Mi querido
cronista, inicia D. Cosme su diserto, una de las cosas que hizo este Siglo XIX
en Manzanares, fue provocar una gran transformación en muchos de nuestros
inmuebles más significados: Más de uno cambiaría mucho en su aspecto y
totalidad, algunos desaparecieron, varios se recrearon y otros aparecerían como
nuevos elementos patrimoniales de Manzanares. La guerra de la Independencia, el
proceso desamortizador de Mendizabal y el desarrollo industrial, explican mucho
de esos cambios en el discurrir del siglo; aunque debe usted añadir a esas razones,
sigue D. Cosme, el imperecedero espíritu vital y emprendedor de nuestro pueblo
como condicionante causal necesario.
Iremos conociendo esos cambios, continúa,
a lo largo de los relatos que vendrán; pero como estamos haciendo en los
precedentes, en el que ahora comienza, le citaré a vuelapluma cual era el
estado de los elementos patrimoniales de carácter eclesial en la villa, al
inicio del siglo decimonónico, haciendo referencia, si es que al caso viene,
que seguro vendrá, comenta redundante D. Cosme- al devenir evolutivo de cada
uno de ellos en esa centuria. .y no le extrañará a ud, que cite en primer lugar
a la Catedral, el más valioso de todos; y lo mejor que puedo decirle es que, en
ese siglo tan cambiante; y a veces tan dañino para ese patrimonio, la Catedral
no sufrió cambios de consideración, ni por dentro ni por fuera. Hoy, en 1912,
está, en lo esencial, tal como estaba a primeros del Siglo XIX. La gran belleza
de su frontispicio, la magníficencia de su retablo mayor y los lienzos que lo
flanquean; el conjunto del ábside, el crucero y las capillas laterales de su
nave , lucieron todo el siglo XIX, para orgullo de manzanareños y admiración de
visitantes forasteros.
En la guerra los galos la respetaron, aunque usaron como
almacén dependencias del Templo y su Torre como vigía de la llanura
circundante. El proceso desamortizador no afectó a la Catedral, pero en 1855 se
produjo un hecho significativo de su historia; al quedar bajo la advocación
exclusiva de Nuestra Señora de la Asunción, por trasladarse a la Ermita de la
Virgen de Gracia la imagen de la patrona de la villa. En los dos grandes
conventos de Manzanares, si que hubo cambios en su patrimonio. El Monasterio
barroco de las Monjas Franciscas ocupaba toda la manzana de 4200 metros cuadrados, delimitada entre la plazuela de las Monjas, las calles Doctor, Monjas, y el
tramo del callejón de la Hoz, llamado “segunda vuelta de monjas”.Esa manzana
contenía la Iglesia; el Convento; las casas del vicario y del santero, la
sacristía y una gran huerta.
Por 1800, habitaban el convento 12 a 16 monjas y 3 o 4 legas;
era abadesa Sor Rosa del Espirítu Santo y vicario Don Juan Briceño. La guerra
no alteró el convento, pero si la desamortización de Mendizabal, que casi acaba
con su historia. De toda la manzana, tras el proceso, solo quedó propiedad de
la congregación, el monasterio, la Iglesia y la zona vividera de las monjas,
pasando a manos privadas las casas del vicario y del santero, otras partes de
la manzana y el gran jardín lindante con la segunda vuelta de monjas.. En la
segunda mitad del Siglo XIX, se vivió en el Monasterio su episodio legendario
más conocido, el de la monja vidente y estigmatizada Sor María Jesús. De ella,
y alguna otra leyenda, daremos cuenta en algún relato, para complementar la
historia del Monasterio.
El Convento de los Carmelitas, sigue D. Cosme,
construido en 1587, con el mecenazgo de la familia Salinas y el impulso de
Santa Teresa de Jesús, tuvo peor suerte, al ser destruido totalmente por los
invasores franceses en 809, concluyendo, así una larga historia de más de dos
siglos. Poco ha quedado documentado de cómo era ese convento que ocupaba toda
la manzana frente al castillo, limitada entre las calles del Carmen, la parte
de la callejuela de la hoz, que alcanzaba el castillo desde la Plaza de la
Santa Cruz, y la calle del Zacatín donde estaba su fachada sur-poniente.
Sabemos que el convento tenía un enorme huerto-cementerio, donde recibieron
sepultura muchos miembros de la nobleza local, en particular de la familia
Salinas. Del interior del convento, no existen planos, aunque hay una
referencia escrita de D. Antonio Ponz, en 1771, que dice que su Iglesia tenía
un bello retablo, adornado de pilastras corintias y flanqueado por sendos
lienzos de Santa Teresa y San José. En 1800, era Prior del Convento frey Diego
de Cristo. La comunidad se componía de 10 a 12 frailes y 3 o 4 legos. El Convento
tenía un prestigioso colegio de Teología moral, un seminario y una biblioteca.
Su iglesia era centro de confesión y comunión de la nobleza de la encomienda,
al estar el Castillo enfrente.. Los frailes colaboraban con el clero local en
el auxilio a moribundos y en predicaciones en la Catedral, aunque esa actividad
fue limitada por Sotomayor, al estimar éste que era competencia exclusiva de la
parroquia.
Ermita de la Veracruz. |
En 1809, sigue D. Cosme, el mando militar francés decidió fortificar
el castillo; y, para ello, derribaron el Monasterio y la Ermita del Santo
Sepulcro, adyacentes a la fortaleza, reutilizando sus materiales en la tarea de
parapetarla, reforzando sus defensas.. En aquel año 1809, acabó de ese modo
abrupto la trayectoria histórica del Convento de Carmelitas Descalzos de
Manzanares... En lo referente a las Ermitas, al inicio del Siglo XIX, sigue D.
Cosme, la de Nuestra Señora de Gracia, conservaba la categoría de más
importante y grande de la villa. Pocos cambios sufrió a lo largo de la
centuria, salvo que, en 1804, se cercó su contorno, para aislar su cementerio.
Ni la guerra de Independencia, ni la Desamortización influyeron en su
patrimonio. Sin embargo, es de destacar que, en 1855, se trasladó a su altar
mayor la imagen de Nuestra Señora de Gracia, hasta entonces sita en la Catedral
de Manzanares. La Ermita situada junto al castillo, continua D. Cosme, que en
su fundación, tenía la advocación de San Gregorio Ostiende, paso a llamarse
Ermita del Santo Sepulcro en el siglo XVIII, por ser punto final de las
procesiones de Vía Crucis de Semana Santa, razón última por la que el sitio que
ocupaba fuese conocido como “el calvario”.
Parroquia de la Asunción, con el mercadillo delante. |
Corrió la misma suerte que el
Convento de Carmelitas, siendo derruida en 1809; aunque, en este caso, la
Ermita se reconstruyó en 1847, según se cuenta con una morfología similar a la
que tenía antes de su destrucción, pero quedando, bajo la advocación de San
Blas, siendo hoy día una de las ermitas más populares de nuestro pueblo de
Manzanares. Al inicio del XIX, la Ermita de San Sebastian, la más vetusta del
antiguo casco urbano de Manzanares persistía activa... languideció en la guerra
y, tras la desamortización, fue adjudicada al Marquesado de Salinas, quedando
integrada dentro de la mansión. Como recuerdo, su espadaña corona la esquina de
la Calle del Carmen con la de Don Pedro. La Ermita de San Isidro, muy popular
en el siglo XVIII, sigue D. Cosme, ubicada en el Parterre del Paseo del Río, vivió de manera efímera el inicio del siglo XIX, corriendo igual suerte que la
del Santo Sepulcro, al ser derruida por los galos en ese año 1809…
Ermita del Cristo de las Agonías. |
La Ermita de
la Vera Cruz, a fechas de inicio del Siglo XIX, dice D. Cosme, era más pequeña
que hoy día, con una sola nave que tenía entrada por la calle de San Antón, A
esa fecha, al contener la venerada imagen del Cristo Arrodillado, con su culto
muy impulsado por el párroco Sotomayor, era la Ermita más visitada por los
paisanos; y se había constituido en centro neurálgico de la Semana Santa de
Manzanares. Sotomayor reorganizó todos los cultos y procesiones de Semana Santa
a primeros de ese siglo XIX. Al final del XIX, se produce una gran reforma y
ampliación de esta Ermita, que cambió su aspecto y tamaño a como es hoy día.
Pero, sigue D. Cosme, de toda esa evolución, hablaremos en otros capítulos de
este siglo XIX.
Vecina a esta ermita, en la Plazuela de San Antón, relucía, a
primeros del XIX, la recién reformada Ermita de San Antón, quizá la más bonita
de Manzanares, y una de las más devocionadas por ganaderos, labradores o quien
quisiera implorar por el campo y los animales. Sus fiestas de Enero estaban
inmersos en la cotidianidad de la villa, pero irían creciendo en popularidad
durante el siglo.. Su aspecto no sufrió cambios en esa centuria. Igual cabe
decir de la antiquísima Ermita de Santa Quiteria a inicios de aquel Siglo XIX
que ya estaba bajo ordenanzas de la Cofradía de Nuestra Señora de la Paz..
Ubicada al lado de la Plaza del Chorrero, se mantuvo en su aspecto e
interiorismo sin grandes cambios, más allá de reparaciones necesarias, que ante
la ruinosa situación de la ermita hubo que realizar al final de aquel siglo
XIX, tras permanecer cerrada al culto seis años. Desde ese momento, la Ermita ya
solo se nominó Nuestra Señora de La Paz…
Al final de la calle de San Juan,
esquina a Monjas , estaba la Ermita de San Juan, que había contenido un
hospital infantil en el siglo XVII. En 1800, solo mantenía su función de
Ermita, con advocación a San Juan, y una Cofradía muy activa en Semana Santa.
En esa ermita también se veneraba la imagen de Santa Bárbara… Poco a poco,
durante el siglo XIX, mermó su actividad, quedando en desuso al final del
siglo... Hace un año, en 1911, sigue D. Cosme, el alcalde, Sr. D. Antonio
Rubio, ha ordenado construir sobre sus ruinas unas escuelas públicas,
concluyendo así la historia de esta ermita... Aparte de esta relación de
ermitas de la villa, en el extrarradio de la población estaban, la pequeña
ermita de San Cristobal, casi un humilladero, que ya por 1800 se conocía como
Ermita del Cristo de la Agonía. Hoy, frente a ella, apreciamos el flamante coso
taurino del pueblo… pero, esta ermita, es conocida por ser el punto de encuentro
de Nuestro Padre Jesús del Perdón, traído en procesión hasta allí por gran
parte del pueblo y Sotomayor al frente, con las tropas del General Sebastiani,
el viernes santo de 1809,.. encuentro en el que este general abrazó la cintura
del Cristo con su fajín, en gesto de perdón, que ha quedado para siempre en la
historia de nuestro pueblo de Manzanares.
Vieja imagen del Patrón de Manzanares, en 1912. |
Otra ermita, ya en ruinas en 1800,
era la de San Marcos, situada al noreste de la villa en los cerros de ese
nombre. La imagen de San Marcos se guarda desde el siglo XVII en la Ermita de
la Virgen de Gracia, y desde allí, sigue D. Cosme, cada año, en el día de San
Marcos se organizan romerías, con caballeria enjaezada y paisanos vestidos de
romeros, que recorren con la imagen del santo a hombros, la calle Virgen de
Gracia, para luego subir por la calle que lleva el nombre del santo hasta los
cerros donde están las ruinas de su ermita, Alli, festejan al santo, comen y
beben, regresando a la tarde, atravesando los olivares que dan nombre a la
calle que los continua, tras cruzar el camino de La Solana, hasta la ermita de
la Virgen de Gracia, donde dejan al santo, terminando la romería...
La pequeña
ermita de la Magdalena, en Siles, hubo de ser restaurada durante el Siglo XIX,
por el deterioro natural que el paso del tiempo conlleva. En la segunda parte
de la centuria, esta ermita comenzó a recoger el culto a San Isidro, tras la
pérdida de su ermita original....
Ermita de Sta. Elena, Siles. |
La ermita de Nuestra Señora de la Consolación
en el paraje de Aberturas, en 1800 era la más suntuosa de todas las ermitas
extramuros de Manzanares; de siempre, estuvo compartida por cuatro villas, y
tenía tres bonitas puertas de acceso, la del mediodía para los paisanos de
Valdepeñas, la de poniente para los del Moral y la de oriente para los de
Membrilla y Manzanares Otras ermitas del extrarradio, de las que solo quedaban
en 1800 vestigios ruinosos, eran las de Santa Ana, al lado del Azuer, a la
altura del Puente de la Reina, y la más antigua del término de Manzanares, la
de San León, en el entorno del Torreón de Moratalaz.
Valga con lo escrito, concluye D. Cosme, para dar conocimiento del Patrimonio
eclesial de este gran pueblo de Manzanares a primeros tiempos del Siglo XIX,
tras lo que daré paso a otra crónica que ilustre como estaba el Patrimonio de
nuestra Encomienda en esos primeros años del siglo decimonónico.
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