Mi muy querido reportero, me dice D.
Cosme, con cierto deje amargo, para comenzar esta crónica … usted me conoce ya
bastante bien, como para saber lo orgulloso que me siento de Manzanares y de
sus gentes hidalgas y emprendedoras, algo que siempre nos hizo destacar como
pueblo, en los casi 700 años de historia que ya tenemos, a la fecha de 1912 en
que conversamos. Pero, verá, el tema que hoy le propongo, será una muestra de
algo no tan bueno, que explica, en gran medida, el atraso secular de España en cuanto
a su incorporación al mundo de las naciones más avanzadas en ciencia y cultura.
La escolarización y la educación infantil a gran escala, fueron los elementos
claves y paradigmáticos del movimiento ilustrado, lo que cimentó y propició,
más que ninguna otra cosa, el progreso de las naciones que más abrazaron ese
movimiento. En España, el poder de la Iglesia, y su influencia en la práctica
educativa, demoró la incorporación a las escuelas de muchas herramientas
educativas, basadas en el raciocinio, la observación empírica, la explicación
objetiva y científica de los fenómenos naturales y el libre acceso a la
literatura, el arte y los conocimientos adquiridos en el ámbito de la sociedad
civil…
Aquí, en España, y en particular en Manzanares, prosigue D. Cosme, a
principios del siglo decimonónico, la educación docente estaba poco regulada,
distaba mucho de ser universal y, como había que pagar por recibirla, las tasas
de escolarización eran muy escasas, existiendo un alto porcentaje de población
analfabeta. A pesar de este retraso y esas carencias, y aunque solo fuese en un
aspecto formal e institucional, la Encomienda y el Consejo de las Ordenes
mostraban un posicionamiento positivo hacia la enseñanza y la escuela… Por ej,
nuestra encomienda afirmaba en sus reglas, lo que sigue:. “… “la ocupación de
la enseñanza a los niños es la más augusta y la base más sólida de todo el
edificio político”... En tanto que el Consejo de Ordenes decía, que:.. “se
había esforzado en reformar las escuelas normales de los principales pueblos
por medio de sabios planes que sobre este objeto se formaron….tratando de
establecer maestros con dotaciones fijas”..; un intento de fijar en la escuela
pública al maestro, asegurándole un salario estable...
Pero toda esta normativa,
no se concretaba en la realidad más allá de sus buenas intenciones. Por
ejemplo, en Manzanares, dice D. Cosme, como en cualquier otro lugar a inicios
del siglo XIX, no era la encomienda ni el Consejo de Ordenes quien pagaba la
soldada de los maestros, eran los padres quienes tenían que hacerlo, por lo
que, al final, solo los niños de familias pudientes, permanecían en la escuela
un tiempo razonable, pues los hijos de familias pobres, que no podían
permitirse ese gasto, dejaban la escuela muy pronto, y se incorporaban con sus
padres a las labores del campo en las quinterías. En Manzanares, continua D.
Cosme, en el año 1800, teníamos dos escuelas de párvulos, o “primeras letras”,
para niños…con bastante asistencia de pequeños, para los tiempos que corrían…
Los niños, sigue D. Cosme, aprendían, sobre todo, caligrafía, ortografía y
redacción, aparte de la doctrina católica. De estas dos escuelas masculinas,
conocemos los nombres de sus maestros, por los correspondientes certificados
que ellos mismos emitieron, a fecha de 22 de febrero de 1800, sobre el número
de alumnos que cada una de ellas tenía a su cargo. Una de las escuelas estaba
regentada por el maestro D. Pedro Josef Díaz Peñalver, y contaba con 104
alumnos… y. en la otra, el maestro se llamaba D. Agustín López Camacho, y
contaba con 115 niños….De estas cifras se deduce que, como Manzanares tenía en
ese primer año del siglo XIX unos ocho mil habitantes, de los cuales niños de
ambos sexos serían unos 1600, pues se puede concretar la cifra de niños varones
de la villa, aproximadamente en la mitad de esa cifra, unos 800…por tanto, si
solo iban a la escuela 209, la tasa de escolarización de los niños manzagatos
varones era tan solo de un 25 por ciento, aproximadamente.
Algo si es relevante
en ese porcentaje, porque resalta, otra vez, el carácter hidalgo y generoso que
caracterizó de siempre a la gente de nuestra villa;… algunos de esos alumnos
pertenecían a familias “pobres de solemnidad”, asumiendo los dos maestros
antedichos, con la ayuda de la parroquia, el coste de su escolarización…Y que
decir de las niñas, para el costumbrismo social de los tiempos, que reducía el
papel de la mujer a un nivel muy secundario, en la casa, y subsidiado al
hombre…
Con todo y con eso, al menos Manzanares, a diferencia de otras villas,
contaba con dos pequeñas escuelas para niñas, que recibían, allí, clases de
labor y doctrina cristiana, en general muy poco tiempo, hasta que se
incorporaban a las tareas de sus casas, en ayuda de sus abnegadas madres, que
ni siquiera tuvieron esa oportunidad en su niñez. Verdad es, sigue D. Cosme,
que en el caso de las niñas, como usted supondrá, querido cronista, la tasa de
escolarización era casi irrelevante, mucho menor que la ya de por si muy
pequeña de los niños varones… Como va dicho, en las escuelas, casi todo lo que
se enseñaba a los niños emanaba de la doctrina católica o estaba impregnada de
ella, evitándose de manera más o menos intencionada cualquier apunte que
pudiese cuestionarla, o que así se interpretase por la autoridad civil o
eclesial...
En Manzanares, además, en esos primeros años del siglo decimonónico,
la autoridad intelectual, moral y social del párroco Sotomayor lo impregnaba
todo, De hecho, sigue D. Cosme,… él, mejor que nadie, conocía el estado cultural
de nuestra infancia manzagata, pues como sabemos por relatos previos, fue el
propio Sotomayor, personalmente, quien, de casa en casa, durante el primer año
de su labor pastoral en Manzanares, elaboró el censo parroquial de la villa,
por lo que conocía de primera mano a todos los niños, sus vicisitudes, y las de
sus padres… Eso le permitió valorar el pobre estado de la enseñanza en la
villa, con crítica bastante ácida, que plasmó en un escrito que decía, entre
otras cosas:.. “para graduar la clase de educación moral y aun literaria que
pueden proporcionar estos maestros basta la simple inspección de sus propios
certificados…el estilo y lenguaje de su dicción y de las ideas de que son
capaces…las escuelas están tan abandonadas que apenas puede dárseles el nombre
de tales…de los maestros que las sirven, el uno de ellos menos malo que el
otro,, emplean muy corta y descuidada asistencia, el uno la deja a cargo de un
pasante de muy corta instrucción, el otro, de ejercicio agrimensor, tiene casi
cada día que abandonar la escuela por largas temporadas para asistir a la
medida de tierras y suele quedar la enseñanza a cargo de un hombre inepto que
ni un puede escribir por estar gafo de las manos”….
Quizá, en gran parte por
eso, un de los empeños de Sotomayor en su intensa labor pastoral, fue la
creación de grupos y actividades parroquiales para la catequesis de los niños y
niñas del pueblo, donde él se implicó, muy personalmente, tanto en la educación
en los valores cristianos de los pequeños, como en darles un complemento a su
pobre bagaje escolar; algo que también extendió a poblaciones más adultas, otra
de las razones más claras del respeto que Frey D. Pedro Alvarez de Sotomayor se
ganó en Manzanares muy pronto.. Además del análisis que hizo Sotomayor, en
aquel tiempo primero del Siglo XIX, fueron otras autoridades y vecinos los que
mostraron su preocupación por el estado de las escuelas, lo que denota que ese
tema social empezaba a crear una inquietud, hasta entonces desconocida, en las
motivaciones de la gente…Asi, por ej, sigue D. Cosme, el escribano Andres Martín
de Almagro, comentó por entonces que:.. “la única instrucción que recibían los
niños era la imitación de sus maestros”…mientras que un ilustrado vecino de la
villa de Manzanares escribía que… “las lecciones de leer, las planas de
escribir y los capítulos de doctrina los dan unos con otros atropelladamente…y
los maestros, ya por su poca asistencia, ya por la muchedumbre de niños, no
pueden atender a todos…los padres algo instruidos tienen que dedicarse a
enseñas a sus hijos”…
El catedrático de latinidad Calixto Diaz Roncero, quien
regentaba en Manzanares un centro de enseñanza media (remedo de los actuales
institutos,), también hizo una crítica del estado de las escuelas de la villa:…
“solo enseñan alguno que otro capítulo de doctrina cristiana por el catecismo
del padre Ripalda, pero muy superficial y sin explicación”… Comentaba D.
Calixto que, por eso mismo, él se veía obligado a: .. “emplear los sábados para
mejorar los conocimientos no adquiridos en la escuela, a todos los nuevos
alumnos de la villa que accedían por primera vez a sus aulas” .. Y así llego la
guerra de la independencia, siendo a su final cuando las Cortes de Cadiz,, en
1812, elaboran la primera Constitución española, que si dio un paso decisivo en
el desarrollo de la escuela, la educación y la cultura en el Reino de España.
Aquí le entrecomillo, a renglón seguido, mi querido cronista lo más importante
de lo que quedó plasmado en sus textos, en relación a la educación:..
«Para que el
carácter sea nacional, para que el espíritu público pueda dirigirse al gran
objeto de formar verdaderos españoles, hombres de bien y amantes de su patria,
es preciso que no quede confinada la dirección de la enseñanza pública a manos
mercenarias.»…y, en el título noveno, «De la instrucción pública», en los artículos
366 y 371, que marcaban las pautas a seguir en la política educativa, se dice
que esta debe ser…”tendente a la formación de ciudadanos, que «ilustren a la
nación y promuevan su felicidad con todo género de luces y de conocimientos»”…
Después, lentamente, y con intermitencias, pero siempre en la buena dirección,
la enseñanza y escolarización de los niños españoles fue haciéndose mejor a lo
largo del XIX, aunque la distancia con los paises más ilustrados continuaría
aumentando… Tendremos ocasión de hablar de todo ello en algún relato posterior,
pero ya es tiempo que usted de fin a esta crónica sobre el estado de las
escuelas manzagatas a principios del Siglo decimonónico, y no quiero que lo
haga sin antes filosofar un poco sobre la importancia de la voluntad humana en
cualquier ámbito de la vida…Y esta reflexión viene a cuento, querido cronista,
por que lo mismo que hemos visto hace un rato, como el pastor Sotomayor se
implicaba en mejorar el precario estado de la enseñanza infantil de Manzanares
al inicio de aquel siglo decimonónico, donde las autoridades poco hacían al
respecto; sin que nadie se lo hubiera pedido…hoy, a esta fecha de 1912 en que
hablamos, un ilustre paisano de este pueblo, que ejerce de alcalde, D. Antonio
Rubio Fernández-Caballero, hacendado personaje, que, quizá por ello, no tenía
porque estar especialmente motivado en estos temas de la enseñanza y la escuela
publica, está revolucionando, desde hace un año, en Manzanares, todos estos
temas.. fomentando la creación y construcción de varias escuelas públicas, y
dando un impulso desconocido hasta ahora a la escolarización de los niños de
este pueblo…Es posible que D. Antonio Rubio sea más recordado en la posteridad
por el Gran Teatro de Manzanares, u otros inmuebles del pueblo, construidos por
su impulso durante su mandato…pero sin duda, ninguno de esos logros será
comparable al patrimonio de futuro que dejará en Manzanares su impronta
personal en la enseñanza de sus niños….
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