El 25 de Marzo de 1961, Melchor Díaz-Pinés Pinés, elaboraba para Agencias el pequeño reportaje que se reproduce a continuación, fechado en ALMAGRO.
La industria artesana del encaje, en la típicamente productora villa de Almagro, unida a la de los pueblos circundantes, representa en números redondos un ingreso que supera los 20 millones de pesetas. Miles y miles de metros de encaje de todos los tipos salen de las clásicas almohadillas de sus hábiles encajeras y con los cuales se podrían dar varias vueltas a la Península en todas direcciones.
Esta industria se desenvuelve, principalmente, en los propios domicilios particulares y el fruto de su trabajo es recogido y encauzado, en plan comercial, por fuertes empresas que extienden sus actividades hasta los más remotos lugares del mundo. Sus blondas y encajería en general, llegaron a superar la fama de Chantilly y Valenciennes y gozan en la actualidad de fama universal, como onsiguieran en otras épocas los encajes de Guipur y Bruxelles.
Se calculan en diez mil las artesanas de este producto industrial en la comarca y los jornales que perciben, exceden la suma de cincuenta mil pesetas diarias.