“El Castillo de
Manzanares, de terraplén las murallas, de dos varas y media de grueso; con foso alrededor, cerca y barbacana, dos cubos en
las esquinas del Septentrión y Poniente, y una torre del Homenaje al medio día
en sitio eminente”…
Así, tal como lo había descrito el cura Francisco Camacho y Zarrascón
para las “Descripciones del Cardenal Lorenzana” en 1789; comienza D. Cosme el
relato, era como estaba el Castillo de Manzanares, y como lo veían, nuestros
paisanos de aquellos primeros años del siglo XIX, solo once años después de esa
descripción…. y por eso hablamos de él ahora, aunque decimos en el enunciado de
la crónica, sigue D. Cosme, que el castllo fue cambiante en ese siglo, porque
sin duda, a lo largo de esa centuria, cambió de aspecto y funciones más que
nunca, y de manera sucesiva, de lo que lo había hecho en sus seis siglos de
historia...
Sin embargo, prosigue D. Cosme, al principio de ese siglo XIX que
comenzaba, no había cambiado prácticamente nada desde hacia mucho tiempo; de
tal manera, que el castillo, así descrito por el cura Camacho, lucia en su
configuración externa casi igual que cuando fue construido, por lo que mantenía
ese imponente aspecto que dominaba la vega del Azuer en la proximidad de
Manzanares. Y ese hermoso castillo, sigue lírico y grandilocuente D. Cosme, en
toda la España entera, era por aquel entonces la única fortaleza medieval en
pie, hecha a base de Terraplén, mostrando una vez más la exclusividad de este
pueblo exclusivo.: De tal forma es la cosa, sigue D. Cosme, que en las paredes
de nuestra fortaleza, como en cualquier otra pared hecha de terraplén, se
perciben en su superficie las líneas de adosamiento de los tapiales… que se
fabricaban, y aun se fabrican, siguiendo un procedimiento ancestral, a base de
tierra arcillosa húmeda, compactaba a golpes de un elemento, conocido como
pisón, en un encofrado de madera, que concedía al tapial resultante su forma
rectangular, al espesor predeterminado por el molde de madera…
Estos moldes,
sigue D. Cosme, se colocaban uno al lado del otro, en horizontal y, cuando
alcanzaban la largura deseada para la pared, se continuaba la siguiente fila,
encima de la recién concluida, hasta completar en altura la edificación.. El
barro compactado secaba al sol, y una vez que la muralla quedaba levantada, sus
puertas, ventanas, almenado, etc, se abrían y moldeaban a cincel…Los tapiales
de nuestro castillo quedaron cimentados sobre un zócalo de cal y canto.. Y esa
fortaleza, sigue D. Cosme, aunque evolucionada, hacía tiempo, como va de
sabido, a funciones de Casa de Encomienda; es decir, almacenaje de productos de
los diezmos y trabajos administrativos para su control financiero, estando, por
eso mismo, la mayoría de sus estancias, cuartos y bodegas, (destacando una que
llegó a tener ciento treinta y seis tinajas con capacidad para 7.000 arrobas de
vino), .dedicadas a esas tareas, todavía conservaba alguna función militar a
comienzos del Siglo XIX, concretamente la de cuartel de un regimiento del
cuerpo real de carabineros; que compartían vida y estancia, allí, en el
castillo, a comienzos del XIX, con dirigentes de la encomienda, como el
Administrador y sus colaboradores…
El castillo, tal como se veía en 1912. |
El Castillo de Manzanares, ya lo sabemos de
sobra!!, dice D. Cosme, es una magnífica fortaleza calatrava, a cánones del
estilo de construcción cisterciense, en casi todos sus espacios y estancias,
donde son apreciables, espléndidas arcadas ojivales y perfectas crucerías
góticas, propias de las construcciones antedichas. Hasta la guerra de la
Independencia, pues, el castillo calatravo de la villa de Manzanares, en esos
primeros años del XIX, enseñoreaba el pequeño altozano de Pîlas Horras, al sur
de la villa, como lo había hecho desde su construcción, y básicamente sin
cambios en su aspecto exterior, destacando en el horizonte su magnífica Torre
del Homenaje…
Su puerta principal, en la fachada norte y mirando al centro
urbano de la villa, era descrita como: “de clavazón copeado, con un postigo
pequeño”… "un puente de piedra, permitía cruzar el foso hasta el citado
portón”… y es que, efectivamente, sigue D.. Cosme, la fortaleza estaba,
todavía, en esos comienzos del XIX, circundada en todo su perímetro por un foso
inundable; que separaba la Plaza del Castillo de las murallas externas del
mismo.. unas murallas de dos metros y medio de espesor y de unos 6 m de alto. que son descritas
también a primeros del siglo XIX, como: “barrera de tapiales asaetados, con sus
pretiles y almenas” ... de inequívoco carácter militar, que estaban coronadas
por un “paso de ronda”, que permitía a la guardia tener a la vista todo el
entorno próximo en las rondas de vigilancia”…”En la parte externa y superior
del citado paso de ronda, como le he dicho, sigue D. Cosme, se “abrían” un
total de treinta y seis almenas, con sus correspondientes saeteras…
Esta
primera defensa adelantada o barbacana, daba acceso a un segundo recinto
interior, de planta cuadrada, de mayor altura y dividido en tres patios.,
conocidos como: primero, segundo y el de la transpuerta, aludiendo a que este
último, tenía otra puerta en la muralla meridional del castillo, que daba a una
era de las que circundaban el castillo en esa fachada sur. Los patios del
castillo, continua D. Cosme, tenían en aquel primer tiempo del Siglo XIX,
corredores altos y bajos columnados.. El primer patio, tenía un sótano,
seguramente usado como almacén o bodega, y estaban habilitadas en él cuatro
garitas…Adyacente a su pared poniente se erguía la Torre del Homenaje del
castillo, que quedaba frente a la puerta principal… Esta Torre del Homenaje
tenía una escalera interior al muro, que recorría sus paredes hasta alcanzar la
parte más alta de la misma, donde se constituía una terraza o “patio de
armas”...
Esquema general del Castillo de Manzanares |
Los departamentos y estancias de la Torre eran de carácter militar….
Tras el primer patio, se accedía al núcleo central del encastamiento,
configurado en torno a un segundo gran patio, el principal del castillo, que
tenía un amurallamiento propio y una escalera que ascendía hasta su “paso de
ronda”, que permitía a los guardias recorrer y vigilar todo su contorno. En
este patio principal, sigue D. Cosme, existía un horno de pan y un pozo con
brocal, para el suministro básico de comida y agua a los moradores de la
Fortaleza....En su suelo tenía unas compuertas de acceso a una mazmorra
subterránea, que volvería a ser muy utilizada, tristemente, en tiempos de la
Guerra de la Independencia, como cárcel de patriotas que, por desgracia para
ellos, eran casi siempre ajusticiados por ahorcamiento o garrote vil en el
mismo patio central del Castillo... Alrededor de este patio, y separados de su
centro por sendos corredores, superior e inferior, se encontraban dispuestas
las zonas vivideras de los habitantes de la fortaleza... En el piso alto, sigue
D. Cosme, quedaba una capilla con techo de media naranja, y en el piso bajo
había caballerizas, graneros, despensas y pajares. “Por último, existía un
tercer patio, en torno al que se constituía un grupo de estancias dedicadas al
almacenaje y elaboración de productos de la agricultura, cuartos de
estabulamiento y de intendencia, conteniendo, en concreto, una casa bodega, que
llegó a tener ciento treinta y seis tinajas con capacidad para 7.000 arrobas de
vino, dos lagares, dos establos o caballerizas y otro pozo, dedicado al
servicio de estas dependencias...
Pero ese aspecto del Castillo y sus funciones,
sigue D. Cosme, cambiarían bruscamente, antes que se cumpliese la primera
década de ese siglo XIX, al momento de la invasión francesa y la subsecuente
guerra de la independencia, pues la ciudad de Manzanares se convirtió en la
capital de la provincia de La Mancha, bajo el gobierno de José Bonaparte I, el
inefable “Pepe Botella”, hermano del Emperador francés Napoleón...e,
inevitablemente, sigue D. Cosme, y dado que en el castillo se estableció la
sede del Gobierno militar de la región, los cambios fueron intensos y muy
manifiestos en la fortaleza, que retomó el carácter casi totalmente militar de
sus orígenes más remotos. Durante esa guerra de la independencia, como luego
veremos en relatos sucesivos, el castillo fue fortificado por los galos, que
utilizaron materiales de inmuebles cercanos. A lo largo de la citada contienda,
el castillo vivió en su interior un constante paso de tropas de uno y otro
bando, dando lugar a numerosos episodios dignos de ser contados en crónicas que
habrán de llegar, querido reportero, para trabajo de su pluma, y contento de
sus lectores, apostilla D.Cosme…
Acabó la guerra contra el francés, y de las
escasas cosas que no cambiaron en relación al castillo se Manzanares, una fue
la de nuestro Comendador, el Infante D Antonio Pascual de Borbón, que se
mantuvo en el puesto hasta 1817 en que falleció. Después, en los tiempos
convulsos que vivió la política española, inmersa en guerras en y disputas
entre distintas maneras de gobernarnos como pueblo, el Castillo y su
encomienda, quedarían a cargo directo de Fernando VII y luego de la Regente
María Cristina, que quiso dejarlo para el patrimonio personal de su hija,
Isabel II, aunque esto ya no llegó a materializarse... Lo que si se mantuvo en
el tiempo posterior a la salida de los galos del territorio hispánico, sigue
grandilocuente D. Cosme, fue el carácter militar de nuestro castillo, pues,
como va de dicho, pasada la guerra de independencia, llegarían guerras civiles
entre liberales y carlistas. En ese estado de cosas, continua D. Cosme, y en la
que fue la primera de estas guerras, la fortaleza de Manzanares fue Cuartel del
ejercito liberal (Cristino o isabelino, que de los dos modos se le conocía).
Existió un momento crítico en que los carlistas se aproximaron a Manzanares,
pero cuando ya se atisbaba el conflicto armado en la villa y en el castillo, el
ejercito carlista cambió su rumbo, sin pasar por Manzanares.. quizá, fabula D.
Cosme, recordando aquel episodio histórico del siglo XVI que nos valió el
titulo de “leal villa”, cuando los Comuneros quedaron intimidados por la majestuosa
presencia de nuestra fortaleza, huyendo despavoridos…Sea como fuese, lo cierto
es que ese fue el último episodio, más o menos épico, atribuible a la historia
de este castillo único de Manzanares, pues luego los conflictos entre liberales
y carlistas, no afectaron a nuestro castillo de manera significativa, que más
allá de los cambios en sus pobladores, mantuvo el carácter militar, con escasa
actividad de las que son propias de Casa de Encomienda.
Al terminar aquel
conflicto civil, el Gobierno español, confirió al primigenio inmueble de
Manzanares, sigue D. Cosme, la naturaleza de cuartel local de la recién creada
Guardia Civil, De tal modo que, el Castillo, se constituyó, así, en el primer
cuartel del benemérito Instituto en Manzanares, algo que se mantuvo durante los
veinte años siguientes, entre 1844 y 1864. Un año antes, continua D. Cosme,
en 1863, se eliminaron las almenas que coronaban sus murallas, lo que le
comento, por que, sin gran importancia histórica, si que le quitó al castillo
mucho de su imponente aspecto militar, siendo el heraldo de una nueva y
drástica transformación del aspecto, carácter y funciones del Castillo de
Manzanares Y es que, continua D. Cosme, por entonces ya llegó para nuestro
castillo de Manzanares el momento de serle aplicado, en toda su magnitud y
consecuencias, la desamortización de Mendizabal, proceso que resultó trágico
para muchas cosas del Patrimonio histórico de España,.. algo que, sin duda,
también es aplicable a nuestro castillo, pues, ciertamente, las consecuencias
de ese proceso resultaron ser trágicas para nuestro primer inmueble…
El
castillo, como elemento patrimonial previo de la Orden Religioso-Militar de
Calatrava, fue subastado, y dejó de ser morada de la Guardia Civil, siendo
repartidos sus terrenos, entre dos familias principales del pueblo, los
Mulleras y los Garcia Noblejas, que habían resultado ganadores en la puja de la
citada subasta. Una vez más, el Castillo y su entorno, se transforman de nuevo,
perdiendo su carácter militar y administrativo, y convirtiéndose en una serie
de elementos domésticos, casas de labor y de particulares, que taparon sus
murallas, dejando engullida, y fuera de vista, la espléndida imagen que desde
siempre había enseñoreado ese altozano histórico de Pilas Horras, donde se originó
la enorme y gran historia de este magnífico pueblo de Manzanares.. Solo la
emergente imagen de la Torre del Homenaje, se lamenta D. Cosme, deja huella,
hoy, en este 1912, de aquella gran fortaleza que nos dio origen como pueblo,
De usted, por tanto, mi querido reportero, fin a este relato, que ha servido
para dar cuenta a sus lectores, de cómo era nuestro castillo a primeros del
Siglo XIX, y de los cambios sucesivos que fue sufriendo a lo largo de ese siglo
decimonónico, transformador de tantas y tantas cosas…Esperemos, que el sentido
común e histórico, genere algún día un nuevo cambio de rumbo, en este siglo XX
en el que ya estamos inmersos, y que ese cambio sea capaz de lograr que este
pueblo recupere para siempre el Castillo que le dio nombre y origen, concluye
D. Cosme, enfático, la crónica….
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