“Sabe usted ya, mi querido amigo,
-comienza Don Cosme a contarme lo que va a ser objeto de este nuevo relato- que
el Siglo XVII fue en todo el Reyno de España,… y, por ende, en Manzanares, un
tiempo de penumbras y tormentas, más que de sol y bonanzas”… “Y es verdad,
también, que en la primera treintena de esa centuria, la prosperidad alcanzada
previamente se mantuvo, e incluso se incrementó, lo que quedó atestiguado por
las tasaciones periódicas que se hacían de nuestra Encomienda en las visitas
que hacía la Orden de Calatrava”…
. “Así por ejemplo, y abundando en esto, sigue
D. Cosme,….un siglo antes, en 1511, la Encomienda de Manzanares fue tasada en
271.880 maravedíes, “disparándose” su valoración, de manera exponencial,
durante los años siguientes”… “En 1562, alcanzó la increible valoración de
4.939.735 maravedíes, pero es que, en 1616, al comienzo de ese siglo XVII que analizamos
ahora, esa tasación alcanzó su culmen, llegando a los 6.000.000 de
maravedíes…cifra insólita y apabullante que nos convertía, entonces, en la más
rica y pujante de las encomiendas calatraveñas”.. “De esta forma y manera,
continua D. Cosme, esos primeros tiempos del Siglo XVII quedaron para la
historía de España y de Manzanares, dentro de esa etapa magnífica que hemos
dado en llamar “Siglo de Oro… algo que también avalan los eventos sucedidos en
la villa en los principios de esa centuria….pues ya hemos tenido ocasión de
saber que, en esos iniciales tiempos del XVII, en Manzanares, se construyeron
dos nuevas Ermitas, la imagen del que habría de ser Patrono de este pueblo, las
obras que ensancharon y engrandecieron nuestra Plaza Mayor y la concreción de
la canalización de el Río Azuer a su paso por el interior de la villa”….
“Pero, llego un periodo de crisis intensa, que duraría unos 50 años,
aproximadamente entre 1630 y 1680.. un tiempo de decadencia en gran parte de
Europa, especialmente en los países mediterráneos”… “Fue una enorme crisis
demográfica, económica y social, que propició pobreza, penurias y gran malestar
entre la población del Reyno de España, con inestabilidades políticas y
sociales, que afectaron a la propia monarquía”….
“Volviendo a los números, que siempre objetivan bien los razonamientos -sigue
hablando, sabiamente, D. Cosme-… en 1630, al comienzo de la citada crisis,
vinieron a Manzanares los visitadores de la Orden… y se sorprendieron al
apreciar que la tasación hecha, valoraba nuestra Encomiendan en una cifra de
2.437.500 maravedies, lo que suponía una depreciación brutal en solo 14 años”….
“Y esto se debió, en gran medida, a que Manzanares, como muchas otras villas
pequeñas, había sufrido en los años previos una despoblación significativa,
cuyas causa fueron muchas, como enseguida le daré a conocer, asevera D.
Cosme”…. “Por un lado –continua-, a esa fecha, Manzanares, como otras villas
del Reyno, aun estaba conmocionado por lo que había ocurrido solo veinte años
antes…la expulsión forzada de su población morisca, casi un 10% de su censo
total”… “A esto, tenemos que añadir la emigración frecuente a las nuevas
tierras de América, que aunque no fue muy llamativa en La Mancha, en
Manzanares, dado nuestro carácter emprendedor, supuso alguna que otra baja más
en el censo manzagato”….
“Sin embargo –sigue Don Cosme-, los problemas que tuvo la agricultura, nuestro
principal aval económico y social como Encomienda desde finales del Siglo XV,
fueron, sin duda, los más importantes y significativos, en la justificación de
la pérdida de riqueza y vecinos que sufrió Manzanares en esas fechas”.+
“Las enormes cargas fiscales ordenadas por los Austrias, a través de los
Concejos locales, “estrangularon” (sobre todo en ambas Castillas) las ajustadas
economías de las pequeñas y medianas propiedades de los campesinos autónomos,
al estar obligados a impuestos directos (diezmo, rentas señoriales), que podían
ascender a la mitad del producto de sus tierras y ganados y, a causa de ello,
no pudieron mantener sus haciendas…. situación agravada, además, por las malas
cosechas y sucesivas plagas de langosta, que asolaron sus tierras en gran parte
de la mitad central de ese siglo XVII”… “Fundamentalmente por esas razones,
aquellos campesinos, que habían llegado a Manzanares atraídos por sus enormes
posibilidades terrenales…. y que habían hecho florecer y prosperar nuestra
Encomienda en los dos siglos precedentes, abandonaron sus campos y emigraron a
ciudades más grandes, en busca de otras formas de vida y sustento (la mayoría),
o bien (los menos), se reconvirtieron en jornaleros para la oligarquía de la
villa”…. “Así las cosas, Manzanares se despobló de manera considerable, y
aumentó la concentración de tierras y el latifundismo… pero la nobleza
terrateniente, aunque aún mantenía capacidad financiera para adquirir esas
tierras abandonadas, no tenía mano de obra suficiente para cultivarlas, ni
salida para sus cosechas,… ya que, por aquel entonces, la distribución de la
producción y su comercio era muy localista, solo en la propia villa y, como
mucho, en otras aldeas y villas próximas, tan despobladas como Manzanares.. y
con sus menguadas gentes, inmersas en la absoluta pobreza…por lo que la demanda
de bienes y productos era muy pequeña”….
“Por tanto, sigue Don Cosme, y aunque no hay constancia objetiva de ello, es
evidente, con solo considerar la enorme caida en la tasación valorativa de
nuestra Encomienda de Manzanares en el año 1630… que las grandes familias de la
villa (los Salinas, los Merino, los Quesada, etc…) padecieron también los
efectos de esa gran crisis del Siglo XVII,….aunque ello no fue óbice para que,
durante esa centuria, en el casco antiguo de la villa, y en las zonas de
expansión más próximas, se edificaran algunas de las mansiones y palacetes más
ricos y hermosos que este pueblo hoy tiene…tal es el caso del Palacio de los
Ochoa, al comienzo de la Calle Monjas… que, aunque no era en sus inicios
exactamente como es hoy, parece que tiene datada su construcción en el año
1630… y lo mismo cabría decir de las primeras construcciones de otras mansiones
regias de las calles Trompas, Empedrada, Manifiesto o Doctor…todo lo cual,
viene a decirnos, sin duda, que el carácter emprendedor de los manzagatos se
mantenía incólume, a pesar de las penurias que les tocó vivir en aquella época
de carencias”…
“Pero es que, sigue D. Cosme, otros desgraciados elementos se conjugaron para
diezmar todavía más nuestra población…la pobreza y la desnutrición hicieron
comunes y virulentos las brotes de paludismo, viruela, polio, disentería y
otras fiebres infantiles, motivando altas mortandades, en un momento en que
nuestra escasa y pobre dotación hospitalaria era manifiestamente insuficiente,
lo que hacía imposible una adecuada atención de los que enfermaban, que morían
en sus casas, contagiando a sus familiares y aumentando el problema” ... “Por
no hablar de una epidemia de la temida “peste negra”, que, justo a la mitad del
Siglo XVII, entre 1647 y 1649, y procedente de Africa, asoló primero el Levante
español y luego Andalucía, particularmente Sevilla, donde diezmó casi el 50% de
su población…Todo esto, indujo el miedo en todas las regiones limítrofes, como
La Mancha, donde aunque no hubo un número significativo de casos, si que
propició una gran emigración preventiva hacia Toledo, Madrid y el norte
peninsular, de muchos antiguos paisanos, agravando el problema poblacional”….
“Por otro lado, para empeorar si cabe este estado de cosas, las guerras del
Reyno, entre 1640 y 1668, fueron constantes…y la escasez de mercenarios, llevó
a realizar reclutas forzosas entre la población joven, lo que incrementaba aún
más el problema de falta de personal productivo, amplía su razonamiento Don
Cosme”….y continua:…“solo la exportación de lana, siguió siendo algo rentable
para el comercio español, aunque también se resintió en nuestra zona, por todas
esas circunstancias….además, y como va dicho, no existía un mercado importante
para los productos industriales ni para el comercio exterior….sólo las
oligarquías tenían posibilidad de obtener la escasa artesanía de calidad
suministrada por los gremios locales, o la importada, y muy cara, desde
Flandes, Italia, Inglaterra, Francia o las colonias”….
“Razones atrabiliarias de costumbrismo social, continua D. Cosme, hicieron que
la industrialización no se desarrollase en el Reyno de España de manera
adecuada…y me refiero al hecho que las ventas obtenidas del campo no se
invertían en empresas industriales y comerciales, que eran considerados
incompatibles con la hidalguía y la limpieza de sangre, además de dar pocas
ganancias y tener mucho riesgo”.. “El comercio con las nuevas tierras de
América, que podía haber sido una tabla de salvación de esta gran crisis, lejos
de contrarrestarla, la hizo decaer aún más, entre 1630 y 1660, por el
incremento de intercambios entre las colonias, la enorme presión fiscal y la
confiscación de grandes cantidades de oro y plata, que se destinaron para
gastos militares, en lugar de utilizarse para otras necesidades”…
“La sociedad española del XVII continuó, sigue D. Cosme, apegada a los valores
aristocráticos y religiosos del opulento siglo anterior,… pero en estas
circunstancias de crisis, nada favorables al costumbrismo que esos valores
introdujeron en el comportamiento social”…. “el deseo de ennoblecimiento se
generalizó, haciendo que los conceptos de dignidad y honor, normalmente
asociados a la nobleza, fueran reivindicados por toda la sociedad”…. “Igual
sucedió con el rechazo general a las actividades manuales, consideradas “viles”
y de “bajo rango”, lo que tuvo un fuerte impacto negativo en el desarrollo
económico y social”…. “Como mala consecuencia de todo esto, quienes poseían
bienes gastaban gran parte de ellos en: cargos, títulos honoríficos y de
nobleza, enormes mansiones suntuosas, ricos vestidos y ornamentos o coches de
caballos…en definitiva; pura ostentación, para demostrar a los demás su rango
social… Quien, menos afortunados, no tenían grandes medios, llegaban a preferir
la pobreza y la mendicidad, antes de manchar su fama con el rudo trabajo”….
“Pero claro, esta situación, dadas las circunstancias y dificultades de una
economía en crisis y muy poco productiva, no se pudo mantener mucho tiempo y
toda la base social y económica sufrió las consecuencias….solo basta analizar,
y con eso termino, dice D. Cosme, los Archivos Parroquiales… para observar como
descendió la población manzagata, como aumentó la tasa de mortandad… y, como
dato curioso, que se registraba de manera exhaustiva por entonces, como se
incrementó el número de niños expósitos, abandonados por sus madres, que no los
podían mantener, a las puertas de las casas señoriales o de los conventos…En el
siglo XVI, esa cifra estaba en el 1% de los registros bautismales…pero, en
muchos años de la centuria del XVII, ascendió muchísimo, oscilando en las
increíbles cifras de 6-8% del total de los niños bautizados en Manzanares…algo
similar a lo que sucedió en otras villas próximas”…
“Quede, así, mi
querido amigo, completado y concluido, el contenido de este relato, que ha
pretendido explicar a sus lectores las circunstancias que hicieron del Siglo
XVII, aquello que sugiere el título que le hemos dado”
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