¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

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HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

sábado, 20 de octubre de 2018

177). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: SIGLO DE LUCES….Y DE MALARIA.



Acabo de contarle, querido amigo, como fue la actividad del único hospital que tenía Manzanares en el Siglo XVIII… y ya sabemos que era, más que un verdadero hospital, (tal como lo conocemos hoy) un asilo de pobres y transeúntes, afirmación sustentada en los datos contables que hemos conocido, y que quedaron escritos y archivados, acerca de su actividad por aquel tiempo…pero también por otros hechos circunstanciales, como los que se sabe ocurrieron en algunas grandes y graves epidemias sufridas por nuestros paisanos en la centuria ilustrada; donde, a pesar de la cantidad de ellos que enfermaron, pocos ingresaron en el hospital.. o al menos pocas citas hay de eso, excepto las referidas a algún que otro transeúnte…y, como la cosa viene a cuento, por todo lo antedicho, me propongo hablarle, ahora, de esas epidemias, por la trascendencia e importancia que tuvieron en nuestro pueblo, y porque se pudo documentar bastante bien su incidencia, en base a las altas tasas de mortalidad, certificadas en los archivos parroquiales, durante los años en que tuvieron lugar esos episodios epidémicos… 

Verá usted, prosigue D. Cosme, “entrando ya en harina”, dentro de las epidemias que afectaban periódicamente a las sufridas poblaciones humanas, de todo sitio o lugar, en aquellos tiempos… destacó, en la región manchega, y en el siglo XVIII, las debidas a: malaria, paludismo, o “tercianas”, (que de las tres maneras se conoce a esa enfermedad parasitaria)... Este mal, como va dicho, sigue D. Cosme, parece causado por un parásito, que es transmitido a los humanos por un mosquito, algo que la ciencia médica acaba de descubrir hace muy pocos años, al termino del reciente, y ya pasado, siglo XIX… 

La infestación palúdica se había instalado endémicamente en España, desde los comienzos de la Edad Moderna, pero presentó sus mayores estragos, en epidemias de 3 o 4 años de duración, en varias épocas del Siglo de las Luces…Por eso, me parece oportuno titularle el relato que ahora le disertare, con ese encabezado agridulce de más arriba.. y que viene a indicarle, a ud y a sus lectores, que no todo fueron “luces” en el Siglo XVIII, también hubo “sombras” y calamidades, destacando, entre ellas, la citada malaría.. 

En España, los datos existentes sobre los enfermos de malaria en el S,.XVIII, muestran que las zonas más afectadas fueron: el levante, La Alcarria y el Campo de Calatrava; por eso mismo, en Manzanares, la enfermedad nos golpeó de lleno y de manera intensa.

Es verdad, y ya lo sabemos, sigue D. Cosme, que la vida de nuestros paisanos, con respecto al trágico final del siglo XVII, había mejorado bastante a comienzos de la nueva “centuria de las luces”, pero eso no disminuyó la incidencia de algunos males, como el que ahora consideramos, que incluso aumentaron en forma de epidemias puntuales…y es que, las causas del mal, y de los elementos que podían favorecer el desarrollo de epidemias, aún no eran conocidas entonces…Hoy, ya sabemos, sigue D. Cosme, que las causas que recrudecen ese mal endémico, se relacionan con hechos que facilitan el aumento de la población del mosquito que transporta el parásito de humano a humano, y esto se da, sobre todo, en áreas con aguas estancadas, sucias y contaminadas. La mala alimentación de las gentes más pobres, y las malas acondiciones de sus casas, terminaban de cerrar el círculo trágico que originaba epidemias de la enfermedad …Resulta fácil suponer, continua D. Cosme, que la gente más pobre de Manzanares, sobre todo la que vivía en peores condiciones en el entorno del Azuer y de su vega, era la más proclive a padecer el mal, del que se registraron en el pueblo muchos casos a lo largo del Siglo XVIII, aunque destacaron dos momentos epidémicos concretos, en que se multiplicaron los enfermos….uno a primeros de la centuria, (1706-1712)..y otro a su final (1786-787)…. En el primero de los ciclos, sabemos que, durante esos años, y en los inviernos, hubo temporales con bastante precipitación e, incluso, inundaciones en muchas villas manchegas, provocando estancamientos de agua en diferentes lugares y zonas que, claro está, en Manzanares, se situaban próximas a la vega del Azuer… Esas aguas, estancadas y putrefactas, se constituían, sigue D. Cosme, en un foco de atracción y crecimiento de los mosquitos en los meses de estío…lo que, periódicamente, tenía como consecuencia que se elevara mucho el número de casos de malaría, durante el verano y otoño, con el consecuente aumento del número de fallecidos en el pueblo… 
Altar Mayor Parroquia Asunción.

Y, continua D. Cosme,…en Manzanares, y traducido a cifras, la primera epidemia de tercianas del Siglo de las luces, se comenzó a notar en 1706, donde la “•parca” se llevó a 99 paisanos…pero la cosa fue empeorando de año en año...Así, en 1707, la cifra alcanzó los 113, subiendo a 152, en 1708; y a 160, en 1709, el año de mayor mortandad… En 1710, la cifra comenzó a bajar, siendo de 122.. y, al año siguiente, 1711, ya estuvo por debajo de los 100, concretamente, 95..dandose por concluida la epidemia. Naturalmente, sigue D. Cosme, no todos estos paisanos que “dejaron la pelleja” en aquellos años, se fueron de este mundo a causa del paludismo, pero lo cierto es que las 425 muertes que se certificaron en la villa de Manzanares, durante el trienio 1707-1709, representó un incremento del 58% en la tasa de letalidad, con respecto a la contabilizada en el trienio precedente, de 1703-1705…algo parecido a lo que sucedió en villas próximas, con las mismas circunstancias epidemiológicas que Manzanares…por lo que, sin duda, ese incremento de muertes fue debido, sobre todo, a los muchos casos de malaria que hubo. En años posteriores, siguieron ocurriendo casos esporádicos, pero en el bienio 1768-69 con motivo de nuevas inundaciones, llegó otra epidemia de malaria a la Mancha, que, en Manzanares fue especialmente trágica en 1769…La mortandad total de 1768, fue de 98,.. pero, en 1769, se elevó de manera casi increíble, a 337, de los que 239 eran niños muy pequeños… muchos quedaros registrados sin nombre en el Archivo Parroquial, al no haber recibido todavía el bautismo, al momento de perder sus vidas, casi sin vivirla. Aquel terrible otoño de Manzanares, las campanas de la Iglesia no dejaron de tocar a gloria todos los días…comenta, emocionado, D. Cosme … 
Y, prosigue, tras una pausa breve: “las aguas, nunca mejor dicho, volvieron a sus cauces”, disminuyendo bastante, en los años siguientes, los decesos por malaria…pero esa tregua solo duró 15 años… la durísima invernada de 1785, con heladas muy frecuentas y lluvias intensas, anegaron la vega del Azuer, haciendo presagiar más calamidades que, inexorablemente, llegaron… conformando un nuevo bienio trágico de epidemia palúdica, en 1786 y 1787. Escaldados y avisados por los previos episodios, sigue D. Cosme, los presagios que traía el invierno de 1785, motivaron a los más pudientes de la villa, en un alarde de generosidad propio de la nobleza natural que siempre caracterizó a nuestro paisanaje, a recaudar fondos, para los muchos pobres de la villa y sus más humildes jornaleros, que, previsiblemente, iban a ser los más afectados… Lamentablemente, lo recaudado no evitó el sobrecrecimiento de los mosquitos, y el recrudecimiento consiguiente de la malaria.. Esa gente pobre y mal alimentada, fue presa fácil de los mosquitos.. y, como quedó escrito por algún clérigo de entonces…”veian desde el verano de 1785 cebarse y 'embejecerse' las enfermedades en ellos y espezialmente la de tercianas”… “que los encontró sin ningún abrigo de cama ni quarto para descanso”….. A esta observación, el mismo, u otro escribiente, añadió:… que aquella epidemia, “que degeneraba en fiebres perniciosas”,… “entraba en las casas de los infelices, del "gremio de los pobres", y respetaba a los pudientes”…. Mi querido amigo plumilla, como ya ve usted, siempre la peor parte para los pobres, me comenta, lacónico, el bueno de D. Cosme…Y asi fue, que los 195 muertos de 1785, (cifra que, aunque algo mayor de años previos, para la población total de la villa, todavía podría ser considerada normal) se incrementaron a 275 en 1786 (40,4% más de tasa de mortalidad comparativa), incremento de muerte que se mantuvo, a la baja, 205 fallecidos, en el año 1787 (30,12% más de tasa de mortalidad comparativa).

En cuanto a la dureza de la epidemia, baste decir que el incremento de muertes registrado a partir de arreciar el calor en 1786, remitió algo, pero poco, con la llegada del invierno…y no disminuyó hasta pasado el verano de 1787, año que, quiso el destino, despidiera trágicamente la epidemia, fulminando a numerosos niños menores de 7 años…, la malaria se cebó con nuestra infancia, volviendo las campanas de nuestra parroquia a tañir a gloria, casi todo los días del trágico otoño de 1787… Y, si bien, le reseñé antes la generosidad de algunos “paisanos con posibles”, hacia los menesterosos de la villa, me dice D. Cosme,.. no debo eludirle que, también, se dieron casos mucho menos edificantes de segregación…pues, la indudable pobreza de la mayoría de los muertos, motivó el recelo de algunos de los más pudientes hacia esos desvalidos…a quienes señalaban como propagadores de la enfermedad, ya que entonces no se sabía que los insignificantes mosquitos eran los responsables de tan funesta propagación…. Numerosas referencias, llegadas de aquel trágico bienio, sigue D. Cosme, puedo todavía añadirle para el relato…, como por ej: las que citan… “el súbito agravamiento de las personas, que les impedía recibir la eucaristía, unas por sufrir vómitos y otras por quedar "sincopizadas". Se agonizaba en cualquier descampado, tal cual se describió: ..“dos hombres en las eras llamadas del castillo, otros dos en un majuelo de Nava Seca y a este lado de Ureña mirando al sol poniente término que llaman de las siete villas y uno más, forastero sin identificar, a quien los que le acompañaron hasta expirar describieron como de "estatura mediana, rostro y nariz larga, y vestimenta como de serrano".. Los síntomas de descomposición, a veces, precípitaban los entierros:... “en cuatro ocasiones, en el verano de 1786, sin que el cadáver pudiera pasar de cuerpo presente las 24 horas obligatorias”...."viendo precedido el parecer de los médicos por averse principiado a corromper.. o estar corrompido"….



Terminaré este relato, tan triste como necesario, para dar cabida completa a la realidad del Siglo de las luces en Manzanares, con sus cosas buenas y malas, dice D. Cosme, .. comentándole, querido amigo, una última curiosidad…que no se realizó ningún entierro en la parroquia desde el 28 de abril al 3 de noviembre de 1786… "por no poderse",.. tal como, sucinta, pero ajustadamente, quedó en los Archivos como única justificación;… y es que, aunque la mayoría de cadáveres manzagatos de la época se enterraban en el atrio de la Catedral, la falta de espacio, motivó la necesidad de fosas alternativas en otros cementerios de la villa… Esas inhumaciones quedaron registradas, escrupulosamente, de la siguiente manera:..40 se hicieron en el Convento de Carmelitas Descalzos, (última morada habitual de las familias pudientes); 27 en los aledaños de la Ermita de la Virgen de Gracia, (que solía acoger allí a sus cofrades),..otros tantos en la Ermita de San Juan, e igual número en la de la Veracruz,..11 se llevaron a cabo en la vecina San Anton; 2 en la de Santa Quiteria… y, un último más, del que no se especifica donde fue enterrado… aunque, quizá, eso sea debido a que, por la fecha, con tiempo ya algo más fresco, se reanudasen los entierros en la Parroquia y, ese infeliz, fuese el primero de los cadáveres que volvían a su espacio habitual… El camposanto del hospital, como de costumbre, fue último refugio de los infortunados transeúntes pobres que morían allí...



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