Es momento ya de contar a sus lectores,
querido reportero, el primer episodio trágico e histórico, vivido en Manzanares
durante la Guerra de la Independencia…
Vimos en la anterior crónica, sigue D.
Cosme, que, al alba del 6 de junio de 1808, los 600 soldados de caballería francesa
del General Ligier Belair, habían partido de Manzanares hacia Valdepeñas, con
el objeto de sofocar la rebelión que se estaba gestando en esa villa, quedando
la nuestra casi libre de soldados galos y en plena exaltación. Las tropas de
Liger-Belair llegaron enseguida a Valdepeñas, pero sus aldeanos, habían cortado
los accesos a la villa y sus calles principales, impidiéndoles el paso. Los
orgullosos galos decidieron entrar a saco, sin valorar de lo que serían capaces
nuestros vecinos manchegos en su resistencia. Se generó una batalla desigual y
sangrienta, que se mantuvo durante toda la jornada, ocasionando muchos muertos
en ambos bandos… A eso de las once de la mañana de ese infausto día, comienza
la participación de Manzanares en esta historia de la rebelión manchega contra
los franceses….Un lugareño de Valdepeñas, a galope tendido, entró en nuestra
villa por el Camino Real de Andalucía, alcanzando enseguida nuestra Plaza
Pública, donde encontró una masa humana enfervorizada de segadores, muchos de ellos
forasteros, pero contratados por nuestra encomienda, que habían decidido no ir
al campo a laborar esa mañana, a la vista de lo que había pasado el día
anterior en Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas, y Manzanares...
Estaban
expectantes en nuestra Plaza Pública, a la espera de más noticias.. y, sobre
todo, para saber que sucedía en ese momento en Valdepeñas... Cuando el
desasosegado enviado valdepeñero alcanzó a explicarse, e informó al paisanaje
encendido, que llenaba nuestra Plaza, de la vesanía sangrienta de los galos en
Valdepeñas, la exaltación generalizada se disparó todavía más… Las campanas de
la Iglesia tocaron a rebato, atrayendo a muchos más lugareños, concentrándose,
al poco tiempo, en la Plaza pública unas 2000 personas, casi todas armadas con
hoces, horcas, hachas, navajas y otras armas blancas, además de alguna que otra
escopeta.. A instancias de los más ardorosos y beligerantes, (y con la más que
posible anuencia de algunas de nuestras autoridades, aunque no lo expresasen
públicamente), tras escuchar la muchedumbre al emisario de valdepeñas, con el
ánimo sobrecogido ante lo que este había contado de la atrocidad que se estaba
desarrollando en la vecina villa, gran parte de los presentes se mostraron
dispuestos a marchar a Valdepeñas para ayudar a sus gentes, concluye, solemne,
D. Cosme... Y todo lo que le cuento, sigue, un atribulado, D. Cosme, quedó
plasmado, por el clero local, testigo de los hechos, en escritos de 1814 sobre
la historia de este pueblo insigne de Manzanares de La Mancha, contenida en el
“Manuscrito de la Merced”...
“…Salió, pues, el seis por la mañana la
caballería francesa para Valdepeñas, y salida, y aún apenas sabida la
resistencia de aquel pueblo, se puso en movimiento Manzanares. Todos los
índivíduos sin distinción de clases concurrieron al toque de rebato a las once
del mismo día, y armados cada uno con las desiguales armas que suministraba la
casualidad, trataron de salir al socorro de Valdepeñas, sin temer las
divisiones que ya marchaban desde la Corte con la misma dirección…”
A los gritos de "abajo
el
francés", la muchedumbre se dispuso, sin más dilaciones, a partir a
Valdepeñas, pero alguno de esos lugareños anónimos, tuvo la idea de acercarse
hasta el hospital de sangre que el general Dupont, al paso del grueso de su ejército
por Manzanares, díez días antes, mandó habilitar en el convento de los
carmelitas descalzos. La idea prendió enseguida, y el encendido paisanaje se
llegó a las puertas del convento con el fin de apropiarse de los fusiles y
armas de fuego del centenar de soldados que allí estaban ingresados, enfermos o
heridos, y de los 20 o 30 guardias que lo custodiaban… ...la suerte de la
tragedia estaba echada!!, sentencia un peripatético D. Cosme,…
Lo que sucedió a continuación, mi querido
reportero -prosigue D, Cosme su también encendido relato-.. el nudo gordiano y
el meollo del trágico episodio vivido en Manzanares al mediodía de esa jornada
del 6 de Junio de 1808, está todavía, hoy día, algo más de un siglo después,
sujeto a controversia en cuanto a sus magnitudes, pero, en cualquier caso, la
esencia del suceso también fue transcrita por nuestro clero local, testigo de
los hechos en el Manuscrito de la Merced, en los párrafos que le entresaco:
“…en el primer impulso y tratando de
armarse con más ventaja, van todos al hospital militar, y no creyendo pudiese
la guardia tener la osadía de resistirlos, se presentan desarmados, se intima
entreguen sus fusiles y los de los enfermos; pero imprudente la guardia dispara
sobre el paisanaje; y algunos enfermos desde las ventanas tratan de ofender y
sostenerse: entonces faltó la tolerancia, y rompiendo por todo estorbo, sin
temor de balas ni bayonetas, unos paisanos desarmados y ofendidos atropellan
cuanto encuentran, y se verificó una escena de sangre muy difícil de explicar,
muriendo en la confusión algunos infelices que por la enfermedad estaban
incapaces de pelear y de huir.. No fué posible al pronto evitar estas
desgracias; pero al segundo momento, dando lugar la ira a la compasión, fueron
puestos en seguro los demás y asistidos y curados con humanidad”.
Nuestros curas, en este relato, continua
D. Cosme, ciertamente “barren para casa”, dulcificando la atrocidad de lo
vivido en el hospital, y aunque dejan entreveer lo horripilante del escenario,
también dejan preguntas en el aire”….. En primer lugar, el aguerrido paisanaje
no era un regimiento bien pertrechado, pero si llevaba armas, incluso alguna
escopeta…y, al verlos llegar los guardias del retén de soldados franceses que
custodiaban el hospital, más que osados o imprudentes, como los curas comentan,
resulta lógico que cerrasen las puertas del mismo y utilizaran sus armas desde
las ventanas para intimidar a la gente, pero es casi seguro que dispararon al
aire, pues no hay constancia alguna de civiles muertos en los registros
parroquiales de defunción el día del asalto, ni en fechas inmediatamente
posteriores; y tampoco hay mención en el Manuscrito de la Merced a heridos
entre los atacantes.
Imagen de Valdepeñas. |
Lo más probable, -comenta D: Cosme- es que el pequeño
número de soldados del retén, no más de 30, ante la vorágine humana que rodeaba
el hospital, y golpeaba sus puertas, se sintieran atemorizados, y debieron
pensar que si entregaban, sin resistencia, la fusilería a los exaltados
lugareños, estos se calmarían y, con su objetivo cumplido, marcharían
rápidamente a Valdepeñas sin causarles daño… Con esa idea, seguramente les
abrieron paso y, enseguida, se dieron cuenta de su error, ante lo que les vino
encima.. Los segadores más enfurecidos, los primeros en entrar, no se
preocuparon solo en buscar y requisar el armamento, pues se abalanzaron sobre
los guardias, y “escondidos” en el anonimato de la masa, atacaron con saña, y
de manera impía, brutal y despiadada, a los enfermos que estaban allí
ingresados, matando e hiriendo a bastantes de ellos…Pero, según los informes
más fiables del suceso, parece ser que un grupo de sacerdotes de la villa, muy
probablemente enviados allí por Sotomayor, y entre ellos quizá alguno de los
que escribieron sobre este suceso en el Manuscrito de la Merced, entraron a
gritos en el hospital, pidiendo el cese inmediato del ataque, y afeando a los
lugareños su conducta asesina inhumana y anticristiana con los soldados
franceses ingresados, …enemigos, si, pero enfermos e indefensos.
Esa estrategia
intervencionista del clero manzagato, seguramente la primera de las ideas y
actuaciones decisivas para Manzanares del párroco Sotomayor en aquella terrible
guerra, según lo que hemos sabido después, resultó muy eficaz y determinante,
pues logró parar esa orgía de sangre en sus primeros momentos, a pesar de la
ira y la rabia desatada de aquellas gentes…la actitud contundente, beligerante
y admonitoria del curato de Manzanares, resultó capaz de morigerar el ánimo de
los atacantes, que se retiraron, a los pocos minutos, con las armas francesas
requisadas, dejando tras de sí una docena de muertes de entre los soldados
franceses enfermos o heridos, pero sin hacer más daño al resto, mucho mayor, de
la humanidad yacente de ese hospital de sangre, concluye con tono serio y
solemne D. Cosme, esta parte crucial de su diserto.
Y esta que, aquí, le he contado, querido
reportero, parece ser la crónica más aproximada y fidedigna del trágico
episodio del hospital de sangre francés de Manzanares, aquel día terrible del 6
de Junio de 1808.. No fue, ciertamente, un día para presumir de día, en la
grandiosa historia de días que tiene la villa de Manzanares de la Mancha, pues
la ira y la rabia contenida de nuestra gente, agredida y humillada por el
invasor francés, provocó sangre en el hospital de sangre, -dice con sentido
patetismo D. Cosme- .En aquellos momentos iniciales del trágico episodio,
prosigue, el odio superó a la bonhomía y buen sentido que siempre acompañó a
nuestro hidalgo carácter, hasta que, por fortuna, parte del clero local,
dirigido hasta allí por la impagable figura humana de D. Pedro Alvarez de
Sotomayor, al que Manzanares deberá siempre un pedestal, consiguió atemperar la
situación, devolviendo a aquellas exaltadas gentes parte de lo mejor de su
espíritu, terminando, así, bruscamente, la tragedia criminal que nunca debió
existir, pero que, por desgracia, puede aparecer, y aparece, en situaciones
límite del ser humano…Solo cabe decir, concluye D. Cosme, que Dios y la
historia perdonen ese baldón ignominioso, esa flaqueza de nuestro devenir
histórico, considerando que se dio en un contexto de necesaria defensa de lo
propio y de nuestros valores identitarios más profundos, no pudiendo empañar en
modo alguno toda la mayoría de buenas acciones y extraordinarios episodios que
adornan nuestra historia como pueblo…
Y ya es momento
que usted, querido amigo, concluya esta dramática crónica, dejando para la que
sigue el análisis pormenorizado de todo lo que se escribió y comentó de ella,
para que sus lectores tengan totalizado todo lo que hay informado y escrito del
episodio, y puedan estimar si les parece correcta y verosímil la versión aquí
ofrecida, que ha intentado, a la luz de la lógica de los hechos, de las
informaciones que se tienen del episodio, y de su contexto inmediato,
aproximarse a la verdad del mismo,.. de uno de los más trágicos sucesos que ha
vivido en su, por lo demás, magnífica historia, la villa de Manzanares de La
Mancha..
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