El 25 de Agosto de 1961, Melchor Díaz-Pinés Pinés, elaboró la siguiente crónica informativa para la Agencia de noticias CIFRA.
Un curioso fenómeno óptico se observa cuando se visita la cuenca que abastece las aguas del Pantano de Peñarroya, que conserva en su totalidad las aguas que almacenara en el comienzo del estío.
Toda esta amplia comarca que antes padecía sed, se encuentra por completo sembrada de huertas de verano, destacando las plantaciones de la ya célebre judía manchega.
No existen espacios libres porque todo está verde y frondoso y la vista se recrea contemplando el paradisiaco paisaje de verde y azul, que el ojo humano acepta complacido porque estos matices se adaptan fácilmente a la vista. El paisaje no cambia en muchos kilómetros de esta nueva zona de regadío que ha venido a ser como una nueva tierra de promisión para centenares de hombres del campo, gracias a las abundantísimas aguas de este pantano.
Es tal la cantidad de judía sembrada que los expertos aseguran que la simiente enterrada supera la astronómica cifra de setecientos mil kilos, habiendo pasado esta zona hortícola a ser de las más importantes de España en esta especialidad.
Mientras tanto, las aguas del Pantano de Peñarroya, no presentan síntomas de agotamiento y las aguas discurren por los canales y acequias con abundante caudal, atendiendo sin problemas las necesidades del gran regadío de de la zona, de la que es patrona la venerada imagen de La Virgen de Peñarroya.
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