" Por la Mancha, en Manzanares y Mayo de 1958 ".... Así termina esta crónica elaborada por Melchor Díaz-Pinés Pinés para la zaragozana 'Revista Vinícola y de Agricultura'.
Manzanares celebrará en los próximos días de Junio el 'CL Aniversario' de sus luchas contra las huestes francesas, en la Guerra de La Independencia. El espíritu patriótico está en pie, como queriendo rememorar los hechos históricos de sus mayores. La Historia reverdece sus páginas para mostrar a estas generaciones lo que sus abuelos fueron capaces de realizar en defensa de su suelo patrio. Nuevos testimonios serán aportados y servirán para desterrar las malévolas interpretaciones que desde hace muchos años pesan sobre estos ambientes. Esta nueva versión, que procede por vía hereditaria de testigos presenciales, viene a dejar sin efecto, como antes mencionaba, juicios aventurados de aquellos hechos de armas, entre los que destacó el párroco Fray Pedro Alvarez de Sotomayor Rubio, al que se debe que esta ciudad subsista desde aquellas fechas.
De aquella gloriosa estirpe de preclaros varones que Manzanares diera, nació una de las más ilustres figuras del siglo XIX, que honró a su patria chica y enalteció sus tradiciones hasta el máximo. Se trata de D. Francisco González-Elipe, fundador del Liceo Artístico y Literario de Madrid y Doctor en Leyes. Este apellido llegaría luego a generalizarse con su acusado marchamo de espiritualidad mancheguista y patriota, amantes de la tierra donde nacieran.
Este fecundo apellido, sería precursor de fuertes voluntades al servicio de la riqueza manchega. D. Pedro José y D. Agustín González-Elipe, aparecen como decididos puntales de las esperanzas exportadoras de los vinos de Manzanares. Hasta 1920, que estuvieron afincados en modestas bodegas, ya instalaron su industria en el edificio-bodega de la por entonces extinguida sociedad Escribano, Checa y Vergara y Cía., hasta que en 1940, por disolución de la sociedad, adquiriera, ya emancipado D. Agustín, la archipopular y conocida bodega de La Torre, que en tiempos pasados fuera de las primeras plazas de toros de la provincia.
La fuerza creadora de D. Agustín González-Elipe, expandió rápidamente por todos los ámbitos nacionales esa hegemonía que en pocos lustros habría de hacer famosa una firma vinicultora y laborar con todo entusiasmo por el renombre y fama de los vinos de estas campiñas manzanareñas. Los mercados andaluces ya no habrían de ser suficientes para absorber su producción y fue su hijo D. Antonio González-Elipe el que haciendo de Colón, conquistador y descubridor, llegara con sus vinos a las tierras de promisión de Galicia, Asturias y Vascongadas, aceptando éstos complacidos la ofrenda manchega.
D. Antonio se entrega intensamente al negocio de los vinos, sin duda emulando a su padre y su hondo sentido de disciplina en el trabajo le anima a realizar grandes viajes y atender personalmente a sus clientes. El Norte es escrupuloso y necesita un nuevo tipo de lógica vinícola. Esta táctica de la meticulosidad en la elaboración de sus vinos, le hace conseguir clientes adictos e incondicionales, abriendo nuevas rutas. Influye en este empeño su fina sensibilidad de espíritu, su tacto humanizado, su carácter afable y distinguido. A pesar de su juventud, sabe combinar tradiciones con las más modernas concepciones del comercio, hasta expresar en forma siempre viva, la enjundia de su temperamento y la exteriorización de unas ideas tan sanas como sus propios vinos.
Por sus aptitudes, conocimiento del negocio,constante inquietud organizadora, educación y trato, dentro y fuera del negocio e ilustración profesional, no sería exagerado compararle a un Alonso Quijano actual, puesto al servicio de la defensa de la riqueza de estos campos calatraveños.
Sobre su persona, comentar que a los doce años ya dominaba las técnicas de análisis vinícolas y a los quince, en apuesta con su padre, realizó el primer viaje comercial y captó ventas muy por encima de lo que le asignaran, ganando esa apuesta realizada.
Es competente enólogo, escrupuloso en sus compras y prefiere caldos de similitud con los que Manzanares produce. Controla personalmente todo el movimiento de su negocio y cuenta con la ayuda eficaz del Sr. Flores en las tareas administrativas y personal bodeguero de probada fidelidad y eficacia.
Es ciertamente interesante hacer constar la importancia de estas ya famosas Bodegas de la Torre, con sus amplias naves en las que se alternan y armonizan los envases clásicos del barro de Villarrobledo con las modernas construcciones de cemento. La moderna edición de la firma González-Elipe, dispone de foudres, cisternas y camiones propios y ocupa una posición clara y diáfana entre los industriales del ramo, con los que sostiene las más cordiales relaciones de amistad y comercio.
Finalizo este reportaje pero no me es posible silenciar un detalle, que es todo un poema demostrativo del fino tacto e inteligente dirección de este negocio. En un muro de la entrada a la bodega, aparece esculpido en mármol, la siguiente inscripción, versificada en sencilla cuarteta:
Es la alegre misión
de esta bodega,
sembrar el optimismo
en el que llega.
¡¡ A todas luces significativo !! . La industria BODEGAS ELIPE triunfa y triunfará sin duda en sus ideales porque a ello se hace merecedora. La humanidad dará fe y será el mejor testigo.
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