¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

sábado, 23 de enero de 2021

285). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: OPRESION… Y ORGULLO.

 Pues si, querido plumilla, titulo así la crónica, sugiriendo que Manzanares vivió como nadie en La Mancha la opresión francesa… pero que, a la vez, nuestro pueblo.. o, más propiamente, nuestra gente, demostraría su nobleza e hidalguía. 

Ese primer año completo de ocupación gala de La Mancha y Manzanares, 1810, fue también el más difícil para nuestros paisanos –continua D. Cosme- pues se apreciaba como casi definitiva esa ocupación y, en general, la percepción española de derrota en la guerra era generalizada. En Manzanares, mucha gente pensaba así, pero, con todo y con ello, y bajo las sabias directrices de Sotomayor, casi nadie perdió su entereza, ni “vendió su alma” a los invasores.. En realidad, ocurriría todo lo contrario, la gente de Manzanares (por entonces “Capital de La Mancha Francesa”) mantuvo su dignidad y su amor y compromiso con lo propio y lo patrio, como casi ninguna otra gente de la región, incluidas villas que no fueron ocupadas por los galos.. Muchos paisanos se integraron en las guerrillas... otros, en el pueblo, informaban de lo que iban conociendo a confidentes y espías; y también incitaban a la deserción de soldados no franceses, pero alistados en sus ejércitos, cuando estaban por Manzanares, con gran riesgo personal... y, eso -prosigue enfático D. Cosme- no solo merece ser resaltado, es que, además, es de justicia hacerlo, para refutar insidias y afirmaciones malintencionadas que vertieron algunos, sobre un supuesto afrancesamiento generalizado del “alma manzanareña”.

Por la elección de nuestro pueblo como Capital de La Mancha, continua D. Cosme, Manzanares muy pronto se llenó de gentes variopintas, de distinta laya y nacionalidad, que llegaban como sirvientes públicos de lo francés, acompañados de un cortejo propio y de sus familiares. Estos forasteros, bien por: oportunismo, convencimiento o cobardía, eran los auténticos “afrancesados”…vivieron en nuestro pueblo, desde luego que sí, y a la orden francesa, pero puedo decirle con orgullo, y le pido que ud lo escriba -enfatiza de nuevo D. Cosme- que entre esa gran cantidad de funcionarios adscritos al interés galo, cuyos nombres y oficios quedaron registrados en los archivos franceses y españoles, no es posible encontrar ni un solo manzanareño, aunque está claro que los galos “tenían a mano” a muy probos, capaces y reputados paisanos con oficios de lo público:...escribanos, funcionarios, abogados, pasantes, etc.., y, es más, consta que, muchos de estos paisanos, prefirieron perder sus puestos de trabajo, antes que prestar el obligado juramento al rey intruso, José I, que se les solicitó por las autoridades francesas del pueblo…

Y esta digna actitud de los manzanareños, también fue de aplicación al estamento eclesial de la villa, como tendremos ocasión de tratar en relatos próximos, cuando nuestro cabildo se enfrentó, con prudencia e inteligencia “sotomayorina”, al vicario provincial que habían impuesto los franceses...En realidad, en Manzanares, solo fue “afrancesado” algún elemento aislado de la aristocracia local, como el Marques de Salinas, o algún miembro del condado de Casa Valiente, “forasteros” por más señas, que, de Manzanares, solo les importaba el beneficio de sus tierras, a través de prebendas obtenidas de los galos, a cambio de apoyarlos durante su estancia en el pueblo…Esa actitud, solo consiguió para esas sagas aristocráticas descredito -continua D. Cosme-.. sacaron muy poco de los franceses y se ganaron para siempre la antipatía de la gente común de Manzanares, que los vería, desde entonces, como advenedizos… 


La gallarda actitud manzagata de aquel tiempo, debe ponerse todavía más en valor, porque las circunstancias de penuria y esquilmamiento en que vivían los aldeanos manchegos, eran particularmente evidentes en Manzanares, pues, aunque solo fuera por proximidad a la autoridad francesa de La Mancha, asentada en la villa, nuestros paisanos estaban mucho más controlados en número, magnitud de enseres y patrimonios personales, que los aldeanos de otras villas de la región y, por eso mismo, eran más fácilmente esquilmados... El empobrecimiento de los aldeanos de Manzanares era manifiesto en muchos aspectos; como el de sus indumentarias raidas y viejas; o el de sus casas desvencijadas (a veces semiderruidas), con gran escasez de víveres en sus alhacenas... Era también muy evidente, el abandono de muchas tierras de cultivo.. A pesar de esa pobreza, se palpaba la solidaridad entre el paisanaje... los que casi nada tenían, lo compartían con los que no poseían nada... La destrucción del hospital asilo, por los franceses, un año antes, motivó que los pobres de solemnidad del pueblo, o los que iban de paso, tuvieran que vagar por las calles de Manzanares, sin ningún lugar de acogida, incluso cuando estaban enfermos... 

Pues bien, en gran medida por la intermediación de Frey Sotomayor, particularmente sensible a la pobreza (solía decir en sus predicas que la Caridad, más que virtud, era una obligación de los cristianos), muchos de ellos encontraban todos los días algo para comer y, también, un techo donde cobijarse y dormir, cedido por algún vecino...Los desmanes franceses contra los bienes de las gentes manchegas fueron constantes, pero llegaron a ser de tal entidad que hasta el gobernador Lorge tuvo que contestar a una circular de las autoridades de Paris, emitida en agosto de 1810, donde le solicitaban aclaración sobre denuncias de abusos en impuestos y contribuciones a los manchegos…

Lorge, respondió con evasivas, diciendo que, desde que gobernaba La Mancha, no había impuestos ni contribuciones que él no conociese, porque todos ellos tenían que ser previamente autorizados con su firma… y quedaban expuestos al público en los concejos de las distintas villas...En su respuesta, seguía comentando que él había recibido algunas quejas, pero no del tipo que se le argumentaba desde Paris, justificándose en la existencia de un intendente que controlaba con justicia todo este tema de impuestos y contribuciones, y que había comprobado que todos los números estaban en orden...Se mostraba dolido por esas dudas de presuntos abusos, y se reconocía extrañado que La Mancha pudiese ofrecer al erario público las cantidades que aportaba, teniendo en cuenta que los aldeanos de villas no ocupadas, cuando percibían la proximidad de sus tropas, huían con lo que tenían: ganados, cereales, carros, mulas y enseres... Finalmente, aprovechaba su escrito de respuesta, para contraatacar con un sutil reproche a sus autoridades parisinas, por no reforzarle con más tropas, cuando, concluyendo su carta, escribía que … “estaba militarmente al descubierto por derecha e izquierda… y que se consideraba feliz de estar pudiendo contener con sus escasas tropas a La Mancha, y asegurar las comunicaciones…” jactándose de:… “que durante sus dos meses de mando más de dos mil “brigands” habían mordido el polvo, contra solo veinte bajas entre sus hombres”.

Plaza Mayor de Manzanares

De todos esos aspectos de la vida local, y de las actitudes del paisanaje, prosigue D. Cosme, muy poco quedó escrito en el pueblo, pues se perdieron los archivos del Concejo y solo persisten los archivos parroquiales para extraer conclusiones... Pero también supimos de esa vida cotidiana, indirectamente, a través de lo escrito por algunos extranjeros que estuvieron en la villa en aquel tiempo, entre los que destaca un ilustre Mayor-General ingles, llamado Andrew Thomas Blayney, perteneciente a la tropa inglesa que combatía contra Francia en España... Había caido prisionero de Sebastiani, en Málaga, y, quizá por indicación del citado general francés, en el curso de su traslado a Madrid, (donde eran llevados los presos más ilustres de los galos, que gozaban de un trato preferencial, con escolta, y vida en semilibertad) permaneció un día en nuestro pueblo, al final de noviembre de 1810, casi más como huésped de Lorge en el castillo que como prisionero. 

En su diario, describió ese día de Manzanares.. y, por su interés para ilustrar la crónica, le sugiero añada ud a la misma lo que escribió Blayney:.. "Antes de llegar a Manzanares, desde Andalucía, encontramos algunos pueblos completamente destruidos. Al aproximarnos al citado, varios oficiales polacos y algunos habitantes salieron a nuestro encuentro. Entre los últimos reconocí a cierto Marqués (Salinas), que había visto en Sicilia (Palermo), donde tenía una casa de juego y se dedicaba a vender antigüedades,… pero tuvo que salir precipitadamente de allí por haber hecho trampas en el juego y fue echado de la escuadra de lord Keith, por sospechoso de espía francés… Sabiendo que era muy inteligente y alegre, pasé por alto su conducta de antaño, que él consideraba una bagatela…. Me dijo que se había declarado por los franceses, pensando de que se harían dueños de la isla (Isla de León en Cádiz) para conservar sus tierras. Se había casado con una española y por eso estaba en Manzanares, para reclamar sus posesiones, las cuales, encontró confiscadas por los franceses, hasta su propia casa…" Aqui nos deja Blayney -dice D. Cosme, entre paréntesis- un buen retrato del Marques de Salinas, y de su catadura moral, y sigue escribiendo "...como descansamos un día en Manzanares, el 25 de noviembre, por la mañana me fui a pasear por los alrededores y hablé con algunos campesinos, que al saber quién era, me ofrecieron toda clase de facilidades para escapar, cosa que no quise hacer, por haber dado mi palabra de honor al M. Sebastiani, que se portó muy bien conmigo"... Esto -hace otro paréntesis D. Cosme.- nos habla del "trabajo de incitación a la deserción" que hacian muchos paisanos.. y, continua Blayney "… visité al G. Lorge, que me invitó a comer, a una corrida de toros en la gran plaza del pueblo, que fue muy mala, a cenar y al baile de los domingos, donde un hombre y una mujer bailaron el fandango, acompañándose de castañetas"....

 En este último párrafo, hace otro inciso D. Cosme, Blayney da cuenta de algo citado en relatos previos, los frecuentes eventos lúdicos que se organizaban en nuestra Plaza Mayor, aparentemente promovidos por los galos, pero tras los que estaba casi siempre la mano de nuestro inteligente Pastor, Frey Sotomayor, quien los utilizaba para sacar partido informativo de las autoridades galas, que vivian esos festejos, invitados por el párroco, (que se instalaba entre ellos, como anfitrión), en los balconcillos de la fachada de la Parroquial que da a La Plaza. El mayor Blayney, en su diario, también hace bastantes comentarios y descripciones interesantes, dignas de leerse, sobre nuestras tierras y nuestras costumbres, comparándolas con las de Andalucía...

Y creo llegado el momento, querido reportero, que cierre usted pluma y tintero...que con lo ya dicho y escrito, hay bastante para un esbozo de como era la vida y la gente hidalga de este pueblo insigne, Manzanares de La Mancha, durante aquel 1810, primer año de la prolongada y ominosa ocupación francesa de nuestra villa, en la segunda fase de la que sería conocida en nuestra historia como "Guerra de la Independencia"...

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