Acabamos de
conocer en anteriores relatos. -me dice D. Cosme- la enorme convulsión social y
jurídica que tuvo Manzanares a comienzos del Siglo XVII…de ese Siglo de crisis
y penurias, que limitó la vida de las gentes y haciendas de los pueblos
castellanos. He querido dar título al diserto, con el encabezamiento que le he
propuesto, para dar fe de algo que acompañó esa situación,… una atonía social
bastante generalizada y el deterioro progresivo de muchas haciendas e
inmuebles, durante la etapa más dura de la crisis, al final de ese Siglo
XVII…
Algo hemos visto ya de esas dificultades, cuando relatamos las muchas
cuitas y problemas que concurrieron en nuestra Catedral, en relación al
entallado de su retablo mayor, o a la construcción de su magnífica torre… y eso
que, a comienzos de ese Siglo, Manzanares estaba todavía creciendo y con una
economía relativamente boyante… pero, lógicamente, se notaban los problemas que
la crisis estaba acarreando ya en la mayor parte de las villas próximas ..Lo
cierto fue, que el XVII se vendría a caracterizar, en términos generales, por
un continuo de penurias y dificultades económicas para todo el Reyno. lo que,
finalmente, acabo siendo causa de deterioro y falta de mantenimiento del
floreciente urbanismo desarrollado en la anterior centuria, que por algo fue
conocida como Siglo de Oro…Y, es buen momento, ahora, para conocer la evolución
de algunos otros elementos urbanos relevantes de la, por entonces, villa de
Manzanares, en esa centuría del XVII.. qué, como enseguida verá, querido amigo,
se atiene bastante bien a lo que sugiere el título del relato..Por ejemplo, lo
que sucedió con la evolución de inmuebles históricos, como la Casa de
Encomienda, los grandes conventos ,edificados a finales del XVI, y las antiguas
ermitas de la villa manzagata.,,. Y a ese respecto le diré, querido cronista,
que casi nada quedó escrito... posiblemente, por que poco hubo de trascendente,
más allá de considerar que, ya en aquella época, comienza a hacerse notar el
escaso apego de este magnífico pueblo que es Manzanares, al mantenimiento del
propio patrimonio.
Y verá ud, sigue D. Cosme, en cuanto a la evolución física y estructural de
nuestro Castillo o “Casa de Encomienda” en el Siglo XVII,.. lo primero a tener
en cuenta es que la parte mayor de sus competencias administrativas,
tributarias y de almacenaje, habían sido trasladadas a la vecina “Casa de la
Tercia”, al final de la centuria anterior, por lo que la fortaleza, aunque
conservaba alguna de esas funciones, disminuyó mucho su actividad, pasando a
ser una vivienda más de la villa,… de las más importantes, eso sí, pues allí
moraba el alcaide, figura principal de Manzanares y delegado del Comendador de
turno, quien solía vivir en otros lugares y pisaba poco el solar manzagato….
Asi las cosas, sigue D. Cosme, el Castillo de Manzanares, continúo siendo el
lugar de acogida transitoria para visitantes ilustres de la villa, como fue el
caso del Rey Felipe IV, el Conde Duque de Olivares y D. Francisco de Quevedo y
Lucientes, que en el año 1624, visitaron nuestra Catedral, para admirar su
retablo mayor…constituyeéndose, sin duda, en los transeúntes más ilustres que
pasaron por la villa de Manzanares en aquella centuria.. Y de más episodios
reseñables poco hemos sabido.. En las referencias de los visitadores calatravos
a Manzanares, en las primeras décadas del XVII, nos quedó de sabido que, en el
Castillo, se realizaron obras de reparación y acondicionamiento de sus
estructuras, y que se repusieron y repararon las armas de su arsenal...
Sabemos también que, en 1631, las dificultades económicas para mantener el
ejercito de un Reyno en crisis, llevaron al Conde Duque de Olivares a una
curiosa reforma fiscal… que, en el caso de Manzanares, “transformó” las 40
lanzas que debía tener su castillo, en cierta cantidad de maravedíes, que cobró
el Reyno de España, como impuesto, a nuestra Encomienda, aprovechando que la
caballería calatrava ya se había disuelto por aquella época…. Luego, llegaron
los peores tiempos de aquel siglo de crisis,…y, en sus últimos cincuenta años,
no hay constancias escritas de lo que ocurrió en el castillo, aunque se supone
que, por su carácter de élite en la villa, soportaría las penurias de aquel
aciago fin de siglo, al igual que otras casas de alta alcurnia, como la de los
Salinas, los Quesada y los Merinos… eso sí, con mucha menor opulencia que en
tiempos pasados.. pero, como se suele decir, “salvando los muebles”…y
preservando el inmueble”...c oncluye, riendo, Don Cosme… algo que, añade, por
desgracia, no pudieron contar muchos de los vecinos más humildes de la villa,
que perdieron toda su hacienda y trabajos en aquellos tristes años finales del
Siglo XVII…
En cuanto a los Conventos de las Monjas Franciscanas y el de los Carmelitas,
nacidos al final del XVI, aparte de ser inmuebles recientes, sólidos y bien
construidos, pudieron mantener sus estructuras… y las monjitas y monjes, sus
actividades oratorias y sociales, en ayuda de los pobres, a lo largo del Siglo
XVII, en razón de los mecenazgos que los sustentaban.. Entre las referencias
que, acerca de ellos, quedaron en los escritos de esta centuria del XVII,
-sigue D. Cosme- destacan, en el caso de las franciscanas, los que hacen
referencia, en 1666-68, al huerto y jardín que complementó su convento:..
“La dhª mariperez, abbadesa, tomó la posesión del dhº conbento y cosas de
el." ... (se supone que el término “cosas”, se refería a toda la manzana
donde está el convento, que limitan las calles de Morago, Monjas, Doctor y el
tramo de la “segunda vuelta de monjas”…donde, al margen de lo que era
construcción puramente conventual, las monjas tuvieron un huerto cercado);.. en
esos escritos, se dice, al caso, que:.“Unas casas de morada dentro murallas,
linda dos calles….Que la una casa desde la callejuela de las carnicerías, a la cerca
de las Religiosas Franciscanas, y la otra, la callejuela de Antonio Barranco, y
corre por la cerca que sale al camino y están otras casas frente a referidas
cercas de las Religiosas y las rodean las casas del vínculo que posee Francisco
Merino que al preste (presente) como tal poseedor, las habrá, y salen a ambas
calles cogiendo en medio unas casas, las que fueron de Ezequiel Megía y tenía
sobre sí un censo....”
En cuanto al convento de los Carmelitas, al igual que el de las monjas
franciscanas, y también en el Siglo XVII, he de decirle -continua Don Cosme-
que fue dotado de un amplio huerto y jardín, primorosamente cuidado por los
monjes, en terrenos cedidos por el marquesado de Salinas, que ocupaban, con el
inmueble propiamente conventual, toda la manzana que limitan la calle del
Carmen, la plaza del Castillo, la calle del matadero y la calle del Zacatín… En
los mismos terrenos, se dispuso un camposanto, donde recibieron sepultura
muchos paisanos…Las actividades eclesiales del convento, en sus primeros
tiempos, suscitaron controversias en la villa, con división de opiniones, a la
iniciativa que tuvo el párroco Alonso de Torrecilla de celebrar, allí, en su
capilla, misas para la población morisca de Manzanares, venida de Granada, y
que vivía en las calles aledañas…Pero, sin duda, el hecho más relevante
acaecido en este convento de los Carmelitas, durante el Siglo XVII, fue la
fundación de una “Escuela de Teología y Moral”, en el año 1655, que alcanzó, en
su devenir, gran prestigio en toda La Mancha”.
Con respecto a las Ermitas que se habían construido en Manzanares, antes del
Siglo XVII, debo decirle, mi querido reportero, -continua D. Cosme- que también
tuvieron un devenir acorde a los tiempos de crisis y atonía social y urbana que
vivió el Reyno...y, sobre todo, en la terrible parte final de ese siglo.. La
falta de los más elementales medios y la pobreza reinante, deterioró mucho a la
mayoría de ellas, al extremo que algunas terminaron por desaparecer en siglos
posteriores, como las de San Sebastían, la de San Cristobal, la de San Gregorio
Ostiende, la de San Isidro, la de San Juan y la de San Marcos, de las que
apenas, por no decir ninguna, hay referencias escritas en aquel siglo
XVII….Mientras otras, como: la de San Antón y la de Santa Quitería, siempre muy
activas y pujantes, tuvieron que ser reformadas o reconstruidas el siglo
siguiente por el deterioro enorme que sufrieron…La Ermita de la Virgen de
Gracia, por el contrario, y a pesar de ser muy antigua, como estaba sustentada
por la nobleza de Manzanares, pudo mantenerse bastante bien durante toda la
crisis, aunque no fue del todo ajena a problemas de deterioro...
Con todo y con ello, las tradiciones, ofrendas, presentes y actos que
acompañaron siempre a estas Ermitas de Manzanares, desde su creación, se
mantuvieron todos los años de aquel Siglo de penurias que fue el XVII…las
fogatas, los dulces, las ofrendas, los novenarios y otras preces,
característicos de las fiestas de muchas de esas Ermitas antiquísimas,.. así
como, la exposición de animales (cerdos y équidos, sobre todo) por San Antón…y,
en fin, todos los elementos festivos y eclesiásticos que se fueron “haciendo un
hueco” en las señas de identidad de Manzanares, parece que no se perdieron
nunca, a pesar de la crisis, la penuria y la pobreza que, poco a poco, se fue
instalando en la villa durante aquella centuria. Se deterioraba, si, su
conjunto urbano, pero no decayeron las tradiciones y el espíritu del pueblo
manzagato….
Y termino aquí, y con ello, el presente relato, amigo reportero, que ha servido
para mostrar a sus lectores como afectó, y no afectó, la crisis de aquel
tiempo,.. a las cosas y al espíritu de las nobles gentes de la leal villa de
Manzanares, en ese proceloso Siglo XVII, del que tantas cosas ya hemos
narrado…y, fíjese, aun no hemos comentado lo peor de aquella tremenda centuria
en nuestra villa,.. la que puede calificarse como “década trágica”, aquella que
abarcó el tiempo existente, entre 1674 y 1684,… y no lo hemos hecho, porque,
su descripción detallada, da más que suficiente para otro capítulo sobre las
penas y penurias de ese terrible Siglo XVII para el Reino de España..
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