francesa. sigue D. Cosme, no se conoce que ningún vecino se declarase afrancesado o masón por convicción…. pero si tuvimos el caso relevante de un “afrancesado de conveniencia”, D. Agatino Chacón Narváez y Castelli, ostentador del marquesado de Salinas en aquel entonces. Si uno recuerda su trayectoria vital, continua D. Cosme, llega a la conclusión que se trataba, como decimos “aquí”, de un “aprovechao”, un arribista y un “vividor” que ya en Palermo había tenido problemas con la administración inglesa por su afición al juego y la venta fraudulenta de antigüedades…Por esas razones, decidió irse a vivir a Manzanares en 1804, con la excusa de vigilar y controlar su patrimonio del marquesado de Salinas. 

Se casó en el pueblo con la ciudarrealeña María de las Mercedes del Forcallo Pintado, cuya familia poseía tierras en Manzanares… Nada más llegar a Manzanares los franceses, sigue D. Cosme, D. Agatino marchó en 1808 a Madrid, a rendir pleitesía al rey intruso,.. y, como oportunista que era, aprovechó para influir en el contencioso judicial que mantenía con el Conde de Casa Valiente, sobre su Patrimonio manzagato, aduciendo, insidiosamente, que el padre del actual Conde de Casa Valiente, había sido miembro del Consejo Real borbónico… Inicialmente, le salió bien la jugada, ganando el pleito, pero tras la derrota francesa en Bailen, el 30 de Julio de 1808, “el tiro le salió por la culata”… tuvo que huir a Francia, abandonando sus propiedades manzagatas. Nuestro Concejo, procedió a requisar todos sus bienes y haciendas durante el tiempo que se mantuvo Manzanares liberado de franceses, pera nada más que estos volvieron a la carga contra España, D. Agatino, el muy ladino (rie, D. Cosme, por el rimado) se las ingenió para que, por intercesión directa del mismísimo Napoleón Bonaparte, se le permitiera, primero, volver a Manzanares y, una vez allí, maniobrar para recuperar todo su Patrimonio, al que, se cuenta, consiguió con malas artes, añadir algunas tierras que no le pertenecían.

Otro de los pocos casos de afrancesamiento de conveniencia en un vecino de la villa, aunque por motivaciones muy diferentes, como verá ud. enseguida, me dice D. Cosme, fue el del antiguo escribano de la encomienda. Alonso Ibañez, quien, posiblemente por fidelidad, o compromiso, con el Administrador de la misma, D. Martín de Urquiaga y Aguirre, se adhirió a la causa francesa, siguiendo a su Jefe, pero, por su comportamiento posterior, es probable que no diese asentimiento mental a su propia decisión, seguro que influida, además, por la idea de la pérdida del empleo y el temor a la situación familiar sobrevenida, al ser padre de tres hijos. Fuesen cuales fuesen sus razones, continua D. Cosme, lo cierto es que los galos le destinaron a un puesto muy ominoso, que le dejaba en muy mal lugar a los ojos de todo el pueblo…ni más ni menos, que Secretario de Cámara del Tribunal Criminal de La Mancha, Allí, su actuación se caracterizó por una permanente actitud de ayuda a testigos y acusados que, más de una vez, causó recelos en los propios miembros del Tribunal. Toda esa actitud de Alonso Ibañez, afloraría al término de la guerra, cuando se juzgó su vasallaje al francés… El, adujo que “se resistió cuanto pudo, pero que finalmente no tuvo más remedio que ejercer interinamente, sin nombramiento de José I y del ministro de justicia, sin haber jurado la Constitución y además sin sueldo o con uno muy pequeño”…

Algunos testimonios hablaron, también, a favor del escribano Alonso… por ejemplo, sigue D. Cosme, solía animar a los presos con un dicho que le hizo popular entre ellos “ya que Dios o el demonio me han puesto aquí an de lograr alivio asta que por una me echen a los demonios”. En otro testimonio, D. Ramón Diaz del Castillo. alférez de caballería y escribano de Tembleque, que participó como testigo en algún juicio, comentó de Alonso Ibañez, que actuaba por altruismo… “por complacer a los españoles en sus asuntos y negocios, más que por adisión al mencionado Gobierno franzes”….Según otros testimonios de testigos o presos, Ibañez les ayudada siempre, aconsejándoles comportamientos o actitudes ante los distintos miembros del Tribunal Criminal. Les advertía, por ej, que era imprudente contrariar a su Presidente, Blas de Quesada, poseedor de fuerte carácter y que multaba enseguida a quien se mostraba displicente o, a su juicio, cometía una falta leve... Según pasaban los meses y, quizá, abrumado ante lo que veía, y descontento consigo mismo por mantener su servidumbre a la causa gala, Alonso Ibañez reforzó todavía más esa actitud benefactora hacia testigos y reos, con evidente riesgo de ser descubierto. Llegó al extremo de sugerirles lo que debían declarar, y como hacerlo, y la conveniencia, o no, de presentar atenuantes…. Por último, terminó haciendo algo mucho más grave, que le pudo costar la vida, de haber sido descubierto… ayudo a escapar a algunos presos, y, al transcribir las declaraciones de los juzgados, las modificaba muy sutilmente, y con gran habilidad, sin que nunca lo notase el Tribunal, lo que sirvió a más de uno para salir absuelto o librarse del garrote vil…

Y con lo relatado, querido plumilla, termina D. Cosme su perorata, puede usted dar por concluida la crónica, que espero sirva a sus lectores para hacerse una idea de las muy diferentes razones y cuitas particulares, que llevaron a muchos españoles a profesar la causa francesa…Y de entre ellos, hubo tiempo para contar, los que, quizá, fueron los casos más significados que hubo en Manzanares de vecinos afrancesados, con dos motivaciones y actitudes tan diferenciadas como la noche y el día..