¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

viernes, 4 de octubre de 2019

224). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: MEDICINA DECIMONONICA…Y MANZAGATA.


En la crónica anterior hablamos del hospital de Manzanares en el siglo XIX -comienza D. Cosme este nuevo relato-, y resulta oportuno referirse ahora, a como era la medicina que se practicó en nuestra pueblo en ese siglo, y como evolucionó en su transcurso...

Y es que, sigue D. Cosme, ese siglo XIX transformador, al rebufo del racionalismo ilustrado, cambiaría de manera sustancial la práctica de la medicina en todo el Mundo. En España, a pesar del atraso en ese movimiento; y por supuesto en la villa de Manzanares, siempre adelantada a su tiempo, esos cambios casi se desarrollaron a la par que en Europa. La medicina especulativa, el animismo y otras prácticas irracionales, carentes del mínimo fundamento científico, dará paso a una medicina de observación descriptiva, empirismo racional y experimentación, basándose cada vez más en el progresivo conocimiento en anatomía, histología y funciones de los órganos del cuerpo humano..

La desconfianza secular de los españoles respecto al movimiento ilustrado, no fue relevante en el caso de la medicina, pues desde primeros del XIX, en un proceso facilitado por Godoy, médicos españoles trabajaron en coordinación con los de otros países en los nuevos tratamientos contra la malaria, muy prevalente por entonces. En Manzanares, enseguida lo veremos, sigue D. Cosme, a primeros de ese siglo XIX, antes de la guerra de la independencia, la medicina seguía dominada por la especulación no fundamentada, y carente de acciones terapéuticas útiles… y para certificar lo que le digo, basta recordar como se refería el médico titular de Manzanares, D. Francisco Cerrojo, acerca de la salud de Sotomayor.. “He asistido a frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor.. “desde su ingreso en la villa, a pesar de su constitución robusta, por cuya causa dice, ha disfrutado siempre una salud completa lo que se demuestra en la constitución Física de su Máquina que da a entender haber estado libre de todo retoque o afección”…“a su ingreso en ésta empezó a padecer cierta afección hipocondríaca, que intenté reparar por algunos medios de los que prescribe el Arte sin haber tenido el efecto que deseaba, pues se deja ver que tiene dicha afección el origen del distinto clima y temperamento de esta provincia a los de Andalucía; esta agua y alimentos de distinta naturaleza de los de Andalucía no dicen bien con la física constitución del sujeto y así he notado varias vicisitudes que invierten el orden natural, los síntomas han manifestado estar obstruida la cavidad natural por cuya causa ciertos efluvios ascendentes perturban la cabidad animal, de donde nace verse acometido de afectos vertiginosos, que dejan en inacción la naturaleza, descendiendo con algún elipse al corazón”….y, finalmente, dá su pronóstico y tratamiento:.“Cuyos síntomas pueden producir una catástrofe dolorosa en el paciente por haberse manifestado incorregible su causa pues naciendo ésta, como llevo expresado, de su clima y temperamento, contrario a la constitución del paciente, hace inútiles todos los recursos del Arte”… 

Interior de Ermita/Hospital de San Juan, Manzanares.

Sin duda, las tres epidemias de cólera que vivió Manzanares a lo largo del XIX, ejemplifican, mejor que otra cosa, la evolución de la medicina en base al conocimiento y la razón, en nuestra villa... El cólera es una infección intestinal contagiosa, transmitida por una bacteria, tras la ingesta de agua contaminada, alimentos infectados o contacto directo...Pero esto que conocemos hoy, sigue D. Cosme, no se sabía en 1834, cuando la primera de las tres epidemias, que causo gran mortandad, ante el horror de la villa y la desazón de los médicos, cuando comprobaban la total ineficacia de las purgas, lavativas, fumigaciones, infusiones, sangrías, cataplasmas y otras prácticas, más propias de los chamanes o los curanderos. Había, si, un intento de eliminar “miasmas”, porque las características de la enfermedad hacían pensar en un agente externo; pero ahí quedó el razonamiento, hasta que el mal desapareció al concluir el calor. El segundo brote fue en el verano de 1855. La microbiología estaba en sus albores, justo un año antes, el médico italiano Filippo Pacini había identificado en su microscopio al Vibrio Cholerae, agente responsable de la infección.. y aunque aún no se conocían las formas de propagación, al menos los médicos estaban seguros que el origen era externo, lo que sirvió para evitar al máximo contactos entre sanos y enfermos, con lo que disminuyó el número de paisanos que enfermaron. 

En este segundo brote, destacó, y yo se lo recuerdo, la abnegada labor, con evidente riesgo personal, de uno de los paisanos más insignes de Manzanares en el siglo XIX, el filántropo Dr. D. Alfonso González-Mellado, que salvó la vida de muchos paisanos con sus cuidados, y con incipientes medidas en la evitación de los contactos.. La tercera epidemia de cólera en Manzanares ocurrió en el verano de 1885, y duró hasta final de septiembre…. Entonces, ya se conocían los mecanismos de transmisión, y se pudieron establecer medidas preventivas eficaces, como: aislamiento, desinfección de ropas con agua hervida y agua potable hervida, antes de beberla; lo que explica bastante bien que la mortalidad de 1885, quedase reducida a 39 paisanos. Otro insigne paisano, Alcalde del pueblo por entonces, y también médico, el Dr Don Juan Sánchez Cantalejo, fue decisivo en su participación, y en la coordinación asistencial a este brote epidémico.
Tras haber comprobado toda esta evolución de la ciencia médica, y de su consecuencia práctica, querido plumilla, voy a contarle algo de la práctica médica, muy específico de nuestra villa, a primeros de ese siglo XIX, que nos hizo, una vez más, singulares. Como ya sabe, sigue D. Cosme, el populoso y transitado Manzanares de entonces, acumulaba en su vecindario “300 pobres de solemnidad”... Ciertamente, no eran tiempos de sanidad gratuita, ni mucho menos universalizada; pero, ¡amigo mío!, dice enfático D. Cosme, esto era Manzanares¡¡,… villa de gentes hidalgas y solidarias, y con un pastor de almas, D. Pedro Sotomayor, especialmente sensibilizado por el socorro a los menesterosos. Sin duda, él, debió influir bastante para conseguir, a instancias del Consistorio de la villa, lo dispuesto en dos reales provisiones, de 16 y 18 de noviembre de 1803, que concedían al Ayuntamiento la facultad de acotar ciertos pastos municipales. Los pastos se parcelaron en “cuartos”, que se sortearon entre paisanos interesados, previo pago al Ayuntamiento de un precio tasado a cada parcela...Con el dinero obtenido, el Consistorio estableció, a finales de 1803, un “acuerdo municipal” con dos médicos: D. Juan Manuel de Meneses y D. Miguel Antonio Dauxá Jarros...y otro más, en1805, con el cirujano: D Cristobal García-Camarena; por el que se pagaba a cada uno, 300 ducados mensuales, a cambio del compromiso en atender, gratuitamente, a los pobres de solemnidad. Aparte, los médicos tenían ingresos a través de las “igualas”, (contrato, existente en España desde la Edad Media, entre el médico y cada vecino, que pagaba al galeno una misma cantidad de reales -de ahí lo de igualas-). 

Estas “igualas” garantizaban la asistencia, en consulta o en el domicilio, al resto de los “manzagatos con posibles”, concluye irónico D. Cosme ...Además, en Manzanares, cada médico percibía del Consistorio 3.300 reales, extraídos de los 15.990 que producían los algo más de diez cuartos de pastos (de agostadero e invernadero), existentes en los montes de La Mancha y en la dehesa de Matamediana.. Es decir, mucho antes que en otros lugares, en Manzanares, sus autoridades, a través de ese ingenioso sistema de acotación de pastos, lograron una razonable universalización de la asistencia, algo en lo que fuimos por delante, en La Mancha y en España; pues, aunque en el siglo XVIII ya existía la figura de médico titular; municipal o de beneficencia, con similares obligaciones, lo cierto es que la universalización asistencial no se lograba bien en casi ningún sitio… y eso siguió así, a pesar de la posterior ley de Sanidad del Reino de España, de 1855, que estableció: “el deber ineludible de todos los ayuntamientos de España a proporcionar asistencia facultativa gratuita a las familias pobres residentes en cada municipio; excluyéndose de esta atención sanitaria a los vecinos acomodados de la misma u otra población”...

Esas leyes no evitaron carencias en la asistencia a los pobres, pues no todos los médicos, vecindarios o autoridades, evidenciaron el mismo interés, humanidad y grandeza solidaria, como las que, esos mismos colectivos, fueron capaces de mostrar en la excelsa villa de Manzanares de La Mancha… aparte que, a casi nadie se le ocurrió, antes que a nosotros, un procedimiento de financiación como el diseñado por el Consistorio de la villa, comenta enfático y orgulloso, D. Cosme… Eso si, reconociendo esa habilidad y esa grandeza manzagata, es justo asumir que, en Manzanares, como en todos sitios, siguió existiendo una medicina para ricos y otra para pobres… pero, sigue con su ironía D. Cosme, nada diferente a lo que tenemos hoy y sucederá mañana. Sin embargo, esa idílica situación, desapareció por la guerra de la independencia. En 1809, los galos quemaron el archivo municipal, donde se recogían las estipulaciones del acuerdo… La situación pareció reconducirse al final de la guerra, junio de 1811, cuando el cabildo ordenó a dos pastores de la villa: Ramón Cava y Ramón Camacho,.. “amojonar, tasar y repartir los mencionados pastos según costumbre”…pero la legalidad genérica, emanada de las Cortes de Cadiz, en 1813, hizo imposible mantener los acuerdos tal como fueron, y, aunque una modalidad de los mismos, adaptada a las nuevas leyes, se aplicó hasta 1922, al no estar asegurada la dotación económica de los pastos, los médicos que había en la villa tras la guerra no se sintieron muy ligados al compromiso..y, como no eran de Manzanares, dice sarcástico D. Cosme, no les acompañaba el carácter solidario que nos caracteriza.. y les llevaba tiempo “contagiarse” del mismo. La realidad es que los pobres no eran atendidos con igual seguridad y totalidad que en esos primeros años del XIX, y que las “igualas” que los nuevos galenos imponían al común de los paisanos, resultaban a veces de todo punto abusivas…

Napoleón Bonaparte.

Todo esto, hizo perder parte de la consideración que se tenía en la villa al colectivo médico.. y, además, la irregularidad del rendimiento de los pastos en la postguerra, no puso fácil el pago a los galenos, quedando el Ayuntamiento endeudado en ocasiones con algunos facultativos, de lo que nos han quedado referencias escritas, como la de D. Jose Valero, que firmó un contrato con el Ayuntamiento, que incluía:..”la obligación de atender a pobres de solemnidad, heridos y excarcelados y a reconocer a los quintos gratuitamente”.. y recibía del Consistorio: “autorización para exigir o aceptar igualas de las tres cuartas partes de las familias y realizar visitas a los pueblos inmediatos”..De los propios de la villa, aparte, se le dotaban honorarios fijos.. Pero, el Consistorio, en 1828, comentó que Valero…“abandonaba el pueblo dejando atrás enfermos graves”; y que “imponía costosas igualas, incluso a personas indigentes”. En esa tesitura, a 30 de enero de 1829, el ayuntamiento amortizó la plaza del Dr. Valero, que pidió amparo judicial al alcalde mayor. A 13 de enero de 1830, la justicia dio razón al Ayuntamiento, pero Valero recurrió, alegando su abogado que:… “Los servicios que prestan funcionarios públicos...aun cuando por los objetos sobre que versan sean de suyo distinguidos no por eso dejan de pertenecer a aquellos que la ley quiere sean satisfechos de contado porque sus prestadores no pueden adquirir en otro modo la subsistencia si han de atender a desempeñar con exactitud su encargo, siendo un funcionario suyo a quien despedía no podía hacerlo sin remunerarle antes los trabajos”. y afirmaba… “el medico tenía derecho a percibir el estipendio con puntualidad, y caso de rescisión del convenio, a no marcharse sin antes le fueran liquidadas las cantidades devengadas”... El recurso tuvo éxito y, el 3 de junio, se ordenó al consistorio abonar lo pendiente,…“hasta el día en que voluntariamente resulte haberse ellos separado de su ejercicio” .. Este juicio, y su sentencia, fue muy comentado en toda la región, como uno de los primeros hitos judiciales en derecho laboral de los funcionarios públicos…
Y puede usted dar por concluido el relato, que ha ido ya de bastante para mostrar como avanzó la ciencia médica en el siglo decimonónico, y algunas otras curiosidades de su practica en esta genuina villa de Manzanares de La Mancha…




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