El 15 de Enero de 1956, Melchor Díaz-Pinés Pinés, redactaba la siguiente crónica:
Después del solemne novenario que la devoción dedica al San Antonio Abad, patrón de los animales domésticos, en el día de su fiesta, se llevan a cabo las tradicionales " convidás ", consistentes en la prodigalidad con que son invitados en las casas labradoras, todos aquellos que, caballeros en piafantes y engalanados caballos, como los más humildes, montados en las popularísimas mulas y en los muy humildes borriquillos.
El tipismo popular impone por tradición que no han de descender de su caballería por nada ni por nadie, por lo que se deduce que han de ser invitados a las puertas de las casas de sus visitados, desde donde aceptan los homenajes amistosos.
Lo más usual y clásico es el " mantecao manchego ", que entre otras diversidades del arte respostero con que si rivaliza en estas fiestas, es el que encierra una mayor dosis de sabor típico y sobre todo, porque está elaborado a base de manteca de cerdo, producto de las matanzas del ganado porcino que se hace por estas fechas, de temperaturas glaciares.
Una vez percatados desde dentro de las casas, que los visitantes esperan a las puertas para ser obsequiados, le son sacadas hermosas y espléndidas bandejas portadoras de los sabrosos mantecados para que deleiten sus apetitos, que serán luego remojados con sendos tragos de " zurra ", ó limonada con apio, que imprimirá calorías suficientes para combatir el frío pero que no ha de impedir conservar el equilibrio sobre sus caballerías.
Tras realizar el circuíto preconcebido, todos los caballeros acompañan la procesión en formación correcta y filas interminables, con el mayor orden y entre la expectación de todo el vecindario, colocado en las aceras a lo largo de todo el trayecto por el que discurre el cortejo procesional. Durante este desfile se establecen competencias entre las caballerías mejor engalanadas y las premiadas en el concurso que momentos antes se ha celebrado.
Es condición indispensable, para asegurar el estado de conservación del ganado agrícola, das las tres vueltas a la ermita del Santo, como homenaje por las gracias dispensadas y solicitar para el año la continuación de sus favores.
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