Acabamos de
referir en la anterior crónica –comienza así D. Cosme ésta- el como la serranía
de Siles lució con luz intensa y propia en el llamado siglo de las luces,
centuria de cuyos mejores avatares, referidos a la villa de Manzanares, estamos
narrando en los más recientes escritos…Y, no pretendiendo que usted, querido
reportero, convierta en legendarios estos relatos que yo le hago,.. en esta
crónica que le insto comenzar ahora, le propondré, sin embargo, lo
contrario ...convertir una leyenda en relato...
Viene, desde luego, a cuento
esta propuesta, en este momento, al tratarse de un hecho legendario.., que se
cuenta tuvo lugar en 1766, es decir, en ese siglo ilustrado y lumínico que fue
el siglo XVIII.. y, porque, además de la fecha en que ocurrió lo que le
pretendo contar, la citada leyenda, refiere un episodio que tiene que ver con
Siles, más en concreto con el rapidísimo tránsito que al parecer llevó a cabo
un paisano atribulado, desde Siles a la villa de Manzanares,…
Este episodio, -continua D. Cosme- se concretó, y devino, en una leyenda muy
popular y difundida en Manzanares y en otras villas próximas… que, desde
entonces, y para todas las generaciones posteriores de manzagatos, habría de
quedar reconocida, por siempre jamás, tal como reza la frase entrecomillada del
título sugerido para el relato …Ese.. “en volandas como candil”, es una
expresión que, como le digo, fue acuñada en referencia al supuesto sucedido de
1766, y quedó, para los restos. en el imaginario popular manzagato, como la
manera de recordar una de las leyendas más conocidas y populares de
Manzanares,.. Pero, -sigue D. Cosme- también quedaría prendida en ese
imaginario por el dicho en si mismo…la expresión, “en volandas como candil”, aun
y todavía, se utiliza con bastante frecuencia por muchos paisanos, incluso
desconocedores de la antigua leyenda, para referirse a cualquiera que haga un
tránsito de un lugar a otro con inusitada o sorprendente rapidez.
Pero –sigue D. Cosme- es ya momento que usted conozca.. y, por extensión
también sus lectores futuros, en que consiste la leyenda objeto del
relato....vamos, pues, a ello.. La dehesa de Siles, el agua de su fuente, sus
tierras fértiles y el abundante ganado allí estabulado, prosigue D. Cosme,
reportaban a la villa de Manzanares de La Mancha, abundantes productos y, a la
vez generaban puestos de trabajo para muchos paisanos, que vivían allí, o que
hacían todos los días el camino de ida y vuelta entre Siles y la villa,… Esas
dos leguas y media de camino, en aquellas épocas, se hacían bastante pesadas…A
pie, o a lomos de mula o caballo, podían tardarse 3 horas o más...
pero las
gentes que tenían que gastar todo ese tiempo del día, solo en ir de un sitio al
otro, lo daban por bueno, ante la belleza y el encanto del entorno de la
Serranía de Siles, donde se desarrollaba, en pleno contacto con la naturaleza,
su actividad laboral… la mayoría eran trabajadores y labriegos del campo,..
pero, no pocos, eran cuidadores y pastores del ganado…
Uno de estos últimos, un
joven pastor, al que todo el mundo conocía con el apodo de “candil”, sin que su
historia nos haya sabido decir el por què del mote, habría de ser protagonista
principal de la leyenda de marras… Nuestro pastor conducía todos los días, de
sol a sol, los rebaños a su cargo, en unos pastos de la dehesa, que explotaba
en arriendo un tal Domingo Rosadillo, su patrón… Parece ser que, “candil”, era
un enamorado y un perfeccionista de su trabajo… tenía a gala ser el primero de
los pastores a la hora de llevar sus ovejas al pasto, y luego traerlas de
vuelta al redil…había aprendido a correr delante de ellas, con determinada
cadencia… y emitía unos silbos especiales, que dirigían rápidamente, y en la
dirección adecuada, al rebaño a los sitios que “candil” hubiera elegido…
Con esas carreras diarias, de un lado a otro, era lógica la buena forma física del joven pastor …que, antes de ser conocido por su leyenda, era fácil verle ganar muchas de las carreras que de manera espontanea se organizaban entre la gente que trabajaba en Siles por aquel tiempo, en momentos de la jornada sin faena que hacer… Pero, además, a “candil”, le entusiasmaba todo el entorno de la dehesa de Siles…su alameda,.. su fuente...olores y colores del sitio, de los que disfrutaba mientras vigilaba el ganado.. o lo dirigía del establo a los pastos, o de estos al establo,… tenía mucho tiempo para observar, y apreciar al detalle, con una gran sensibilidad de matices, la belleza del lugar…Ay!! los olores, los ruidos y los colores de Siles, le apasionaban!!.. ...le gustaba apreciar como cambiaban a lo largo del día.. Solía madrugar mucho, echaba un vistazo al establo y a sus ovejas, antes de apuntar el alba, y se ponía a oír los ruidos de la carrera de algún conejo, o los primeros cantos del día de las perdices, mientras se sentaba en una piedra cercana, al lado de la fuente, para disfrutar de la amanecida… al olor y el aroma del romero, mezclado con el sonido gorgoteante y continuo del agua cristalina y fresca de la fuente… y a la espera de los primeros silbos y cantos de los jilgueros….Un entorno cotidiano, desde luego, pero también idílico, donde el sol naciente, con sus rayos de luz colándose, poco a poco, entre las laderas de los montes y los cerros, en tonos que iban mezclando, sabiamente, el azul y el carmín, en la clara mañana que surgía de la oscuridad de las noches de Siles… Noches claras, en que la Vía Láctea, se dibujaba nítida en el horizonte presidiendo el escenario...
En fin, termina D. Cosme su alarde de lirismo al describir la vida del pastor...para él, el día a día, era algo mágico, siempre igual, pero irrepetible, todo cotidiano…. aunque insuperable…
Pero esa cadencia constante, preciosa y rutinaria, se vío conturbada un buen
día por un hecho inesperado…Cualquiera puede pensar que el joven “candil”,
acostumbrado a elucubrar con su magín, en la soledad de los días, imaginó algo
que, en realidad, no sucedió… pero, lo cierto fue, que aquel día quedó
concretada para la posteridad una de las más conocidas leyendas, que habría de
quedar, para siempre, entre la historia y las historias de una villa
legendaria, Manzanares de la Mancha, remacha D. Cosme..y, sigue ..En un cruce
de caminos, próximo a la ermita, existía una encina centenaria y enorme, con
grandes brazos de ramas que ocupaban un diámetro de unos treinta metros, su
abundante follaje era vida y lugar de todo tipo de pájaros y aves y su sombra
era sitio habitual de sentadas y cobijo, en los momentos de asueto de las
gentes de Siles….
Estando por allí, aquel día en que se gestó la leyenda, a “candíl” le pareció
oír unas voces extrañas…Miró a su alrededor, comprobando que estaba solo…pero,
aun así, las voces siguieron, cada vez más nítidas, que parecían provenir de la
gran encina...
”Candil” dirigío su vista allí…y, en unos instantes mágicos, vio una llamarada,
en el centro del follaje… y, por delante de ella, una silueta femenina, vestida
de negro, que le decía: "márchate al pueblo en seguida que tu madre se
encuentra muy enferma y quiere verte antes de que se venga conmigo al cielo"-.
"Candil", sobrecogido, no se lo pensó dos veces… dejó el rebaño y
salió corriendo y arrebatado hacia Manzanares…. De tal manera corrió, que, él
mismo, se vio sorprendido cuando cayó en cuenta que sus pies no tocaban el
suelo, “iba en volandas”… levitando.. sintiéndose tan liviano, que sus piernas
le parecían alas, casi no sentía el esfuerzo físico que acompaña normalmente a
las zancadas de una carrera… Tiempo después, “candil” contaba que le pareció que
una fuerza superior a él lo llevaba cogido de los brazos…Lo cierto fue que, en
pocos minutos, "Candil" recorrío las tres leguas que le separaban de
su humilde casa familiar…donde, efectivamente, su madre agonizaba en su lecho
de muerte, mientras un cura le daba la extrema unción… La madre abrió los ojos, esbozó
una tenue sonrisa al ver a su hijo…. extendió las manos… y expiró.
Pasados unos dias, sigue D. Cosme, cuando habían corrido por todo el pueblo
múltiples comentarios de lo ocurrido, mucha gente puso en duda el suceso,
aunque en aquel tiempo abundaban los supuestos de apariciones. y la misma
ignorancia de las gentes hacía ver el más allá, por cualquier suceso extraño.
…pero, entonces, desde Siles, llegó una noticia que dio base a la creencia de
muchos paisanos en el suceso contado por “candil”,… En el centro de la encina,
había quedado la huella de la llamarada que acompañó a la aparición… La
noticia, corrió como la pólvora, motivando, enseguida, autenticas
peregrinaciones de paisanos de la villa y de otros lugares, para contemplar esa
almendra quemada, en el centro de la frondosa encina centenaria de Siles,
aparente prueba de veracidad de la milagrosa aparición…
Quede, así, mi querido reportero, por concluido este relato...que da constancia
escrita a usted y sus lectores de una leyenda legendaria de la villa de Manzanares,
que hubo lugar en el lejano año de 1766, en el discurrir del siglo de las
luces…y que pasaría a la posteridad de los tiempos y de las historias de este
pueblo increible...con la frase “ir en volandas, como candil”,…. que, hoy día,
mas que aludir al suceso aquí comentado, se utiliza para resaltar la rapidez
con que alguien se desplaza de un sitio a otro..
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