¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

domingo, 21 de abril de 2019

210). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: DE CALLES Y DE VIDA… PRINCIPIANDO EL XIX.

Tal como le dije, comienza D. Cosme la crónica, para saber cómo era el interior de la villa y su vida, me voy a referir a las calles principales de Manzanares, allá por 1800..: …sus nombres de entonces, casas, establecimientos y gentes que se encontraban en sus recorridos. 

Empezaré por el eje viario más bullicioso de la villa, el de más tránsito humano; y donde estaban la mayoría de sus magníficas posadas. La gente que llegaba a la villa por el camino de Andalucía, transitaba ese eje urbano, desde el Paseo del Río, donde encontraban la famosa “Posada del Río”, frente al Parterre… luego entraban a la villa por la calle de la Cárcel que, aparte la prisión que le dio nombre, estaba llena de comercios, talleres y posadas, como la del Marques de Salinas, o la “Posada del Toro”: Comerciantes, herreros, alfareros, zapateros, barberos, guarnicioneros, mesoneros y gentes variopintas, creaban un escenario muy activo todo el día,.. La calle era cruzada por la callejuela de la Hoz, también muy vivaz, con sus posadas,y fraguas. 

Cada día, gente forastera salía de las posadas, a primeras horas, llevando mercancías en carros a la Plaza para poner sus productos a la venta en alguno de los puestos… Calle cárcel arriba, se llegaba a las casas esquineras con la Plaza, dotadas de escudos en sus fachadas, que hablaban de la nobleza de sus habitantes, como los de la familia Cabreros de León. La calle de la cárcel, sigue D. Cosme, se abría allí a la Plaza, el núcleo más vital, donde se disponía el mercado de Manzanares. También era el sitio donde caporales y mayorales contrataban jornaleros para el campo y lugar de celebraciones y festejos: ferías, teatro, carnaval, procesiones, juegos taurinos, etc…

Desde la esquina de la calle de la cárcel con la Plaza, quedaba a la vista , ya en 1800, el inicio de la calle Empedrada, con la mejor perspectiva de su recién acabada primera casa, que hacía esquina con la Plaza; mansión perfectamente integrada en su arquitectura, y en la que destacaba un precioso minarete coronando la esquina de su piso superior; uno de los más bellos escenarios de la villa. Esta casa pertenecía entonces a Don Josef Pérez Pintado, administrador de rentas reales, siendo adquirida, tras la guerra de la independencia, por una familia relevante de la villa, de apellido Mulleras. En la planta inferior de la casa, había entonces una afamada tienda de mercería y comestibles, propiedad de Ramón Merino Valdivieso, que fue ajusticiado en la guerra contra el francés, y su negocio destruido. La calle Empedrada, sigue D. Cosme, llamada así por ser la única con suelo de guijarro; era también la única que tenía faroles de aceite para iluminar su trayecto, algo que denotaba su carácter de arteria principal de Manzanares. 

Calle de la Hoz.

Personajes relevantes de la villa: presbíteros, regidores, ediles, notarios, miembros del cabildo, abogados, médicos, boticarios, administradores y gente noble o adinerada, habitaban sus casas, entre las que destacaban la llamada casa de Carrillo, propiedad del Conde de casa Valiente; las casas del vínculo, y algunas otras del cabildo o de prósperos comerciantes, como Juan Sánchez Blanco o Bartolomé del Valle, arrendatario del pozo de la nieve,.. En general, sigue D. Cosme, era calle casi más de ciudad que de pueblo, algo que se vislumbraba solo con apreciar los atuendos del personal y el aspecto de sus comercios y establecimientos, en contraste, por ejemplo, con el aire más pueblerino de la gente y de los negocios de la calle de la Cárcel… Tal como esta última, Empedrada era cortada por el tramo más septentrional de la callejuela de la Hoz, que cuando se dirigía hacia la fachada norte de la Catedral, se llamaba, Calle de la Iglesía... 

Más adelante, sigue D. Cosme, en la siguiente esquina, relucía el escudo del condado de Aguilar, recordando que allí estuvo la casa del último Comendador calatravo de nuestra villa, D. Iñigo de la Cruz, conde de Aguilar... Luego, Empedrada se seguía de casas solariegas y comercios, hasta la “Plazuela del Rosado”, donde había herreros, de los que el taller del más afamado, D. Francisco Rosado, daba nombre a la plazuela y tramo de calle que salía de ella hasta la calle Virgen de Gracia- Esta Plazuela era lugar de parada de diligencias y carros. antes de continuar recorrido... y también era el punto de recogida del correo y las postas. La calle Empedrada, en ese punto, giraba a la izquierda, para ir a terminar en la “Plazuela de los Paradores”, casi sin solución de continuidad entonces con la Plazuela del Rosado,(por lo que se confundían o se les daba el mismo nombre), Ahi abocaban: Empedrada, Trompas, Fiscalas y la calle Toledo. Nunca nombre mejor elegido, sigue, ya que en la plazuela, por esa confluencia de calles transitadas por personas, carros y ganados, existían posadas y fondas; la “Posada de los Caballeros”, de D. Juan Merino, la “Posada de Carrillo” al lado y, adentrada en la Calle Toledo, esquina a Lope, la “Posada del Mayorazgo”. Desde allí, la Calle Toledo, llegaba a la Plaza de la Virgen de Gracia, donde confluían la calle de los Serranos, el camino de La Solana y los caminos de Madrid y de Toledo, que daba nombre a esta calle. En su trayecto, algunas casas reputadas, como la de D. Antonio Sánchez Blanco, terminando en la posada de Triviño, y,en la plaza Virgen de Gracia, .al otro costado. 
Escudo del Condado de Aguilar C/ Empedrada.

En este repaso a las calles de Manzanares en 1800, sigue D. Cosme, me ocuparé ahora de una calle histórica, entre el Castillo y la Plaza Pública, me refiero a la más antigua de esta villa, la del Carmen, eje principal de Manzanares en sus tres primeros siglos, hasta que la Plaza pública, se erigió en el punto más activo de la villa en el siglo XVI. En la Calle del Carmen, el Castillo o Casa de Encomienda, en 1800, estaba en pleno apogeo, pues nuestra encomienda era la más pingüe de la región. Por eso, el acondicionamiento del Castillo estaba adaptado a tareas administrativas y almacenaje, más que a militares; algo que cambiaría drásticamente tras la invasión gabacha. En 1800, la calle del Carmen era una vía tranquila, comparada con la actividad del eje Cárcel-Empedrada-Toledo… Tenía en su trayecto a la plaza, casas solariegas y palacios de las familias más nobles del pueblo, con magnífica escudería en sus fachadas, pero la vida en ella era pausada Por las mañanas, los trabajadores de las tierras de esas familias, salían de la villa a su laboreo diario, volviendo al atardecer, mientras los patrones hacían vida en sus casas, saliendo poco al pueblo,.. solo aparecían por la calle algunos “mandaderos”, yendo a la Plaza al ateo o a algún otro encargo, lo que concretaba un escenario de poca actividad callejera en las horas centrales del día. Por ejemplo, el convento de los Carmelitas, que ocupaba toda una manzana, no translucía otra vida que la que podía imaginarse llevaban dentro los monjes. Nada hacía prever que, antes de 10 años, ese convento y su historia, así como la pequeña Ermita del Santo Sepulcro, al lado del Castillo, serían destruidos por los galos, apostilla D. Cosme.

Escudo Conde de Sevilla La Nueva, C/del Carmen.


La misma quietud se observaba en el antiquísimo hospital de Manzanares y en el caserón lindante del Conde de Sevilla la Nueva; o, más allá, en los edificios más emblemáticos de esa calle, incólumes al paso del tiempo, el Palacio Marquesado de Salinas y la Casa de los Merinos, de las más antiguas de la villa, Al lado del Marquesado, languidecía la Ermita de San Sebastián, la más vetusta de Manzanares, y luego se sucedían más casas solariegas, hasta que la calle terminaba en la Plaza, donde algunas tiendas o comercios se seguían de otros ya en la Plaza Pública...

 Merece la pena ahora, querido cronista, sigue D. Cosme, destacar alguna de las calles de aquel casco antiguo, que partían de la calle del Carmen…Por ej, la llamada “calle Real”, la más larga de la villa en aquel momento, ya que se extendía desde la calle del Carmen hasta el Camino de la Solana... Para aquel entonces ya se la conocía como “calle de las monjas”, por el convento de Franciscas, construido dos siglos antes en dicha calle. Pero, la calle destacaba por sus bellas y armoniosas casas solariegas, quizá las más bonitas de la villa y, también por el imponente “Palacio de los Ochoa”, al poco de su comienzo,, con una preciosa fachada que lucía en todo su esplendor. .Por lo demás, aunque había alguna fragua o taller, la actividad en la parte más noble de la Calle Real, hasta el Convento, era, en 1800, pausada y similar a la de la Calle del Carmen, ya que en sus bonitas casas vivían gentes tan aristocráticas como la de aquella, y la vida era muy parecida.. Paralela a esa calle Real, según nos acercamos a la Plaza, sigue D. Cosme, otra calle histórica del casco antiguo, que en 1800 ya se llamaba “calle del Doctor”, en honor del médico titular de la villa, a mitad del XVIII, D. Francisco Gimeno, que habitó una casa de esa calle; que, en 1800, pertenecía a otro paisano, Lorenzo Garcia, quien la compró al hijo del doctor, junto a una finca en el camino de Siles, también conocida como “Finca del Doctor”. 

La Posada del Río.

Además, la calle formaba parte de la manzana que ocupaba el convento de Franciscas y poseía la casa más antigua de las que se conservan del Lugar de Manzanares, antes de ser villa, Parece ser, que esta casa formó parte de la muralla que se construyó a mediados del Siglo XIV,..es conocida como la “Casa del Santo”, siendo imagen característica de Manzanares, su antiquísimo balconcillo de madera... Luego, la calle del Doctor seguía su curso, hasta abocar en la “plazuela de la Cruz del Pósito”, en la calle de ese nombre, y terminaba en la calle del Carmen... 

Ahora le hablaré, querido cronista, del espacio urbano y de la vida de la “calle Ancha” y sus aledaños en 1800...otra calle histórica de la villa, que se originaba en la Plaza, al costado poniente de la Catedral, en la Cruz de Piedra del atrio posterior. Desde allí, la calle hacia honor a su nombre, pues, sin duda, era la más ancha de la villa y se extendía hasta la Plaza del Chorrero en el entorno del Corral del Concejo y de la Ermita de la Virgen de La Paz… Luego la calle se continuaba en el llamado “camino de Arenas”, saliendo de la villa,. Era típico que los labriegos se concentraran en la Plaza del Chorrero, para, teniendo a la vista el reloj de la torre, cuando este marcaba las ocho o las nueve de la mañana, partir a sus respectivas tierras. La calle Ancha tenía en 1800 mucha vida, pues contaba con varios establecimientos comerciales y, además, en la calle de San Antón, con la que hacía esquina, se encontraban, en la plaza del mismo nombre, frente por frente, dos de las ermitas más visitadas del pueblo, la de la Veracruz, que aún no tenía entrada por la calle Ancha, y la bellísima de San Antón, recién reformada. En la esquina de Ancha con calle Rodríguez, estaba la llamada “Posada de Zamorano”. La calle Ancha, según se iniciaba en la Iglesia, era cortada por la callejuela de la Hoz y, en el siguiente cruce, por el eje que formaban las calles Mayorazgo y Trompas, por donde transitaba el ganado trashumante al cruzar la villa... La calle del Mayorazgo se iniciaba en el Paseo del Río y terminaba en la calle Ancha, en cuya esquina estaba la mansión blasonada del Mayorazgo de los Quesada-Treviño que le daba nombre.. . Desde la calle Ancha, hasta la calle Toledo, se extendía la calle de las Trompas, llamada así, desde mucho antes, en memoria de dos bellas hijas de la familia Lopez-Trompo, que vivían en la mansión de la esquina de esa calle con la calle Ancha, desde más de un siglo antes; casa que, luego, fue heredada por otra gran familia manzagata de apellido Corchado, descendientes de los López Trompo, cuyo escudo enseñorea la fachada que da a la calle Ancha.. Desde allí, a su final, la calle Trompas tenía varias de las mejores casas solariegas de Manzanares, empezadas a construirse del Siglo XVII. en adelante, por nuevos hacendados que ya no tenían cabida en el antiguo casco urbano de la villa.

Y de usted por terminado, querido plumilla, este relato que, aunque imposible de contar en él por completo todo lo que se podría decir de las calles de este glorioso Manzanares, y de sus vidas, en 1800, si creo ha ido de bastante para dar idea de lo más importante de lo pretendido. Y no se preocupe si algo quedó en el tintero, que este Siglo decimonónico tiene tanto que contar, que cosas no contadas de calles, casas y vidas aun habrán de gastar mucha de su tinta….



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