¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores ó, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡ Nada más, amigo/a !. Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

HERMANADAS.

M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

lunes, 16 de julio de 2018

168). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: DE SILES A MANZANARES…”EN VOLANDAS, COMO CANDIL”

Acabamos de referir en la anterior crónica –comienza así D. Cosme ésta- el como la serranía de Siles lució con luz intensa y propia en el llamado siglo de las luces, centuria de cuyos mejores avatares, referidos a la villa de Manzanares, estamos narrando en los más recientes escritos…Y, no pretendiendo que usted, querido reportero, convierta en legendarios estos relatos que yo le hago,.. en esta crónica que le insto comenzar ahora, le propondré, sin embargo, lo contrario ...convertir una leyenda en relato...

Viene, desde luego, a cuento esta propuesta, en este momento, al tratarse de un hecho legendario.., que se cuenta tuvo lugar en 1766, es decir, en ese siglo ilustrado y lumínico que fue el siglo XVIII.. y, porque, además de la fecha en que ocurrió lo que le pretendo contar, la citada leyenda, refiere un episodio que tiene que ver con Siles, más en concreto con el rapidísimo tránsito que al parecer llevó a cabo un paisano atribulado, desde Siles a la villa de Manzanares,…

Este episodio, -continua D. Cosme- se concretó, y devino, en una leyenda muy popular y difundida en Manzanares y en otras villas próximas… que, desde entonces, y para todas las generaciones posteriores de manzagatos, habría de quedar reconocida, por siempre jamás, tal como reza la frase entrecomillada del título sugerido para el relato …Ese.. “en volandas como candil”, es una expresión que, como le digo, fue acuñada en referencia al supuesto sucedido de 1766, y quedó, para los restos. en el imaginario popular manzagato, como la manera de recordar una de las leyendas más conocidas y populares de Manzanares,.. Pero, -sigue D. Cosme- también quedaría prendida en ese imaginario por el dicho en si mismo…la expresión, “en volandas como candil”, aun y todavía, se utiliza con bastante frecuencia por muchos paisanos, incluso desconocedores de la antigua leyenda, para referirse a cualquiera que haga un tránsito de un lugar a otro con inusitada o sorprendente rapidez.

Pero –sigue D. Cosme- es ya momento que usted conozca.. y, por extensión también sus lectores futuros, en que consiste la leyenda objeto del relato....vamos, pues, a ello.. La dehesa de Siles, el agua de su fuente, sus tierras fértiles y el abundante ganado allí estabulado, prosigue D. Cosme, reportaban a la villa de Manzanares de La Mancha, abundantes productos y, a la vez generaban puestos de trabajo para muchos paisanos, que vivían allí, o que hacían todos los días el camino de ida y vuelta entre Siles y la villa,… Esas dos leguas y media de camino, en aquellas épocas, se hacían bastante pesadas…A pie, o a lomos de mula o caballo, podían tardarse 3 horas o más...
pero las gentes que tenían que gastar todo ese tiempo del día, solo en ir de un sitio al otro, lo daban por bueno, ante la belleza y el encanto del entorno de la Serranía de Siles, donde se desarrollaba, en pleno contacto con la naturaleza, su actividad laboral… la mayoría eran trabajadores y labriegos del campo,.. pero, no pocos, eran cuidadores y pastores del ganado…


Uno de estos últimos, un joven pastor, al que todo el mundo conocía con el apodo de “candil”, sin que su historia nos haya sabido decir el por què del mote, habría de ser protagonista principal de la leyenda de marras… Nuestro pastor conducía todos los días, de sol a sol, los rebaños a su cargo, en unos pastos de la dehesa, que explotaba en arriendo un tal Domingo Rosadillo, su patrón… Parece ser que, “candil”, era un enamorado y un perfeccionista de su trabajo… tenía a gala ser el primero de los pastores a la hora de llevar sus ovejas al pasto, y luego traerlas de vuelta al redil…había aprendido a correr delante de ellas, con determinada cadencia… y emitía unos silbos especiales, que dirigían rápidamente, y en la dirección adecuada, al rebaño a los sitios que “candil” hubiera elegido… 

Con esas carreras diarias, de un lado a otro, era lógica la buena forma física del joven pastor …que, antes de ser conocido por su leyenda, era fácil verle ganar muchas de las carreras que de manera espontanea se organizaban entre la gente que trabajaba en Siles por aquel tiempo, en momentos de la jornada sin faena que hacer… Pero, además, a “candil”, le entusiasmaba todo el entorno de la dehesa de Siles…su alameda,.. su fuente...olores y colores del sitio, de los que disfrutaba mientras vigilaba el ganado.. o lo dirigía del establo a los pastos, o de estos al establo,… tenía mucho tiempo para observar, y apreciar al detalle, con una gran sensibilidad de matices, la belleza del lugar…Ay!! los olores, los ruidos y los colores de Siles, le apasionaban!!.. ...le gustaba apreciar como cambiaban a lo largo del día.. Solía madrugar mucho, echaba un vistazo al establo y a sus ovejas, antes de apuntar el alba, y se ponía a oír los ruidos de la carrera de algún conejo, o los primeros cantos del día de las perdices, mientras se sentaba en una piedra cercana, al lado de la fuente, para disfrutar de la amanecida… al olor y el aroma del romero, mezclado con el sonido gorgoteante y continuo del agua cristalina y fresca de la fuente… y a la espera de los primeros silbos y cantos de los jilgueros….Un entorno cotidiano, desde luego, pero también idílico, donde el sol naciente, con sus rayos de luz colándose, poco a poco, entre las laderas de los montes y los cerros, en tonos que iban mezclando, sabiamente, el azul y el carmín, en la clara mañana que surgía de la oscuridad de las noches de Siles… Noches claras, en que la Vía Láctea, se dibujaba nítida en el horizonte presidiendo el escenario...


En fin, termina D. Cosme su alarde de lirismo al describir la vida del pastor...para él, el día a día, era algo mágico, siempre igual, pero irrepetible, todo cotidiano…. aunque insuperable…

Pero esa cadencia constante, preciosa y rutinaria, se vío conturbada un buen día por un hecho inesperado…Cualquiera puede pensar que el joven “candil”, acostumbrado a elucubrar con su magín, en la soledad de los días, imaginó algo que, en realidad, no sucedió… pero, lo cierto fue, que aquel día quedó concretada para la posteridad una de las más conocidas leyendas, que habría de quedar, para siempre, entre la historia y las historias de una villa legendaria, Manzanares de la Mancha, remacha D. Cosme..y, sigue ..En un cruce de caminos, próximo a la ermita, existía una encina centenaria y enorme, con grandes brazos de ramas que ocupaban un diámetro de unos treinta metros, su abundante follaje era vida y lugar de todo tipo de pájaros y aves y su sombra era sitio habitual de sentadas y cobijo, en los momentos de asueto de las gentes de Siles….

Estando por allí, aquel día en que se gestó la leyenda, a “candíl” le pareció oír unas voces extrañas…Miró a su alrededor, comprobando que estaba solo…pero, aun así, las voces siguieron, cada vez más nítidas, que parecían provenir de la gran encina...
”Candil” dirigío su vista allí…y, en unos instantes mágicos, vio una llamarada, en el centro del follaje… y, por delante de ella, una silueta femenina, vestida de negro, que le decía: "márchate al pueblo en seguida que tu madre se encuentra muy enferma y quiere verte antes de que se venga conmigo al cielo"-. 

"Candil", sobrecogido, no se lo pensó dos veces… dejó el rebaño y salió corriendo y arrebatado hacia Manzanares…. De tal manera corrió, que, él mismo, se vio sorprendido cuando cayó en cuenta que sus pies no tocaban el suelo, “iba en volandas”… levitando.. sintiéndose tan liviano, que sus piernas le parecían alas, casi no sentía el esfuerzo físico que acompaña normalmente a las zancadas de una carrera… Tiempo después, “candil” contaba que le pareció que una fuerza superior a él lo llevaba cogido de los brazos…Lo cierto fue que, en pocos minutos, "Candil" recorrío las tres leguas que le separaban de su humilde casa familiar…donde, efectivamente, su madre agonizaba en su lecho de muerte, mientras un cura le daba la extrema unción… La madre abrió los ojos, esbozó una tenue sonrisa al ver a su hijo…. extendió las manos… y expiró.

Pasados unos dias, sigue D. Cosme, cuando habían corrido por todo el pueblo múltiples comentarios de lo ocurrido, mucha gente puso en duda el suceso, aunque en aquel tiempo abundaban los supuestos de apariciones. y la misma ignorancia de las gentes hacía ver el más allá, por cualquier suceso extraño. …pero, entonces, desde Siles, llegó una noticia que dio base a la creencia de muchos paisanos en el suceso contado por “candil”,… En el centro de la encina, había quedado la huella de la llamarada que acompañó a la aparición… La noticia, corrió como la pólvora, motivando, enseguida, autenticas peregrinaciones de paisanos de la villa y de otros lugares, para contemplar esa almendra quemada, en el centro de la frondosa encina centenaria de Siles, aparente prueba de veracidad de la milagrosa aparición…

Quede, así, mi querido reportero, por concluido este relato...que da constancia escrita a usted y sus lectores de una leyenda legendaria de la villa de Manzanares, que hubo lugar en el lejano año de 1766, en el discurrir del siglo de las luces…y que pasaría a la posteridad de los tiempos y de las historias de este pueblo increible...con la frase “ir en volandas, como candil”,…. que, hoy día, mas que aludir al suceso aquí comentado, se utiliza para resaltar la rapidez con que alguien se desplaza de un sitio a otro..

lunes, 2 de julio de 2018

167). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: SILES LUCE…EN EL SIGLO DE LAS LUCES.

Pues si, querido cronista, -comienza D. Cosme su disertación-… quiero encabezar, así, este relato, acerca de un sitio muy popular de Manzanares, fuente actual de su agua..y, por tanto, muy importante en la vida de este pueblo...Me refiero, claro está, a la dehesa de Siles, quizá el entorno más preciado de la encomienda manzagata desde su origen…

Y es apropiado hablar de ese lugar icónico, en este momento en que las crónicas aquí relatadas conciernen a los avatares del Siglo XVIII,.. porque, la dehesa de Siles, en ese Siglo de las luces, evidenció un lucimiento muy significado en su desarrollo particular... una vez más, y en gran medida, por impulso de ese último Comendador calatravo de Manzanares, D. Iñigo de la Cruz y Manrique de Lara, Conde de Aguilar y Señor de los Cameros, que tan importante fue en la trayectoria vital e histórica de Manzanares,, Aquel Comendador, aficionado a la fiesta y al campo, apreció enseguida el valor de ese bonito entorno natural con una fuente de rica agua cristalina, fértiles tierras de monte bajo, alamedas, bosque y abundante flora y fauna… decidiendo, con evidente acierto, convertirlo en el particular Aranjuez de su reino manzagato…
A esos efectos, propició una pequeña urbanización de la zona, en la proximidad de la fuente natural del terreno, construyendo varias casas, habilitadas de establos, palomares y caballerizas y, dada su afición a los juegos taurinos, en el año 1720, también hizo construir un pequeño coso, que fue inaugurado con becerros criados en aquella sierra... Y, posiblemente, ordenó reconstruir el pequeño humilladero existente en el lugar, transfomándolo en la bonita y coqueta ermita de la Magdalena…
Escudo del Condado de Aguilar, C/ Empedrada.
Quizá, el momento culminante que vivió el sitio de Siles en ese tiempo, fue el de febrero del año 1724, con motivo de la colocación en la Catedral de la villa del retablo erigido en honor a San. Raimundo de Fitero, fundador de la Orden de Calatrava…. En febrero de ese año –prosigue D. Cosme- la Catedral de la villa de Manzanares, lució sus mejores galas para acoger el citado retablo, siendo el dicho evento motivo y causa de los fastos lúdico-religiosos de mayor enjundia del Siglo XVIII en Manzanares... La colocación del retablo, se acompañó de un octovario festivo-religioso, donde, a su final, la dehesa de Siles tuvo gran protagonismo, siendo visitada por muchas de las personalidades que había invitado al acontecimiento nuestro Comendador.. entre ellas, muy principales autoridades de la Orden de Calatrava, incluyendo a quien era su Prior, Don Frey Cristobal de Salazar…

El día 15 de Febrero, martes, de aquel lejano 1724, el Sr Comendador dispuso un día de fiesta y asueto a sus invitados en la alameda de Siles. Se cuenta –sigue D. Cosme- que la egregia comitiva, en suntuosos carretones, partió muy temprano de la villa de Manzanares, para recorrer las dos leguas y media que la separaban de la dehesa de Siles… Llegados al sitio, y acondicionados los invitados, lo primero que se dispuso fue una batida de caza, donde se cobraron numerosas piezas de perdiz y conejo, que sirvieron para una sabrosa pitanza, pasado el mediodía.. Después de la suculenta comida, en el sitio más apropiado y diáfano de la alameda, se representó la comedia “La Cueva y el Castillo del Amor", por muy reputados actores de la época.. Al acabar esa representación, continuaron los festejos con un espectáculo taurino,… lidiáronse dos novillos, criados en el propio terreno de la dehesa, sin llegar a la suerte del sacrificio... Terminada la corrida, hubo carreras de cintas y de sacos, llegando la hora del refresco, que fue amenizado con música y más juegos…y, para acabar, un opíparo cenorio, muy bien regado de estupendos líquidos, todos ellos elaborados con el vino de uvas propias, criadas en los fértiles barrancos de Nava-Seca y del Enano…
Así fue, en resumen, querido cronista, el más grande festejo vivido en la alameda de Siles, durante el mandato de D. Iñigo de la Cruz en Manzanares.. y aunque, ciertamente, hubo bastantes más jornadas festivas allí, antes y después de aquella fecha… ese 15 de febrero de 1724, marcó un hito en la historia y el devenir de la dehesa, D. Iñigo concretó de manera definitiva el paraje de Siles y su serranía, en el alma manzagata, como lugar de fiesta, romerías, caza o, simplemente, como el sitio más idóneo para pasar un día de campo...Y es que, -sigue D. Cosme- por la belleza y posibilidades de su serranía, de sus montes, de sus alamedas y de su fuente, sin parangón alguno en la encomienda, no es nada extraño que eso sucediera...pero es que, además, D. Iñigo, como amante del campo y la naturaleza que era, contribuyó decisivamente en favorecer la reforestación y la recuperación de todo el entorno biológico del lugar, que, como muchos otros montes de la encomienda, habían sido esquilmados, por la tala indiscriminada e, incluso, furtiva de muchos paisanos en el siglo XVII,.. esa centuria triste, oscura y llena de penurias, sobre todo en sus años finales, que casi termina con todo lo que  tenía la villa de Manzanares.. 
Dehesa de Siles.
Pero sabemos que no fue así… con Manzanares, y sus gentes, nadie puede, -comenta un enfervorizado D. Cosme- y –continua encendido-.... siempre aparece su espíritu hidalgo, decidido y emprendedor, que solo necesita algo de ayuda natural... Así las cosas, unas cuantas buenas cosechas, y el empeño del Señor de los Cameros, transformó en positivo toda la serranía de Siles, en la segunda y tercera década del siglo de las luces…y, en 1733, precisamente el año en que muere D. Iñigo de la Cruz, se describe a Siles como una imponente y bellísima dehesa, dividida en ocho cuartos: Sierrezuela, Grande, Carcetera, Magdalena, Fuente, Chico, Castillo y Fuente de Viveros… Los montes carrasqueros de la serranía de Siles, recuperaron su espléndida arboleda de encinas y chaparrales, de álamos blancos y negros, de olmos y de frutales..y, también, renacieron las zonas de huerta, al amor del agua de esa fuente mítica y perenne, que hoy, en 1912, nutre de la más preciada de las bebidas al paisano común de Manzanares.. -dice, iluminado y lírico, D. Cosme-…y, en el mismo tono, prosigue,.. “Siles volvió pronto a ser el emporio del matorral…, el reino del romero y del tomillo, de las jaras y de las aliagas.. del hinojo o de las amapolas, según fuese tiempo o estación…y, claro, también renacieron los pastos... que el ganado y las veredas por allí pasan, antes siquiera existiese este increíble pueblo, lleno de historia e historias, que se llama Manzanares”-- 
Años después, -sigue D. Cosme, más calmado-, en las citas del Catastro de Ensenada acerca de la villa de Manzanares, en 1752, se define a Siles, como…. “la casa más importante de la encomienda” …y se comenta de ella lo siguiente… “dicha sierra de Siles en que se encuentra al SO de Manzanares, que lo toma de una dehesa que fue de su Encomienda, en la que hay una notable fuente y arboleda”… Unos cuantos años más, en 1766, en una nueva descripción se dice de Siles, esto:… “Las casas y demás oficinas de la dehesa y monte de Siles portal.. cocina.. cámaras.. caballerizas.. corralillo.. garañoneras.. pajar.. destete… Cercados… toriles… zaurdon… antigua casa del alcaide que sirve de palomar…hermita de la Magdalena frente a las casas, a quinientos pasos y como se va a la fuente a mano izquierda…la fuente…huerta de arboleda y frutales…linde del monte y tierras de Siles …desde el Camino Real de los Vados..al camino de Carretas..que viene desde el Marañón..hasta el camino del Moral… linde con el mayorazgo de Tribiño, y con D. Francisco de Morales y Contreras…camino de Almagro…camino de Manzanares a Siles…linde Alfonso Díaz de Lope Díaz y Alfonso de Villa Real…; todo el monte poblado tiene setecientas cinco fanegas, sus entradas y salidas setenta y cinco fanegas.. ..y las tierras que se labran doscientas setenta fanegas, incluida la huerta de arboleda y una era empedrada”..


En 1780, se comenta de Siles, que… “la dehesa esta arrendada en 10.000 reales anuales, el guarda disfruta de la huerta, existe una plaza de toros y otras instalaciones que hizo el Conde de Aguilar, y que son costosas de mantener”. Ocho años después, en 1786, se refiere por escrito que la dehesa de Siles “mide 1.042 fanegas de marco real; las 716 de pasto con encinas y las 326 de labor; puede mantener mil cuatrocientas ovejas, y son arrendadores de ella D. Tomás Merino y D. Pedro Ignacio Valiente, vecinos de la villa”.

Y, por último, comenta D. Cosme, en la referencia escrita más tardía y completa sobre Siles, de ese siglo ilustrado, en las famosas “Descripciones del Cardenal Lorenzana”,.. firmadas, en lo concerniente a Manzanares, por el cura Francisco Camacho y Zarrascón, en el año de gracia de 1789,----- se dice lo que sigue acerca de la dehesa de Siles… “En el intermedio del mediodida y poniente, confina esta villa con la de Almagro, caveza del Campo de Ctrava, distante de esta cinco leguas; a las dos leguas de esta para la• dicha de Almagro se halla la dehesa que dicen Siles, privativa del serenisimo señor real infante de España don Antonio Pasqual, la que se compone de tierra calma pan llevar, de monte acarrascado, de huerta, de arboleda frutal, de alamos blancos y negros u olmos, huerta vaja frutal, suma cara y de menor (sic); una, entre otras fuentes, encañada, mui abundante, de¬ modo que por lo medicinal de sus aguas se surten y mantienen los vecinos pudientes de esta, y con su desperdicio se riega la citada huerta vaja; asimismo hai diversos baenes, charcos y juncadas con su caseria grande, casero que hace de alcaide con jurisdiccion de denuncias, y asimismo aunque derrotada plaza, corredores y algunos quartos para erradero o corridas de toros”.

Es decir, y para que usted, querido cronista, de fin al relato que nos ocupa ahora,… se puede asegurar, sin mucho temor a equívoco que… aunque, quizá, algo más descuidada de lo que hemos visto estaba en las primeras citas del siglo, en estas últimas décadas del XVIII, siguen contándonos una dehesa de Siles magnifica,… que lucio con luz propia, por tanto, todo lo que duro el siglo de las luces…

166). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: EL REY, EL CONDE, EL PUEBLO…Y EL POZO DE LA NIEVE.

Pues sí, amigo reportero, sugiérole este título, para la siguiente crónica, acerca de los sucedidos más significados de la villa manzagata en el Siglo XVIII. y, con paciencia, habrá de quedarle claro su fundamento en cuanto a título, después que le haya narrado el relato.


Comenzando por el Rey, como es de ley, le diré que en la primera mitad del Siglo XVIII, se cuenta una visita real a Manzanares; lo que, en si mismo, hubiera sido suficiente para ser considerada en un relato, “que no todos los días pisa un Rey el suelo de Manzanares” pero que, para lo que nos ocupa en esto de relatar aconteceres de nuestra villa, servirá, en este, más que por la propia estancia del Rey Felipe V en Manzanares, por lo que sucedió a consecuencia de la misma… Esa visita,-sigue D. Cosme- daría lugar a otro episodio más, en que el carácter hidalgo e indómito de las gentes de Manzanares, salió a relucir, en manera similar a lo que sucedió en otras ocasiones aquí ya narradas,.. Una vez más, junto a la devoción incondicional a su Rey, nuestro pueblo pleiteó contra un noble forastero, el Conde de Sevilla la Nueva, por el alto precio que puso a la nieve que tenía almacenada en el pozo que, al efecto, tenía en su casa de la Calle del Carmen, generando un conflicto que será el objeto principal de este relato…Y, claro, ud, se preguntará ¿Qué tuvo que ver en el precio de la nieve, la visita real?....Le pediré algo más de paciencia, asegurándole que, en el curso del relato, esa cuestión quedará resuelta… 


Para empezar, lo primero es saber que motivó la estancia del Rey, acompañado de un nutrido séquito, en Manzanares, aquel Julio de 1733.. y le diré, sigue D. Cosme, que no se conoce exactamente el motivo... pero, habida cuenta que el último Comendador Calatravo de Manzanares, había “entregado la pelleja” en febrero de ese año, dando pie a que el Infante Felipe, hijo de Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio, se convirtiese en el primer Comendador Borbónico de nuestra Encomienda, parece lógico pensar que esa visita tuviera algo que ver con ese nombramiento..y, quizá, no para asistir a la toma de posesión (pues hubiera quedado plasmado en algún escrito), sino, aprovechando un “viaje de paso” entre Madrid y Sevilla, (donde estaba instalada en aquel tiempo la Casa Real), por el deseo del Rey en conocer la encomienda de su vástago...


El Rey, Felipe V.



No hay muchas referencias de esa visita, pero se sabe que todo el pueblo salió a las calles para recibir a su Rey en aquella jornada festiva. Es probable que Felipe V visitase nuestra Catedral, como un siglo antes su homónimo antecesor, Felipe IV, cuando vino a inaugurar su retablo mayor... Tampoco sabemos donde se alojaron el Rey, su segunda esposa, Isabel de Farnesio, D. Fernando, Príncipe de Asturias, y sus hermanastros, los infantes D. Carlos y nuestro Comendador D. Felipe, además del gran séquito acompañante…pero es claro que, aparte el Castillo, donde solían alojarse los Reyes, se necesitó la colaboración de los nobles de la villa, para aposentar a todos.. seguro que los Salinas, Merinos, Quesadas, y otro de los actores de este relato, el Conde de Sevilla la Nueva, se ofrecieron con gusto. 


Y ahora ya -corta D. Cosme- es momento de hablar del Conde, de su Pozo de la Nieve, y de la relación de la visita real con el conflicto posterior que se vivió en el pueblo, tras que el Rey marchase encantado de Manzanares …Ud, querido cronista, aquí y ahora, en 1912, sabe bien lo que es un Pozo de Nieve.. ya que, hasta hace nada, era la herramienta que servía en muchas villas para hacer el hielo necesario en la conservación de muchos alimentos perecederos.. .antes que se inventaran, en este siglo XX, las modernísimas “fábricas de hielo” capaces de transformar, industrialmente, el agua en hielo,.. de las que tenemos algún ej.. en este pueblo… Pero, para sus lectores del futuro, será bueno recordar como eran estos pozos de nieve, antes de referirnos al que el Conde de Sevilla la Nueva poseía en Manzanares,.. y a la razón del conflicto, entre el susodicho conde y el pueblo de Manzanares, a cuenta y causa de su ya también citado pozo de nieve.

Infante Felipe de Borbón, Primer Comendador de Manzanares.

Los pozos de nieve, -continua D. Cosme- , servían para almacenar la nieve caída en los inviernos... Solían ser redondos, de unos 3 metros de diámetro y 8 a 10 metros de profundidad.. y sus paredes estaban revestidas con piedras y material vegetal, para aislar la nieve almacenada de la tierra del subsuelo...La nieve se prensaba en su interior, para convertirla en hielo, que luego se utilizaba en los meses de verano, con diferentes usos médicos y de conservación de alimentos. En esencia, sigue D. Cosme, esos pozos tenían dos partes: Una interior, el propio agujero del pozo, que, como va dicho, estaba tapizado y tenía un fondo alisado y seco, con un resalte que impedía a la nieve tocar el suelo, a la vez que facilitaba la salida del agua derretida por unos desagües…La otra parte de la estructura, cerraba por arriba el pozo, y era una construcción cónica de anillos de piedra, cada vez más pequeños, que formaban una bóveda, con un ventanuco para echar la nieve al interior, del pozo.. y una puerta de acceso a los diferentes empleados….

La transformación de la nieve en hielo en los pozos, -sigue D. Cosme- era un “proceso artesanal” muy laborioso. Comenzaba con los llamados “boleros” o “peones de fuera”, que agrupaban la nieve en los márgenes del pozo, dando paso al trabajo de los llamados “paleros”, que la echaban a paladas, o en bolas, al interior del pozo, por el ventanuco de la bóveda... Luego, intervenían. los “empozadores” o “pisoneros”, que entraban al pozo por la puerta de su bóveda, para “apisonar” la nieve, con mazos llamados “pisones”, o con sus pies.. Cuando la capa de nieve alcanzaba un espesor determinado, se cubría con materiales vegetales aislantes:.ramas, helechos, agujas de pino o pajas. ,.y, después, se repetía el procedimiento hasta llenar el pozo,.. que se mantenía cerrado hasta mayo o junio... Entonces, se sacaba el hielo formado, y se cortaba con “piochas” en barras, con un molde preestablecido… Finalmente, “los arrieros” transportaban los bloque de hielo por la noche, en carros tirados por burros o mulos, o en cestos que portaban los peones, hasta las “neverías” o puestos de venta que, en Manzanares, estaban en la Plaza Mayor y en la actual Plaza del Matadero..es decir, muy cerca del inmueble donde estaba nuestro Pozo de Nieve (calle del Carmen, en el edificio lindero con el antiguo hospital y con el Marquesado de Salinas). En esos puntos de venta, “los neveros” o “aguadores”, vendían hielo y agua fría a los paisanos, durante los meses del verano...
Esquema de 'Pozo de nieve'.

El calor del estío, sigue D. Cosme, aumentaba el riesgo de calenturas y disenterías por contaminación bacteriana de los alimentos, siendo el hielo que se obtenía en estos pozos de nieve, la mejor manera de conservar carnes, pescados.y otros alimentos perecederos por aquel entonces.., Aparte, el hielo era un buen aliado de los médicos para aliviar las flogosis asociadas a heridas contusas..o, con el agua fría del deshielo, hacer refrescos de limón o aloja, a los que se atribuían propiedades curativas... 

Yendo al conflicto vivido en Manzanares, meollo de este relato, continua D. Cosme, le diré, amigo plumilla, que la explotación del Pozo de la Nieve se llevaba a cabo en régimen de monopolio, por su propietario el Conde de Sevilla la Nueva... Este Conde residía en Baena (Jaen)... y muy pocas veces, o ninguna, se le vio por Manzanares, pero, lo cierto es que, aparte del pingüe negocio del Pozo, y la casa de la calle del Carmen, donde estaba ubicado, tenía otras propiedades en la villa.., otra casa en la misma calle del Carmen, frente a la de los Merino y un inmueble en la calle de la Cárcel, esquinero con la Plaza Mayor, donde se puede ver hoy su escudo de armas…

El Conde vendía el hielo en su propia casa y, como quedó dicho, en puestos públicos de los mercados, al precio de ocho maravedíes la libra, lo que condicionaba un importante dispendio para la mayoría de familias de la villa, que, además, no podían prescindir del hielo en sus casas durante el verano ..Y, mire ud. por donde, prosigue Don Cosme, que el usurero y astuto Conde, aprovechó la llegada del Rey y su Corte a Manzanares... y, alegando un aumento importante de la demanda de hielo, para cubrir las necesidades de tan egregios viajeros, subió el precio de la libra de hielo a doce maravedíes… cifra exorbitante, que el Alcalde de Corte, encargado de los abastecimientos y vituallas reales, aceptó sin reparos… pero que no tuvo igual acogida entre los vecinos del pueblo, que protestaron masivamente, de inmediato a la marcha del Rey, por la pretensión del Conde en mantener el nuevo precio de la libra de hielo, tal cual la cobró a los Reyes… El conflicto quedó servido entre D. Joseph María de la Cruz Galindo, administrador de bienes del Conde en Manzanares, y el concejo de la villa, representado por su Alcalde Mayor, D. Diego Ruiz Gallardo, los Regidores Félix de Mendoza, Eugenio Caballero, Andrés de Mendoza y Juan de León Carreño...  siendo Regidor Síndico de la villa D. Juan de Cabredos…Este, una especie de “Defensor del Pueblo” de la época, denunció el precio que se quería imponer al hielo, alegando “grave perjuicio al común de los vecinos”…. En consecuencia, el Síndico pidió al Alcalde Mayor, en nombre del pueblo de Manzanares: …«Se sirba de reponer semejante exceso y mandarse aga Ia postura que tubiere por conbeniente, atendiendo a el poco costo que tiene el recoger el yelo y que se benda en el puesto público acostumbrado por estar las casas del dicho Cruz extraviadas del comercio...»…

El Conde defendió el precio de doce maravedíes, por entender que el hielo no era un “abasto común”.. y que el Concejo no tenía facultad para litigar sobre su precio.. Alegó, también, que el invierno anterior había sido escaso en nieves, por lo que el pozo estaba muy vacío… El Alcalde Mayor de la villa no quedó muy convencido.. y, ante el clamor popular, ordenó clausurar el pozo, y exigío al Conde los documentos justificativos de su privilegio monopolista…. El regidor, D. Andrés de Mendoza, fue nombrado Comisario Interventor del caso, por el Alcalde Mayor, quien le dió una llave del pozo, para atender las necesidades de hielo más perentorias, como las destinados a:… “los enfermos más delicados, privando de que se diese a personas robustas, alojeros y forasteros”… La prohibición de la venta libre, tenía como riesgo que la escasa reserva de hielo se fundiera, por lo que el 10 de julio de 1733, el Alcalde, D. Diego Ruiz Gallardo ordenó medir la cantidad de hielo, ante escribano…y bajo testimonio de varios vecinos de Manzanares, conocedoras del negocio: Joseph Calderón, Manuel Díaz de Bustamante y Pedro de la Portilla.. además de la Abadesa del Convento de Monjas Concepcionistas Franciscanas.. y de Fray Francisco de San Juan Bautista, por entonces, Padre Superior y Presidente del Colegio de Carmelitas Descalzos.....Ante la sorpresa del pueblo y del Concejo, todos coincidieron en que:… “los doce maravedíes por libra, no eran un precio excesivo en ese año, dada la escasa oferta del producto, y la necesidad de la venta libre de nieve” .. ..”al ser el total alivio y medicina, no solo para los accidentados si también para las personas que necesitan deste remedio para la conservación de su salud”….

La resolución final del Alcalde y Justicia Mayor, fue autorizar al administrador del Conde a seguir vendiendo el hielo a 12 maravedies la libra, con el compromiso que se guardase relación de pesos y personas, por si, en recurso del concejo ante el tribunal superior, se decidiera la restitución de parte de lo pagado por los paisanos, algo que no se llegó a concretar…entre otras cosas, por que el conflicto venía viciado de origen, por cuitas personales, que trascendían a la defensa de los vecinos, y que dejaban en muy mal lugar a un regidor y al Sindico..Se supo que el regidor Juan de León, era propietario de otro pozo de nieve, que tenía arrendado, ni más ni menos, que al Regidor Síndico,.. Le fue fácil al Conde, argumentar que el Sindico y el Concejo estaban realizando competencia ilegal contra su negocio....lo que denuncío al Corregidor de Ciudad Real, “Juez Conservador de Yelos y Nieves de la provincia”, que ratificó el derecho exclusivo del Conde de Sevilla la Nueva a la venta del hielo en Manzanares…. 

Así que, amigo cronista, puede dar por concluido el relato,.. al que cabe añadirle, que solo la independiente y prudente actitud del Alcalde Mayor de nuestra villa, en el manejo del asunto, evito más cuitas a su Concejo y al Sindico...El Conde se conformó con que el nuevo precio permaneciera vigente, a cambio de retirar la denuncia….y como en tantas ocasiones, que habrán sido, y que serán… el pueblo “a pagar el pato”.