Toca
ya, querido plumilla, me comenta D. Cosme al inicio de esta crónica, hablar de
ese episodio legendario y simbólico en la historia de Manzanares. que dejamos
apuntado al termino del anterior relato. Sabemos ya, continua, que el 29 de
Marzo de 1809, miércoles de Semana Santa, el coronel francés Régis Barthélemy,
siguiendo órdenes del general Sebastianí, entra en Manzanares con su tropa por
el camino de Almagro y toma la villa sin encontrar resistencia…
Y sabe usted
también, sigue diciéndome D. Cosme, que, en mi modesta opinión, todo este
proceso de la toma de Manzanares por los galos, posiblemente tuvo tras de sí un
acuerdo entre el general Liger Belair y nuestro Pastor, Frey Sotomayor…que, en
realidad, fue la recuperación del mismo pacto de no agresión que ambos sellaron
en secreto nueve meses antes, en la semana posterior a la tragedia del 6 de
junio de 1808 en el hospital de sangre francés de Manzanares, Entonces fue,
sigue D. Cosme, donde realmente Frey Sotomayor obtuvo el perdón francés para
Manzanares...y, ahora, en marzo de 1809 , los idus del destino habían puesto,
frente a frente, otra vez, a los mismos personajes, y, según yo creo, ambos
tuvieron, casi a la par, la ideación de reiterar aquel acuerdo tan exitoso…
Y
aunque, en esta segunda parte de la historia de pacto que les unía, Liger
Belair quedase a la sombra de su jefe Sebastiani, quien reclamaba para si la
toma de ese símbolo de resistencia hispana, llamado Manzanares de la Mancha,
para poder mostrarlo, cual “cabeza del Bautista”, al jefe máximo, el Emperador
Napoleón Bonaparte, eso era lo de menos para Manzanares, lo importante era que
Sebastiani se subiera al carro del acuerdo tácito y secreto que Sotomayor y
Liger tenían establecido. Fue fácil, Sebastiani, práctico y diplomático, en
olor de triunfo, dio su visto bueno, y las instrucciones pertinentes a
Barthelemy, para que la toma de Manzanares se hiciera sin violencia, de acuerdo
con ese trato... Eso le convenía, en cuanto a rapidez y limpieza en el hecho, y
en cuanto a prestigio personal. En tanto, en Manzanares, justo al inicio de la
Semana Santa (al alba del lunes santo de 1809), ocurre la sospechosa
"desaparición voluntaria", del alcalde mayor de la villa, D. Vicente
Fernández Castillo, que había tomado posesión de su cargo, solo nueve días
antes de su "huida",... y, Sotomayor, "no tuvo más remedio"
que recuperar el mando civil, algo que seguramente hizo con agrado, pues,
quizás, ya lo tenía previsto...
Sea como fuere, continua D. Cosme, esa
coyuntura, como todas las que se le presentaron en su trayectoria vital, D.
Pedro la aprovechó de inmediato, y le sirvió para que sus sermones y homilías
de los primeros días de la Semana Santa de 1809, y los edictos que su pluma
dejó manuscritos en el Consistorio, tuvieran el mismo aire de prudencia,
"por si llegasen los franceses", pidiendo, encarecidamente, a los
feligreses y a los notables y comunes de la villa, una actitud no beligerante,
ante la evidente desproporción de fuerzas en que se encontraba Manzanares,
respecto al ejército galo, dejando caer de manera sutil, que: "tal como había sucedido meses
antes, la providencia, ayudada por todas
nuestras oraciones, nos alcanzará la magnanimidad de Dios"...con lo que, a su estilo de decir
sin decir, dejaba caer a su pueblo que tenía controlada la situación...
El
sentido común que acompañó siempre a nuestra gente, prosigue D. Cosme, y la confianza
que todos tenían en a su Pastor, junto a otros mensajes indirectos que,
probablemente, el propio Sotomayor difundió a personajes relevantes de la
villa, para que los extendieran a la gente común, en los que hacía ver lo que
sucedería si llegaban los franceses, fueron más que suficientes para que el
espíritu combativo que convirtió a nuestro pueblo en un símbolo de resistencia,
se tornase, ahora, en una actitud pausada, con visión de futuro, dejar a
Manzanares incólume a la previsible disposición vengativa de los galos, por el
trágico episodio del asalto al hospital en junio de 1808, y por las más
recientes derrotas consecutivas, infringidas a los dragones de Latour
Maubourg..
Es casi seguro, continua D. Cosme, que Sotomayor pensó
en una escenificación religiosa del pacto secreto con los franceses, porque,
así, lo sacaba del ámbito de lo civil y lo colocaba en el espiritual, algo que
evitaba su publicación y difusión en edictos municipales, partes militares y
otros escritos oficiales, que le darían una trascendencia no deseable a ojos de
las superioridades cívico-militares de Francia y España, que no estaban para
componendas en aquellos tiempos, lo que explicará luego, muy bien, la ausencia
de referencias sobre un episodio tan trascendente, tanto en escritos de los
protagonistas directos del mismo, como en otros registros oficiales.. formaba
parte de lo pactado y, ambas partes, muy interesadas en el acuerdo, lo
cumplieron estrictamente. Por otro lado, sabemos por crónicas anteriores, que
Sotomayor conocía del catolicismo acendrado de Sebastiani y Liger Belair, por
lo que, ambos generales, seguramente verían bien una representación religiosa
del pacto. De hecho, muy probablemente, de ser cierta mi teoría, sigue D.
Cosme, Sotomayor haría saber a Liger Belair lo que él había pensado, y las
razones de ese pensamiento... y, seguramente, a Liger Belair le pareció una
gran idea, porque, ciertamente, lo era.. Y esa idea de Sotomayor -dice D.
Cosme- a nadie le extrañará cual fue.... Desde que llegó como Pastor a Manzanares,
D. Pedro sentía especial devoción por la imagen de Nuestro Padre Jesús del
Perdón, ya erigido en el más importante icono espiritual de Manzanares. Si la
cosa, para cualquier observador. estaba clara, mucho más para el
inteligentísimo pastor del paisanaje manzagato...
Ese acto, con alguna ofrenda
floral, o rendición simbólica de armas, giraría en torno a la imagen de nuestro
Cristo Arrodillado, que para más "inri" (y nunca mejor dicho, me dice
entre paréntesis un D. Cosme sonriente) se apellidaba "del Perdón",
justo lo que se quería simbolizar...Con ese pensamiento y decisión tomada, a
Sotomayor le faltaba concretar "el donde y el cuando" de la
representación.. El donde, para Sotomayor estaba claro, en la parroquial; la
Catedral de Manzanares, algo que realzaría el acto e impresionaría
favorablemente a Sebastiani, fervoroso católico, que quedaría admirado por la
belleza de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, integrada en el no
menos bellísimo Altar Mayor de nuestra catedral.... Y los hechos temporales de
la nueva llegada de los franceses a Manzanares, no hicieron otra cosa que
facilitar esa idea, pues el coronel francés Régis Barthélemy, tomó nuestra
villa un miercoles santo... Por tanto, sigue D. Cosme, nada más oportuno que
intentar planificar la llegada de Sebastiani a Manzanares, para dos días
después, viernes santo, fecha central de la Pasión y de la Semana Santa, en que
la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, estaría entronizando el Altar
Mayor de nuestra Catedral, previamente a su procesión por la villa....Y el
proyecto de un acto así, seguramente fue lo que Sotomayor propuso a Barthelemy,
quizá el mismo día en que sus tropas entraron en Manzanares, para que lo
hiciese llegar con tiempo al General Horacio Sebastianí, en su cuartel de Santa
Cruz de Mudela... Y muy probablemente, al día siguiente, jueves santo, cuando
Sebastiani recibió el mensaje de Sotomayor, la idea le pareciese genial,
porque, ciertamente, lo era....El paso por las Iglesias parroquiales de los
pueblos era, en las guerras de entonces, un acto protocolario frecuente cuando
llegaba una tropa, y se quería hacer una muestra de desagravio o perdón por
parte de la fuerza ocupante, o de acogida no beligerante de parte de los
ocupados...justo lo que se pretendía representar en Manzanares...Un encuentro
místico, y mutuamente compasivo, llevado a cabo en el ámbito íntimo de lo
eclesial, con ánimo de exclusiva trascendencia local, sin que nada quedase
escrito en los ámbitos civil y militar de Francia o España, donde un pacto de ese
estilo podría no ser bien entendido, pero en el que Sotomayor y Sebastiani
estaban de acuerdo, y se habían juramentado para que saliera bien. De ser así,
Sotomayor volvería a lograr su principal objetivo como Pastor, la indemnidad
del paisanaje manzagato; y Sebastianí podría mostrarse ante Napoleón como la
figura que había conseguido la conquista de ese símbolo de resistencia
hispánica, llamado Manzanares. De modo que, seguramente, en Manzanares,
Sotomayor y la gente relevante de la villa quedaron a la espera de la llegada
de Sebastianí, hacia el medio día del viernes santo, 31 de Marzo de 1809.. Sin
embargo, continua D. Cosme, las cosas se torcieron de manera inesperada... A
primera hora de la mañana de ese viernes santo, cuando Sebastianí salía ya hacia
Manzanares, recibió la noticia de la presencia de tropas españolas cerca de
Ciudad Real…Alarmado, decidió ir directamente a la capital, obviando el acto
programado en Manzanares.. Ese imprevisto da, a mi juicio, verosimilitud a la
existencia del acuerdo previo, sigue comentando D. Cosme.. Es evidente que, de
no conocer Sotomayor nada de lo que se proponía Sebastiani esa mañana de
viernes santo, es casi imposible que se le hubiera ocurrido salir al paso de
una comitiva militar francesa que, subiendo de Santa Cruz de Mudela, por el
camino de Andalucía, en las inmediaciones de nuestra villa, tomaría un desvío
hacia Ciudad Real…. Seguramente, Sebastianí, igual de interesado que Sotomayor
en que el presunto pacto saliera bien, envió una avanzadilla a Manzanares, que,
a través de Barthelemy, informó a Sotomayor para que cambiase la fecha del acto
previsto…Y, Sotomayor, que no se arredaba ante nada, tras la sorpresa inicial,
como no le gustó la idea de aplazar el encuentro, improvisó, sobre la marcha,
un plan alternativo. Ese día de viernes santo, Nuestro Padre Jesús del Perdón,
haría una procesión tempranera, inhabitual a la de todos los años,… Y, así,
seguramente también, la misma avanzadilla francesa que había llegado a
Manzanares informando del cambio de planes, retornó al encuentro del general
francés, le encontró en el camino, y le planteó la alternativa ofrecida por
Sotomayor, con el nuevo punto de encuentro, la Ermita del Cristo de la Agonía,
a las afueras de la villa, lindante al camino de Andalucía, por donde la tropa
francesa transitaría, justo antes de desviarse a Ciudad Real. Allí, al lado de
la Ermita, se podría realizar un breve acto, que no retrasaría mucho la llegada
de Sebastiani a Ciudad Real, y que, aunque no tendría la brillantez del
previsto, si mantendría las mismas connotaciones y objetivos…Sebastianí debió
sorprenderse por la determinación de Sotomayor, pero como estaba igual de
interesado, mostró su beneplácito, e hizo volver a Manzanares a la avanzadilla
de su tropa, con su anuencia para el nuevo plan…
En Manzanares, sigue D. Cosme, Sotomayor, suspiró
aliviado, y sin tiempo que perder, convocó al pueblo en la Plaza, posiblemente
a toque de campana,…y desde alguno de los balconcillos de la Catedral, pidió a
la numerosa gente que se congregó allí que le acompañase, con Nuestro Padre
Jesús del Perdón, a realizar, inmediatamente, una procesión muy particular
hasta la Ermita del Cristo de la Agonía
Y deje usted aquí la pluma a descansar, mi querido
reportero, para el siguiente relato, que versará, en exclusiva, porque así lo
merece, acerca del como, yo pienso, se desarrolló, en la práctica, ese
encuentro lleno de mística, lirismo y leyenda, que jalonará para siempre, en
los siglos venideros, la larga y brillante historia de Manzanares de La Mancha.
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