¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

lunes, 29 de junio de 2020

266. RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: SEBASTIANI SE ACHICA... Y SOTOMAYOR SE REPLICA.


Le recordaré, mi querido cronista, me dice D. Cosme al iniciar este relato, que cuando Sotomayor, como máxima autoridad civil y eclesial de Manzanares, se volvió a reunir en nuestro castillo con el general Sebastiani, el 25 de Abril de 1809;… algo que sucedía por primera vez. tras su legendario encuentro en el altozano del Cristo de la Agonía, encontró una persona muy diferente.. recelosa e insegura, y eso que no había pasado ni un mes de aquel mítico encuentro… 
Sotomayor, al que no se le escapaba una, advirtió inmediatamente ese drástico cambió en el ánimo del general francés, cuya nueva actitud le recordó mucho a la que advirtió en el general Liger Belair cuando, escaso de tropa y fuerzas, arribó a Manzanares, un día después del trágico episodio del asalto y la matanza de una docena de militares franceses en el hospital de sangre que existía en nuestra villa. Con la agilidad mental que le caracterizó siempre, Sotomayor decidió, a los pocos instantes de su conversación con el taciturno Sebastiani, replicar la misma actuación que tuvo con Liger Belair;.. y utilizando su brillante oratoria, continua D. Cosme, desarrolló un discurso de valores humanos y cristianos, (principios a los que también se debía Sebastiani) con el suficiente poder de convencimiento, como para lograr, en ese primer diálogo, el objetivo máximo que siempre perseguía nuestro buen pastor, la indemnidad de su paisanaje, con el compromiso, en contrapartida, que ninguno de esos paisanos agrediría nunca a ningún soldado francés. 
En los primeros momentos de esa conversación, prosigue D. Cosme, y con Frey Sotomayor seguramente embutido en su hábito de párroco, para dar aún más relevancia espiritual al sentido de su discurso…D. Pedro, afeó a Sebastiani la mala conducta de la soldadesca del contingente polaco de Valance para con nuestro pueblo y nuestras gentes en aquel Abril de 1809… y, tal como actuaba Sotomayor, probablemente puso en brete moral a Sebastiani, recordándole el pacto mutuo de no agresión, al que llegaron hacía menos de un mes… Me atrevería a asegurar, continua D. Cosme, que D. Pedro, sabiendo ser efectista cuando convenía a la situación, llevó consigo a esa reunión el fajín verde con el que el general rubricó aquel acuerdo. 
Lo cierto fue que Sebastiani, ante un discurso moralizante, como el de Sotomayor, tuvo que asumir la queja, y disculparse por lo sucedido y los desmanes de sus tropas polacas en Manzanares, reafirmándose en el compromiso mutuo de no agresión, lo que, en última instancia, era lo que buscaba Sotomayor en aquel encuentro. Pero claro, continua D. Cosme, el perspicaz Pastor de Manzanares se dio cuenta de las dudas y el desasosiego que embargaba a Sebastiani, y no dudó en “meter varias cuñitas de las suyas” en el diálogo que mantuvieron, para lograr ganarse la estima del general francés…algo que se deduce de lo que si nos dio a conocer la historia posterior en más de una ocasión… el respeto e, incluso, la confianza que, desde entonces, tuvo Sebastiani en Sotomayor… Muy probablemente, replicando exactamente lo que hizo con Liger Belair, meses antes, D. Pedro, apeló al sentido cristiano de la vida, y eludió cualquier otra connotación política o mundana,..y, seguramente, en esa misma idea de réplica, se ofreció a Sebastiani para actuar como mediador en situaciones conflictivas con autoridades locales de otras villas, mostrando al general francés, (para terminar de replicar de manera completa su anterior encuentro con Liger Belair) su disposición adicional para aconsejarle, desde la perspectiva exclusiva del catolicismo que ambos profesaban, en algunas tomas de decisión difícil.. Naturalmente, esto caló en el ánimo del apesadumbrado Sebastiani, Sotomayor se había ganado no solo su respeto. también su consideración… 
Pero, como consecuencia de estos acontecimientos, en el futuro inmediato, Sotomayor se volvió a ganar también la desconfianza de algunos paisanos y ciertas autoridades de villas próximas, que vieron esta relación entre Sebastiani y D. Pedro, como una componenda de nuestro Pastor… o, en el peor de los casos, como una muestra de su “afrancesamiento”. Esta leyenda acompañaría, de nuevo, a Sotomayor durante toda la estancia de los franceses por tierras manchegas… algo que, lejos de molestar al párroco, en cierto modo le satisfacía, pues podía utilizar esos dimes y diretes en beneficio propio, según convenía a la situación, y según con quien hablase. Tendremos ocasión, querido plumilla, de contar varios pasajes alusivos a esta leyenda, que dejaran diáfana la habilidad de Sotomayor en utilizarla… y también, en varios de los citados episodios, se mostrará bien claramente que, por encima de las circunstancias y las actitudes, Sotomayor fue un gran patriota español en lo político, que siempre buscó, a toda costa, y primero de todo, la indemnidad de la gente de Manzanares, utilizando, como más convenía a ese propósito, las circunstancias inmediatas de las personas que tuvo que tratar en el entorno francés y en el español… ahí, y en eso, fue un auténtico maestro, un Maquiavelo bien intencionado con su pueblo, concluye enfático, brillante, y elocuente, D. Cosme, esta parte de su disertación....Y tan patriota era Sotomayor que, tal como hizo en su momento con el intendente de Ciudad Real, Juan de Modenés, -prosigue convincente D. Cosme- es casi seguro que tampoco dudó un instante en ser, quizá, el primero de los dirigentes locales manchegos, en hacer llegar al jefe de las tropas españolas en la Mancha, general Venegas, el notición de un Sebastiani, confuso y desconcertado ante la situación que se estaba produciendo entre su tropa, por las múltiples y continuas emboscadas y acciones guerrilleras de las tropas españolas. Sin duda, esas informaciones, supusieron un refuerzo importante a la moral de combate de Venegas y su ejército; y otro “enganche de confianza” de Sotomayor y Manzanares, hacía otro de los que habrían de ser protagonistas en muestra villa durante esta guerra de la independencia, en este caso, el máximo dirigente del ejército español de La Mancha, el citado general Venegas…algo de lo que habrá constancia en relatos sucesivos…
Y es que, Sotomayor, sabiendo mejor que nadie la importancia estratégica que daban a Manzanares los dos ejércitos en liza, integró muy pronto en su ánimo y razón algo que no le gustaba mucho, pero que había que aceptar, Manzanares, fuese cual fuese el devenir y los avatares de la guerra, iba a estar constantemente en el candelero de la misma…y, por tanto, en aras de su principal objetivo como Pastor y líder político de la villa, precisaba de una buena relación con unos y con otros, algo que hubiera sido seguramente imposible de lograr para cualquiera que no tuviese la determinación, la inteligencia y la claridad estratégica de Sotomayor …y esa, sin duda, mi querido reportero, fue una gran suerte para Manzanares, contaba con el mejor líder de los posibles…que, además, siempre estuvo por encima de todos los demás líderes, ajenos y propios… remata, orgulloso y convincente, Don Cosme....Pero eso si, continua, desde el primer minuto de aquel encuentro entre Sebastiani y Sotomayor, nuestro Pastor y Manzanares no lo tuvieron nada fácil, y no siempre lograron todo lo que les hubiera gustado conseguir… Por ej, Sotomayor, apelando al carácter eclesial de ambos inmuebles, intentó convencer, sin éxito, a Sebastiani, para que no derribase el Convento de los Carmelitas ni la Ermita del Santo Sepulcro, en el entorno de la Plaza del Castillo, con cuyos materiales y maderas residuales mandaría el general francés construir una empalizada que reforzaría toda la periferia del castillo. Ciertamente, el estado ruinoso en que se encontraban, Convento y Ermita, antes de su demolición, no jugó a favor de la petición de D. Pedro, que prefirió asumir los hechos consumados, seguramente a cambio de lograr del general francés nuevas promesas de indemnidad para nuestra gente, como contrapartida a que Sebastiani iba a reclutar a los hombres útiles de la villa para colaborar con los soldados galos en la citada fortificación del castillo. 
Los últimos días de Abril, y los primeros de Mayo, mientras se construía esta empalizada, las noticias que llegaban a Sebastiani en Manzanares, desde Santa Cruz de Mudela, Puertollano, Cózar, Valdepeñas, Alhambra, Infantes o La Solana, distaban de ser halagüeñas, cada día se acumulaban nuevas cuitas y malos presagios, provenientes de los incidentes que estaban sucediéndose en esos lugares…Habida cuenta de los mismos, Sebastiani decidió trasladar su cuartel general de Daimiel a La Membrilla, porque, así, lo ubicaba en el eje viario que alcanzaba La Solana, Alhambra e Infantes, mientras nuestro reforzado castillo, cercano al nuevo cuartel, serviría de dique a posibles arribadas de tropas españolas por el camino de Andalucía, desde Santa Cruz de Mudela, Almuradiel o Valdepeñas…lo que es seguro también, es que la ausencia de revueltas en nuestra villa, por entonces, en un ambiente tan crispado, fue una de las causas que más reforzó en Sebastiani la autoridad y la capacidad de compromiso de Sotomayor con el pacto que ambos tenían juramentado.
Pero a pesar de estas últimas decisiones, los problemas para Sebastiani continuaron, el triunfalismo de marzo quedó en el olvido en solo dos meses, y la suerte cambió de nuevo de bando, los contingentes españoles por el sur de La Mancha presionaban un poco más cada día….Y lo peor de todo fue que el propio Sebastiani comenzó a dudar de sus posibilidades para mantener la enorme línea de extensión de su frente de batalla; recordó para si, lo sencillo que le resultó a él romper, dos meses antes, el parecido frente español, cuando alcanzó Sierra Morena en un “pis-pas”, intuyendo que algo similar llegaría a ocurrir ahora, pero en sentido contrario, favorable a los ejércitos españoles. Y esos malos presagios de Sebastiani adquirieron carta de naturaleza, cuando tras advertir esos temores a sus mandos de Madrid, el mariscal Jourdan le escribió otra carta, a vuelta de correo, donde se ratificaban los temores de Sebastiani, pues se le autorizaba, en caso necesario, a retirarse por detrás del Guadiana, dejando el castillo de Manzanares en “estado de defensa”, como último baluarte sureño del ejercito de Francia en La Mancha, añadiendo que si el enemigo se presentaba con fuerza, debía retirarse…La suerte parecía echada para Sebastiani, su retirada al norte con todo su ejército estaba cercana, y una nueva situación de libertad para Manzanares en esa guerra de la independencia se atisbaba inminente..
Pero de todo eso, de lo que estaba por llegar, concluye D. Cosme, le hablaré largo y tendido en las sucesivas crónicas que he de narrarle, pues está ya fue de bastante para su cometido, que no era otro que el de hacer partícipes, a usted y los lectores de las mismas, de cómo evolucionó la particular relación entre el jefe de la tropa francesa destacada en la Mancha y el Pastor de Manzanares, en aquel proceloso y cambiante tiempo para la insigne y nunca bien ponderada villa de Manzanares de La Mancha…


265. RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: SEBASTIANI REFORZO EL CASTILLO Y MALEÓ SU ALMA.

Estimado plumilla, doy a esta crónica el título que le doy, porque, por una parte, refleja bastante bien el motivo del general Sebastiani para quedarse un tiempo en Manzanares, tras su llegada a la villa el 25 de Abril de 1809…y, también, de otra parte, por el cambio que advirtió Sotomayor en el espíritu del general francés... magnánimo y conciliador, el día 31 de marzo de 1809, cuando impuso su fajín a la cintura de Nuestro Padre Jesús del Perdón... y tiempos en los que, satisfecho de si, decía en sus escritos que; “La Mancha es una hermosa provincia enteramente sometida”…

Pero tornado, ahora, solo unos días después, en un personaje altivo, receloso y vengativo…cuando dice en similares escritos suyos que: “La Mancha es una tierra malsana, habiendo comenzado una epidemia contagiosa alarmante que también he padecido” (quizá una gripe)... Y se preguntará usted, mi querido plumilla, que estaba ocurriendo para ese cambio drástico de actitud en Sebastiani, triunfador incuestionable en La Mancha, solo tres semanas antes...

Pues le cuento ya, me dice D. Cosme... Tras la debacle del ejército de La Mancha, por la pésima estrategia de sus mandos, Cartaojal y Abadía, la Junta Central Suprema Gubernativa los relevó del puesto, poniendo de responsable máximo al general Venegas; y al general Lapeña, como Jefe de Estado Mayor. 

Ambos, comenta D. Cosme, militares avezados y de prestigio, nada más hacerse cargo de la situación caótica existente, pusieron “manos a la obra”, reorganizando a las tropas desperdigadas por Sierra Morena, y llegando a juntar unos catorce mil efectivos. Venegas, estableció su cuartel general en Santa Elena y, allí, organizó también grupos de paisanos armados, que, junto a pequeños grupos de militares, a lo largo de Abril de 1809, siguiendo caminos de campo, alcanzaban las retaguardias francesas, y ocupaban por sorpresa pueblos y villas que. Sebastiani, en su vertiginoso avance hasta Sierra Morena, había dejado desguarnecidas, tal fueron los casos de Consuegra y, sobre todo, Madridejos y Tembleque…que, transitoriamente, dejaron incomunicado a Sebastiani con Madrid, rememorando lo sucedido a Dupont antes de su desastre en Bailen…Estas ocupaciones, prosigue D. Cosme su relato, y las noticias continuas de bajas en las tropas francesas de la región, a causa de emboscadas de las guerrillas y contras del ejército manchego, como las ocurridas en Almuradiel, El Viso y Arenas de San Juan, alarmaron a Sebastiani de manera extremada, al punto de hacerle perder los estribos, y en una actitud desconocida en él, hasta entonces, llevarle a enviar edictos amenazadores a las Juntas Locales de Gobierno de las villas del entorno, en los que avisaba que: “en donde se diera muerte a un francés, se detendría a cuatro vecinos; y si en dos jornadas no se hallaba al criminal, ahorcaría a los cuatros”...


Aún más grave que todas esas escaramuzas guerrilleras, sigue D. Cosme, resultó el cruce de Sierra Morena, en la zona norte de Córdoba, por un contingente numeroso de ejército español, al mando del brigadier Zerain,… que, de manera intrépida y sucesiva, ocupó en unos días, Almodóvar del Campo, Puertollano y Almadén.. Al poco, otros regimientos españoles tomaron Villamanrique e Infantes. Se podía decir que, como en el verano de 1808, la Francia imperial volvía a encontrar dificultades en La Mancha, después de un a paseo triunfal, solo “molestado” en Manzanares…Por eso, -me dice enigmático, y poseído de la gloria de su pueblo, D. Cosme-, no sería de extrañar que la principal razón por la que Sebastiani se desplazó a Manzanares, el día 25 de Abril de 2019, no fuese la que se dio como oficial… observar en un lugar estratégico, como nuestra villa, la convulsa situación en el territorio manchego… 
Yo pienso –sigue D. Cosme- que temía, sobre todo, la reconquista de Manzanares por el ejército español, lo que habría supuesto la pérdida de la “joya manchega”…ese símbolo de resistencia llamado Manzanares de La Mancha.

Cuando Sotomayor supo de la presencia en la villa de Sebastiani, se presentó en el Castillo como máxima autoridad de Manzanares, pero nada me sorprendería, dice D. Cosme, que lo hiciese embutido en su hábito de párroco, para darle a esa “puesta en escena” un tono clerical, que pusiera en desventaja al general francés, cuando se contrastasen.. la evidencia de los hechos, con las promesas previas y la actitud, digamos “poco cristiana”, que estaba tomando Sebastiani…Y, por lo que se dijo de aquel primer reencuentro de Sotomayor y Sebastiani;… el siempre convincente y determinado Pastor de Manzanares, logró, de nuevo, su propósito mayor en ese trance, preservar a los pobladores de Manzanares de la insidia francesa…De hecho, Sebastiani, reconoció que, en el caso de Manzanares, sus hombres no habían estado a la altura del compromiso de ambos en el Humilladero de San Cristobal, y le pidió, por ello, disculpas a Sotomayor... 
Para más desasosiego de Sebastiani, nada más llegar a Manzanares, se enteró, por el general francés Rey, que su guarnición de La Solana, a menos de cuatro leguas y media de Manzanares, había perdido diez hombres, apresados en Infantes por tropas españolas. Esa proximidad, y la noticia que le llegó por la noche, referente a que Venegas, con su grueso de ejército, había pasado Despeñaperros, y se acercaba a Santa Cruz de Mudela, debió alarmarle lo bastante, como para temer también por nuestra villa.. y. entonces, tomó la decisión inmediata de quedarse en Manzanares...y, enseguida, desarrollar la idea de fortificar nuestro castillo, del que dijo: “..que es más considerable y se encuentra en mejor estado de lo que creíamos al principio…tan grande que puede recibir 800 o 900 hombres de guarnición y, sin embargo, 300 pueden defenderlo..”

Sin dilación, al día siguiente de su llegada, 26 de Abril, continua su diserto D. Cosme, Sebastiani dio la orden de iniciar los trabajos de fortificación del castillo de Manzanares reclutando unos mil obreros, con la movilización forzosa del paisanaje útil de la villa, Por la premura de tiempo, y la falta de materiales, Sebastiani ordenó demoler el ya muy dañado Convento de los Carmelitas Descalzos, frente al castillo; la pequeña Ermita del Santo Sepulcro, situada entre ambos edificios y otros inmuebles del entorno, propiedad del marques de Salinas... terminando, así, con la historia de dos elementos significados del Patrimonio manzagato ,-comenta, muy entristecido, D. Cosme-. Con las maderas y piedras obtenidas, se construyó enseguida una especie de empalizada de protección, que rodeaba toda la fortaleza… Las obras, desarrolladas a ritmo infernal, terminaron en los primeros días de mayo de 1809…y, en todo ese tiempo, el castillo se aprovisionó de abundante agua, galletas, vino, aceite, tocino, legumbres y otros víveres, así como leña bastante para dar sustento, durante dos meses, a una guarnición de 300 hombres…y también se dotó a nuestro castillo de moderno material de artillería, traido de Madrid el día 9 de mayo.

Es momento, querido plumilla, de dar fin al relato, por ser ya de bastante lo contado, para dar cuenta de la fortificación del Castillo de Manzanares; de las cuitas padecidas en ese tiempo por el, hasta entonces, imparable ejército francés; y de lo que todo eso maleó el alma de su jefe máximo, general Horacio Sebastiani, ante la escrutadora mirada del Pastor de Manzanares, Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor… que, tomando nota de todo lo que observaba, puso a trabajar su preclara mente, en la tarea de reelaborar su estrategia protectora de la vida y hacienda de su gente manzagata, para los tiempos que se avecinarían… Y le sugiero, me dice D. Cosme, para rubricar su crónica, y como corolario de la misma, incluya usted, querido reportero, los párrafos del “Manuscrito de la Merced” que dan cuenta de todo ello, y de los desmanes previos que causó en la villa de Manzanares de La Mancha, la división polaca del ejército imperial napoleónico….

Esto escribió, al respecto, nuestro clero local, en el citado Manuscrito de la Merced…
“Después de la batalla desgraciada de Ciudad Real, perdida en ventisiete de marzo, el General Sebastiani, que mandaba el 4º Cuerpo del Ejército francés acantonó en Manzanares la División Polaca al mando del General Valence, compuesta de los tres regimientos, 4º, 7º y 9º, cuyo número ascendía a siete mil hombres y siete piezas de artillería Holandesa. Su entrada fué el dos de abril de 1809, permaneciendo hasta el día 13 de junio; en cuya espera sufrió todo género de saqueos, malos tratamientos, ruina de muchos edificios, especialmente del Convento de Carmelitas, cuya fábrica e iglesia fueron destechadas y quitadas todas las maderas para reforzar el Castillo y formación de empalizadas; sujetando a los paisanos, como en otro tiempo Faraón a los israelitas, a toda clase de trabajos con dureza, rigor y malos tratamientos. La cosecha de granos abundante en el año anterior de 1808, fué conducida con diecinueve galeras o furgones a las villas de Daimiel, Solana y Membrilla, para subsistencia de las otras divisiones francesas, ó más bien para venderla. Entre los crueles y sanguinarios ninguno igualó entre los jefes enemigos al Coronel del Regimiento 9º de Polacos, el Príncipe Sokouski, que se complacía en atormentar a la Junta con peticiones imposibles y amenazas llenas de terror, prisiones y otros insultos.

sábado, 20 de junio de 2020

264). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: LA RESURRECION POLACA

Título así la crónica, querido reportero. porque el domingo, dos de abril de 1809, al término de la semana santa local, ya bien entrado el día, y concluida al alba esa procesión que “quien madrugó no vió”, en que la imagen del Cristo redivivo recorre las arterias principales de la villa, también “resucitó” en Manzanares la muy cruel, inefable, violenta e indisciplinada división polaca, que ya habíamos sufrido por nuestros lares el verano anterior, cuando transitaban hacia Sierra Morena, antes de la batalla de Bailén.

 Y es que, prosigue D. Cosme, a pesar de las buenas intenciones y las promesas de no agresión del general Sebastiani a nuestro pueblo, solo dos días antes, rubricadas con la anudación de su fajín verde en la cintura de Nuestro Padre Jesús del Perdón...cuando los 7.000 soldados que formaban los regimientos 4, 7 y 9, de la citada “división polaca”, irrumpieron en la villa por el Paseo del Rio, nada más entrar en él, por el camino de Daimiel, se implicaron en una desenfrenada orgía de saqueos, destrucción y violencia, haciendo caso omiso a las instrucciones que Sebastiani le había dado, al también general Valance, al mando de dichas tropas, para que evitase violencias, si no eran atacados. Ciertamente, Valance, sigue D. Cosme, o no supo, o no quiso, refrenar a sus indisciplinados y violentos soldados, que dejaron por el suelo el espíritu de fraternidad que proclamaba la Francia ilustrada de aquellos tiempos.. En esa vorágine desaforada, y en ese día de la “resurrección polaca”, la infame soldadesca de Valance asoló y rapiñó una gran cantidad de viviendas del Paseo del Rio, dando fuego a muchas de ellas, con la excusa que estaban abandonadas, y presuponiendo que sus moradores habían huido, a incorporarse a las guerrilla, o se habían alistado en el ejército español de La Mancha.. y aunque, para algunos, eso pudiera coincidir con la realidad, la mayoría de la gente que vivía en esas casas, destruidas ese día por esa tropa canallesca, seguían en ellas, o estaban refugiados en caseríos o quinterías, propias o ajenas, en los aledaños de la villa.

Para completar la infamia y el desafuero, sigue un D. Cosme entristecido con su propio relato, al llegar las tropas cabeceras de la división polaca al extremo del citado paseo, en su confluencia con la entrada a la villa del Camino Real de Andalucía, aun insatisfechos de sus desmanes y tropelías, la emprendieron desaforadamente, e inusitada saña, contra la coqueta ermita de San Isidro, muy popular en aquel tiempo entre los labradores y campesinos de Manzanares… en muy pocos minutos la destrozaron y prendieron fuego, arrumbando para siempre con esa porción de historia de nuestro patrimonio eclesial…

Completada esa orgía de destrucción y fuego en el Paseo del Rio, prosigue D. Cosme, Valance entró en la villa y, ya en La Plaza, se supone que, como jefe de la nueva tropa de ocupación, tuvo su primer contacto con Sotomayor. No sabemos que ocurrió en ese primer contacto, pero lo cierto es que, momentáneamente, cesó la violencia de los ocupantes. Conociendo a Sotomayor, como ya le vamos conociendo de múltiples episodios previos, y teniendo en cuenta todo lo que el general Sebastiani le había prometido dos días antes, acerca que la actitud de cualquier tropa francesa que llegase a Manzanares no sería agresiva, si no sufría ataques del vecindario, es casi seguro que no se achicó ante el general Valance…y que, de alguna manera, le mostró su disgusto, y le afeó lo que sus tropas acababan de hacer, incumpliendo el pacto mutuo de no agresión que su propio mando, el general Sebastiani, había concretado con él para la villa de Manzanares. Valance debió ser sensible a esos argumentos, al menos en parte, porque sus soldados, aunque siguieron mostrándose hoscos y pendencieros ante la población, indisciplinados con las órdenes de sus mandos y muy descuidados en su indumentaria (de esto último viene, me dice entre paréntesis D. Cosme, que el término “polaco”, inicialmente alusivo a la nacionalidad mayoritaria de aquella soldadesca, acabó por asimilarse para definir a cualquier sujeto tosco y desaseado), cesaron en su violencia desaforada de aquel infausto 2 de abril de 1809, y la población pasó la noche tranquila.. Sin embargo, Sotomayor, al día siguiente, cuando tomó conciencia de la magnitud de los destrozos ocasionados en el Paseo del Rio, y la completa destrucción de la ermita de San Isidro, quedó conmocionado e intranquilo ante la dantesca visión que tuvo ante sus ojos… y se las arregló para, de algún modo, seguramente con algún reporte desde el Ayuntamiento, hacer llegar a Sebastianí lo que había sucedido en Manzanares, sin que mediase provocación alguna… y, aunque Valance, seguramente también, se disculpase ante su jefe máximo, aduciendo que si habría existido alguna agresión al paso de su tropa, Sebastiani, por la magnitud de lo sucedido, y los antecedentes de la tropa polaca, debió dar bastante crédito a las quejas de D. Pedro Alvarez de Sotomayor… pues, en algo inhabitual en tiempos de guerra, advirtió severamente a Valance por los hechos, tras hacerse cargo, el día 4 de abril, del informe que mandó realizar a su jefe de estado mayor, general Franceschi, sobre la actitud de las tropas imperiales en los diferentes lugares y villas donde estaban destinadas. Franceschi, desde su cuartel general de Daimiel, comentó en su informe que, efectivamente, en algunos pueblos de La Mancha, las tropas francesas habían cometido irregularidades de distinta gravedad, afirmando que mientras en La Solana y Daimiel no hubo incidentes, en otros, como Valdepeñas y Manzanares habían existido destrozos, aunque el informe los minimizaba, así: “las casas de los que habían huido fueron hundidas sus puertas para los alojamientos y era difícil protegerlas en tales condiciones, aun cuando los habitantes que quedaron en su lugar fueron protegidos”…,pero ningún comentario de los expolios habidos, ni tampoco mención alguna a la destrucción de la ermita de San Isidro, algo que un católico estricto como Sebastiani, recibió con gran desagrado, y una noticia que, a buen seguro, incluyó Sotomayor en su probable reporte con todo lujo de detalles, para colocar de su parte a Sebastiani. 

Con todo y con eso, continua D. Cosme, a pesar de unos ánimos más calmados, durante los dos meses y medio que permanecieron en Manzanares las tropas de Valance, no dejaron de producirse incidentes y agresiones frecuentes de la indisciplinada soldadesca polaca hacia la gente común de la villa, haciéndose famoso entre nosotros un excéntrico y sanguinario personaje, conocido como príncipe Sokonski, coronel del noveno regimiento; quien, con pedidos imposibles a la Junta Local de Gobierno de Manzanares, preñados, luego, de amenazas e insultos soeces cuando, como casi siempre sucedía, no recibía satisfacción a sus desproporcionadas demandas... Menos mal, que estaba al frente de Manzanares Frey Sotomayor, que con su infinita paciencia estratégica, y su mucha mayor inteligencia, supo capear el temporal, no entrando nunca al juego de provocaciones, aparentando que trabajaba todos los días en las demandas de Sokonski, pero sin concretar ninguna… con frecuencia, Sokonski olvidaba sus propias peticiones, ya que para él tenían un sentido casi exclusivo de divertimento personal…era un sádico, que disfrutaba con la zozobra de los demás… Sotomayor, que se dio cuenta enseguida, manejó a Sokonski con su habitual habilidad, evitando a las gentes de Manzanares expolios importantes de sus haciendas y enseres…aunque lo que no pudo evitar fue el primer asesinato de un paisano civil de Manzanares, al menos del primero que es reconocido así en los archivos parroquiales, me refiero, sigue D. Cosme, a D. Ramón Merino Valdivieso, por aquel tiempo ministro del juzgado de la villa, a la par que dueño de una reputada tienda de mercería y comestibles, muy bien situada... en la Plaza Mayor, haciendo esquina con la calle Empedrada. Como otros muchos paisanos, había huido de Manzanares, con su esposa y su familia, justo a la entrada de Valance y sus tropas, para ir a refugiarse en algún caserío de su propiedad o en alguna villa cercana.. Lo cierto fue, sigue D. Cosme, que alguien debió avisarle que, aprovechando su ausencia, los soldados `polacos habían entrado en su establecimiento, desvalijándolo, D. Ramón decidió volver a la villa, encontrando su comercio destrozado y con unos cuantos "polacos", al parecer ebrios, en su interior. No se sabe muy bien como se desarrollaron las cosas, aunque uno, sigue D. Cosme, puede imaginar que el Sr. Merino afeó a los soldados allí presentes lo que habían hecho con su establecimiento, y debió conminarles a que se marchasen del mismo… luego, parece que discutieron acaloradamente, se enzarzaron en una pelea desigual y D. Ramón Merino resultó muerto. Este episodio tensó mucho más de lo que ya estaba la situación entre los paisanos y la tropa de "polacos"… que, además, dice con sorna D. Cosme, se daban con más frecuencia de la debida a los buenos caldos del lugar, y muchas veces se les veía por las calles del pueblo borrachos y pendencieros…

 El 25 de Abril de 1809, continua D. Cosme, el mismo Sebastiani apareció por Manzanares, para valorar como estaban las cosas por nuestro suelo, y tuvo ocasión de advertir que Sotomayor había sido más preciso que sus subordinados en la descripción de los hechos que habían ocurrido en la villa cuando entraron las tropas de Valance… Es más que probable, continua D. Cosme… que, casi al mes de su primer e histórico encuentro, estos dos hombres, Sebastiani y Sotomayor, decisivos en la historia del Manzanares de aquel tiempo, volvieron a parlamentar… y, conociendo a los dos, es también casi seguro que Sebastiani, un hombre muy recto y cumplidor, debió disculparse ante Sotomayor y, seguramente también, entonces, resellaron su pacto no escrito de mutuo perdón y no agresión… 


Sin embargo, sigue D. Cosme, Sebastiani, aparte observar el estado de cosas en la villa, había acudido a Manzanares con otra idea en mente, comprobar como estaban las cosas por la región, pues habían existido incidentes con algunas tropas residuales del ejército español de la Mancha en villas alejadas del camino de Andalucía. Cuando, nada más llegar a Manzanares, se enteró, por el general francés Rey, que su guarnición de La Solana había perdido diez hombres, apresados en Infantes por tropas españolas, debió alarmarse lo bastante como para tomar la decisión inmediata de quedarse en Manzanares, con la intención de parapetar el castillo y reforzar sus estructuras.

Pero de todo esto, concluye D. Cosme, de cómo se sucedieron estos hechos referentes a la fortificación del castillo de Manzanares, que motivarían nuevos acontecimientos históricos y, en este caso, desagradables para nuestro patrimonio histórico, le hablaré, mi querido reportero, en el próximo relato, que este ya fue de bastante para considerar la nueva y triste resurrección polaca en la insigne y nunca bien considerada villa de Manzanares de La Mancha.



263). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: DESPUES DEL ENCUENTRO.

Pues si, querido cronista, me dice D. Cosme, el título que le propongo para este relato, quiere representar que ese mítico encuentro entre el general Sebastiani y Nuestro Padre Jesús del Perdón, marcaría, para siempre, un antes y un después en la historia de Manzanares. 

Ese mágico instante en que el general Sebastiani anudó su fajín verde a la cintura de la imagen de nuestro Cristo Arrodillado del Perdón, no solo fue la rúbrica de un gesto simbólico de mutuo perdón entre el pueblo de Manzanares y el ejército francés, representó también el origen de una leyenda que acompañaría a esa escultura y a nuestro pueblo hasta nuestros días; motivando, entre otras cosas que, solo hace 7 años, en 1905, el Cristo Arrodillado de Manzanares, Nuestro Padre Jesús del Perdón, fuese reconocido oficialmente como Patrón de este pueblo nuestro, Manzanares de La Mancha. 

De hecho, nada más ajustar Sebastiani su fajín a la cintura del Cristo, y pronunciar unas breves palabras de reconocimiento y perdón a nuestro pueblo, que fueron contestadas en reciprocidad por Sotomayor, se produjo en aquel escenario del antiguo Humilladero de San Cristobal una especie de aura mística, e invisible, que embargó a todos los allí presentes, tal como ha quedado después reflejado en múltiples referencias de nuestra tradición, oralmente transmitida de generación a generación. Es cierto que nada quedó relatado de aquel momento en escritos civiles, militares o eclesiales de carácter oficial, aunque eso, sabemos también, debió formar parte de un pacto que se cumplió a rajatabla por parte de Sotomayor y de Sebastiani… “nada de ese encuentro quedaría escrito”…pero está claro que, si, que no es nada raro, continua D. Cosme, que toda aquella gente que vivió aquel encuentro, incluidos sus máximos protagonistas, debió notar en sus entrañas espirituales algo emocionalmente muy impactante. No era normal, ciertamente, en una guerra llena de crueldades, tropelías y venganzas, un episodio como este, y no resulta nada extraño que fuera considerado por muchos un milagro, o algo imbuido de tintes sobrenaturales que, lógicamente, los paisanos de Manzanares de ese tiempo, atribuyeron enseguida al que ya, desde más de un siglo antes, era su principal icono espiritual, Nuestro Padre Jesús del Perdón. De modo que, cuando Sebastianí volvió a montar su caballo, y enfiló con su tropa el camino de Ciudad Real, tampoco resultó extraño que, seguramente, instados por Frey Sotomayor, todo el numeroso paisanaje que había procesionado hasta el Humilladero con su Cristo, se arrodillase ahora ante EL, de nuevo, para ofertarle una oración de gracias, antes de retornar de vuelta al pueblo, jubilosos, entonando cánticos religiosos. Al entrar a la villa, volvieron a sorprenderse, al ver que los soldados galos del coronel Barthelemy, que habían ocupado Manzanares tres días antes, se marchaban también del pueblo… y aunque la explicación de su salida era tan lógica, como la de seguir una orden directa de Sebastiani, que les pidió unirse a las tropas que él conducía a C. Real, pues estaba seguro que Manzanares podía quedarse desguarnecida de tropas francesas, por el pacto establecido con Sotomayor, y prefirió aumentar sus efectivos, por la previsible batalla que habría de mantener en Ciudad Real… 

Sin embargo, muchos de los paisanos que retornaban al caso urbano de la villa con su Cristo arrodillado del Perdón, seguro que interpretaron esa retirada francesa, como parte del milagro que estaban viviendo…Llegados al pueblo, sigue comentándome D. Cosme, y haciendo el mismo recorrido que a la ida, la tumultuosa procesión, a la que se había ido añadiendo mucha más gente, abocó a la Plaza pública por la calle de la cárcel y, quienes portaban las andas del Cristo, introdujeron la imagen a la Catedral, para dejar dispuesto al mítico Cristo en su Altar Mayor, a la espera de la procesión nocturna del viernes santo. Toda esa tarde del 31 de Marzo de 1809, debió ser muy especial en Manzanares… los comentarios del vecindario sobre lo sucedido solo unas horas antes en el Humilladero de San Cristobal, iban subiendo el tono a lo sublime, dando carta de sobrenaturalidad a los hechos vividos… 

En Manzanares, para mucha gente que no estaba en la totalidad de los hechos, solo conocidos en su exacta veracidad por Sotomayor y su círculo más próximo, lo que estaba ocurriendo ese día era un auténtico milagro, propiciado por Nuestro Padre Jesús del Perdón que, si ya antes era un icono espiritual de Manzanares, a partir de ese momento, entraba de lleno en la rica mitología de nuestra historia y espíritu, como el protagonista más significado, remata enfático y solemne D. Cosme. Cuenta nuestra tradición oral, que durante el oficio vespertino que Sotomayor llevó a cabo antes de salir la procesión del viernes santo, proclamó, muy emocionado, pero tan clarividente como siempre era, que Manzanares había tenido el enorme privilegio de haber vivido, esa misma mañana, la versión real del simbolismo que se iba a representar esa noche en la procesión de viernes santo…el perdón a las ofensas y las insidias humanas, por nuestro Dios y Padre, hecho hombre…


Podrá imaginarse, sigue D. Cosme, como se vivió luego esa procesión, el aura de misticismo que envolvió al pueblo al paso de su Cristo milagroso, cuya mirada conmiserativa, con esa dualidad tan particular y característica… que, en un mismo gesto, conjuga el dolor humano, y el divino perdón incondicional, impactó esa noche a nuestros sobrecogidos ancestros, como pocas veces antes. Aquello, sin duda, esa noche de viernes santo vivida en Manzanares, debió ser inenarrable y, desde luego, muy especial; termina D. Cosme esta parte de su disertación. Mientras tanto, continua D. Cosme, Sebastiani, con sus tropas reforzadas por diferentes contingentes como el de Barthelemy, había llegado a media tarde de aquel viernes santo histórico a Ciudad Real, comprobando para su sorpresa que, contra lo que le habían informado, no existían tropas españolas que amenazasen la recién tomada capital de la provincia; todo había resultado una falsa alarma. Eso disgustó mucho a Sebastiani, un hombre muy metódico que, por culpa de una información falsa, había visto truncados sus planes de entrar triunfante en Manzanares, para mostrarse ante Napoleón Bonaparte como el conquistador de esa espina manchega, clavada en el corazón de Francia. Sebastiani, prosigue D. Cosme, cuando ya estuvo más tranquilo, asumiendo los hechos consumados, y pudiendo analizarlos con más sosiego, llegó a pensar que algún espía español le había tendido una trampa, en una maniobra de distracción, que propiciase levantamientos, o algún contraataque de tropas españolas hacia las villas que, como Manzanares, habían quedado desguarnecidas de soldadesca gala…Solo faltaría, debió mascullar por lo bajo Sebastiani –comenta con sorna D. Cosme- que ahora Manzanares se sublevase, y se enterase el Emperador. Lo cierto es, y con cierta razón por su parte, continua D. Cosme, habida cuenta de las múltiples artimañas que el bando español se gastaba en aquella guerra, que Sebastiani se alarmó mucho ante esa posibilidad de estar siendo víctima de una “trampa manchega”, y el uno de Abril de 1809, sábado santo, en su cuartel de Ciudad Real, decidió reordenar inmediatamente a sus tropas, para que, al día siguiente, domingo de resurrección, estuvieran, cada una de ellas, en sus nuevos destinos …sobre todo, en aquellos lugares que habían quedado más desguarnecidos de soldados, como el caso de nuestro pueblo, Manzanares de la Mancha. Y quizá, precisamente por ser Manzanares, y querer Sebastiani asegurarse que en nuestra villa nadie se iba a mover más de la cuenta, decidió que viniera a nuestros lares, nada más y nada menos, que el grueso de la famosa división polaca del general Valance, en concreto sus regimientos 4, 7 y 9. Como ya sabemos, esta división se llamaba así por estar conformada, mayoritariamente, por soldados de esa nacionalidad. Manzanares ya había tenido ocasión de probar como se las gastaba esta división, nueve meses antes, cuando arribó a nuestra villa, camino de Sierra Morena.

 Esta brigada polaca, continua D. Cosme, se estaba caracterizando como particularmente cruel y despojadora, con las gentes y territorios por donde circulaba; además, la indisciplina y soez actitud de sus soldados, hacía imprevisible lo que podía suceder en los sitios por donde transitaban… Ciertamente, sigue D. Cosme, su elección para Manzanares no se compaginaba nada bien con las promesas pacificadoras que Sebastianí nos había transmitido, solo dos días antes, frente a Nuestro Padre Jesús del Perdón en el Humilladero de San Cristobal, aunque es justo reconocer que, Sebastiani, antes que cada brigada fuese a sus nuevos destinos, les arengaba para que se comportaran con disciplina, mantuviesen el orden en las villas y pueblos donde habían sido destinados y no cometieran ningún desmán o tropelías con la población civil. Seguramente, Sebastianí, pensó que Valance, aseguraría mejor que nadie todos esos aspectos… y consideró, por otra parte, que era la persona más indicada para combatir cualquier supuesta insurrección de nuestra aguerrida gente.

Así pues, mi querido cronista, queda usted, y sus lectores, en la expectativa de lo que iba a suceder en Manzanares el domingo de resurrección, día dos de Abril de 1809, cuando las tropas polacas de Valance entraron en nuestra villa, porque este relato debe concluir aquí, dado que ya dio apropiada cuenta de cómo vivió nuestro pueblo el final de aquella Semana Santa histórica de 1809, en que Nuestro Padre Jesús del Perdón, cimentó y encumbró su leyenda entre la gente de Manzanares de la Mancha. 

martes, 16 de junio de 2020

262).RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912. UN ENCUENTRO DE LEYENDA…QUE ES HISTORIA.


Mi querido reportero, me dice D. Cosme para iniciar la crónica, Manzanares amaneció el día 31 de Marzo de 1809, en la expectativa anunciada por el ejército francés de la llegada a nuestra villa del General Sebastiani, tras su paseo triunfal por La Mancha hasta Sierra Morena, para inmortalizarse ante el Mundo, y ante Napoleón, como el conquistador de ese símbolo de resistencia ibérica llamado Manzanares de La Mancha...

Sotomayor, seguramente, ya tendría todo preparado para el acto de recepción del general francés en la Catedral…Pero la noticia inesperada de la presencia de tropa española cerca de Ciudad Real, truncaba, al tiempo de salir Sebastiani de Santa Cruz de Mudela hacía Manzanares, ese acto simbólico, pues resultaba perentorio para Sebastiani acudir directamente a Ciudad Real, dejando a un lado la visita a Manzanares... 

Todo lo preparado por Frey Sotomayor, máxima autoridad de Manzanares en aquel momento, seguramente un acto expresivo de mutuo perdón en la Catedral, quedó suspendido en aquel momento, y, por eso mismo, yo pienso, sigue D. Cosme, que la única posibilidad que existía para que Sotomayor se enterase del cambio de planes, y pudiese reaccionar como lo hizo, es que ese encuentro estuviese pactado de antemano.. y que, al no poder cumplirlo, Sebastiani le informase que iría directamente a Ciudad Real… Lo más probable, es que alguna avanzadilla de la comitiva militar de Sebastiani, llegase a nuestra villa con el fin de anunciar ese cambio de planes al mando del contingente de tropas francesas que ocupaba Manzanares desde dos días antes, para que se lo hiciesen saber a Sotomayor... La mente ágil y determinada de D. Pedro, se hizo cuenta, enseguida, que Sebastiani tendría que llegar desde Santa Cruz, por el Camino Real de Andalucía, hasta los contornos de Manzanares, donde se encontraba el desvío viario que enfilaba a Ciudad Real… y, en ese mismo instante, como no le gustaba nada aplazar el encuentro, cristalizó su idea de mantenerlo para ese mismo día de viernes santo, aunque no en el lugar que él había elegido, sino en otro, el pequeño humilladero de San Cristobal., que estaba ubicado en la cima de un pequeño cerrete a la entrada sur de Manzanares desde el camino de Andalucía, y que quedaba relativamente próximo al desvío que Sebastiani tenía que tomar para llegar a Ciudad Real., lo que permitiría realizar allí un breve acto, sin demorar mucho su llegada a la capital…. 

Y, sigue D. Cosme, Sotomayor, hombre de hechos, poco dado a la lamentación improductiva, debió decirse enseguida a si mismo, que ningún lugar mejor elegido que el humilladero donde los viajeros que entraban o salían de Manzanares, oraban un rato para que la providencia les protegiese en su viaje. Respecto a eso, podía armar su discurso ante el viajero Sebastiani... Solo faltaba que, este, diese su anuencia al nuevo emplazamiento del encuentro…y, seguramente, la misma avanzadilla partió al galope de nuevo al encuentro con el general, y retornó a Manzanares con su anuencia en unas dos horas… No había tiempo que perder, pues el grueso de la comitiva de Sebastiani estaría ya en las cercanías de Valdepeñas…


Frey Sotomayor convocó al pueblo de Manzanares, desde su Catedral a toque de campana…y, en unos minutos, se congregó en la Plaza una gran multitud, extrañada por esa llamada de su Pastor. Los paisanos que quedaban en el pueblo, (algunos habían huido a las quinterías y a otros villorrios alejados de los caminos reales) habían comprobado, sigue D. Cosme, que en los dos días que llevaban en la villa los soldados galos, no habían cometido desmán alguno, pero el temor de una posible venganza francesa a nuestra villa y sus gentes, por la matanza del hospital y las recientes humillaciones provocadas a los Dragones de Latour, aun se palpaba en el ambiente....¿que querría decirles el párroco, en esa coyuntura?, se preguntaban todos los que iban llenando la Plaza...sin duda debía ser algo de enjundia... y, además, consentido por los ocupantes franceses...lo cual, siendo inquietante, les daba cierta tranquilidad...

Esa expectación enigmática solo duró una media hora, hasta que D. Pedro Alvarez de Sotomayor advirtió que ya había suficiente gente en la Plaza; entonces apareció, erguido y esbelto, con gesto serio y solemne, en uno de los balcones de la fachada principal del Templo... Con voz firme y potente, que los presentes escucharon de manera nítida, Sotomayor, simplemente, y por la premura del tiempo con que contaba, pidió a los allí congregados que le acompañasen en procesión, con la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, a encontrar al mando de la tropa francesa en el Humilladero de San Cristobal, ya que, contra lo anunciado, no entraría a Manzanares, pero si pasaría por allí, después del mediodía, y sería en ese Humilladero donde se llevaría a cabo el acto previsto en la Parroquial…

Sin más dilación, unos cuantos paisanos, entraron en la Catedral, para portar las andas de la imponente imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón…la sacaron por la puerta principal al Atrio, donde Sotomayor, y los allí congregados, hicieron una pequeña oración, para, inmediatamente, salir por la Plaza y enfilar la calle de la cárcel, buscando el Camino Real de Andalucía…. Sotomayor, y algunos miembros del Cabildo, encabezaban la comitiva.. detrás, la imagen de nuestro Cristo Arrodillado del Perdón e, inmediatamente después, una gran multitud de paisanos, decididos a enfrentarse al riesgo evidente de un encuentro así, confiados en la palabra del Pastor y en el icono espiritual de Manzanares, su adorado Cristo del Perdón.. La comitiva transitó con agilidad los, más o menos, 3.500 pies que separan la Catedral del Humilladero, llegando allí con el tiempo justo, pues solo pasaron unos minutos, cuando ya vieron aparecer la primeras unidades a caballo de la imponente tropa del General Sebastianí, que se acercaba, marcial y perfectamente uniformada....

Todo lo que se ha dicho, contado y escrito con posterioridad, mi querido cronista… acerca de lo que ocurrió durante el desarrollo de aquel histórico suceso, permanece en la leyenda y la tradición oral… Por tanto, yo, sigue D. Cosme, le daré mi versión de cómo creo se pudo desarrollar ese mítico encuentro, y la que creo es la razón por la que nada quedó relatado del mismo en escritos hispanos o franceses. Empezaré por esto último que, a mi juicio, solo se explica razonablemente bien (como otros hechos de este episodio) si asumimos que todo quedó pactado así…pues, ciertamente, en lo inmediato, a ninguno de los acordantes le interesaba que trascendiera…se hubiese visto como una componenda inaceptable en tiempos de guerra, para cualquiera de los dos bandos en conflicto… Pero se dio la feliz circunstancia que el general Sebastiani no podía demorarse mucho más tiempo, en notificar la toma de Manzanares a un Napoleón que la esperaba inquieto… y, por nuestra parte, Sotomayor, que tenía muy clara la prioridad de mantener indemne a la gente de Manzanares, tampoco quiso demorar ese acuerdo no escrito, pero ratificado en un acto eclesial, en el que ambas partes se juramentaron más o menos asi: “nadie de los protagonistas escribiría nunca nada de lo acordado”.. Y a fe que cumplieron,.. Sebastiani nunca se refirió para nada al episodio en sus partes o escritos posteriores, y lo mismo hizo Sotomayor.. que, incluso, ordenó al clero local que redacto el famoso Manuscrito de la Merced, (donde se dio cuenta de numerosos aconteceres de Manzanares en la guerra de independencia) que no escribieran nada del suceso. 

Ciertamente, para cualquiera, resulta casi increíble que, en 1815, recién terminada la guerra, y liberada toda España de franceses, un episodio como aquel, que se instaló para siempre en la mitología histórica de Manzanares, quedase inédito en aquel manuscrito… pero eso, otra vez más, es algo que avala la existencia de un pacto, del que nunca se escribiría nada... conociendo a Sotomayor, su cumplimiento no solo estaba asegurado…es que era obligado, ya que estaba consagrado ante Dios y la Iglesia. 

Para acabar el relato, me dice D. Cosme, y por eso lo dejo para el final, nada mejor que la descripción del encuentro, tal como yo creo ocurrió... Muchas versiones del suceso, refieren que Sotomayor se arrodilló ante Sebastiani, implorando su perdón para Manzanares, en actitud sumisa y casi humillante... pero yo creo que no sucedió de esa manera, D. Pedro siempre defendió sus causas llevando la iniciativa, mucho más si iban de la mano de sus firmes creencias cristianas, como era el caso. Además, por lo que sabía de Sebastiani, estaba muy confiado en que dicho general cumpliría su parte…si no lo hubiese estado, nunca se hubiera arriesgado a poner (literalmente) a los pies de los caballos franceses, a gran parte de su pueblo, que procesionó con él hasta el humilladero de San Cristobal. otra razón más de las que avalan que todo estaba pactado previamente...

Así las cosas, y según mis razones, cuando Sebastiani y Sotomayor estuvieron frente a frente, se miraron a los ojos…y, seguramente, Sotomayor se dirigió a Sebastiani en los siguiente o parecidos términos “Señor, ante vos, el pueblo de Manzanares, y su Cristo Arrodillado del Perdón, que esta misma noche de viernes santo, según nuestra común tradición cristiana, dará su vida para redimir la de todos los hombres y mujeres de la Tierra…sacrificio que hizo con la intención eterna de que su ejemplo de perdón incondicional, reflejado perfectamente en la mirada de la imagen que nos acompaña, perdurase siempre, como orden divina, en la actitud de todos los perdonados…Nos toca hoy, por tanto, y más que nunca en este día de la Pasión de Cristo, obedecer ese mandato a los que creemos y practicamos la misma fe católica

El ardoroso y siempre convincente discurso de Sotomayor, escuchado y bien entendido por otro ferviente católico, como el general Sebastiani, dejó en el escenario, la ineludible actitud mutua de perdón acordada…y debió conmocionar tanto el alma de Sebastiani, que bajo de su caballo.. y se arrodilló ante la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, tomando, entonces, Sotomayor, la misma actitud genuflexa … para, juntos, orar unos momentos ante ese Cristo conmiserativo que les perdonaba, pero, también, les exigía un mismo pacto de mutuo perdón... Concluida la oración, Sotomayor y Sebastiani se levantaron…y en un gesto que quizá no estaba previsto, el general se despojó de su verde fajín de seda, anudándolo a la cintura de Nuestro Padre Jesús del Perdón. 

Ese fajín, conservado en la Ermita de la Veracruz, procesionaría, siempre, todos los viernes santos que se sucedíeron, y se sucederán, anudado a la cintura del, hoy ya, Patrono oficial de Manzanares, Nuestro Padre Jesús del Perdón,.. y quedaría para la historia de Manzanares como único testigo, mudo y agrafo, de aquel encuentro mítico que simbolizaba el mutuo perdón entre la Francia napoleónica y la insigne villa de Manzanares de La Mancha.

 

 


lunes, 15 de junio de 2020

261). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: LA GESTACION DE UN ENCUENTRO LEGENDARIO…


Toca ya, querido plumilla, me comenta D. Cosme al inicio de esta crónica, hablar de ese episodio legendario y simbólico en la historia de Manzanares. que dejamos apuntado al termino del anterior relato. Sabemos ya, continua, que el 29 de Marzo de 1809, miércoles de Semana Santa, el coronel francés Régis Barthélemy, siguiendo órdenes del general Sebastianí, entra en Manzanares con su tropa por el camino de Almagro y toma la villa sin encontrar resistencia…

Y sabe usted también, sigue diciéndome D. Cosme, que, en mi modesta opinión, todo este proceso de la toma de Manzanares por los galos, posiblemente tuvo tras de sí un acuerdo entre el general Liger Belair y nuestro Pastor, Frey Sotomayor…que, en realidad, fue la recuperación del mismo pacto de no agresión que ambos sellaron en secreto nueve meses antes, en la semana posterior a la tragedia del 6 de junio de 1808 en el hospital de sangre francés de Manzanares, Entonces fue, sigue D. Cosme, donde realmente Frey Sotomayor obtuvo el perdón francés para Manzanares...y, ahora, en marzo de 1809 , los idus del destino habían puesto, frente a frente, otra vez, a los mismos personajes, y, según yo creo, ambos tuvieron, casi a la par, la ideación de reiterar aquel acuerdo tan exitoso…
Y aunque, en esta segunda parte de la historia de pacto que les unía, Liger Belair quedase a la sombra de su jefe Sebastiani, quien reclamaba para si la toma de ese símbolo de resistencia hispana, llamado Manzanares de la Mancha, para poder mostrarlo, cual “cabeza del Bautista”, al jefe máximo, el Emperador Napoleón Bonaparte, eso era lo de menos para Manzanares, lo importante era que Sebastiani se subiera al carro del acuerdo tácito y secreto que Sotomayor y Liger tenían establecido. Fue fácil, Sebastiani, práctico y diplomático, en olor de triunfo, dio su visto bueno, y las instrucciones pertinentes a Barthelemy, para que la toma de Manzanares se hiciera sin violencia, de acuerdo con ese trato... Eso le convenía, en cuanto a rapidez y limpieza en el hecho, y en cuanto a prestigio personal. En tanto, en Manzanares, justo al inicio de la Semana Santa (al alba del lunes santo de 1809), ocurre la sospechosa "desaparición voluntaria", del alcalde mayor de la villa, D. Vicente Fernández Castillo, que había tomado posesión de su cargo, solo nueve días antes de su "huida",... y, Sotomayor, "no tuvo más remedio" que recuperar el mando civil, algo que seguramente hizo con agrado, pues, quizás, ya lo tenía previsto...
Sea como fuere, continua D. Cosme, esa coyuntura, como todas las que se le presentaron en su trayectoria vital, D. Pedro la aprovechó de inmediato, y le sirvió para que sus sermones y homilías de los primeros días de la Semana Santa de 1809, y los edictos que su pluma dejó manuscritos en el Consistorio, tuvieran el mismo aire de prudencia, "por si llegasen los franceses", pidiendo, encarecidamente, a los feligreses y a los notables y comunes de la villa, una actitud no beligerante, ante la evidente desproporción de fuerzas en que se encontraba Manzanares, respecto al ejército galo, dejando caer de manera sutil, que: "tal como había sucedido meses antes, la providencia, ayudada por todas nuestras oraciones, nos alcanzará la magnanimidad de Dios"...con lo que, a su estilo de decir sin decir, dejaba caer a su pueblo que tenía controlada la situación... 

El sentido común que acompañó siempre a nuestra gente, prosigue D. Cosme, y la confianza que todos tenían en a su Pastor, junto a otros mensajes indirectos que, probablemente, el propio Sotomayor difundió a personajes relevantes de la villa, para que los extendieran a la gente común, en los que hacía ver lo que sucedería si llegaban los franceses, fueron más que suficientes para que el espíritu combativo que convirtió a nuestro pueblo en un símbolo de resistencia, se tornase, ahora, en una actitud pausada, con visión de futuro, dejar a Manzanares incólume a la previsible disposición vengativa de los galos, por el trágico episodio del asalto al hospital en junio de 1808, y por las más recientes derrotas consecutivas, infringidas a los dragones de Latour Maubourg..
Es casi seguro, continua D. Cosme, que Sotomayor pensó en una escenificación religiosa del pacto secreto con los franceses, porque, así, lo sacaba del ámbito de lo civil y lo colocaba en el espiritual, algo que evitaba su publicación y difusión en edictos municipales, partes militares y otros escritos oficiales, que le darían una trascendencia no deseable a ojos de las superioridades cívico-militares de Francia y España, que no estaban para componendas en aquellos tiempos, lo que explicará luego, muy bien, la ausencia de referencias sobre un episodio tan trascendente, tanto en escritos de los protagonistas directos del mismo, como en otros registros oficiales.. formaba parte de lo pactado y, ambas partes, muy interesadas en el acuerdo, lo cumplieron estrictamente. Por otro lado, sabemos por crónicas anteriores, que Sotomayor conocía del catolicismo acendrado de Sebastiani y Liger Belair, por lo que, ambos generales, seguramente verían bien una representación religiosa del pacto. De hecho, muy probablemente, de ser cierta mi teoría, sigue D. Cosme, Sotomayor haría saber a Liger Belair lo que él había pensado, y las razones de ese pensamiento... y, seguramente, a Liger Belair le pareció una gran idea, porque, ciertamente, lo era.. Y esa idea de Sotomayor -dice D. Cosme- a nadie le extrañará cual fue.... Desde que llegó como Pastor a Manzanares, D. Pedro sentía especial devoción por la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, ya erigido en el más importante icono espiritual de Manzanares. Si la cosa, para cualquier observador. estaba clara, mucho más para el inteligentísimo pastor del paisanaje manzagato...

 Ese acto, con alguna ofrenda floral, o rendición simbólica de armas, giraría en torno a la imagen de nuestro Cristo Arrodillado, que para más "inri" (y nunca mejor dicho, me dice entre paréntesis un D. Cosme sonriente) se apellidaba "del Perdón", justo lo que se quería simbolizar...Con ese pensamiento y decisión tomada, a Sotomayor le faltaba concretar "el donde y el cuando" de la representación.. El donde, para Sotomayor estaba claro, en la parroquial; la Catedral de Manzanares, algo que realzaría el acto e impresionaría favorablemente a Sebastiani, fervoroso católico, que quedaría admirado por la belleza de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, integrada en el no menos bellísimo Altar Mayor de nuestra catedral.... Y los hechos temporales de la nueva llegada de los franceses a Manzanares, no hicieron otra cosa que facilitar esa idea, pues el coronel francés Régis Barthélemy, tomó nuestra villa un miercoles santo... Por tanto, sigue D. Cosme, nada más oportuno que intentar planificar la llegada de Sebastiani a Manzanares, para dos días después, viernes santo, fecha central de la Pasión y de la Semana Santa, en que la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, estaría entronizando el Altar Mayor de nuestra Catedral, previamente a su procesión por la villa....Y el proyecto de un acto así, seguramente fue lo que Sotomayor propuso a Barthelemy, quizá el mismo día en que sus tropas entraron en Manzanares, para que lo hiciese llegar con tiempo al General Horacio Sebastianí, en su cuartel de Santa Cruz de Mudela... Y muy probablemente, al día siguiente, jueves santo, cuando Sebastiani recibió el mensaje de Sotomayor, la idea le pareciese genial, porque, ciertamente, lo era....El paso por las Iglesias parroquiales de los pueblos era, en las guerras de entonces, un acto protocolario frecuente cuando llegaba una tropa, y se quería hacer una muestra de desagravio o perdón por parte de la fuerza ocupante, o de acogida no beligerante de parte de los ocupados...justo lo que se pretendía representar en Manzanares...Un encuentro místico, y mutuamente compasivo, llevado a cabo en el ámbito íntimo de lo eclesial, con ánimo de exclusiva trascendencia local, sin que nada quedase escrito en los ámbitos civil y militar de Francia o España, donde un pacto de ese estilo podría no ser bien entendido, pero en el que Sotomayor y Sebastiani estaban de acuerdo, y se habían juramentado para que saliera bien. De ser así, Sotomayor volvería a lograr su principal objetivo como Pastor, la indemnidad del paisanaje manzagato; y Sebastianí podría mostrarse ante Napoleón como la figura que había conseguido la conquista de ese símbolo de resistencia hispánica, llamado Manzanares. De modo que, seguramente, en Manzanares, Sotomayor y la gente relevante de la villa quedaron a la espera de la llegada de Sebastianí, hacia el medio día del viernes santo, 31 de Marzo de 1809.. Sin embargo, continua D. Cosme, las cosas se torcieron de manera inesperada... A primera hora de la mañana de ese viernes santo, cuando Sebastianí salía ya hacia Manzanares, recibió la noticia de la presencia de tropas españolas cerca de Ciudad Real…Alarmado, decidió ir directamente a la capital, obviando el acto programado en Manzanares.. Ese imprevisto da, a mi juicio, verosimilitud a la existencia del acuerdo previo, sigue comentando D. Cosme.. Es evidente que, de no conocer Sotomayor nada de lo que se proponía Sebastiani esa mañana de viernes santo, es casi imposible que se le hubiera ocurrido salir al paso de una comitiva militar francesa que, subiendo de Santa Cruz de Mudela, por el camino de Andalucía, en las inmediaciones de nuestra villa, tomaría un desvío hacia Ciudad Real…. Seguramente, Sebastianí, igual de interesado que Sotomayor en que el presunto pacto saliera bien, envió una avanzadilla a Manzanares, que, a través de Barthelemy, informó a Sotomayor para que cambiase la fecha del acto previsto…Y, Sotomayor, que no se arredaba ante nada, tras la sorpresa inicial, como no le gustó la idea de aplazar el encuentro, improvisó, sobre la marcha, un plan alternativo. Ese día de viernes santo, Nuestro Padre Jesús del Perdón, haría una procesión tempranera, inhabitual a la de todos los años,… Y, así, seguramente también, la misma avanzadilla francesa que había llegado a Manzanares informando del cambio de planes, retornó al encuentro del general francés, le encontró en el camino, y le planteó la alternativa ofrecida por Sotomayor, con el nuevo punto de encuentro, la Ermita del Cristo de la Agonía, a las afueras de la villa, lindante al camino de Andalucía, por donde la tropa francesa transitaría, justo antes de desviarse a Ciudad Real. Allí, al lado de la Ermita, se podría realizar un breve acto, que no retrasaría mucho la llegada de Sebastiani a Ciudad Real, y que, aunque no tendría la brillantez del previsto, si mantendría las mismas connotaciones y objetivos…Sebastianí debió sorprenderse por la determinación de Sotomayor, pero como estaba igual de interesado, mostró su beneplácito, e hizo volver a Manzanares a la avanzadilla de su tropa, con su anuencia para el nuevo plan…
En Manzanares, sigue D. Cosme, Sotomayor, suspiró aliviado, y sin tiempo que perder, convocó al pueblo en la Plaza, posiblemente a toque de campana,…y desde alguno de los balconcillos de la Catedral, pidió a la numerosa gente que se congregó allí que le acompañase, con Nuestro Padre Jesús del Perdón, a realizar, inmediatamente, una procesión muy particular hasta la Ermita del Cristo de la Agonía
Y deje usted aquí la pluma a descansar, mi querido reportero, para el siguiente relato, que versará, en exclusiva, porque así lo merece, acerca del como, yo pienso, se desarrolló, en la práctica, ese encuentro lleno de mística, lirismo y leyenda, que jalonará para siempre, en los siglos venideros, la larga y brillante historia de Manzanares de La Mancha.

martes, 2 de junio de 2020

260). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: DE COMO EL PASTOR PROTEGIÓ A SU REBAÑO.


Vimos en la anterior crónica, querido plumilla, me recuerda D, Cosme, que las tropas francesas del general Sebastiani habían rodeado a Manzanares, y amenazaban con tomar nuestra villa en plena Semana Santa de 1809.. Y le comente, sigue diciéndome,... que, según yo creo, días antes, en aquel marzo de 1809, nuestro Pastor, Frey Sotomayor, seguramente recibió mensajes o indicaciones de llevar a cabo un pacto de no agresión, remitidos, de manera indirecta, muy probablemente, por Louis Michel Liger Belair, el otro general francés que acompañó esta parte de la historia manzagata de aquel tiempo tan duro, que estaba integrado, en Marzo de 1809, en la tropa francesa que atacaba La Mancha, al mando de Sebastiani...

Y es casi seguro también que, de haber sido así, (y los hechos que acaecieron después avalan esa hipótesis) desde el momento en que Sotomayor recibió esas propuestas de su anterior juramentado de Manzanares, unos meses antes (junio de 1808), general Liger Belair, su mente se pondría a trabajar, febrilmente, con un objetivo primordial... el diseño de la mejor estrategia, entre las posibles, para preservar al máximo la vida de las gentes de su feligresía, algo que he querido reflejar en el título que le sugiero para el encabezado de esta crónica... Y de eso, de todo lo que pudo pasar por la inquieta, clarividente y calculadora cabeza de Sotomayor, versará este relato, para que se pueda entender mejor lo que cristalizaría, finalmente, en uno de los sucesos legendarios, más simbólicos y relevantes de toda la historia de Manzanares... 
Ciertamente….y aunque nada de todo lo que voy a contarle quedó escrito, y por tanto todo queda en especulaciones propias de mi magín, dice jocoso D. Cosme, Sotomayor no tuvo dudas acerca de la manifiesta desproporción de fuerzas, a favor de los gabachos, en aquellos momentos,… eso era evidente…y, además, las noticias que le habían llegado del ejército de Sebastianí, le hablaban de una tropa muy numerosa, perfectamente equipada, y con gran moral de victoria,.. y se acercaba a Manzanares en un momento en que la milicia del ejercito manchego asentada en la villa, no solo se encontraba muy menguada en efectivos, tras la distribución de tropas que había ordenado Cartaojal,... es que, además, esa exigua tropa residual que quedó en la villa, estaba muy baja de moral, tras la destitución de su idolatrado jefe, el coronel Freire (protagonista máximo de la tercera derrota infringida a los franceses en sus intentos recientes de tomar Manzanares)… 
En esa situación, cualquiera supondría, y mejor que nadie Sotomayor, que el general Sebastiani no tendría problema en tomar Manzanares sin grandes dificultades, tanto si lo hacía por las buenas, como si tenía que hacerlo por las malas. Y es en aquel tiempo de intensas reflexiones de Sotomayor, sigue hablándome D. Cosme, donde hay una parte de la historia local de Manzanares que, a mi juicio, no ha sido considerada en toda su probable magnitud, y que yo le voy a plantear aquí, una vez más, en hipótesis personal, de cómo pudieron ser, realmente, las cosas. Y es probable que fueran así, o que al menos Sotomayor se sirviera de la circunstancia, conociendo, como conocemos ya bastante, la particular forma de actuar de nuestro Pastor, expertísimo en aprovechar cualquier circunstancia momentánea que le favoreciera en sus estrategias, por lo que no habría nada de extraño en que esta circunstancia que ahora le contaré, hubiera sido provocada o inducida por el propio Sotomayor… 
Y paso ya a referirme a esa cuestión, me dice D. Cosme…Como usted bien sabe, el día 22 de diciembre de 1808, el que fue hasta ese momento Alcalde Mayor de Manzanares, D. Juan Josef Miret, murió súbitamente en extrañas circunstancias, y con ello la Presidencia de la Junta Local de Gobierno de Manzanares quedó vacante, ejerciendo sus funciones, en la práctica, el párroco Sotomayor. La gente relevante de Manzanares, con la anuencia de D. Pedro, consideró que lo más oportuno para nuestro pueblo, en aquel momento de zozobra y guerra, era dejar a Frey Sotomayor como Alcalde en funciones.. Por eso, sigue D.Cosme, resulta, en principio raro que, precisamente a instancias de Sotomayor, se nombrase un nuevo Alcalde Mayor para Manzanares, en la persona de D. Vicente Fernández Castillo, en fecha tan alejada de la muerte de Miret como mediados de Marzo de 1809:.. Y es que, efectivamente, D. Francisco León Bendicho, Alto Comisionado de la Junta Suprema Gubernativa, había designado a Fernández Castillo, el día 17 de Marzo de 1809, como nuevo Alcalde mayor de Manzanares, "para detener e investigar las tropelías que poblaciones inquietas y alborotadas cometían con sus alcaldes mayores, casos de La Solana y Manzanares entre otros.". 


Es cierto que en aquellos tiempos revueltos, existían bastantes atentados contra las autoridades, tal como se pudo dar en los casos del Alcalde Miret y en el de la vecina Solana… pero, ciertamente, se entiende bastante mal que, de ser esa la causa, la petición de Sotomayor no se hubiese solicitado inmediatamente a la muerte de Miret,..Además, como le dije antes, la gente común de la villa, los miembros de nuestra Junta Local de Gobierno y el mismo Sotomayor, habían interpretado, entonces, que para la defensa de Manzanares y sus paisanos, en momentos como esos, lo mejor era no arriesgarse a tener un nuevo Alcalde, desconocido en la villa, y desconocedor de sus entresijos.... Por eso, no se pidió a la autoridad central, un nuevo alcalde… y, por lo mismo, yo me barrunto, sigue D. Cosme, que esta petición ahora, extemporánea, y cambiando un criterio previo tan lógico como el que se había dado a la muerte de Miret, fue una estratagema más de Sotomayor, para, en esos días decisivos, restarse a si mismo el protagonismo de autoridad civil de la villa, y tener más libertad para gestionar, disimuladamente, las negociaciones y encuentros que creyó oportuno mantener, al objeto de llevar a buen puerto el nuevo pacto de no agresión con los franceses, que muy probablemente, y siempre en mi hipótesis de lo que sucedió, le había ofrecido Liger Belair…
Incluso, me cabe a mí la duda, prosigue D. Cosme, si no fue Sotomayor, cuando supo de la vuelta de Liger Belair al ejército francés que operaba en la Mancha, quien tomase la iniciativa en esos contactos…Sea como fuera, con el “camuflaje civil” que le ofrecía en Manzanares el nuevo alcalde mayor, Fernández Castillo, Sotomayor, que ya era muy conocido en los ámbitos de los poderes civiles, tanto de Francia como de España, podría viajar a pueblos próximos, con más libertad, y sin levantar sospechas, porque lo haría, al menos aparentemente, solo en función y en uso de su cargo de Co-visitador de la Orden de Calatrava, algo que, por razón de ese cargo. le obligaba a viajar con frecuencia a Almagro, Ciudad Real o, incluso, a Toledo….demasiado sutil y perfecta, para que Sotomayor no estuviera implicado en la idea de ese nombramiento tardío… 
Seguramente, de ser así las cosas, continua D. Cosme, y permítame la presunción de pensar que así lo fueron, Sotomayor debió viajar más de una vez, en calidad de su cargo en la Orden de Calatrava a Almagro, Ciudad Real e, incluso, a Toledo, en territorio ocupado por Francia, pero con pretensiones civiles en lugar de religiosas…y yo no descartaría, dice D. Cosme, que, conociendo al personaje, no se hubiera llegado a reencontrar, físicamente, con el mismísimo Liger Belair, retomando las intensas charlas que ambos mantuvieron nueve meses antes, en la no menos intensa segunda semana de Junio de 1908 en Manzanares. Y es casi seguro también que, aprovechando el nexo común de la profesión católica de los tres personajes,: Sotomayor, Sebastiani y Liger Bedlair,, nuestro párroco llegase a la idea de una escenificación religiosa del pacto de no agresión, en que las dos partes se sentirían cómodas y en el que, además, ese pacto quedaría bendecido. Quedaba por precisar el lugar de Manzanares donde se escenificaría el acuerdo, algo que, también seguramente, Sotomayor pensó que debía ser en nuestra magnifica catedral, el día que llegase a Manzanares Sebastiani….ya veremos que ese no fue el lugar, y ya le explicaré cual es mi hipótesis del porque no fue así…pero eso llegará en el relato que vendrá después… 
Y, ahora, en este que le voy narrando, y en la misma línea hipotética del papel del recién nombrado Alcalde mayor de Manzanares, hay una razón más que refuerza mi hipótesis personal, bien distinta a la que se dio en su momento.. Cumplida su “misión”, Vicente Fernández Castillo, al que podíamos llamar el “alcalde breve”, abandonó por sorpresa Manzanares el día 26 de marzo de 1809, solo 9 días después de ser nombrado…y según él dijo, para resolver asuntos familiares, con permiso tácito del comisionado… y, por contra, en opinión del síndico personero, que no debía “estar en el ajo”, sin autorización ni renuncia alguna, y si sólo por miedo…

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Sea como fuere, cuando el 28 de Marzo de 1809, Sebastiani ordena ocupar Manzanares al Primer Regimiento de Cazadores, mandado por el coronel francés Régis Barthélemy Mouton-Duvernet, el Alcalde en funciones, vuelve a ser Sotomayor y, seguramente, ya entonces, tiene perfectamente perfilado su plan de actuación para el momento de la llegada de Sebastiani a Manzanares, unos días después…Y, en el mismo contexto de lo que llevó especulando hasta este momento en la crónica, algo que, le insisto, no encontrará usted en ningún libro de historia, ni en ningún escrito, (como ocurre en cualquier pacto secreto, lo que no hace otra cosa que dar solidez a mi hipótesis), se producirá ese reencuentro de Manzanares con los franceses, y todo lo que ocurriría en aquel trance, por todo lo ya contado hasta ahora, resulta bastante probable que fuera conocido previamente, y al detalle, no solo por Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor, también por los generales Liger Belair y Sebastiani, que completaban ese trio de personajes trascendentales para Manzanares en aquellas fechas. De tal manera, que cuando el 29 de Marzo de 1809, el coronel francés Régis Barthélemy Mouton-Duvernet, entra, por fin, en Manzanares, por el camino de Almagro, no encontraría resistencia alguna, ni hubo la mínima violencia,,.. Regis, eso sí, debió ser recibido por nuestra Junta Local. con Sotomayor al frente… llevo a cabo la detención simbólica de algún mando de la milicia acantonada en el pueblo, y se alojó en el Castillo con instrucciones muy concretas de sus superiores para lo que estaba por venir
Y ese suceso que estaba por venir, y como se desarrolló… al que, sin duda, hemos de considerar como el episodio más legendario, y simbólico de la historia de Manzanares de La Mancha en el siglo decimonónico, es de lo que versará la siguiente crónica, que ésta ya dio cumplida cuenta del cómo, creo yo, concluye D. Cosme, se pergeñó, en la preclara mente de nuestro Pastor y párroco, Frey Don Pedro Alvarez de Sotomayor.