Llegó el momento, querido plumilla, de comenzar
los relatos de la Guerra de la Independencia de España contra los invasores
franceses, y comentar lo que tuvo que ver esa contienda con Manzanares.. y
Manzanares con ella, que fue mucho y enjundioso, como veremos en las numerosas
crónicas que he de referirle acerca de la misma…
Y para empezar, él título con
el que hoy conocemos a esa guerra: "de la Independencia" es,
definitivamente, exacto, ajustado y oportuno a lo que representó esa contienda…
“En efecto (comenta un enfático y grandilocuente D. Cosme, en una de esas
solemnes peroratas, que a él le gustan para grandes momentos de nuestra
historia)... España, o mejor aún, el pueblo español del momento, vivió aquel
conflicto como reivindicación de su independencia, de su identidad como
pueblo”... y, sigue diciendo… “los invasores galos, como muchas de las
numerosas culturas y pueblos que intentaron imponer aquí en nuestra “piel de
toro”, mucho antes que ellos, sus valores y costumbres, empezando por los
griegos y los fenicios, pasando por los cartagineses y los romanos y acabando
por los bárbaros y los musulmanes, se toparon, siempre, con la naturaleza
indómita y autoconvencida de si misma, de los pobladores de Iberia, que si
bien, a ese momento del siglo XIX. eran ya producto de un mestizaje de siglos con
los sucesivos invasores, parecían conservar incólume el mismo espíritu que dio
lugar a episodios sublimes y reconocibles de su larguísima historia, como los
de Numancia, Sagunto y muchos otros más, siempre en la misma línea
demostrativa, de cómo un pueblo, en condiciones de clara inferioridad numérica
y estructural, era capaz de resistir, conservar y, finalmente, imponer con gran
determinación y coraje su carácter independiente y, en el mejor de los
sentidos, poseído de si mismo y de sus propios valores”.. ,
Y, sigue D. Cosme,
“valores, entre los que siempre destacó su proverbial hidalguía, que podría ser
definida como una “bonhomía practicada”…“Y esa hidalguía tan española, de la
que hemos hablado en relatos previos, bien descrita en la literatura del siglo
de oro. por: Calderón de la Barca, Lope de Vega y Cervantes, entre otros,
quedó, sobre todo, cristalizada y corporalizada en “el caballero de la triste
figura”, “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, gran protagonista de
la más excelsa obra de la literatura española y universal, donde Cervantes, de
manera extraordinaria, y asentándose en la tipología de los personajes que
eligió como actores principales, supo conjugar y resaltar muy bien los aspectos
que mejor definen ese valor de la hidalguía…por un lado la bonhomía justiciera
de Don Quijote, basada en la estricta aplicación de la justicia y la equidad en
cualquier acto de la vida,… y la bondad en si misma, explicitada en la bonhomía
natural, solidaria, mundana y noble, aunque no exenta de picardía y sentido
común, de la gente sencilla del pueblo, representada por su criado y escudero,
Sancho Panza, que humaniza y realza el propio valor de la hidalguía., concluye,
enfático, D. Cosme…
No es casual, sigue, que Cervantes pensara en la Mancha para
concretar su historia; aquí, en nuestra región, D. Miguel, percibió que ese
biotipo humano, el hidalgo, es común y muy frecuente entre nuestras gentes
manchegas, que siempre fueron muy celosas de lo propio, y poseídas de un
sentido de la equidad y la justicia, que les predispone a la lucha sin
contemplaciones contra quien pretenda poner en cuestión su independencia y
libre albedrío. Sin embargo, ese carácter hidalgo les confiere también una
capacidad innata para la solidaridad y la ayuda a quien lo necesita. Esa
dualidad del carácter hidalgo, particularmente visible en los manzagatos, y la
actitud que se deriva del mismo en sus gentes, se advierte en la explicación de
muchos sucesos que acontecieron en Manzanares durante aquella guerra.
Y hemos
de recomentar, sigue D. Cosme, que Manzanares fue muy importante en La Mancha,
por su posición estratégica en el camino de Andalucía y las infraestructuras
militares que se habilitaron en nuestro castillo, Manzanares fue elegida por
los galos, durante gran parte de la guerra, capital de la región manchega, en
tanto que en nuestro castillo establecieron el gobierno militar de la zona…Y,
en las idas y venidas que tuvo esa guerra, cuando las fuerzas españolas
recuperaban el control de Manzanares, mantenían la importancia de nuestro
pueblo, por las mismas razones estratégicas de los franceses… de modo y manera,
que nuestro pueblo fue el que más hechos importantes protagonizó en la región
manchega, relacionados con esa guerra, afirmación que se puede hacer, sin mucho
temor a equivocarse, por la contabilidad de eventos relevantes, reflejados en
los documentos oficiales del ejército invasor, donde el nombre de Manzanares
aparece citado, más que ningún otro pueblo manchego, en episodios significados
de esa contienda…. Esa documentación, sigue D. Cosme, junto a comentarios
escritos de militares galos y de otros países, que anduvieron en aquel tiempo
de guerra por Manzanares;… documentos y comentarios similares del ejército
español, o de paisanos y personas relevantes de nuestro pueblo; así como
distintas notas de la incipiente prensa escrita de la época, que dieron
testimonio de sucesos locales y, también, diversas referencias ocasionales a
nuestro Manzanares, insertas en libros que trataron de la contienda...y, más
relevantes todavía, insertas en libros y manuscritos que, específicamente,
hablaron de la historia de Manzanares durante esa guerra, entre los que querría
destacarle, querido cronista, el conocido como “Manuscrito de la Merced”,
elaborado por curas de nuestro clero local, en años inmediatamente posteriores
al final de la guerra de la independencia.. y, por tanto, con datos escritos
bastante fidedignos, puesto que eran muy cercanos en el tiempo a los hechos que
se narran, constituirán la base de los numerosos relatos que le narrraré,
acerca de la guerra de la independencia y sus consecuencias en
Manzanares…
Seguro, sigue D. Cosme, que ni Manzanares ni sus gentes, gustaron
de ser protagonistas en esa guerra, pues, como en cualquier otra, lo malo, las
tragedias y las tropelías, superaron a los aspectos positivos…pero, hay que
decir ya, que entre estos últimos, Manzanares destacó, como el que más, en la
valentía de su gente, cuando tocó enfrentarse al invasor, defendiendo su
independencia y valores, de manera inequívoca y eficaz, pero manteniendo en su
conducta lo mejor de la hidalguía como habremos de comprobar pronto.... porque,
incluso en el triste episodio de la matanza del hospital de guerra que los
franceses habían acondicionado para sus soldados enfermos en el convento de los
carmelitas, y en el que una masa humana, enfervorizada y enloquecida por las
noticias que llegaban de pueblos vecinos, asaltó el citado hospital, matando
cruelmente a algunos de esos enfermos galos, parece que los principales actores
de la matanza fueron, sobre todo, lugareños de villas cercanos, siendo muy
escasos los manzagattos que participaron en esa vorágine sangrienta, que sin
embargo, y contra la visión dantesca que se le quiso dar al episodio, terminó
solo con una docena de soldados galos asesinados, de los. aproximadamente 100
que estaban allí ingresados...y parece, además, que la llegada inmediata al
hospital de algunos sacerdotes del pueblo, seguramente a instancias del
párroco Sotomayor, en la primera de sus intervenciones decisivas en aquella
guerra, evitó males mayores, poniendo paz y sosiego en los asaltantes.
Esto,
comenta D. Cosme, quedó reflejado en comentarios escritos de los propios
franceses, referidos al suceso, que tendré ocasión de citarle en su momento,… y
esta versión menos trágica de esos hechos, a causa de la intervención de varios
curas de nuestro clero local, quizá, tuvo bastante que ver en que los franceses
no se vengasen de nuestra gente con excesiva saña… pues aunque, meses después,
sigue D. Cosme, la temible compañía de polacos del General Vedel, destrozó todo
el entorno inmobiliario del Paseo del Río, ,incluida la Ermita de San Isidro,
solo existe constancia de un paisano muerto en aquellas represalias…También es
oportuno mencionar ahora, otro gran episodio que vivió Manzanares durante la
guerra, cuando el viernes santo de 1809, una procesión de paisanos, portando la
imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, y encabezados por Frey Sotomayor,
salió al encuentro de las tropas francesas de Sebastiani, encontrándose con
ellas a la altura de la ermita del Cristo de la Agonía… El General francés,
conmovido por la escena, bajo de su caballo y ajustó su fajin verde a la
cintura del Cristo, en gesto de perdón a nuestro pueblo por aquel suceso del
hospital. Este episodio legendario es, sin duda alguna, la razón más importante
que justificaría el nombramiento oficial de Nuestro Padre Jesús del Perdón,
hace solo siete años, en 1905, como patrono de este insigne pueblo de
Manzanares de La Mancha.
En otro sentido, continua D. Cosme, para nada hubo en
el pueblo “condescendencia” o “afrancesamiento” de su gente, como algunos
pueblos vecinos, bastante maledicentes, propalaron con insidia. De hecho, como
también conoceremos, Manzanares recibió durante aquella contienda el título de
“Fidelísima villa”, por el valor y arrojo de sus gentes al enfrentarse a los
invasores en diversas ocasiones, de lo que le daré cuenta en sucesivas y
posteriores crónicas.
Y valga todo lo
dicho .-me dice D. Cosme, concluyendo su encendido diserto-- para conformar
este relato introductorio y genérico, acerca de lo que supuso la Guerra de la
Independencia en Manzanares. Hemos tocado aquí, quizá, los hechos de más
enjundia que acaecieron en nuestro pueblo en relación con esa guerra, pero
puedo asegurarle que el conocimiento de los detalles de esos episodios
principales…, y lo que, además, tengo que exponerle de muchos otros aconteceres
durante esa guerra en nuestro pueblo, darán para muchas crónicas: unas
trágicas, otras heroicas, y algunas más llenas de datos curiosos y dignos de
conocerse…y, todas ellas, todas las cosas que le he de relatar, vendrán
marcadas por la hidalguía característica de las fabulosas gentes de este
magnífico pueblo que se llama, para los siglos, Manzanares de La Mancha.
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