Es Abril de 1912, y es primavera en
Manzanares… Ayer, al final de la tarde, llovió ligeramente, pero hoy principia
la mañana, en toda la llanura manchega, con un sol rutilante, que penetrando al
poco de su salida por una rendija de la ventana del cuarto donde pernocto, me
despierta con su luz cegadora y me provoca buen ánimo de levantada…. Por eso,
mientras me aseo, utilizando la palangana de agua caliente que ponen a mi
disposición todas las mañanas en la amable y noble casa que me acoge, voy
barruntando que el día promete ser bueno para patear el pueblo y saber algo más
de sus calles, edificios e historias, pues las industrias, comercios y empresas
que el reportero tiene previsto visitar, están ubicadas en pleno casco urbano,
lo que, a buen seguro, nutrirá mi crónica mundana de curiosidades e historias
que ocurrieron, o se viven, en algunos de los sitios por donde hemos de pasar….
Un opíparo desayuno, termina de convencerme que este preludio inmejorable de la
jornada se va a seguir de momentos igual o mejores…así que, sin más preámbulos,
y de nuevo con mi amigo, y doctor, Don Bernardino Torres y otros dos ilustres
paisanos, de nombres no recordados al momento de escribir esta croniqueja, nos
determinamos a iniciar la ruta, bajando una vez más a la Plaza Virgen de
Gracia, para abordar la calle Ancha, desde la vía urbana que afronta el Gran
Teatro, conocida en la localidad como “calle del hospital”, ya que “allí”,
hacia su mitad, se encuentra ubicado el magnífico “Hospital-asilo de pobres”,
que tiene este pueblo desde finales del Siglo pasado..
Me cuenta que dedicó gran parte de su pecunio a la gestación y puesta en marcha de este Hospital-Asilo, razones que llevaron al Ayuntamiento a dar su nombre a la calle que hace esquina, y acoge su fachada principal.. y también me dice que, aunque esa historia para él es menos conocida, pues.. “de cosas de curas y religiones sabe lo justito”, parece ser que aportó finanzas para la restauración de la Ermita de la Veracruz, siendo ello recordado para la posteridad en una placa con su nombre, colocada en la pared de la Ermita.
Este edificio hospital, es llamado también Casa de la Caridad, aludiendo a la
Orden de las monjas que se encargan allí de la atención de asilados y enfermos,
así como al mantenimiento del edificio,… aunque, en realidad, termino
diciéndome, el nombre oficial es el de “Hospital de Nuestra Señora de la
Asunción”, pero esto no lo sabe casi nadie del pueblo, donde todos lo conocen
como “el hospital”, sin más apellidos….
Seguimos adelante en nuestro camino, hasta llegar al final de esta calle a una
plazuela, llamada de la Virgen de La Paz,
pues toma el mismo nombre de la Ermita existente en su margen derecho, según me dicen, una de las más antiguas del pueblo.. .Enfrente se ve, y llama mi atención, la imagen de un hombre con báculo y sombrero, coronando el portalón de la casa que hace esquina…cuando inquiero sobre el personaje me dicen que allí vivió Don Sebastian Gómez de Rabadán, representado en dicha imagen, y que ese señor es otro de esos manzagatos insignes y con historia…Cuando le cuentan la suya, este “contador” no tiene más remedio que recontársela a ustedes por su peculiaridad, digna de ser contada…me dicen que era un rico hacendado y patricio manzanareño del Siglo XVI...que fue un hombre tremendamente religioso y que dedicó su fortuna a los pobres y a muy diferentes obras en las Iglesias del pueblo, destacando entre todas ellas su gran aportación financiera en la construcción del magnífico y precioso frontispicio de la Parroquial…
pues toma el mismo nombre de la Ermita existente en su margen derecho, según me dicen, una de las más antiguas del pueblo.. .Enfrente se ve, y llama mi atención, la imagen de un hombre con báculo y sombrero, coronando el portalón de la casa que hace esquina…cuando inquiero sobre el personaje me dicen que allí vivió Don Sebastian Gómez de Rabadán, representado en dicha imagen, y que ese señor es otro de esos manzagatos insignes y con historia…Cuando le cuentan la suya, este “contador” no tiene más remedio que recontársela a ustedes por su peculiaridad, digna de ser contada…me dicen que era un rico hacendado y patricio manzanareño del Siglo XVI...que fue un hombre tremendamente religioso y que dedicó su fortuna a los pobres y a muy diferentes obras en las Iglesias del pueblo, destacando entre todas ellas su gran aportación financiera en la construcción del magnífico y precioso frontispicio de la Parroquial…
Al final de su vida, su altruismo le convirtió en uno de esos “pobres de
solemnidad” a los que el tanto ayudó, y hubo de vivir los últimos días de su
existencia, de la caridad de sus vecinos. Esa figura guarda su memoria para
recuerdo de todos sus paisanos y de quien, como yo, tenga la curiosidad de
preguntar por ella…
Ya en la calle Ancha, el que suscribe, pudo hacer constancia de la importancia
de esta vía de Manzanares y, enseguida del por que de su nombre, ya que es
inusual la amplitud que tiene, comparada con otras del pueblo. No es de
extrañar, por ello, la actividad que denota el trasiego de gentes que la
transitan, y que entran y salen de sus numerosos locales comerciales,
panaderías, talleres, mercerías, etc…
estamos, sin duda, en una de las calles más importantes de este pueblo… A media calle, Don Bernardino me comenta que, en la casa esquinera que tenemos enfrente, se ubicó, en su momento, el tribunal local de la Santa Inquisición, no pudiendo evitar, este humilde escribano, que un escalofrío recorriera su espina dorsal,… pues seguro que un “contador”, de mis características mundanas, hubiera tenido problemas con ellos…
Así llegamos a sitios ya conocidos, y de historias ya contadas, como el colegio
de los maristas y las Ermitas de la Veracruz y San Antón, y entramos a visitar
la primera de las industrias locales que teníamos previsto conocer, la de
“Porras y Saldaña”… pero eso forma parte de los escritos descriptivos de la
industria de Manzanares… y no de los de sus gentes y sus cosas, de los que si
forma parte esta crónica... y de las otras nuevas, que estas visitas vayan
propiciando a mi conocimiento y al de todos ustedes…
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