Este cronista,
había pedido un deseo personal a Don Cosme…y es el momento, ahora, en que me
dice…Mi estimado reportero, dando gusto a su reclamo, he acordado con Don Dimas,
párroco de Manzanares, autorización para visitar el Templo a media tarde, antes
de la misa de las ocho, para poder contemplar el efecto visual que se aprecia
cuando el retablo queda expuesto a la luz de las velas que iluminan el Altar
Mayor de la Catedral”… “Y es que, a la media tarde y anochecer -sigue D.
Cosme-… la atenuada claridad que llega en esos momentos del día, desde los
vanos del Crucero y el resto de ventanales del Templo, unida a la mejor
percepción de la luz de los cirios, estratégicamente dispuestos en el ábside,
produce un contraste característico de luz y color sobre nuestro retablo,...
haciéndose especialmente llamativo ese efecto lumínico de color anaranjado o
rojizo que semeja un ascua ascendente, y que es generado por la reverberación
de la luz de las velas, en ligero y continuo movimiento, al contactar e
iluminar con intensidad discontinua los panes de oro que tapizan el Retablo
Mayor”...
“Y quiero comentarle antes de estar allí, -sigue Don Cosme- que yo he
hablado con frecuencia del arte de la retablística con Don Inocente Hervas,
anterior párroco de este pueblo, hombre cultísimo y erudito historiador de
Manzanares y de toda la provincia de Ciudad Real… Don Inocente´ -continua Don
Cosme- es quien me hizo sabedor de muchas de las historias que nutren estos
relatos…y, en particular, de la de este Retablo de la Catedral”…. “Con él, y
del brazo de él, he contemplado y conversado, más de una vez, acerca de los
detalles escultóricos y pictóricos de la obra de los Ruiz de Elvira… y de cómo
supieron disponerlos y “dorarlos”, para que la luz que los tocase, viniera a
conseguir los impresionantes efectos visuales que pueden observarse en este
Retablo de Manzanares... Y, a esta cuestión, D. Inocente, siempre comentaba que
“sacar partido al dorado” en sus retablos e imágenes, era uno de los objetivos
de la Iglesia Católica de aquellas épocas de los Siglos XVI y XVII, para
resaltar su iconografía, y diferenciarse, así, del emergente luteranismo”… “En
todos los retablos, por tanto -seguía D. Inocente- de manera más o menos
conseguida, la luz de las velas realza con aires místicos los elementos y
piezas que conforman cualquiera de las obras de este estilo”…
“Estas diatribas entre D. Inocente y yo –continua D.Cosme-, nos gustaba
mantenerlas frente al Retablo…y a estas mismas horas, cuando el crepúsculo
oferta una luz especial… que, aliada con el fulgor rojizo de las velas, provoca
un efecto visual, lumínico y característico, sobre la superficie semiovoidea
del Retablo de la Catedral de Manzanares”… “Y este efecto buscado, es de
justicia reconocer que en Manzanares es genuino, sublime y maravilloso” ...“Los
Ruiz de Elvira eran maestros en ese arte de la “doración”…y sacaron el máximo
partido a la configuración semiovoidea de nuestro retablo, que favorece la
“recogida de luces” hacia la parte central, mucho mejor que en los retablos
planos…conjugando eso, con una estratégica disposición de las velas en el
escenario absidal, obtuvieron matices increíbles en los efectos lumínicos”.
“Por tanto, a eso de las seis de la tarde, Don Cosme, y quien les relata,
llegábamos al atrio de la Catedral, donde nos esperaba el actual “pontífice de
Manzanares”,… “Atravesamos, con él, la “puerta de los novios”, tal como se
conoce a la puerta principal de esa fachada sur de la Iglesia Parroquial y nos
introducimos en la nave del Templo”... “Don Dimas, nos marcó la dirección de la
sacristía.. mientras, al fondo, en el ábside, se podía ver a dos pequeños
monaguillos,...y a uno de los “pater” de la Santa Madre Iglesia manzagata que los
dirigía, en la febril y rutinaria actividad de tener preparada y acondicionada
la mesa del altar, con todo lo necesario y conveniente para la liturgía, a más
de encender los velorios que habrían de iluminar todo ese escenario durante la
celebración de la “misa de noche”… “Llegados a la sacristía, D. Dimas nos
comenta que ha dispuesto las cosas, de forma que todo el altar este
acondicionado al modo requerido para lograr el efecto visual buscado… algo que,
por otra parte, es rutinario en la preparación de las misas y los actos
litúrgicos, pero que, en esta ocasión, ha querido que se hiciese con especial
mimo, para que el resultado lumínico, quede a máxima satisfacción de quien lo
observe”.…“Tras un rato de charla, irrumpen los monaguillos en la sacristía, anunciando
que todo esta dispuesto…y, poco después, volvemos a la nave de la Iglesia y nos
acercamos al Altar… que luce, bellísimo, sobre el elevado presbiterio de la
maravillosa Catedral de Manzanares… Al fondo, se vislumbra el Sagrario y el
Retablo Mayor, iluminados por ese tono rojizo característico, aunque aun no son
apreciables, en su justa medida y misterio, los detalles que le acompañan”…
“Avanzamos unos pasos, hasta llegar al centro del crucero,… y es, entonces, en
un momento determinado…tras subir las escalinatas que ascienden al suelo del
presbiterio, cuando Don Cosme, con un gesto de su mano, pide que nos detengamos
y, simplemente, contemplemos el espectáculo del retablo iluminado”… “Fijese
primero -me dice Don Cosme- en el banco sobre el que asienta el retablo,.. la
inmediatez de la luz de las velas, situadas al fondo, sobre el suelo del
ábside…queda, más o menos, a su altura… y le da una luminosidad directa, que
hace muy visible y cálido el ciclo de las cuatro escenas talladas en el citado
banco, dibujando los primeros sucesos de la vida de Jesús…que aparecen, por esa
cercanía, luminosos y alegres a la vista del observador, lo mismo que sucede
con los dieciséis recuadros más pequeños, intercalados entre esas historias,
…donde los diferentes santos y santas de la Iglesia, allí representados, y los
ornamentos botánicos que adornan y complementan todo ese conjunto, quedan
plenos de luminosa frescura, en contraste con la discreta pátina de oscuridad
crepuscular del entorno más cercano, por debajo de la luz de las velas, próximo
al suelo del ábside”...
“Don Cosme, va describiendo lo que tenemos delante, que, a fuer de ser
evidente, no deja de quedar perfectamente recreado por su verbo brillante y
apasionado”… y dice… “Aprecie usted, ahora, como ese aura rojo anaranjada,
provocada por el choque de la luz de las velas sobre los panes de oro del
retablo, parece ascender, más arriba del banco, como una especie de telón
humeante”…. “y lo que más impresiona –continúa- es como esa luz rojiza va
aumentando su intensidad, y cambiando de tono, según se aproxima a la calle
central del retablo, en un efecto favorecido por la semicurvadura del ábside y
la colocación de las velas…que, en última instancia, consigue ir “recogiendo”,
hacía el fondo y centro del ábside, en su calle central, los haces de luz,
dejando muy resaltados todos los elementos fundamentales del retablo, incluidos
en ella…. Efecto que queda magnificado por la menor iluminación de la cuatro
calles laterales… y, por que, además, se ubicaron en esas calles cuatro lienzos
al oleo de Bartolomé Carducho, en los que el pintor italiano dibujó, en tintes
oscuros y sombríos, escenas de los últimos instantes de la vida de Cristo,
resaltando esas pinturas oscuras y menos iluminadas, el esplendor iluminado y
rutilante de la calle central del Retablo de la Catedral de Manzanares"..
“También –sigue Don Cosme- es muy fácil observar como esa luz creciente, al
llegar al centro, parece incrementarse aún más, cuando alcanza y rodea el
Sagrario,… esto último es ayudado por el efecto directo de unos cirios más
altos, dispuestos, a ese fín, en el centro, y al fondo, del suelo del
presbiterio… Aprecie usted (y les doy fe que se aprecia), como la luz emitida
por esos cirios, al toparse con la base del Sagrario, se expande por ella… y,
luego, asciende por sus laterales, como en un “abrazo místico”, que ilumina las
figuras de San Benito y San Bernando, cuyos mantos refulgen intermitemente,
dando una sensación de movimiento, impresionante y curiosa para los que , como
ahora nosotros, tienen la suerte de observarlo”…. “Pero es que, en su cuerpo
central, el Sagrario…queda más finamente iluminado por un “velillo de luz”, que
escapa de la base de la Custodia, de modo y manera que, en esta Custodia, se
logran dos efectos muy característicos de este retablo….por un lado, ese cuerpo
del Sagrario queda “enmarcardo”, por una “orla de luz” más intensa.., que, como
hemos visto, resalta los pedestales y las imágenes de los santos Bernardo y
Benito… y, por otra parte, el fino velo de luz que ilumina el cuerpo de la
Custodia y las puertas del Sagrario, hace muy “visibles” los bajorrelieves del
“Cristo con la cruz a cuestas” y del “Cristo de la resurrección”, que adornan
su primer frontispicio… y, también, las figuras de los cuatro profetas que ornamentan
el segundo cuerpo del Sagrario”….
“Y, ahora… con ser ya impresionantes todos estos efectos, llega lo más sublime
y magnífico de la iluminación de este retablo de la Catedral de Manzanares…le
pido que observe, y se haga cargo, del que, seguramente, por ser el que resulta
más llamativo, ha percibido usted ya, sin que yo se lo haya advertido”…. “Me
refiero a cómo, inmediatamente por encima de la Custodia… la luz más intensa,
que se eleva por cada uno de sus lados… primero, difunde y rodea la parte superior
de su cúpula semiesférica, confluyendo en su cima,.. y, enseguida, asciende “en
lámina”… como un velo de luz refulgente, anaranjada y vibrante…que ilumina, en
un plano posterior al del Sagrario, el centro del retablo… la imagen de
¡¡Nuestra Señora!!….que queda, así, como bien merece, nítidamente resaltada,
por esa cortina de luz intensa y humeante…pero, a la vez, más clara que en
otros lugares del retablo …haciendo destacar, como si fuera un cuadro, o a
manera de una orla, tal como ocurría con el Sagrario, la imagen de bulto de
“Nuestra Señora de la Altagracia y de la Asunción”…que parece ser impulsada
hacia arriba por la luz, interpretando muy bien su Ascensión a los cielos”…
“Virgen de la Asunción, bajo la que habría de quedar advocada la Catedral de Manzanares,
por los tiempos de los tiempos”… “y, esa imagen de la Virgen, queda enmarcada y
rutilante, por las columnas que la flanquean, menos iluminadas, a diferencia de
lo que sucedía en la Custodía”… “Luego, si eleva más la vista, apreciará usted
-sigue Don Cosme- como esa luz rojo anaranjada llega al frontón triangular
partido que corona todo, serpenteando los relieves de su base….y consiguiendo,
con ello, cuando la luz penetra en el interior de ese triangulo, iluminarlo
como en una llamarada…que envuelve los relieves del Calvario, el del Cristo
crucificado de su cúspide y el de Maria Magdalena abrazada a los pies de la
Cruz…evocando ese conjunto triangular “en llamas”, de un modo brillante y
excepcional, el fuego purificador que el Cristo agónico y misericordioso traía,
unido a su sacrificio, a toda la humanidad doliente y mezquina que le había
condenado a morir en la Cruz, sin saber bien lo que estaba haciendo”…“Y,
finalmente, la luz, superado el tejado de ese frontón, tras serpentear sus
relieves...o entrando directamente, como un chorro de luz , a través de la
brecha central, alcanza el decoradísimo y “dorado” estuco de la cúpula
absidiana, “estallando”, en “pequeñas estrellas tintineantes”, y provocando en
su “cielo”, múltiples destellos…mostrando y escondiendo, en movimientos
cambiantes de luz, los dibujos que “hablan”, de la coronación divina de Nuestra
Señora de la Asunción”, concluye solemne y vibrante, Don Cosme, su discurso”
“Ciertamente, para concluir el relato, he de confesarles, que la observación de
esta maravilla visual, ideada y conseguida por los autores del retablo, y
acrecentada en su percepción por el discurso con que la acompañó Don Cosme,
impresiona mi espíritu con un escalofrío…y me requiere de quietud y silencio,…
para disfrutar unos instantes…, solo, y con todos mis sentidos puestos en esa
contemplación mística y majestuosa,...el retablo iluminado de la Catedral de
Manzanares de la Mancha”.
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