He querido
encabezar esta crónica, querido reportero –me dice D. Cosme- con el término
“curato”, porque, en nuestros tiempos se usa poco, y muchos desconocen su
auténtica significación… que, como vera usted enseguida, le va como “anillo al
dedo” a todo de lo que quiero contarle en ella…
Ese término, “curato”, usado
mucho en aquella época de principios del XIX, aludía a la parroquia de una
villa, en referencia al propio párroco y a su clero…y, ciertamente, como ya
sabemos, Frey D. Pedro, tuvo que recrear su curato, tanto en lo que iban a ser
sus propias funciones como Párroco, como las del clero que quedaba a su cargo.
Y es que, Sotomayor, como también sabemos, describió, nada más llegar a
Manzanares , esa situación de la siguiente, y preocupante, manera: “El pueblo
de Manzanares, al menos de diez años a esta parte, en lo formal no ha tenido
párroco, pues el antecesor, por sus achaques y avanzada edad, todo lo fiaba a
los tenientes.., el exponente lo encontró todo en el mayor desorden; desde su
ingreso en el curato ha procurado a costa del mayor trabajo poner en orden
aquella feligresía como es notorio, aunque no completamente por ser obra de más
tiempo” …
En 1800, Frey Sotomayor, al comienzo de su ejercicio como Párroco, o cura
rector de la villa de Manzanares, sustituía en el cargo al ya anciano D. Manuel
de Oviedo, que había ejercido de párroco bastantes años del final del siglo
anterior, A ese tiempo de la llegada de Sotomayor a la villa, D. Manuel, ciego
y enfermo, había dejado muy desatendidas, y sin dirección, muchas cosas , lo
que había motivado un desastroso estado de cosas en las labores parroquiales
que, de una parte, no se llevaban a la práctica conforme a lo que era debido y,
por otro lado, tanto el Concejo como la Encomienda, advirtiendo esa dejadez,
incumplían sus obligaciones con la Parroquia e, incluso, se entrometían en lo
que eran competencias claramente eclesiales.
Ya supimos, en relatos previos,
prosigue D. Cosme, como esa situación, provocó en nuestro recién estrenado párroco
un estado de desasosiego y enfermedad, que estuvo a punto de abortar su labor
de Pastor espiritual de Manzanares, durante el primer año en el ejercicio de su
cargo, pero superados esos problemas, D. Pedro, entre las múltiples cosas que
hizo en sus dos primeros años de rector, fue reordenar la actividad parroquial,
según él la entendía…y con el sentido práctico e inteligente que le
caracterizaba, aprovechó el pleito que mantuvo con el Comendador (que ya
conocimos en el anterior relato) para llevar a efecto una gran parte de esa
tarea organizadora. Al momento del nombramiento de Sotomayor como párroco,
-sigue D. Cosme- y a pesar del numeroso clero existente en la villa, a la orden
directa de la parroquia solo estaban, el propio D. Pedro, como párroco, y dos
“tenientes” del párroco, o coadjutores, que a la sazón, respondían a los
nombres de D: Manuel Ruiz Constantino y D: Antonio de Lara, quienes ejercían ya
esas mismas funciones, bajo el anterior Prior, D. Manuel de Oviedo….
Además de
los dos “tenientes”, tenían actividad plena en la Iglesia Parroquial, un
“sacristán mayor” y un “maestro de coro”, ambos presbíteros.. Tal como encontró
las cosas en la Parroquia, Sotomayor, usando su derecho potestativo, nombró a
un tercer teniente, en la persona de D:Tomás Ruiz de Alarcón, argumentando que
las labores parroquiales a desarrollar no podían solventarse con solo dos
tenientes…El problema estribaba en que, si bien el nombramiento dependía del
párroco, los estipendios de sus tenientes los sufragaba la encomienda; las
famosas “congruas parroquiales”, de las que ya hablamos también en la crónica
que antecedió a esta, comenta D. Cosme.
Al igual que ocurrió con todas las
cuestiones tratadas en aquel pleito, los representantes de Sotomayor lograron
del Tribunal, no solo el incremento sustancial de las congruas para la
parroquia y sus tenientes, (que en tiempo de D. Manuel de Oviedo, cobraban,
cada uno de ellos, entre 600 y 800 reales)… sino que también ratificaron a ese
tercer teniente nombrado por Sotomayor, viendo todos ellos incrementada su
congrua particular al doble de la que recibían antes del pleito, quedando
cifrada en unos 1500 reales para cada uno de los tres tenientes…y eso, a pesar
que la encomienda defendió su posición negativa, tanto respecto al incremento de
la congrua, como al del número de tenientes, con el sólido argumento que los
dos tenientes que ya tenía la parroquia “eran presbíteros suficiente instruidos
y acreditados en las materias morales y en el público , de una edad
proporcionada s las tareas de la Iglesia, de agilidad y robustez, sin que se
les haya advertido cualidades de enfermizos y achacosos”..,, y seguían
comentando los abogados de la encomienda, que se conocía la existencia de más
de cuarenta clérigos en la villa de Manzanares sin funciones definidas, algo
que era muy cierto, pero de lo que Sotomayor se defendió durante el pleito, a
través de sus representantes, con su habitual habilidad... Sotomayor, alegó que
era de su exclusiva potestad el nombramiento de los tenientes, pero que no tenía
inconveniente en explicar al Tribunal la necesidad de nombrar un tercer
teniente para la parroquia, en base a la cantidad de tareas acumuladas en
ella...
Como, además, D. Pedro conocía perfectamente a todos y cada uno de los
miembros del clero y del cabildo eclesiástico, (del que él formaba parte
esencial desde mediados de 1799), argumentó con datos contundentes que muchos
de ellos tenían ya labores cotidianas propias ajenas a las tareas parroquiales
e, incluso, a las eclesiales, lo que les impedía tener una actividad regular en
la parroquia.. algunos otros tenían ocupaciones en las ermitas de la villa, o
bien en el convento de los carmelitas, o en el de las Monjas Franciscas de
clausura.. Los representantes de Sotomayor, concluían que, de todo ese clero , solo
4 o 5 curas ancianos y achacosos, usaban los confesionarios de la Iglesia con
cierta regularidad, no estando capacitados para otro tipo de actividad de las
muchas que eran precisas en la parroquia. Con todo ese argumentario, el
Tribunal del Consejo de Ordenes, como le comenté antes, sigue D Cosme, falló,
una vez más, a favor de las tesis de Sotomayor, ratificando el nombramiento de
D. Tomás Ruiz de Alarcón…
Nuestro inteligentísimo Pastor, aprovechó también el
pleito para delimitar claramente las competencias clericales de la Parroquia,
con las que tenían adquiridas por costumbre o rutina, antes de su llegada a
Manzanares, los monjes del convento carmelitano… A ojos de Sotomayor, muy
celoso siempre del control y el orden de su parroquia, los monjes del Carmelo,
aprovechando la decrepitud de su antecesor, D. Manuel de Oviedo, interferían
demasiado en actividades que caían de lleno en la responsabilidad parroquial …y
teniendo muy claro que el rumbo de la misma lo marcaba solo él, aprovechó los
alegatos de los representantes de la encomienda en contra del nombramiento del
tercer teniente (cuando decían que los monjes del Carmelo ayudaban y
participaban en las actividades eclesiales de la parroquia, tanto en la Iglesia
como fuera de ella) para dejar las cosas competenciales meridianamente claras.
Los representantes de Sotomayor en el pleito adujeron lo siguiente; “que es muy
distinta la disciplina de los conventos de la de las parroquias; cada una tiene
sus funciones, que no es dado confundir, cada una tiene distintos objetos, que
los que cuidan de la una no son a propósito para cuidar de la otra.. que el
instituto monástico requiere recogimiento, cuando la parroquia exige actividad
constante de trabajo y asistencia y conocimiento de mundo que facilita la oportuna
aplicación de remedios a sus dolencias… no dejaría de ser peligroso
comprometerlos en un ministerio de actividad capaz de disponerlos a la
disipación del espíritu” …pues… ”son muy otras las relaciones contemplativas de
los claustros que los de la vida activa de las parroquias…es muy difícil que
los regulares salgan de lo que les corresponde sin correr riego de dar en
distracciones frecuentes.. siendo buenos para los conventos no lo serán jamás
en toda su extensión para vivir en las sociedades civiles…”…
Fuera de lo que se
dijo en este pleito, Sotomayor no gustaba de las prédicas de los
carmelitas…cuando comentaba en su entono próximo que: ”predican los carmelitas
y nada dicen…por la hinchazón de estilo de sus sermones”.. …Lo cierto fue, que
los resultados del pleito, comprometieron aún más, al ya muy comprometido
Sotomayor con Manzanares…D. Pedro, continua D. Cosme, ,se entregó en cuerpo y
alma a su parroquia y a su fielato, desde el primer año de ese Siglo XIX,…
pasando muchas horas en la Iglesia, ocupado en procurar todo tipo de culto a su
feligresía; pero, también se le veía por el pueblo cada día, de casa en casa, a
conocer de primera mano al vecindario y sus cuitas particulares, elaborando,
personalmente, un censo parroquial completo en los primeros meses de su
ejercicio en la villa... Era estricto y puntual en la planificación de los
actos religiosos, como misas y oficios, estableciendo rutinas y horarios
reconocibles, hasta entonces poco organizados en la parroquia...
En ese sentido,
reorganizó todo lo que tenía que ver con los ritos y eventos propios de la
cuaresma y la semana santa, por ej, cambió, de jueves a viernes santo, el día
en que procesionaba la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, por la que
Frey Sotomayor (al recordarle a su admirado Cristo de Lucena), sentía especial
veneración… y aunque en las múltiples cosas nuevas que se hicieron requirió la
colaboración estrecha de sus tenientes, él fue protagonista de la mayor parte
de toda esa actividad; particularmente la que tenía que ver con la atención a
los más menesterosos, pues para Sotomayor, como recordaba machaconamente en sus
homilías, la caridad, más que una virtud, era un deber de cualquier buen
cristiano.. Era proverbial la prontitud con que, personalmente, acudía a
administrar la santa unción a los moribundos de la villa, tarea que solía
reservar para sí, cuando era posible, antes que dejarla en manos de algún
teniente. Esa actitud, le llevó a enfermar de gravedad en el verano de 1800,
posiblemente tras el contagio por un enfermo de una infección, tras asistirlo
durante sus últimas horas… Por suerte, para Manzanares, sigue D. Cosme,
Sotomayor superó el problema…. De la misma manera, continua, se tomó como algo
muy personal, la instrucción y educación de los más jóvenes, y de los niños, en
la doctrina católica, organizando catequesis, hasta entonces inexistentes...
Y creo, querido amigo, y reportero de estas cosas de mi amado Manzanares,
concluye D. Cosme, que ha ido ya de bastante la crónica que muestra bien a las
claras. como Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor, recreó el curato de la nunca
bien ponderada villa de Manzanares de la Mancha a su imagen y semejanza….
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