¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

jueves, 22 de abril de 2021

293). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: ESCENARIOS DE UNA VILLA OPRIMIDA.

 Hemos hablado mucho, querido plumilla -me comenta D. Cosme- de la importancia de Frey Sotomayor para Manzanares; también de franceses, “afrancesados”,guerrillas, personajes de cierta relevancia durante la ocupación gala y de aconteceres de enjundia, como los de la Logia o el Tribunal Criminal...

 

Todo quedó escrito ya, sigue D. Cosme, y creo que sirvió para tener una idea de los avatares vividos por la “aristocracia” local, (afrancesada y manzagata).. y para ir conociendo los acontecimientos de La Mancha y Manzanares en la etapa terrible de ocupación gala, pero, lo contado, elude como lo vieron y vivieron las gentes "comunes" de Manzanares... De eso, sigue D. Cosme; de lo que observaban las gentes comunes, en el día a día de aquel Manzanares; y de como era su vida, en lo general y lo particular, hablaremos ahora...y es que, lo escrito sobre conflictos bélicos de enjundia, se concreta en lo supuestamente más relevante, sin dar cabida a la intrahistoria vivida por la gente común…algo que, lamentablemente, suele quedar en el tintero de los historiadores, dice, solemne, D. Cosme... cuando -sigue- muchas veces, es casi tan importante como los eventos militares más significados, a la hora de entender porque las cosas en las guerras suceden de una manera o de otra.. 

Y como hay mucho a considerar, he creido conveniente, dice D. Cosme, dedicar esta primera crónica a narrar cómo estaba, y era, el pueblo que tenían ante sus ojos los vecinos de Manzanares.. y, en un segundo relato, esbozar como era la vida de esa gente común de Manzanares, ...para intentar plasmar, así, a sus lectores, eso que no queda casi nunca en los escritos de guerras; la vida de los que más las sufren; las gentes conocidas, en la terminología de esa época en España, como los "comunes". 

Y, como va de dicho, continua D. Cosme, en este primer relato, intentaré que sus lectores conozcan el aspecto de Manzanares, en el epicentro de la ocupación francesa. En los tiempos más duros de 1811, cuando el Tribunal Criminal mandaba al garrote, casi todos los días, a patriotas manchegos, el aspecto de Manzanares era tétrico.. Los contornos de la villa ofrecían una imagen desoladora. El suroeste, siguiendo el Paseo del Rio, mostraba, en casi toda su extensión, un aspecto ruinoso, con una hilera de casas abandonadas, quemadas y agujereadas, que iba desde el Parterre de San Isidro, (donde permanecían, amontonadas, las piedras chamuscadas de lo que había sido la Ermita de San Isidro)... hasta la Alameda y el comienzo del camino de Daimiel; estaba, todo así, desde hacía dos años, cuando la división polaca irrumpió en la villa y ocupó Manzanares. Más allá, se podían advertir enormes destrozos en los molinos de agua del Azuer. El molino grande, el chico y el de Moratalaz, eran un montón de ruinas, inoperativas para la molienda... El contorno norte de Manzanares, sigue D. Cosme, no ofrecía mejor aspecto, los destrozos eran enormes en el punto de confluencia de la callejuela de los Serrano con el camino de Madrid y el de Toledo, donde aún se podían advertir algunas piedras derruidas de lo que fueron las murallas inexpugnables que rechazaron varias veces a los Dragones de Latour, a final de 1808 y principio de 1809...

La que había sido magnifica y populosa Posada de Treviño, y el molino propio que tenía al lado, estaban en completa ruina, abandonados a su suerte. Enfrente, en el cementerio parroquial de la Virgen de Gracia, el escenario de muchos días también era bien tétrico. Las comitivas fúnebres de los ajusticiados en el castillo, arribaban allí tras recorrer las calles principales, para que la gente de la villa tomase conciencia de lo que podía pasar, si no se comportaban como les exigían los edictos del gobierno militar, “pregonados” con frecuencia en sitios estratégicos del pueblo. Durante el trayecto funebre al cementerio, se "voceaban" los nombres de los que iban a ser enterrados, y la fecha de los próximos ajusticiamientos, a la vez, se "recordaba" que cualquiera que diera cobertura a “maleantes" o que colaborase con ellos, acabaría también, reo de muerte... Además, por entonces, eran tristemente frecuentes en ese cementerio, enterramientos de pobres sin nombre, que aparecían muertos en las lindes de caminos cercanos a Manzanares. 

    Plaza de la Constitución 1900..

En el casco antiguo, y en el núcleo vital del pueblo, continua D. Cosme, el mobiliario urbano estaba más conservado, aunque no faltaba, de cuando en cuando, la imagen de casas ruinosas, y alguna que otra tienda destartalada y en desuso; incluso en La Plaza Mayor, o en Empedrada, la calle más comercial de la villa de Manzanares. También existian bastantes casas "cerradas" y deshabitadas, trasunto de la, casi, mitad de los habitantes huida a otros lugares o, bien, incorporada a la milicia o las guerrillas.. Las actividades comerciales o artesanales y los mercadillos en plazas del pueblo eran escasas, comparadas con las del populoso Manzanares de preguerra.. Los franceses evitaban el mercadeo en la Plaza Mayor, manteneniéndola diáfana para sus tropas, y los festejos taurinos, bailes y teatro, que allí se organizaban (con la anuencia o instigación de Sotomayor), tal como contamos en crónicas previas. En la calle del Carmen, y en contraste con otras desolaciones, destacaban por su buen aspecto los Palacetes del Marques de Salinas..y, poco más allá, el de los Merinos, muy atildado de símbolos masónicos, por tener allí instalada la Logía de Manzanares. Otras calles clásicas: Real, Ancha, Empedrada o Trompas, mostraban casas solariegas bien conservadas, al fin y al cabo, allí vivía la aristocracia local, dando acogida a los ricos afrancesados forasteros del entramado del poder civil de Manzanares.. En los patios de esos palacetes, eran habituales las tertulias de nobles y afrancesados de la villa, "organizadas en la sombra" por Sotomayor, en las que él participaba, para su control cotidiano del mundo francés.. Toda esa relativa opulencia, contrastaba con el deterioro de las pequeñas casas de los comunes de la villa, que no tenían casi nada, y no podían ni adecentar su aspecto... 

La Plaza del Castillo, sigue D. Cosme, mostraba el efecto de la guerra... gruesas empalizadas de madera rodeaban el castillo, fortificándolo, pero afeando el imponente aspecto que las ocultas murallas de tapial le daban, otrora... En el entorno, ruinas y desolación.. restos de piedras y madera de lo que fue ermita del Santo Sepulcro y dos enormes edificios: el convento de los carmelitas y el hospital de la Virgen de Gracia; derruidos para usar sus maderas y piedras, en el parapeto del Castillo… La estancia de la división polaca en Manzanares, también se notaba en los destrozos de varias posadas del eje viario Cárcel-Empedrada-Toledo que, antes de la invasión, eran señuelo de Manzanares, para hospedaje de gentes que transitaban el Camino Real de Andalucía. Sin embargo, sigue D. Cosme, a diferencia de lo que sucedió en villas próximas, y por influencia del Pastor de Manzanares sobre las autoridades galas, el patrimonio eclesial sufrió poco, aparte la destrucción de las ermitas del Santo Sepulcro y de San Isidro y la conversión en hospital del convento de Franciscas de la calle Real... El resto de ermitas de la villa fueron respetadas, y también la Catedral, donde solo quedó “ocupado” el campanario de su torre, que los franceses convirtieron en observatorio...

Los paisanos, desde la Plaza, podían atisbar, durante las horas de luz, en las ojivas del campanario, los vivos colores de los uniformados soldados que ejercían de vigías, con modernos catalejos que avistaban la llanura que rodea Manzanares...nadie que se acercase a la villa escapaba a la vista de los franceses, desde esa inmejorable ubicación... En lo cotidiano, generalmente al alba o al anochecer, eran frecuentes las idas y venidas de tropas antiguerrilleras, ya que tenían su base de operaciones en Manzanares...Esos vigías, también atisbaban contingentes más grandes, que transitaban a Madrid o Andalucía... y que, cuando atravesaban el pueblo, eran objeto de la curiosidad del paisanaje, que los observaba con una mezcla de asombro, admiración y temor.. Por fuera de lo urbano, los campos y caserios de quinteria de nuestra rica encomienda, ofrecian un triste aspecto de abandono, aunque se veía actividad en algunos de ellos, que no era percibible en otras villas cercanas.. concluye D. Cosme...

Y con lo referido, querido crónista, doy por terminado el relato, que ha pretendido hacer un pequeño "retrato" de como era, y se "veía", por los "comunes" de la villa su propio terruño ...dejando, para el próximo relato, un esbozo personal de como yo pienso, vivíeron, y sintieron, esos "comunes" nuestros, "en sus carnes y espíritus", aquel terrible tiempo de ocupación gala de Manzanares de La Mancha....



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