“Y es momento y oportunidad, comienza Don
Cosme este nuevo relato, de explicarle a usted, querido cronista, para que lo
plasme en su nuevo escrito, cual fue el sustrato económico-financiero que
permitió a este magnífico pueblo de Manzanares, a cuyo vecindario me honró en
pertenecer, llevar a cabo ese histórico crecimiento poblacional y urbano que ya
le narré en anteriores conversatorios,… y que protagonizó este pueblo, entonces
Villa, a lo largo de ese Siglo XVI, de ese “Siglo de Oro” vivido por Manzanares
y por sus habitantes”.
“Y verá usted, sigue Don Cosme,… “Al comienzo de la Edad Moderna, la encomienda
de Manzanares, aparte el terreno acotado (amojonado) y adjudicado por la Orden
de Calatrava, el 10 de Octubre de 1480, no excesivamente grande, solo tenía
asignados como bienes propios tres edificios, a saber: La casa o castillo de la
encomienda, el castillo de Moratalaz y la edificación de La Mesnera”…
“Pero, una vez que los emprendedores lugareños de la aldea se pusieron “manos a
la obra”, a roturar y cultivar las tierras adjudicadas al Patrimonio manzagato,
ayudados por una serie de cosechas favorables, el desarrollo de la economía de
la Encomienda fue casi inmediato y, enseguida, comenzó a generar pingües
beneficios, que se notaron ya a primeros del XVI, pero que se concretaron
todavía más, a lo largo de toda la centuria, en unos resultados espectaculares,
que la llevaron a ser, sin duda, la Encomienda más rica de las de Calatrava, en
un tiempo en que, además, casi todos los ingresos provenían del cultivo de la
tierra, ya que la actividad ganadera de los primeros tiempos, había menguado
bastante en estas épocas”… “Y, como muestra de lo que le digo -me sigue
contando Don Cosme- le citaré, ahora, que el valor de la Encomienda se tasaba
anualmente, y le daré el ejemplo de tres de esas valoraciones registradas por
los visitadores de la Orden…. Así, por ejemplo, en 1511 estaba valorada en
271.880 maravedíes, en 1562 en 4.939.735 de maravedíes, y en 1616 en 6.000.000,
Estas cifras, creciendo exponencialmente, y en el tan escaso escenario temporal
de un Siglo, precisamente el Siglo de Oro, hablan por si solas de la pujanza
económica de Manzanares y hacen entendible su enorme crecimiento, urbano y
poblacional, como villa, en en ese su “Siglo de Oro”. También por ese motivo,
ese enorme crecimiento, se conoció a nuestra Encomienda, en aquel tiempo, como
la “encomienda loca”...
.”Y, para no ser yo solo quien se lo cuente…. así fue, amigo reportero como
describieron nuestros notables en las Relaciones Topográficas de Felipe II, en
1579, las características de ese nuestro terruño y gentes:…
“esta villa es de labradores y se labra y
siembra, y las cosas que en ella más se cogen de ordinario es pan, y algunas
frutas y vino; y los ganados que hay son muy pocos por falta de los pastos y
albergos que para ello son necesarios, y las pocas carnes que se crían son
buenas y carneros llanos y de lana prieta. Y los diezmos se pagan las dos
partes al comendador de esta villa y la tercia parte al arzobispo de Toledo, y
se suele allegar a la Encomienda de sus dos partes con lo que diezman los
vecinos de Daimiel que labran en término de Moratalaz, dezmería de la dicha
Encomienda, y lo que pagan los vecinos del Moral, Valdepeñas y la Membrilla de
lo que ansimismo cogen en el término de Aberturas, dezmería así mismo de la
dicha Encomienda. Y lo que los vecinos de esta villa pagan de lo que cogen en
los dichos términos y en el suyo propio llagará a diez y seis mil fanegas de
pan, antes más trigo que cebada, y cuatro mil arrobas de vino y seiscientas
cabezas de ganado y doscientas y sesenta arrobas de lana y cuarenta arrobas de
queso y veinte arrobas de añinos; y el diezmo de huertas, potros, y borricos,
pollos y ansarones y otras cosas menudas, con el diezmo de lo que ganan los
molinos y de lo que ganan los mozos de soldada, se arrienda en junto a dinero,
que esto y la dicha dehesa de Siles que tiene la dicha Encomienda con los
además aprovechamientos, valdrá un año con otro, once mil ducados, y lo que
lleva el arzobispo de Toledo no vale la tercia parte porque el comendador de
esta villa tiene aprovechamientos de que el arzobispo no lleva. Y las cosas de
que tiene falta son generalmente de todas, excepto de pan y vino y carne y
algunas frutas que tiene y palos y edificios. Tiene piedra y tierra y cal y
yeso y todo lo demás le falta, y que de las cosas que carece se trae: el aceite
del Andalucía y pescado de Sevilla, Cartagena y Málaga; y hierro para las
labores que es más necesario, de Vizcaya, y madera, de Alcaraz y Cuenca y
sierra de Segura; paños y seda y mercadurías ordinarias, de Toledo y otras
partes”.
Casa de la Tercia. |
“La Casa de la Encomienda o Castillo,
sigue Don Cosme, quedóse pequeña para albergar y almacenar los pingues tributos
en especie, que nuestro rico solar producía incesantemente, según se iban
cultivando y roturando sus espacios... y, también quedó insuficiente para
organizar los tramites administrativos y recaudatorios de su creciente y
pujante actividad, viéndose obligado, a mediados del siglo XVI, el entonces
Comendador de Manzanares, Marques de Priego, a construir una casa de labor, que
pasó a ser el cuarto edificio de nuestra Encomienda”…. “Este edificio, conocido
como: “Casa de la Tercia”, situado a cien pasos al oriente del castillo, fue
descrito, tal cual sigue, en las Relaciones de Felipe II:
“en esta villa hay un castillo bueno de la
Encomienda que son las casas y fortaleza que de suso va declarado por [cuya]
causa y origen esta villa se dice Manzanares, y a cien pasos de la dicha
fortaleza a la parte del oriente hay una casa de [la] tercia buena que ha hecho
de veinte años a esta parte el marqués de Priego, que es don Alonso Fernández
de Córdoba y Aguilar, que en ella se pueden encamarar treinta y cinco mil fanegas
de pan y vasijas para beneficiar y encerrar diez mil arrobas de vino, y para
ello hay cuevas bastantes y pozos y aderezos necesarios; y todo el término es
de labor y en él hay muchos cortijos de vecinos particulares de esta villa”.
“Y quede, así, concluido
el diserto, para que usted, querido cronista, lo resuma, compile y escriba,
para que también quede clara la gloria de un pueblo, que creció y creció mucho,
pero que lo hizo por el esfuerzo, trabajo y actitud de sus gentes, más que por
ninguna otra cosa o razón”
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