Pues si, querido
plumilla, -dice D. Cosme- el relato que ahora le disertaré, me atreví a
encabezarlo con ese sugerente título… y aunque he de reconocerle que cuando
usted oiga lo que le iré contando, algo “tiro para la tierra”, muchos
historiadores y analistas de lo que sucedió en la guerra de la Independencia
están de acuerdo en que la derrota francesa en Bailen, ni más ni menos que la
primera vez que Napoleón perdió una gran batalla en Europa, se produjo en gran
medida, sin exagerar un ápice, por lo que sucedió previamente en La Mancha y,
particularmente, en Manzanares...
Y, si bien, lo que le relataré no figura
explícitamente en archivos, ni en libros de historia, no es menos cierto que lo
que sabemos que sucedió en esos meses de junio y julio de 1808 con las tropas
napoleónicas, a su paso por La Mancha, y por Manzanares, dan bastante crédito a
que lo que le contaré, y se ajusta mucho a la realidad del título, tal como
reconoció, al final de la batalla de Bailen, el mismísimo General Castaños, por
tanto permítame usted y sus lectores esta pequeña fabulación, encajable en la
verdadera y trágica historia de aquella guerra de independencia.
Ya hemos
conocido en relatos previos distintos episodios de lo que constituyó la
rebelión manchega para la soldadesca francesa en aquel junio de 1808. Por
ejemplo, la actuación de los lugareños de diferentes villas (Santa Cruz de
Mudela, Valdepeñas y Manzanares) y las intervenciones continuas de las
guerrillas locales, sobre todo en el área intermedia entre Madridejos y
Manzanares, desgastaron mucho a esas tropas que iban en ayuda de Dupont;... y,
por otro lado, sigue D. Cosme, la constante interrupción de mensajes entre
Dupont y Madrid (tareas en las que destacó sobremanera Manzanares)… confundió
muchísimo al mando central de Francia en la capital de España, que solo se hizo
cargo de la desesperada situación en Sierra Morena, a muy finales de junio de
1808, cuando el general Dupont llevaba ya un mes por aquellas tierras del norte
de Andalucía, pasándolas canutas, con gran desgaste y numerosas bajas en su
tropa original.
Fue, solo entonces, continua D. Cosme, que los mandos franceses
de Madrid, decidieron enviar, de manera precipitada, y con escasa preparación
logística, primero a la poderosa segunda división de Dupont, al mando de
Vedel... y, enseguida, sin solución de continuidad, las sucesivas compañías de
soldados que vimos en anterior crónica, comandadas por los generales Lefranc y
Gobert, que fueron, como va dicho, las que más sufrirían los embates de la
“guerrilla del 7 en la gorra”. La precipitada planificación de los últimos
contingentes de tropas francesas enviadas al sur, tuvo importantes deficiencias
en la intendencia de víveres y agua, de manera que, para ellos, el tránsito por
la árida y reseca meseta castellana de La Mancha, fue una auténtica
pesadilla.... y, al final, Sierra Morena se convirtió para los franceses en una
trampa, donde tenían, si, una numerosa tropa, pero: exhausta, mal nutrida y
sedienta, con una paupérrima disposición psicológica para combatir…
Acostumbrados como estaban, por anteriores campañas europeas, a transitar por
países con tierras muy fértiles y abundantes en agua y alimentos, no valoraron
en absoluto que, en La Mancha, en un tórrido verano, como fue el de 1808, las
cosas a ese respecto serían muy distintas.. En julio de 1808, continua D.
Cosme, muchas de las villas y pueblos manchegos, sobre todo los más próximos al
camino Real de Andalucía, como Manzanares, se vieron abandonados por muchos de
sus pobladores, que se llevaban consigo gran parte de sus pertenencias para
evitar que fuesen requisadas por los invasores, pues ya contaban con la
experiencia de lo que les había sucedido al paso de Dupont... De tal manera,
sigue, que, cuando desfilaron de nuevo los franceses por esas villas, a finales
de junio y primeros de julio de 1808, se encontraban las campìñas resecas y sin
frutos y muchas de sus casas deshabitadas, sin nada en su interior… poco había,
pues, para requisar en cuanto a víveres, que tenían que ser traídos de Madrid y
Toledo en grandes carretones, que muchas veces, además, solo contenían
galletas, pan y derivados de los cereales, con manifiestas carencias en otro
tipo de principios inmediatos. En cuanto al agua, de poco servían las indicaciones
del mando francés a su tropa, recomendándoles que acampasen en la proximidad de
arroyos, pues muchos de ellos, de agua estacional como nuestro Azuer, estaban
secos ese verano, y los que encontraban con algo de agua, más o menos
estancada, y con gran frecuencia contaminada, cuando bebían de ella, eran
fuente de disenterías o tifus, tal como fue el caso de muchos de los soldados
ingresados en el hospital de sangre de Manzanares, cuando los trágicos sucesos
del 6 de junio de 1808...
Los galos no conocían tampoco donde se podían
localizar fuentes naturales de agua como las de, por ejemplo, nuestro Siles,
situadas en serranías de monte bajo, algo apartadas del Camino de Andalucía.
Además, como transitaban con el tiempo justo, no se detuvieron en esos menesteres,
aparte que, naturalmente, ningún paisano, a esas alturas del conflicto, les
informó de donde podían encontrarlas... Ante la carencia de agua, cometieron un
nuevo y grave error, requisando grandes cantidades de vino, que si eran muy
abundantes en cualquier villa manchega, pero que, sigue D. Cosme resacoso,
siendo un líquido muy recomendable para acompañar una buena pitanza, no vale
como el agua para la hidratación de los mortales... los soldados franceses se
habituaron a nuestros caldos, y ante la enorme sed que sufrían, lo ingerían en
grandes cantidades, lo que motivaba en ellos, por un lado, el efecto perverso y
engañoso, de una realidad feliz inexistente, manteniéndoles la misma sed... y,
por otro lado, aumentaba las posibilidades de errar los tiros al enemigo, al
que veían como doble, remata su charla entre grandes carcajadas D. Cosme... Todo
esto lo vivieron en La Mancha, y en Manzanares, prosigue D. Cosme, sobre todo
los contingentes de tropas de Vedel, Lefranc y Gobert... que solo tuvieron buen
agua cuando la sacaron de los pozos de nuestro castillo, en el muy escaso
tiempo en que moraban en él, no constando que se les ocurriese rellenar
barricas, para transportartlas con ellos al frente de guerra andaluz...
2 de Mayo, Sorolla. |
En ese tiempo de
difícil comunicación entre franceses, sin embargo, los "patriotas" de
las distintas villas manchegas, tenían una comunicación fluida y constante,
utilizando caminos interurbanos, desconocidos para los galos, que no podían
ocuparse en controlar ese aspecto, por la prisa que tenían en llegar hasta
Dupont,... solo utilizaban el Camino de Andalucía, y casi nunca se aventuraban
por otros caminos, para no dispersar a sus tropas. La comunicación cotidiana
entre nuestro alcalde mayor, Juan Josef Miret, Presidente de la Junta Local de
Gobierno de Manzanares y Juan de Modenés, intendente general de La Mancha,
continua D. Cosme, permitía, a este último, estar exactamente informado de los
contingentes de tropas francesas que llegaban y salían de Manzanares, y no solo
de su número, también de la intendencia que transitaba con ellos y hasta del
aparente mal estado físico y de ánimo de las mismas, tal como acabo de
relatarle, que contrastaba con el poderío prepotente con que habían transitado
por la Mancha, solo un mes antes, las primeras tropas de Dupont...
Manzanares
era el último punto de enlace del ejército francés, antes de Sierra Morena, con
lo que nuestro pueblo resultó, otra vez más, determinante en la preparación de
la decisiva batalla de Bailen, mediante los numerosos y minuciosos informes,
que nuestro alcalde mayor, Miret, enviaba al interventor general de La Mancha
Juan de Modenés, y que, este, a su vez, transmitía a la tropa del General
Castaños, punta de lanza del ejército español en Sierra Morena... En esos
informes, como va de dicho, se especificaban con detalle el estado de las
tropas francesas que iban a llegar a Sierra Morena... por lo que, aunque las
divisiones de Barbou, Vedel y Gobert, que incrementaron el cuerpo de ejército
francés en Sierra Morena, a primeros de julio de 1808, y que, unidas a las
originales que habían viajado con Dupont a finales de Mayo, sumaban a priori la
friolera de 20.000 soldados, lo cierto es que, en Sierra Morena, estaba
diezmada en número de elementos reales, y los que quedaban se hallaban en pésimas
condiciones físicas y morales, algo que supo, por esos informe, el General
Castaños, días antes de la batalla de Bailen,. lo que le fue de gran valor, y
resultó decisivo para la planificación y el resultado victorioso de aquella
gloriosa batalla, inserta para siempre en la historia de España y en la de la
guerra de la independencia contra el imperio napoleónico. Aparte de toda esa
gran y utilísima información para Castaños, Miret, también promovió el
alistamiento de bastantes lugareños manzagatos, que irían a nutrir las tropas
españolas en Bailen, siendo Manzanares uno de los pueblos manchegos que más
patriotas reclutó a esos efectos, refutando, una vez más, la mentirosa leyenda
de colaboracionismo con los franceses, alimentada por vecinos envidiosos, tras
el reconocimiento de Manzanares de La Mancha, por el Reino de España, como
"Fidelísima villa", unos meses después...
Pero, mi querido
plumilla, acaba D. Cosme su diserto, de esa batalla de Bailen, de la
participación en ella de nuestros soldados manzagatos, y de su corolario final,
con las vicisitudes vividas en Manzanares a su termino, que concluyeron con la
capitulación de la tropa francesa que aun quedaba en nuestro castillo,
hablaremos en otra crónica, pues esta ya fue de bastante y suficiente, para dejar
constancia que nuestro pueblo fue decisivo en la primera derrota de Napoleón en
Europa, sufrida en Bailen, pero propiciada por La Mancha, y muy principalmente,
por la insigne y "Fidelísima villa" de Manzanares de La Mancha....
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