¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

viernes, 6 de abril de 2018

153.). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: LA HIDALGUIA DE UN PUEBLO.

Iniciaré los relatos acerca del Siglo XVIII, querido reportero -me dice Don Cosme- refiriéndome a las características…o, más exactamente, al carácter y esencia de las gentes de Manzanares a comienzos de esa centuria.. y de como habían evolucionado la personalidad y valores de nuestros ancestros de entonces, al albur de toda la historia vivida por las generaciones previas de paisanos, desde el “nacimiento” de Manzanares.. 

Y es apropiado conocer como eramos, en esos inicios del “Siglo Ilustrado”, para poder comprender mejor el “choque” que supuso, en aquellos paisanos nuestros, la llegada a sus vidas de los nuevos tiempos y conceptos, sociales y políticos, emanados del Enciclopedismo y de la Revolución francesa, a finales del citado Siglo XVIII… Pero, antes, y para poder entender lo que quiero argumentarle sobre esto -continua Don Cosme-, hay que remontarse mucho tiempo atrás… a lo que ya hemos conocido del carácter de nuestras más primitivas gentes... recordando que, en los tiempos medievales, aun considerando que la población inicial del Lugar fue una mezcla de tres tipos de gente de muy diversa procedencia: 
Primero, los fundadores calatravos llegados del Norte de España; en segundo término, el grupo humano que bien podíamos considerar “autóctono o indígena”, [que había quedado en nuestros lares como población residual a la expulsión de los almorávides de La Mancha, tras la batalla de la Navas de Tolosa, en las regiones limítrofes con La Membrilla (“Cerro del Moro” y Molino de Santa Ana), y en el entorno del antiguo poblado de Moratalaz]; y, por último, un número considerable de inmigrantes, (“bajados” al Lugar de Manzanares, al poco de su fundación, desde Toledo y áreas aledañas),…eso no fue óbice, para que pronto toda esa mezcolanza humana, adquiriera un hábito y manera de ser bastante común, caracterizada por una gran capacidad individual y colectiva para el trabajo y el emprendimiento, basada en un sentimiento generalizado de autosuficiencia personal, pero también, y aunque parezca contradictorio, de una marcada solidaridad entre todos los habitantes de la aldea,.. algo que acabó constituyéndose, en muy poco tiempo, como un rasgo distintivo de la población del Lugar de Manzanares, con respecto a otros lugares y villas cercanas. Y eso -sigue D. Cosme- probablemente sucedió así, en gran medida, por la “inteligente conjunción de intereses particulares” que esas tres poblaciones iniciáticas tuvieron la habilidad de “poner sobre el tapete” del desarrollo social y económico de Manzanares.. De una parte, los Calatravos supieron atraerse a la población autóctona, para que colaborase con ellos en la construcción del Castillo, a cambio de ofrecerles protección y cobijo… En contrapartida, esas gentes autóctonas, que pudieron, por esa protección, desarrollar a plenitud, y con más tranquilidad que nunca, el aprovechamiento de las aguas del Azuer para la agricultura y la ganadería local..., ofrecieron a los calatravos compartir los ricos productos de su renacida actividad, como sustento alimentario y financiero de las dos poblaciones,… mientras, entre ambas, construían el Castillo… Esa simbiosis inicial, prosigue D. Cosme, tan inmediatamente desarrollada en su vida diaria, hizo que, muy pronto, las dos poblaciones confiaran entre sí, y se sintieran protagonistas de un mismo proyecto colectivo llamado Manzanares,… que empezó solo como Castillo, pero que devino en pueblo…Pueblo que, en su incipiente y brillante desarrollo, atrajo a ese tercer grupo de inmigrantes, que asentó, e hizo crecer el núcleo urbano inicial del Lugar de Manzanares,…

y que, por eso mismo, también fue muy bien acogido por las dos primeras poblaciones que ya convivían en la aldea,… pues tuvieron claro que resultaban imprescindibles para aumentar la humanidad total del Lugar y, así, garantizar la continuidad de su desarrollo y progreso. Ese numeroso y variopinto grupo de inmigrantes y aventureros, se sintieron, por tanto, y desde su llegada a Manzanares, también protagonistas de ese mismo proyecto colectivo,… colaborando, como el que más, en su desarrollo. Puede afirmarse, arguye D. Cosme para concluir esta parte de su discurso, que las gentes de aquel Manzanares, supieron.. “hacer del mestizaje, virtud” en sus primeros cincuenta años de historia, allá por la segunda mitad del Siglo XIII…



Son reconocibles, por tanto, continua D. Cosme- los primeros especímenes humanos de Manzanares, como unos personajes emprendedores, con un alto concepto de si mismos, pero, a la vez, con una gran confianza interétnica; asimilable a lo que, hoy, hemos dado en llamar, solidaridad… y, unidas a esas virtudes, una muy buena predisposición al trabajo individual y colectivo, que, enseguida, les confirió un sentimiento identitario como pueblo. No extraña nada, por tanto, que, también pronto, todos sus pobladores se imbuyeran de los valores doctrinarios del grupo dominante, los Calatravos,..que, mitad monje-mitad soldados, no dejaban atisbar, por entonces, diferencias importantes entre política y religión, a la hora del gobierno de las cosas y de las vidas,... dirigidas en exclusiva por esas ideas, sin dar pábulo a ninguna otra forma de pensamiento...algo que intentaron transmitir a ellos mismos, y al resto de los aldeanos, a través de los mejores valores cristianos y castrenses, concretados en un espíritu y forma de vivir: solidaria, colectiva, ordenada, austera y jerarquizada,… que se ajustaba, “como anillo a dedo”, al mismo “sentido común” de integrar el propio interés en el del colectivo, que esos tres tipos de población inicial de Manzanares habían mostrado, desde que se “encontraron” en el sitio de “Pilas Bonas”, para dedicarse a la exitosa tarea de construir Manzanares.. Le apuntaré ya -querido cronista- que, a pesar de la disciplina y la jerarquía, emanadas de la propia doctrina calatrava, e integradas, por ello, en el espíritu de la gente, existió siempre, también inmersa en ese mismo carácter, una marcada autosuficiencia, que hizo protagonizar a muchos manzagatos, bastantes episodios de rebeldía frente a la autoridad constituida, como ya hemos ido conociendo en relatos precedentes..y para ilustrar esto que le estoy contando,, sigue Don Cosme, baste recordar, por ej, los enfrentamientos habidos entre los primeros jerarcas calatravos de Manzanares, con su propio Concejo, y con el Arzobispado de Toledo, a cuenta del control, dominio y ubicación de la primera Hermandad que tuvo el Lugar de Manzanares, y de su patrona, La Virgen de Gracia,…

Durante los Siglos XIV y XV, este espíritu manzagato se fue consolidando, en el contexto de una estructura social propia de los tiempos, básicamente dividida en una clase noble y otra plebeya, representadas en el Concejo común del Lugar, tras elección democrática de los paisanos de cada uno de esos dos colectivos…Este Concejo, durante esos dos siglos,.. reflejando con claridad el emprendimiento, la capacidad de trabajo y la autosuficiencia de los aldeanos, mostró una capacidad inusitada, para los tiempos que corrían,,, y fue especialmente activo, resultando fundamental su impulso, para lograr Manzanares su autonomía jurídico-administrativa al final del Siglo XV.. y, después, en la centuria siguiente del XVI, llegar a ser la Encomienda más rica de las de Calatrava, desarrollando técnicas pioneras en la zona, acerca del aprovechamiento de sus tierras y de las aguas de su rio Azuer… Siendo en el discurrir de los brillantes años posteriores del “Siglo de Oro” de Manzanares… y en las penurias que caracterizaron a la centuria siguiente.-continua D. Cosme-, cuando ese carácter genuino del paisanaje manzagato, fue desarrollando en su espíritu otra de las virtudes genéricas del prototipo humano español de aquellos tiempos: la Hidalguía,… entendida como una “manera de ser específica”.. “buena por naturaleza” y poseedora de un sentido muy acendrado de la justicia, el libre albedrío y el “honor”; cualidad, ésta, perfectamente descrita por Miguel de Cervantes, en su obra maestra: “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, y que define muy bien al paisano de Manzanares, que para algo fue la primera villa en donde pernoctó Alonso Quijano, en la primera de sus correrías por la estepa manchega. Ese espíritu y carácter que, con otros matices, referentes al honor, la lealtad, la justicia y la solidaridad, también plasmó con gran expresividad y brillantez, Lope de Vega, en algunas de sus obras, como “Fuenteovejuna” o “El mejor alcalde, el Rey”…o también Calderón de la Barca, en su conocida obra teatral “El alcalde de Zalamea”…

Pero, por la misma deriva espiritual de nuestro modo de ser, se acrecentó en las almas de aquellos paisanos del final de la Edad Moderna, esa particular autosuficiencia que nos caracterizó desde nuestros orígenes, anidando en las almas de nuestras gentes, decididas a gobernar sus propios destinos, un cierto grado de altivez y desconfianza a lo que llegaba de otros mundos y culturas,.. lo que motivaría, en el futuro inmediato, al final del Siglo XVIII, algo que, a estas alturas del tiempo, ya en el Siglo XX, todavía arrastramos, lamentablemente, los indómitos habitantes de Iberia…un retraso secular en incorporarnos a las indudables aportaciones al desarrollo de la humanidad, en ciencias, arte y cultura, traídas al planeta Tierra por el nuevo pensamiento enciclopédico, basado en el predominio de la razón humana sobre la idea, para desarrollar el gobierno de las cosas terrenales,… algo totalmente contrario y ajeno a nuestro modo de ser y pensar de entonces…y, por desgracia, bastante alejado también ahora, en pleno Siglo XX, cuando muchos otros países de Europa y América han sabido compaginar perfectamente ideas y razón…Las “ideas” como impulsoras…. y la razón como instrumento, del desarrollo humano….. y no como todavía piensan muchos individuos carpetovetónicos, que siguen actuando, fanáticamente, en función exclusiva de su idea, despreciando o impidiendo las de cualquier otra que no sea la suya, concluye Don Cosme, con cierta tristeza.... 

Y es momento ya, querido cronista, para dar fin a este primer apunte de lo que era el espíritu de nuestra gente al comienzo de ese Siglo XVIII, anunciando a sus lectores que, para mejor ilustrar ese carácter y esencia manzanareña de aquella época, nos fijaremos, dentro de poco, como ejemplo, en un suceso concreto de 1703, donde Manzanares vivió su particular Fuenteovejuna.

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