Título apropiado,
querido cronista, el que quiero dar a este relato –comienza, así, Don Cosme su
disertación del presente artículo- pues, sin duda alguna, tal cual nos dejó
escrito quien, hasta hace poco más de un año, en 1911, era el anterior y
erudito párroco de este pueblo, D. Inocente Hervás Buendía... en ese siglo de
las luces que fue el XVIII, la antigua y popular ermita de San Antón de
Manzanares, fue remodelada en fecha de 1788, hasta quedar convertida, en la
ermita más “lucida” que tiene este pueblo,..y fue esa la opinión del citado D.
Inocente, cuando afirmó, textualmente, que…"es la más bella y sólida de
todas las de su estilo en este pueblo"….Y, ciertamente, cuando uno observa
tranquilo, hoy en día, el magnífico y coqueto conjunto arquitectónico, pleno de
austeridad y armonía, de esta ermita de San Antón, que, desde ese 1788, se
conserva más o menos igual… sin tan siquiera pretender, o establecer,
comparaciones entre unas y otras ermitas del pueblo, puede llegar a la
conclusión que, D. Inocente, no estaba falto de lucidez o perspicacia, ni, en
modo alguno, descaminado en su aseveración.
Parece ser –prosigue D. Cosme- que la antigua y pequeña ermita de San Antón, ya
descrita en las Relaciones de Felipe II de 1579, con el paso de los años y la
patina del tiempo, en la centuria del XVIII se encontraba bastante
deteriorada…lo que coincidía, sin embargo, con un periodo de auge en la
devoción a los Santos Isidro y Antón, en sus respectivas ermitas, ya que
Manzanares, villa esencialmente agrícola y ganadera, vivió en la centuria
ilustrada, como la mayoría de las de todo el Reino de España, una etapa de
recuperación de sus campos y haciendas.. y, también, de incremento poblacional,
tras aquel final desastroso y tétrico del Siglo XVII…
Manzanares, a mediados del Siglo ilustrado, cuando se hizo el Catastro de
Ensenada, -continua D. Cosme- tenía unos 1400 habitantes y unas 1050
casas....la mayoría de sus vecinos se dedicada a tareas del campo, y, en sus
casas y quinterías, por tanto, contaban con un amplio contingente de animales
de carga para las realizar las tareas y las labores de las tierras de cultivo
(Caballos, mulas, yeguas, burros..).. además de las cabezas de ganado (ovejas,.
cabras, cerdos)..Todos esos animales, eran subsidiarios, evidentemente, de
bendiciones por el santo Antón,… y quedaron cuantificados en aquellos registros
de Ensenada, de la siguiente manera:… “150 yuntas de labor, 50 caballerias del
servicio doméstico, 400 burros, 40 yeguas de cria, 7.000 ovejas y 150
cabras…”
Ante esas cifras, continua D. Cosme, y cuando uno piensa un poco en el gran
fervor popular existente en la época, donde, el que más y el que menos, llevaba
sus animales a bendecir el día de la fiesta de San Antón, nos podemos hacer una
idea aproximada de la gran afluencia de animales, con sus correspondientes
amos, que llenaban ese día la pequeña Plazuela de San Antón…. Era claro y
natural, sigue D. Cosme, que la Ermita no podía desmerecer a la creciente
afluencia de animales y fieles, que aumentaban de año en año, en el transcurso
de ese siglo ilustrado… y, sin duda, esa debió ser la razón fundamental que
motivó su reforma al final del siglo XVIII…
Nuestras autoridades civiles y eclesiales, -prosigue D. Cosme- ante el
creciente boato y presencia animal y humana en las fiestas del santo Antón del
17 de enero, concluyeron en la necesidad de reconstruir y agrandar la ermita,
para dejarla en correspondencia a la magnitud y grandeza que había alcanzado la
fiesta y el fervor popular…
Los componentes de la pujante hermandad de San Antón, de la que, curiosamente,
no tenemos fecha fundacional conocida, (aunque posiblemente existía desde los
orígenes de la ermita y sus tradiciones), seguramente fueron principales
instigadores de la dicha reforma, que cristalizó en aquel glorioso 1788...
Y toda esa etapa reconstructiva..y cómo y cuándo se concretó la misma, en esta
preciosa coqueta y austera ermita que hoy no es posible contemplar –continua D.
Cosme-, nos quedó para los restos, perfectamente explicitada, en la inscripción
que campea encima del arco de su puerta de entrada, donde se nos citan los tres
hechos fundamentales que comentan y datan todo el proceso:…En primer lugar,
quedó escrito..”Que lo fue ampliando y embelleciendo la anterior Ermita”….En
segundo lugar, se explica quien pago la obra… “Que fue costeada por el
vecindario, en honor y alabanza de San Antonio Abad”...y, finalmente, en tercer
lugar, se data como fecha de las obras:…el año de “1788” ...
Es decir, el escrito de la fachada, nos hace ver, claramente, que la antigua
ermita era más pequeña que la actual,…que se agrandó y se embelleció…que los
gastos debidos, corrieron a cargo de la gente del pueblo.. y que todo se hizo
en el glorioso año de 1788.
El texto completo de la inscripción, que está redactado en excelente lengua
latina, como corresponde a una villa como la nuestra de Manzanares, tan versada
en la enseñanza y el conocimiento de la lengua madre, se debe, a uno más, de
los ilustres paisanos que ha tenido este extraordinario pueblo de Manzanares de
la Mancha… concretamente , el Lizdo. D. Pedro Diaz Roncero, que llegó a ser en
tiempos posteriores Secretario del Cardenal-Arzobispo de Toledo D. Luis de
Barbón.,…
Nuestro paisano, elaboró el siguiente párrafo en latín:
“SACRUM IN HONORE ET LAUDE DIV / ANTONlI ABBATlS PIETATI LARGITIONE
MUNIFICIENTlA HUJUS OPPIDI INCOLARUM RESTAURATUM ADAUCTUM EXORNATUM AN NO DOM.
MDCCXXXV//…
Texto este, dice D. Cosme, que traducido al “hijo” idioma castellano, por el
erudito párroco de Manzanares,, D. Inocente Hervás y Buendía, quedó del
siguiente modo:
"TEMPLO RESTAURADO, AUMENTADO Y EMBELLECIDO A EXPENSAS DE LA PIEDAD Y GENEROSIDAD
DE LOS HABITANTES DE ESTE PUEBLO EN HONRA Y ALABANZA DE SAN ANTONIO ABAD. AÑO
1788".
En aquel momento, y para justo reconocimiento de su autoridad y relevancia en
esta obra, sigue D. Cosme, es justo reconocer, para ud y sus lectores, que era
Gobernador y Justicia Mayor de la Villa de Manzanares de la Mancha, el Abogado
de los Reales Consejos D. Tomás Moro de la Linde, que ostentaba el título de
Comendador, el Infante D. Antonio Pascual de Borbón, hermano menor del rey
Carlos IV…y que era párroco de la villa, desde 1761, frey D. Manuel de
Oviedo…siendo sus “Tenientes”,
Al termino de la reforma-reconstrucción, prosigue D. Cosme, nos quedó en la
villa de Manzanares una ermita bien proporcionada, de sencilla y austera traza
arquitectónica, y realizada a base de materiales simples, pero muy bien y
artísticamente trabajados…
La combinación de unos aleros y un frontón, exquisitamente ordenados,… junto al
“juego” y disposición, muy bien elegido y planteado, de las hiladas de
ladrillos, en inglete y sardinel, confieren una belleza especial y específica
al conjunto exterior de la ermita, que, sin duda alguna, la hacen genuina entre
todas las de Manzanares…Las verdugadas de una o dos hiladas de ladrillo, que se
dispusieron intercaladas en las paredes de tapial, confieren un punto de
sencilla alegría, que elimina la habitual monotonía ramplona de muchas ermitas
en sus paramentos exteriores… La sencilla fachada que quedó al final de la
obra, posee una austera puerta de entrada, que queda bajo un arco de medio
punto sencillo, hecho de ladrillo… Más arriba, se abren dos ojos de buey
superpuestos, también hechos a base de ladrillo, completando una fachada simple
y común, pero en la que resalta muy bien el carácter proporcionado, bello,
austero y simétrico de este templo de San Antón de Manzanares…Tirando al cielo,
comenta enfático D. Cosme, como no podía ser de otra manera, la fachada y la
propia ermita, quedan coronadas por un coqueto campanil…
La nave interior de la ermita, continua D. Cosme- dispone de un presbiterio y
un coro altos, conformando un conjunto muy sólido y armonioso, con la
austeridad propia, y que se supone, del Santo ermitaño… y, también, ajustada al
carácter rústico y popular de sus fieles devotos,… esos abnegados, sencillos y
nobles labradores y pastores de nuestro pueblo, que siempre fueron uno de los
mejores patrimonios que Manzanares ha tenido, al ser decisivos artífices de su
progreso a lo largo de los siglos de su historia…
De usted, así, querido cronista, con ese merecido homenaje y reconocimiento a
las gentes simples de este pueblo, fin a este relato,… que ha dado ya bastante
y suficiente cuenta de la magnífica transformación, al final de este siglo
XVIII, de la que quedó constituida, en palabras de D. Inocente Hervás, que de
eso sabía mucho, como la más bella ermita de este pueblo…
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