El 31 de Enero de 1960, Melchor Díaz-Pinés Pinés, envió el siguiente reportaje periodístico a la Agencia Nacional de Noticias, 'CIFRA'.
En este año de 1960, se cumplen cuatrocientos años, desde que el Rey Felipe II, habitó en el Sacro Convento de Calatrava la Nueva. Este mismo monarca y coincidiendo con su visita, mandó empedrar la empinada cuesta que da vuelta a toda la muralla exterior de la fortaleza hasta dar frente a ella, completando el camino que conducía al recinto.
A la hospedería de Calatrava la Nueva solo estaba permitido el paso, con permiso del Superior, a los religiosos ancianos y solamente en verano y por dos horas únicamente, a los religiosos más jóvenes. Entre las disposiciones entonces en vigor y que sin duda se pondrían en práctica con tan regia visita, existía una que decía : " Si algún huésped fuere al Convento Mayor de nuestra Orden, le sea dada ración por tres días, según la calidad del huésped ". Y esta otra: " Que a los Comendadores y Caballeros, no les sean tomadas las armas a la entrada del Convento ".
A la entrada del sacro Convento, se llegaba por el camino empedrado y daba a una puerta compuesta de cuatro arcos y bóveda, llamándole la Puerta de Hierro. De aquí, se llegaba a la Puerta de los Arcos, que se llamaba así por tres tres arcos en forma de tronera.
En la Biblioteca de la Academia de la Historia, existen datos suficientes para el estudio del Sacro Convento y Castillo de Calatrava, donde puede hacerse idea exacta de la importancia que en aquellas fechas tenía esta fortaleza de la caballeresca Orden de Calatrava, que tan denodadamente luchó contra las fuerzas musulmanas en estas tierras de La Mancha, escenario de continuas luchas a lo largo de los siglos de ocupación.
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