Tal como le dije,
comienza D. Cosme la crónica, para saber cómo era el interior de la villa y su
vida, me voy a referir a las calles principales de Manzanares, allá por 1800..:
…sus nombres de entonces, casas, establecimientos y gentes que se encontraban
en sus recorridos.
Empezaré por el eje viario más bullicioso de la villa, el
de más tránsito humano; y donde estaban la mayoría de sus magníficas posadas.
La gente que llegaba a la villa por el camino de Andalucía, transitaba ese eje
urbano, desde el Paseo del Río, donde encontraban la famosa “Posada del Río”,
frente al Parterre… luego entraban a la villa por la calle de la Cárcel que,
aparte la prisión que le dio nombre, estaba llena de comercios, talleres y
posadas, como la del Marques de Salinas, o la “Posada del Toro”: Comerciantes,
herreros, alfareros, zapateros, barberos, guarnicioneros, mesoneros y gentes
variopintas, creaban un escenario muy activo todo el día,.. La calle era
cruzada por la callejuela de la Hoz, también muy vivaz, con sus posadas,y
fraguas.
Cada día, gente forastera salía de las posadas, a primeras horas,
llevando mercancías en carros a la Plaza para poner sus productos a la venta en
alguno de los puestos… Calle cárcel arriba, se llegaba a las casas esquineras
con la Plaza, dotadas de escudos en sus fachadas, que hablaban de la nobleza de
sus habitantes, como los de la familia Cabreros de León. La calle de la cárcel,
sigue D. Cosme, se abría allí a la Plaza, el núcleo más vital, donde se
disponía el mercado de Manzanares. También era el sitio donde caporales y
mayorales contrataban jornaleros para el campo y lugar de celebraciones y
festejos: ferías, teatro, carnaval, procesiones, juegos taurinos, etc…
Desde la
esquina de la calle de la cárcel con la Plaza, quedaba a la vista , ya en 1800,
el inicio de la calle Empedrada, con la mejor perspectiva de su recién acabada
primera casa, que hacía esquina con la Plaza; mansión perfectamente integrada
en su arquitectura, y en la que destacaba un precioso minarete coronando la
esquina de su piso superior; uno de los más bellos escenarios de la villa. Esta
casa pertenecía entonces a Don Josef Pérez Pintado, administrador de rentas
reales, siendo adquirida, tras la guerra de la independencia, por una familia
relevante de la villa, de apellido Mulleras. En la planta inferior de la casa,
había entonces una afamada tienda de mercería y comestibles, propiedad de Ramón
Merino Valdivieso, que fue ajusticiado en la guerra contra el francés, y su
negocio destruido. La calle Empedrada, sigue D. Cosme, llamada así por ser la
única con suelo de guijarro; era también la única que tenía faroles de aceite
para iluminar su trayecto, algo que denotaba su carácter de arteria principal
de Manzanares.
Calle de la Hoz. |
Personajes relevantes de la villa: presbíteros, regidores,
ediles, notarios, miembros del cabildo, abogados, médicos, boticarios,
administradores y gente noble o adinerada, habitaban sus casas, entre las que
destacaban la llamada casa de Carrillo, propiedad del Conde de casa Valiente;
las casas del vínculo, y algunas otras del cabildo o de prósperos comerciantes,
como Juan Sánchez Blanco o Bartolomé del Valle, arrendatario del pozo de la
nieve,.. En general, sigue D. Cosme, era calle casi más de ciudad que de
pueblo, algo que se vislumbraba solo con apreciar los atuendos del personal y
el aspecto de sus comercios y establecimientos, en contraste, por ejemplo, con
el aire más pueblerino de la gente y de los negocios de la calle de la Cárcel… Tal como esta última, Empedrada era cortada por el tramo más
septentrional de la callejuela de la Hoz, que cuando se dirigía hacia la
fachada norte de la Catedral, se llamaba, Calle de la Iglesía...
Más adelante,
sigue D. Cosme, en la siguiente esquina, relucía el escudo del condado de Aguilar,
recordando que allí estuvo la casa del último Comendador calatravo de nuestra
villa, D. Iñigo de la Cruz, conde de Aguilar... Luego, Empedrada se seguía de
casas solariegas y comercios, hasta la “Plazuela del Rosado”, donde había
herreros, de los que el taller del más afamado, D. Francisco Rosado, daba
nombre a la plazuela y tramo de calle que salía de ella hasta la calle Virgen
de Gracia- Esta Plazuela era lugar de parada de diligencias y carros. antes de
continuar recorrido... y también era el punto de recogida del correo y las
postas. La calle Empedrada, en ese punto, giraba a la izquierda, para ir a
terminar en la “Plazuela de los Paradores”, casi sin solución de continuidad
entonces con la Plazuela del Rosado,(por lo que se confundían o se les daba el mismo
nombre), Ahi abocaban: Empedrada, Trompas, Fiscalas y la calle Toledo. Nunca
nombre mejor elegido, sigue, ya que en la plazuela, por esa confluencia de
calles transitadas por personas, carros y ganados, existían posadas y fondas;
la “Posada de los Caballeros”, de D. Juan Merino, la “Posada de Carrillo” al
lado y, adentrada en la Calle Toledo, esquina a Lope, la “Posada del
Mayorazgo”. Desde allí, la Calle Toledo, llegaba a la Plaza de la Virgen de
Gracia, donde confluían la calle de los Serranos, el camino de La Solana y los
caminos de Madrid y de Toledo, que daba nombre a esta calle. En su trayecto,
algunas casas reputadas, como la de D. Antonio Sánchez Blanco, terminando en la
posada de Triviño, y,en la plaza Virgen de Gracia, .al otro costado.
Escudo del Condado de Aguilar C/ Empedrada. |
En este
repaso a las calles de Manzanares en 1800, sigue D. Cosme, me ocuparé ahora de
una calle histórica, entre el Castillo y la Plaza Pública, me refiero a la más
antigua de esta villa, la del Carmen, eje principal de Manzanares en sus tres
primeros siglos, hasta que la Plaza pública, se erigió en el punto más activo
de la villa en el siglo XVI. En la Calle del Carmen, el Castillo o Casa de
Encomienda, en 1800, estaba en pleno apogeo, pues nuestra encomienda era la más
pingüe de la región. Por eso, el acondicionamiento del Castillo estaba adaptado
a tareas administrativas y almacenaje, más que a militares; algo que cambiaría
drásticamente tras la invasión gabacha. En 1800, la calle del Carmen era una
vía tranquila, comparada con la actividad del eje Cárcel-Empedrada-Toledo…
Tenía en su trayecto a la plaza, casas solariegas y palacios de las familias
más nobles del pueblo, con magnífica escudería en sus fachadas, pero la vida en
ella era pausada Por las mañanas, los trabajadores de las tierras de esas
familias, salían de la villa a su laboreo diario, volviendo al atardecer,
mientras los patrones hacían vida en sus casas, saliendo poco al pueblo,.. solo
aparecían por la calle algunos “mandaderos”, yendo a la Plaza al ateo o a algún
otro encargo, lo que concretaba un escenario de poca actividad callejera en las
horas centrales del día. Por ejemplo, el convento de los Carmelitas, que
ocupaba toda una manzana, no translucía otra vida que la que podía imaginarse
llevaban dentro los monjes. Nada hacía prever que, antes de 10 años, ese
convento y su historia, así como la pequeña Ermita del Santo Sepulcro, al lado
del Castillo, serían destruidos por los galos, apostilla D. Cosme.
Escudo Conde de Sevilla La Nueva, C/del Carmen. |
La misma
quietud se observaba en el antiquísimo hospital de Manzanares y en el caserón
lindante del Conde de Sevilla la Nueva; o, más allá, en los edificios más
emblemáticos de esa calle, incólumes al paso del tiempo, el Palacio Marquesado
de Salinas y la Casa de los Merinos, de las más antiguas de la villa, Al lado
del Marquesado, languidecía la Ermita de San Sebastián, la más vetusta de
Manzanares, y luego se sucedían más casas solariegas, hasta que la calle
terminaba en la Plaza, donde algunas tiendas o comercios se seguían de otros ya
en la Plaza Pública...
Merece la pena ahora, querido cronista, sigue D. Cosme,
destacar alguna de las calles de aquel casco antiguo, que partían de la calle
del Carmen…Por ej, la llamada “calle Real”, la más larga de la villa en aquel
momento, ya que se extendía desde la calle del Carmen hasta el Camino de la Solana...
Para aquel entonces ya se la conocía como “calle de las monjas”, por el
convento de Franciscas, construido dos siglos antes en dicha calle. Pero, la
calle destacaba por sus bellas y armoniosas casas solariegas, quizá las más
bonitas de la villa y, también por el imponente “Palacio de los Ochoa”, al poco
de su comienzo,, con una preciosa fachada que lucía en todo su esplendor. .Por
lo demás, aunque había alguna fragua o taller, la actividad en la parte más
noble de la Calle Real, hasta el Convento, era, en 1800, pausada y similar a la
de la Calle del Carmen, ya que en sus bonitas casas vivían gentes tan
aristocráticas como la de aquella, y la vida era muy parecida.. Paralela a esa
calle Real, según nos acercamos a la Plaza, sigue D. Cosme, otra calle histórica
del casco antiguo, que en 1800 ya se llamaba “calle del Doctor”, en honor del
médico titular de la villa, a mitad del XVIII, D. Francisco Gimeno, que habitó
una casa de esa calle; que, en 1800, pertenecía a otro paisano, Lorenzo Garcia,
quien la compró al hijo del doctor, junto a una finca en el camino de Siles,
también conocida como “Finca del Doctor”.
La Posada del Río. |
Además, la calle formaba parte de la
manzana que ocupaba el convento de Franciscas y poseía la casa más antigua de
las que se conservan del Lugar de Manzanares, antes de ser villa, Parece ser,
que esta casa formó parte de la muralla que se construyó a mediados del Siglo
XIV,..es conocida como la “Casa del Santo”, siendo imagen característica de
Manzanares, su antiquísimo balconcillo de madera... Luego, la calle del Doctor
seguía su curso, hasta abocar en la “plazuela de la Cruz del Pósito”, en la
calle de ese nombre, y terminaba en la calle del Carmen...
Ahora le hablaré,
querido cronista, del espacio urbano y de la vida de la “calle Ancha” y sus aledaños
en 1800...otra calle histórica de la villa, que se originaba en la Plaza, al
costado poniente de la Catedral, en la Cruz de Piedra del atrio posterior.
Desde allí, la calle hacia honor a su nombre, pues, sin duda, era la más ancha
de la villa y se extendía hasta la Plaza del Chorrero en el entorno del Corral
del Concejo y de la Ermita de la Virgen de La Paz… Luego la calle se continuaba
en el llamado “camino de Arenas”, saliendo de la villa,. Era típico que los
labriegos se concentraran en la Plaza del Chorrero, para, teniendo a la vista
el reloj de la torre, cuando este marcaba las ocho o las nueve de la mañana,
partir a sus respectivas tierras. La calle Ancha tenía en 1800 mucha vida, pues
contaba con varios establecimientos comerciales y, además, en la calle de San
Antón, con la que hacía esquina, se encontraban, en la plaza del mismo nombre,
frente por frente, dos de las ermitas más visitadas del pueblo, la de la
Veracruz, que aún no tenía entrada por la calle Ancha, y la bellísima de San
Antón, recién reformada. En la esquina de Ancha con calle Rodríguez, estaba la
llamada “Posada de Zamorano”. La calle Ancha, según se iniciaba en la Iglesia,
era cortada por la callejuela de la Hoz y, en el siguiente cruce, por el eje
que formaban las calles Mayorazgo y Trompas, por donde transitaba el ganado
trashumante al cruzar la villa... La calle del Mayorazgo se iniciaba en el
Paseo del Río y terminaba en la calle Ancha, en cuya esquina estaba la mansión
blasonada del Mayorazgo de los Quesada-Treviño que le daba nombre.. . Desde la
calle Ancha, hasta la calle Toledo, se extendía la calle de las Trompas,
llamada así, desde mucho antes, en memoria de dos bellas hijas de la familia
Lopez-Trompo, que vivían en la mansión de la esquina de esa calle con la calle
Ancha, desde más de un siglo antes; casa que, luego, fue heredada por otra gran
familia manzagata de apellido Corchado, descendientes de los López Trompo, cuyo
escudo enseñorea la fachada que da a la calle Ancha.. Desde allí, a su final,
la calle Trompas tenía varias de las mejores casas solariegas de Manzanares,
empezadas a construirse del Siglo XVII. en adelante, por nuevos hacendados que
ya no tenían cabida en el antiguo casco urbano de la villa.
Y de usted por terminado, querido plumilla, este relato que, aunque imposible
de contar en él por completo todo lo que se podría decir de las calles de este
glorioso Manzanares, y de sus vidas, en 1800, si creo ha ido de bastante para
dar idea de lo más importante de lo pretendido. Y no se preocupe si algo quedó
en el tintero, que este Siglo decimonónico tiene tanto que contar, que cosas no
contadas de calles, casas y vidas aun habrán de gastar mucha de su tinta….
No hay comentarios:
Publicar un comentario