¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

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HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

miércoles, 24 de agosto de 2016

95). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: DE CHARCOS Y ACERAS.

“El pueblo manzagato, inicía D. Cosme, así, el presente relato, no dejaba de crecer y crecer a lo largo de ese Siglo XVI… y, ante tanta nueva calle, y a pesar del dictado y aplicación de las normas de urbanismo constructivo que hemos visto, cuando, en 1565, los visitadores recorrieron sus calles, para ver el grado de cumplimiento de las mismas y el subsiguiente estado de las nuevas vías urbanas, observaron deficiencias inesperadas, para las que hubo que buscar ingeniosos remedios”. 


“Uno de estos problemas, señala Don Cosme, era la formación de charcos de agua en algunas de las nuevas calles cuando llovía mucho… se constató que el fenómeno era atribuible a varias causas.. que no habían sido bien consideradas por los “veedores” o por los ordenancistas”…. “Unas veces la razón de los encharcamientos era la falta de salida para las aguas acumuladas en una calle concreta… En otras ocasiones, era debida a la escasa pendiente de las nuevas calles y, en ciertos casos, a la existencia de desniveles o a la formación precoz de socavones en algunas de ellas”… 
“Analizadas las causas que provocaban estas acumulaciones, los visitadores dictaron las medidas más acordes en cada caso”.

Así, por ejemplo, con respecto a los problemas que se apreciaron en la salida de la Plaza Mayor a la calle Ancha, escribieron y mandaron lo que sigue:
“que desde la casa de Francisca Rodríguez hasta la esquina de la casa de Antón Carnacho se "abaxe", dándole la corriente necesaria para que no se detuviesen las aguas, lo cual tendría poco gasto y se podría aprovechar la tierra que se sacara de ella”…. 
“La calle Ancha llegaba ya en esos momentos hasta la ermita de Santa Quiteria, desde donde bajaba otra vía hasta el río, la de Bartolomé Sánchez Felipe, en la que advirtieron un problema de similar enjundia, que describieron, diciendo de la dicha calle:..; “que era muy lodosa y se llenaba de agua "a cabsa de no tener corriente y de echar por ella el agua que viene por la calle Ancha". 
“El remedio buscado para dar la solución a este caso concreto, sigue D. Cosme, fue de la siguiente contundencia:... 
"que desde la entrada a la misma hasta la esquina de la casa de Sebastián Gómez de Mora, se echasen cuatro o cinco carretadas de tierra, de forma que la entrada del agua de la calle Ancha se expulsara por allí”…

Y, a esta, se añadió otra orden que resultaría pionera:… 
"en tiempo de agua por los lados della mandamos que todos los moradores de la dicha calle echen tierra junto a las paredes de sus pertenencias",... Se dictaminaba que lo hicieran con una anchura de dos pasos,... con lo cual, sin quererlo, estaban “inventado” en esa calle las primeras aceras que tuvo la Villa de Manzanares”...

“Finalmente, para conseguir que las medidas tuvieran el efecto deseado, se ordenó que no se ocupara la calle, como solían hacer algunos vecinos, que, sin ningún conocimiento, estaban echando tierra en medio de la calle, pues eso provocaba que "atajan la corriente"… “Todas las disposiciones acordadas, sigue Don Cosme, fueron pregonadas por el pueblo, tal como era costumbre, dándoles carácter de obligado cumplimiento, y requiriendo, además, y por eso mismo, a los dueños de las casas que cumplieran lo ordenado”. 

“Otro problema, no infrecuente, se advirtió en este control de los visitadores en diversas calles… y consistía en que muchas de ellas no tenían la pendiente necesaria para que corrieran las aguas, como ocurría, por ejemplo, en la “calle de Pedro Martín y del botero”. Para subsanarlo, me cuenta D. Cosme que se ordenó por los “veedores”, y con la lógica descriptiva de los tiempos, y habitual en ellos…lo siguiente …. 
“que desde la casa de Pedro Martín de la Dotora hasta el camino, se vaya sacando tierra de la calle, , "la que convenga a vista de maestros para que tenga corriente la dicha calle porque con la altura que tiene no puede correr agua ni desaguarse la calle Y esta rala y trabajosa de pasar en tiempo de ynvierno e aguas".

“Al final de la calle Ancha, tras pasar la ermita de Santa Quiteria, hacia el borde norte de la Plaza del Chorrero, siempre que llovía, se formaba un gran charco de agua, provocando un doble inconveniente para la población”…“Por un lado, dificultaba la circulación de los carros y de las personas en una vía muy transitada, ya que representaba una de las salidas naturales del pueblo hacia los campos de labranza…y, por otro lado, el agua encharcada provocaba un grave problema higiénico, pues su acumulación era muy temida en aquellos tiempos, ya que podía dar lugar a focos de contaminación bacteriana, con el lógico riesgo que eso suponía para la salud de los vecinos y los animales de carga”. 

“El curioso y drástico remedio que “idearon” los visitadores, consistió en que el Concejo comprase un quiñón, situado junto al lugar donde se estaban acumulando las aguas:… 
"donde se haga un terreno para que se recoxga el agua del dicho charco"…“Es decir, comenta el sonriente D. Cosme, …”a grandes males, grandes remedios”.

“En otros puntos del interior de la localidad, donde también se formaban charcos, pero de menor tamaño, las soluciones fueron diferentes, pero igual de curiosas,.. por ejemplo; 
“En un charco que se haze delante de la casa de Francisco Carreña muy hondo y malo" se ordenó que: “se rellenase con tablazón y piedra menuda de los terreros que estaban junto a la ermita de San Juan, de manera que la calle quedase llana y buena, y se pudiera pasar bien por ella”, "lo qua! se haga a costa de los vecinos de la dicha calle" en el plazo de treinta días”…. 

“La calle Toledo, que tenía el mismo nombre que en la actualidad, estaba, por entonces, a medio hacer, mandando los visitadores que se concluyese su construcción”… pero, como advirtieron que se formaban algunos charcos en las partes terminadas y que el agua no corría bien por ella en momentos de lluvia, ordenaron que:… 

“desde el mesón de Alonso Martín de Asensio, se "abaxe" la calle hasta llegar a unos terreros situados al final de la misma, sacando del medio la tierra necesaria para darle corriente, siguiendo el parecer de maestros y oficiales”. 

Los “veedores” afirmaban sobre la dicha calle Toledo, sigue diciendo Don Cosme, que…
“Al estar algo alta la tierra, no se podía desaguar bien, resultando la calle "trabajosa" de pasar, sobre todo en invierno y en tiempo de lluvias”….
 
Ciertamente, esta reparación era muy necesaria y perentoria, pues la calle Toledo hacia de desagüe natural del norte del pueblo… al ir hacia ella gran parte del agua que corría por las calles principales de la villa (Empedrada, Trompas, ramas de la Calle Ancha), por todo ello acordaron dar un plazo de solo cuatro meses para que se llevase a cabo la obra necesaria”.. “Otra calle que tenía un problema similar era la del bachiller Quesada (Orden de Santiago), en la cual se ordenó realizar la misma operación, del siguiente modo y manera, que:…

desde las esquinas de las casas de Francisco Sánchez de Martín Sánchez y del bachiller Quesada se "abaxe la calle e questa abaxo de la puerta de la casa de Cristoval de Morales para que pueda correr el agua lluvia que va desde la calle del mesón del bachiller Quesada porque de cabsa de no tener corriente se hazen muy mal paso e lodoso "…

“Ya hemos visto, sigue D. Cosme, cómo en algunas calles se mandaron hacer las primeras aceras del pueblo, ante su utilidad para evitar la acumulación de aguas, pero los visitadores comenzaron a indicar lo mismo en muchas calles de nueva construcción también para favorecer la circulación de los peatones:

"vaya la hazera de la dicha calle por la mano de cómo van desde la calle de Juan Diaz 
Benito a la casa de Andres Diaz, travesando los quiñones de los herederos de Pedro de Morales porque es preciso hazer casas en la dicha calle ".

“De esta forma, sigue Don Cosme, quedó mentalizado el Concejo del pueblo y, poco a poco, todo el vecindario, acerca de la virtualidad del acerado de las calles, que, ciertamente, resultaba un buen invento,…y que, si bien, había surgido como idea canalizadora de las aguas, ahora, se tomaba conciencia, por parte de todos, que reportaba otras dos cosas de mayor enjundia y calado para los vecinos…un espacio para las personas, donde transitar por las calles sin riego de atropello por algún carro (que algún que otro incidente de este tipo ya se daba por entonces)…y un espacio en la calle, antesala de las casas, que debía cuidar cada vecino, con lo que, a su vez, los paisanos se mentalizaban de la necesidad de cuidar la calle como si fuera propia”…“Quédese usted con ese último considerando social”… “La escena cotidiana de las mujeres, saliendo a barrer y fregar las aceras de sus casas y el entorno más próximo de la calle, todos los días de primera mañana, como la viva expresión de esa nueva concepción ciudadana…la necesidad de cuidar, no solo lo suyo, sino lo de todos”… 

“ Y dejemos ya, aquí, charcos y aceras”,... me insta D. Cosme a concluir el escrito actual,… “que aún nos quedan más curiosidades urbanísticas de esta brillante etapa del Siglo de Oro manzagato, para que sean consideradas en nuevos relatos.

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