Es momento ya,
querido cronista, me dice D. Cosme, de comenzar a relatar la historia de
Manzanares en el Siglo XIX.. que fue muy intensa y diversa, y cambió el tamaño,
la fisonomía del pueblo y la vida se sus gentes. Personajes relevantes serán
protagonistas de sus aconteceres; ya hemos conocido a Frey D. Pedro Alvarez de
Sotomayor, quien seguiría siendo, sin duda, la figura más importante e
influyente en nuestro pueblo en las primeras décadas del XIX, como tendrá usted
ocasión de comprobar muy pronto. Pero en esta primera crónica genérica del
Siglo XIX en Manzanares, sigue D. Cosme, lo más resaltable es que Manzanares se
abrió al mundo exterior con más fuerza que nunca. Seremos reconocidos fuera de
nuestras lindes por muchos episodios en que nuestro pueblo, sus gentes,
paisanos ilustres y otros forasteros insignes, fueron protagonistas
principales... y, en gran medida, eso fue debido no solo a valores propios,
también por nuestra privilegiada situación en la llanura manchega, y el paso
por nuestra villa del Camino Real de Andalucía, que, desde finales del XVIII,
soportó casi todo el tránsito de carros y personas entre Madrid y el sur.
Los
mesones y posadas de Manzanares hicieron el resto en la acogida de celebres
forasteros en el Siglo XIX: reyes, políticos, literatos, científicos,
militares, artistas... pasaron por Manzanares y convivieron con su gente… Todos
y cada uno de ellos, sigue D. Cosme, nos dieron a conocer al mundo como nunca
hasta entonces, con la inestimable ayuda de modernos medios de comunicación:
correo, prensa y ferrocarril,.. que se fueron desarrollando, durante ese Siglo
XIX…
Le contaré los sucesos más importantes habidos en Manzanares y los muy
relevantes personajes que estuvieron en la villa, o tuvieron que ver con ella,
a lo largo y ancho de esa centuria. El siglo empezó tranquilo en la vida
tranquila de una villa como Manzanares y pocas cosas relevantes hubo, le
citaré, sigue D. Cosme, por ej, que en 1804 se promulga en España una
disposición que prohibía los enterramientos dentro de las poblaciones, por lo
que se cercó el cementerio contiguo a la ermita Virgen de Gracia, que era el
mayor de Manzanares...
El Párroco Sotomayor, en ese tiempo, ejercía de líder
religioso y político; siendo protagonista de los principales sucesos vividos en
la villa; y también de otros aspectos de la vida cotidiana, por ej los
festejos:, La Navidad.. Fiestas de los Santos Viejos y de las ánimas benditas,
con sus lumbres y tradiciones de barrio, carnavales; Semana Santa…y de ese
Manzanares de primer tiempo de siglo, me dice D. Cosme, algo comentaremos en
próximas crónicas… Pero, lo cierto es –sigue D. Cosme- que Manzanares, como
toda España, cambió tranquilidad por vorágine antes de terminar la primera
década del XIX, cuando los franceses extendieron su imperio napoleónico a la
península, y estalló en 1808 la guerra de la independencia...
Ermita de San Blás. |
Por la situación
estratégica de Manzanares, en el Camino Real de Andalucía, los invasores
franceses establecieron en nuestra villa la capital de la provincia de la Mancha
en 1809, trasladando aquí, sigue D. Cosme, su organización administrativa, la
prefectura, el gobierno militar (instalado con sus tropas, en el Castillo) y el
Tribunal de lo Criminal, que juzgaba a guerrilleros apresados por el ejército
francés en la región. Casi todos esos patriotas españoles eran condenados a
muerte, y ejecutados en los patios del castillo o en la Plaza publica, que fue
tristemente conocida como el "Matadero de la Mancha”…. En ese tiempo
infausto, continua D. Cosme, empezó un proceso que se prolongó durante todo el
siglo, en el que Manzanares cambió su tamaño y aspecto, transicionando de villa
a pueblo… En aquella contienda -continua D. Cosme- se vivieron en Manzanares
episodios que quedarán para siempre en la historia de este pueblo, entre los
que le destacaré, como más relevantes, el asalto al hospital militar francés,
habilitado en el convento de los Carmelitas descalzos, y el subsecuente
episodio histórico del encuentro, (idea de Sotomayor) entre la imagen de
Nuestro Padre Jesús del Perdón, procesionado por los paisanos del pueblo, con
las tropas francesas del General Sebastiani en la ermita del Cristo de la
Agonía, encuentro que limitó la venganza de los franceses y contribuyó a
engrandecer la leyenda del Patrón actual de nuestro pueblo, cuando Sebastiani
bajo de su caballo e impuso su fajín en la cintura de nuestro Cristo
Arrodillado.
A pesar de esta muestra de perdón, la ira de los franceses les
llevó a destruir todo el entorno del Paseo del Río, y el Parterre de San
Isidro, incluyendo su coqueta ermita.. Por entonces, sigue D. Cosme, los
invasores destruyeron también el Convento de Carmelitas y la antigua ermita del
Santo Sepulcro, utilizando restos de sus materiales para parapetar el
Castillo.. Ambos, Convento y Ermita, seguirían distinta suerte en años
posteriores... Del convento solo quedaron sus ruinas, pero la Ermita se rehízo,
en 1847, bajo la advocación y nombre de San Blas... Sin temor a equivoco, fuimos
la villa manchega con más episodios guerreros en aquella contienda. Todo ello
dará pie a numerosos relatos, pues aquel terrible tiempo constituyó una de las
etapas más relevantes de la historia de Manzanares, y plena de sucederes.
Calicanto, al fondo, Fábrica de la luz. |
'Los cinco Puentes' |
En
esa etapa, nuestras gentes demostraron su hidalguía, sigue D. Cosme,
oponiéndose como pudieron a la tiranía asesina de los ocupantes franceses, cada
vez que tuvieron ocasión, desmintiendo el supuesto “afrancesamiento” que nos
atribuyeron injustamente algunos pueblos vecinos, al acusarnos de
colaboracionismo con los franceses, solo por el hecho que ellos, los invasores,
nos habían elegido como punto de referencia en La Mancha… Pero, nada menos
cierto, sigue D. Cosme, pues tal como quedó refrendado por el Reino de España,
precisamente por sus actuaciones en la guerra, Manzanares fue reconocida con el
título de “Fidelísima villa”.
En otros puntos de la villa, los franceses se
portaron mejor, respetando bastante nuestro patrimonio. Como curiosidad le
comento que la torre de la catedral se usó para observatorio del terreno por
vigías del ejército francés. Naturalmente, sigue D. Cosme, el gran número de
franceses en Manzanares en aquella etapa de ocupación, dejó su impronta
cultural…por ej, se creó la primera logia masónica de la provincia de Ciudad
Real, con sede en la Casa de los Merinos de la calle del Carmen… y,
ciertamente, también, como otro hecho positivo de la estancia francesa, quedó
cierto “poso ilustrado”, que nos llevaría a ser la “avanzadilla” manchega de
los movimientos sociales y culturales característicos de la segunda mitad del
Siglo XIX.
En tiempos inmediatamente posteriores a 1814, tras el final de la
guerra, Manzanares continuó siendo el núcleo vital más importante de Ciudad
Real en diversos aspectos, como, por ej, en los incipientes desarrollos
industriales, el correo y las Postas. Manzanares, aparte de todos eso, a lo
largo de ese siglo XIX, también sufriría plagas, inundaciones y sequías en
nuestros campos…y graves epidemia de cólera, donde destacó por su entrega y
dedicación,un paisano ilustre, el médico D. Alfonso González Mellado que, al
final de esa centuria, también fue un gran benefactor de nuestro pueblo, como
mecenas de la gran reforma que transformó, a como es hoy día, la Ermita de la
Veracruz y, además, fue el promotor y hombre fundamental en la creación del
actual hospital de la Milagrosa... de él, y de sus logros, hablaremos también en
algún relato. como también lo haremos de la más insigne manzanareña que ha
conocido la historia de este pueblo, María Francisca Díaz Carralero Rodezno,
conocida para la posteridad, como la “ciega de Manzanares”… Su trayectoria
vital se prolongó desde poco después del final de la guerra de la
independencia, hasta el final de esa centuria, ,Pobre y ciega de nacimiento, su
vida fue un ejemplo de desarrollo personal… Poetisa y repentista de gran ingenio
fue reconocida en su talento, a lo largo del siglo, por intelectuales españoles
y extranjeros, e incluso por la propia reina Isabel II, cuando recalaban en
Manzanares. Ella, acudía a visitarles para mostrarles su ingenio, y se
convirtió en la mejor embajadora y propagandista de nuestro pueblo en el Siglo
XIX...
Fábrica de Harinas. |
Y claro está, hablaremos también de la evolución durante el siglo XIX
de los lugares e inmuebles más relevantes de Manzanares como el Paseo del Río y
su entorno, sus Ermitas, la Catedral y el Castillo entre otros..La
transformación continuó con el proceso desamortizador de Mendizabal de 1836,
que liquidó nuestra Encomienda calatrava, y motivó en Manzanares cambios
patrimoniales importantes de lo eclesial y sus ordenes religiosas, afectando,
de manera significativa, a el castillo de Pilas Bonas que, a fecha de hoy, está
engullido entre construcciones de sus nuevos propietarios particulares... Más
tarde, otros hechos cambiarían vidas y pueblo, en la segunda mitad de ese Siglo
XIX, comenzando por el episodio del “Manifiesto de Manzanares”, en 1854, del
que comentaremos bastantes cosas en algún que otro relato, por ser, sin duda,
el suceso histórico que más dio que hablar de Manzanares en España en toda su
historia como pueblo, cuando desde un balcón de la casa esquinera de la
entonces calle del Pósito con Empedrada, un joven político, que luego llegaría
a Presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo, leyó una proclama,
escrita de su puño y letra, por la que el político y general rebelde Leopoldo
O’Donnell, se rebelaba contra el poder del Rey establecido, proclama que se
conocería como “Manifiesto de Manzanares”, y que dio paso y lugar a un cambio
de gobierno y política en España, a traves del llamado “bienio liberal”. La
elección de Manzanares por O’Donnell no fue casual, todo fue preparado aquí por
un amigo y correligionario, otro ilustre paisano, D. Francisco González-Elipe y
Camacho, político liberal, poeta, jurista y gentilhombre de la corte de Isabel
II, que fue elemento decisivo para concretar en nuestro pueblo el citado
“Manifiesto de Manzanares”.
Con la llegada del ferrocarril, allá por 1860,
sigue D. Cosme, dio comienzo el desarrollo industrial de Manzanares, que creció
considerablemente en su vertiente norte, en el entorno de las vías del tren,
apareciendo nuevos elementos urbanos que hoy son muy característicos de
Manzanares, como; los “cinco puentes” y el “banco de la paciencia”... también
cantidad de diferentes industrias y una estación de tren, en cuya proximidad se
construyeron, grandes bodegas y destilerías… Al final del siglo XIX, se
ensanchan las Alamedillas del Río y se construye el Parterre, en cuyo entorno,
se edificó un depósitó colector, donde se almacenó el agua de Siles, dejando
resuelto el abastecimiento de la la población, y también allí se desarrollaron
industrias y fabricas de primer nivel, como el Matadero de la viuda. de Cendal,
la Fabrica de Harinas, o la “fábrica de la luz”... que concretaron una
industrialización sin parangón en la zona, de las que hablaremos en varios
relatos.
Esa transformación industrial, llevó aparejada cambios en las rutinas
sociales del paisanaje, hasta entonces concretadas en el ruralismo de un pueblo
agrícola como era Manzanares. Movimientos como el asociacionismo y el
anarquismo, tuvieron un especial desarrollo y pujanza en el Manzanares de la
segunda mitad del Siglo XIX, en relación a los cambios de paradigma social, que
trajo de la mano la industrialización... También llegaron, nuevas formas de
relax y ocio del paisanaje, que florecieron en los pueblos de España, y en los
que Manzanares fue pionero en La Mancha. Aparecieron Casinos y centros de
cultura, donde los paisanos se reunían a tertuliar, jugar a naipes o escuchar
conferencias, debates o mítines políticos; de eso hablaremos en algún relato.
Y es tiempo ya, me dice D. Cosme de dar fin a esta crónica genérica de un siglo
en que la insigne villa de Manzanares devino en pueblo y se abrió al mundo como
nunca hasta entonces, y de eso habrán de darse bien cuenta, usted y sus
lectores, en los numerosos y variados relatos relatos que habrán de llegar a
costa de esa centuria decimonónica
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