Según ha ido
disertando Don Cosme, acerca de avatares y sucedidos del Siglo XVII, al
reportero, le ha llamado la atención la cantidad de disputas, pendencias,
delitos y juicios que hubieron lugar en Manzanares, durante los primeros
tiempos del Siglo XVII,…y no solo de la gente común del vecindario, sino que,
también…alcaldes, comendadores y miembros del clero, se vieron implicados en
muchos conflictos locales, que acabaron de muy diferentes maneras: a veces con
heridos e, incluso, muertes..y, con gran frecuencia, dando motivo a largos
juicios, que afectaron a la vida social y al curso y devenir de la historia de
aquellos tiempos lejanos de Manzanares….Baste recordar, por ej, la zuiza de
moros y cristianos del año 1600, que terminó con varios moriscos heridos y un
juicio en el que fueron condenados los alcaldes ordinarios de Manzanares, por
haber permitido portar armas a los moriscos que participaron en la fiesta, algo
que estaba expresamente prohibido… por no hablar, de los largos conflictos
entre regantes y molineros del rio Azuer ..o aquellos otros que enfrentaron al
clero y al Concejo de Manzanares, por un lado, con los artesanos y
constructores del Retablo Mayor y de la nueva torre de la Catedral, en parte
contraria…
Con ese pensamiento en la cabeza, le pregunto a Don Cosme si hay alguna
explicación, que darse pueda, a semejante acúmulo de conflictos en la villa de
Manzanares en aquel tiempo …y, entonces, él, con una de esas sonrisas suyas que
anuncian que le gusta el tema, me espeta directamente…”mi querido amigo, hay
explicaciones mucho más que suficientes y bastantes, para dar pie a un nuevo
relato que le propongo inicie”…y, claro, ante semejante propuesta, este
reportero accede de inmediato a enterarse para si mismo y para todos ustedes,
lo que ahora paso a contarles…y que, a mí, me contó Don Cosme.
“Verá usted, inicia D. Cosme su diserto, durante aquellos primeros años del
Siglo XVII, en todo el Reyno de España los conflictos civiles e, incluso, los
delitos flagrantes contra el patrimonio o la integridad física de las gentes,
estaban a la orden del día,… siendo aun peor la impunidad que acompañó,
frecuentemente, a muchas de esas situaciones delictivas, por falta de autoridad
o ineficacia de la justicia imperante en esa época.. y eso tenía, como puede
usted suponer, varias razones que lo explicaban…como, por ej, los
condicionantes que planteaba la nueva configuración legal que fue adquiriendo
el Reyno, en tiempos de Felipe II y de Felipe III,…y es que, ciertamente,
determinadas prácticas comunales, heredadas del Medievo, chocaban con los
nuevos conceptos de “propiedad privada” y, en Manzanares, centro peninsular de
cañadas reales, y poseedora de tierras de gran calidad, este choque fue muy
intenso… y motivó continuas disputas entre los pastores y los nuevos
propietarios de las tierras adyacentes a las veredas… pero también entre los
pastores de la trashumancia y los ganaderos locales…así como entre los
agricultores que se habían hecho autónomos, contra los que todavía seguían
prácticas comunales del pasado…En definitiva, múltiples posibilidades de
conflicto, que estallaron al rebufo del nuevo contexto de relaciones sociales y
patrimoniales, propias de la Edad Moderna…
Y, por si todo eso fuera poco, -sigue D. Cosme-..en esos primeros años del XVII, la crisis de autoridad del Estado, reinando ya Felipe III, se incrementó de manera notable, facilitando la generalización del incumplimiento de las leyes y de los contratos (como los que ya hemos conocido en relación con las obras de la Iglesia)…,y explicando en gran medida. también, el incremento de actos delictivos y de sangre, que acompañó el inicio de dicha centuria en todo el Reyno…Y todo este estado de cosas perversas, se concretó de manera muy particular en nuestra villa de Manzanares…y eso sucedió así, posiblemente en razón de la crisis económica.. que ya se hacía notar en otras villas cercanas, pero aun no afectaba a Manzanares, todavía en plenitud de crecimiento, lo que atrajo a nuestra villa gente emprendedora, pero también: rufianes, arribistas y perillanes de toda laya, que camparon por sus respetos, ante la ineficacia y descontrol de las autoridades locales…y es que, conviene recordar –sigue D. Cosme- que la autoridad judicial era ya competencia, en primera instancia, de los alcaldes mayores y ordinarios de las villas (….por eso a los alcaldes se les llamaba “justicias” y a los ayuntamientos, “audiencia”)… pero, -continua D. Cosme- teniendo los alcaldes la responsabilidad de prevenir y reprimir los delitos acaecidos en sus villas, como carecían de los medios más elementales, y solían tener escasos conocimientos jurídicos.. daban continuas muestras de ineficacia en la gestión y solución de los casos que debían juzgar…y, lo que era aun peor, con demasiada frecuencia, se adivinaban complicidades, más o menos explicitas, en lo que se debía juzgar,.. ya que muchas veces los alcaldes eran parte interesada del conflicto que se estaba estudiando…. Todo ello, conllevaba graves incongruencias en el resultado de las actuaciones judiciales, que el pueblo llano valoraba muy negativamente...y explicaba el incumplimiento, más o menos generalizado, de leyes y normativas por parte del vecindario, que desconfiaba de unos mandatarios que, a sus ojos, se mostraban carentes de toda credibilidad...
Y, por si todo eso fuera poco, -sigue D. Cosme-..en esos primeros años del XVII, la crisis de autoridad del Estado, reinando ya Felipe III, se incrementó de manera notable, facilitando la generalización del incumplimiento de las leyes y de los contratos (como los que ya hemos conocido en relación con las obras de la Iglesia)…,y explicando en gran medida. también, el incremento de actos delictivos y de sangre, que acompañó el inicio de dicha centuria en todo el Reyno…Y todo este estado de cosas perversas, se concretó de manera muy particular en nuestra villa de Manzanares…y eso sucedió así, posiblemente en razón de la crisis económica.. que ya se hacía notar en otras villas cercanas, pero aun no afectaba a Manzanares, todavía en plenitud de crecimiento, lo que atrajo a nuestra villa gente emprendedora, pero también: rufianes, arribistas y perillanes de toda laya, que camparon por sus respetos, ante la ineficacia y descontrol de las autoridades locales…y es que, conviene recordar –sigue D. Cosme- que la autoridad judicial era ya competencia, en primera instancia, de los alcaldes mayores y ordinarios de las villas (….por eso a los alcaldes se les llamaba “justicias” y a los ayuntamientos, “audiencia”)… pero, -continua D. Cosme- teniendo los alcaldes la responsabilidad de prevenir y reprimir los delitos acaecidos en sus villas, como carecían de los medios más elementales, y solían tener escasos conocimientos jurídicos.. daban continuas muestras de ineficacia en la gestión y solución de los casos que debían juzgar…y, lo que era aun peor, con demasiada frecuencia, se adivinaban complicidades, más o menos explicitas, en lo que se debía juzgar,.. ya que muchas veces los alcaldes eran parte interesada del conflicto que se estaba estudiando…. Todo ello, conllevaba graves incongruencias en el resultado de las actuaciones judiciales, que el pueblo llano valoraba muy negativamente...y explicaba el incumplimiento, más o menos generalizado, de leyes y normativas por parte del vecindario, que desconfiaba de unos mandatarios que, a sus ojos, se mostraban carentes de toda credibilidad...
Toda esa sociedad y estado de cosas, sigue D. Cosme- estaba inmersa en un
sistema de valores, basado en la moral del honor y de la hombría, el orgullo
prepotente y altanero de los nobles y el rufianismo de un sector amplio del pueblo
llano,… eran comunes los amores prohibidos y la pasión por el juego , lo que
junto a la costumbre de andar por la calle con armas blancas, símbolo entonces
de los hombres libres, terminó por conformar una situación explosiva en la vida
cotidiana de las gentes de la villa, determinado que, a comienzos de 1605, el
fiscal del Consejo de las Ordenes Militares, Juan Serrano Cajata, presentase
unos informes alarmantes sobre Manzanares…. No menos de 40 personas, cuatro de
ellas mujeres, habían sido asesinadas en esos primeros años del Siglo, a los
que había que añadir numerosos delitos contra la propiedad, resistencia a la
justicia y amenazas de todo tipo. El fiscal planteaba la necesidad de
establecer querellas contra los alcaldes ordinarios y alguaciles de ese tiempo,
“por haber incurrido en graves omisiones y negligencias”.. Tal fue el caso muy
sonado del alcalde Juan Velasco, que permitió que escapase de la cárcel un
famoso ladrón, tras ser sobornado por este con 1.500 rs…
Don Juan Serrano, ante la situación de imperante criminalidad e impunidad,
advertida en la villa, terminaba su informe considerando urgente el envió a
Manzanares de un “receptor de información”, llamado Juan de Antequera,… quien,
en primera instancia, rechazó el encargo de hacer el inventarios de delitos y
delincuentes, por que para el trabajo se le obligaba a vivir en Manzanares y
con gastos a costa de los inculpados, cantidad que percibiría, además, solo
cuando hubieran sido remitidos los autos al gobernador del Campo de Calatrava..
y estuviera revelada la identidad de los responsables... Naturalmente,- dice D.
Cosme con retranca- el citado Antequera, que aunque no era de Manzanares, era
bastante espabilado y prudente, solo aceptó el trabajo cuando se le hizo
entrega del dinero por adelantado. Tras un “tira y afloja”, su nombramiento fue
efectuado el 4 de mayo de ese año, asignándosele un sueldo de 15 rs. diarios
durante 40 días, plazo que el Consejo juzgaba suficiente para culminar su
misión., tendente a facilitar el trabajo posterior del juez comisionado, que
debería castigar a los culpables de manera ejemplar…. El fiscal del Consejo,
Carreño Ponce, estimó, durante el periodo de investigación que:… “detrás del
"injurioso" clima de impunidad reinante en Manzanares había diversas
"facciones", aludiendo a las “banderías municipales”, que existían en
la órbita del ayuntamiento y de los nobles… que no dudaban en proteger y
encubrir a los reos, si pertenecían a su círculo clientelar.
Poco sabemos, sigue D. Cosme, cuanto de justicia terminó haciéndose en muchos
de esos delitos…pero, al menos, y para concluir el relato le invito a que
conozca la curiosa descripción que se hacía de ellos al enjuiciarlos, sirviendo
este ejemplo para ilustrar lo que le comento…y para que, con él, de usted por
concluido este relato acerca del lado oscuro de Manzanares en aquellos
tiempos….
“En tanto se celebraba la "fiesta de toros", que incluso algunos
presenciaban "desde el tejado" de la iglesia y los corredores altos,
como el llamado de don Miguel, Bartolomé Sánchez Mora,. los hermanos Bartolomé y
Gonzalo López y otros más se extralimitaron de palabra y obra cerca de la
carnicería contra MigueI García, al que previamente habían desarmado. Le
llamaban bellaco, fullero, ladrón y otros calificativos afrentosos, a la par
que le propinaban muchos golpes con estoques y espadas desnudas mientras
intentaba huir en dirección al ayuntamiento. Anteriormente había tenido
altercados con ellos: entre él y Alfonso García Alférez hubo "pesadumbre
con mucha cólera y llegado a las manos "y tanto él como Miguel Martínez a
punto estuvieron de herirse con las espadas cierto día "en el juego de la
bola" -que consistía en tirar una bola de hierro a pie quieto o a la
carrera y en el cual ganaba el jugador que al fin de la partida había pasado
con su bola más adelante-, no en balde el juego era causa de mayor número de
víctimas que el alcohol; Juan García Serrano, hombre "de baja
calidad" casado con una esclava, era "enemigo capital suyo" por
no haberle prestado en una ocasión determinada cuantía de dinero, igualmente
Alfonso Roncero, individuo dado al vino que pedía limosna de puerta en puerta,
y Diego del Castillo.Poco después hizo su aparición Diego Díaz Madroñero, amigo
de García, quien sujetando a Gonzalo López por los brazos permitió que áquel le
clavase una daga por detrás en el costado derecho causándole la muerte en el
acto. Cuando iba a ser detenido por el alcalde ordinario Juan Hidalgo, el autor
del crimen, Miguel García, le hirió gravemente en una mano, de manera que
"le corto cuero y carne y salió mucha sangre" dándose ambos enseguida
a la fuga. Bernabé Montescuro, fiscal llegado a Manzanares para resolver este
caso, les imputó un homicidio atroz "pospuesto el temor de Dios y dé la
Justicia Real"…
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