(Nostalgias de lo que hubo...contadas por quien no está).
El día de la llegada a Manzanares de este modesto reportero, estaban esperándole en el anden de su estación, D. Bemardino Torres, D. José de Eguizábal y don Narciso Cendal, médico, notario y acaudalado propietario, respectivamente, de este pueblo, que se había ido abriendo a mis ojos a través de la llanura manchega, unos minutos antes, cuando pude atisbar en el horizonte su tenue primera fila de casas, con una esbelta torre coronando el conjunto. Estas tres distinguidas personas, me recibieron con gran cordialidad y, tras ayudarme con el equipaje, me acompañaron hacía la explanada exterior de la Estación. Fuimos caminando hacia el pueblo, ya que uno de mis anfitriones, que amablemente me ofreció alojamiento en su casa durante los días que iba a permanecer en Manzanares, vivía unos metros más abajo de allí, en esa misma amplia calle, que se llamaba, por eso mismo, Paseo de la Estación…Llegados a la bonita casa, de dos plantas y patio central columnado, dejé las valijas en el cuarto que me había sido asignado y, tras un frugal almuerzo que la dueña de la casa se empeñó que tomáramos, salimos de nuevo calle, ya que el Sr. Torres, nos informó que el alcalde nos esperaba en el Ayuntamiento.
Nada más terminar el paseo, llegamos a una plazoleta que dejaba
ver, un poco más atrás, la silueta de un majestuoso y flamante edificio de
fachada roja y blanca. D. Bernardino me informó que se trataba del Gran Teatro de
Manzanares, un local recientemente inaugurado y del que todo el pueblo se
sentía orgulloso, especialmente el alcalde, Sr Rubio, al que reservó las
explicaciones de toda su breve historia….
Por detrás, y a un lado del Teatro, se veía un edificio de construcción reciente, inaugurado también unos meses antes, que me dijeron era la Casa del Pueblo y, al otro lado, una gran Ermita, llamada Virgen de Gracia, que también daba nombre a toda esa Plaza….Bajamos por una populosa calle, llamada Toledo, para ir a encontrarnos con la calle principal, del pueblo, la “Empedrada”, llamada así por ser la primera y única del pueblo, a primeros de siglo, con este solado de piedras.
Al término de esa arteria central del pueblo, se dejaba ver una bonita Plaza castellano-manchega, rodeada de edificaciones soportadas, excepto en el lado donde se elevaba la espectacular Iglesia Parroquial de Manzanares, con su esbeltísima y preciosa torre, que había llamado mi atención en el tren, y que, ahora, dejaba ver su impresionante frontispicio plateresco, que dejó tan absorto y maravillado a quien esto escribe, que no pudo por menos que contemplarlo en silencio unos minutos, antes de que alguien le sugiriera dejar su visita para después, ya que el alcalde estaba dispuesto para recibirnos en el Ayuntamiento.
Me dí la vuelta, y tuve ante mí la imagen del coqueto y pequeño
Ayuntamiento de Manzanares, donde, efectivamente, a su entrada, nos recibió su
afectuoso y espontáneo alcalde, Don Antonio Rubio, persona que, desde que se la
conoce, irradia una sensación de confianza y actitud eficaz, por el entusiasmo
y detalle con que habla de su pueblo y la gestión de sus cosas. Entramos al
Salón de Plenos, y me presentó a los concejales que allí estaban, explicándome
enseguida que el Consistorio de Manzanares, se componía, en ese momento, de 8
ediles liberales, 8 conservadores y 4 republicanos,…En palabras del alcalde, y
de lo que yo venía observando ya, el Ayuntamiento de Manzanares no se correspondía,
en modo alguno, a la importancia que estaba adquiriendo la población.
Ciertamente, es un edificio antiguo y falto de amplitud para el
desenvolvimiento de los múltiples asuntos que en él se ventilan. Preside la
Corporación, como ya sabemos, D. Antonio Rubio, un acaudalado propietario y, a
la vez, persona liberal, de grandes iniciativas. y es secretario del mismo D.
Eugenio Pozo, quien me explicó con enorme claridad, los datos económicos más
básicos del Ayuntamiento, que demostraban que su administración actual es
excelente y su situación muy próspera, como lo prueba el hecho de haberse
gastado en los dos últimos años 80.000 duros en reformas y, sin embargo, tener
hoy en existencia más de 20.000 duros, después de tener cubiertas todas las
atenciones…
Manzanares fabrica anualmente más de un millón de arrobas de vino, y contribuye al Estado con 300.000 pesetas por contribuciones, consumos, pesas y medidas y utilidades y más de 215.000 por derechos de fabricación de alcoholes salidos de las destilerías.
Existe una bien montada sección de la Cruz Roja y, en la actualidad, se ocupa el Ayuntamiento de la adquisición de todo lo concerniente á material sanitario, incluso estufa de desinfección. También se está levantando un nuevo edificio para escuelas de niños, capaz para 460 plazas, cuyo presupuesto es de 92.000 pesetas, y acaba de abrirse una nueva calle de medio kilómetro de larga por unos
Así concluyó este mi primer día de estancia en Manzanares, cuyas gentes no hacían otra cosa que corroborar la misma magnífica impresión de todo lo que estaba observando…cansado del viaje y la intensidad de la jornada, el sueño me recogió nada más acostarme…
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